Laila (Heen Sasithorn), su hermano y un amigo, jóvenes que
radican en Bangkok, deciden ir al sur de Tailandia, empecinada la mujer –una
dama segura de sí, aprehensiva, curiosa, sensible, como suponemos a la
directora- en buscar a una “extraña” tía, al lugar de origen y creencia religiosa
de estos hermanos, a la provincia de Pattani, una de las tres provincias del
país que tienen predominio musulmán y que contiene un centenario y antiguo
conflicto separatista que es sofocado por el gobierno de turno, en especial el militar, tema y presencias que el filme de la tailandesa Pimpaka Towira deja ver –la fe musulmana; maniobras del ejército-, mucho como destellos, pequeñas
Mise-en-scène bastante artísticas, o flashbacks, lo que aparentemente es la
lectura central de la propuesta, en medio del entretenimiento de un filme con cierto
aire a uno de género. La propuesta maneja misterio y suspenso, pero va más allá, trata
la realidad política general de su nación, de inestabilidad –tanto cambio y
golpe de estado- y cierta sombra de una falta de libertad, desde la religión (en
un país mayoritariamente budista).
El filme es potentemente inquietante, donde el miedo tiene
mucha presencia, como lo representa el amigo llorando y esperando lo peor del
viaje, o que Laila vea un especie de fantasma en plena carretera. Laila observa
cruzar frente al auto a una mujer desnuda, sucia y encadenada, una imagen
sugerente de la realidad que se vive en Tailandia. Ésta es la esencia del filme, un estilo sutil de expresión. Se habla de algo
que no se ve. La fantasmagoría, la mitología
y el folclore yacen tenues, se esconden en el ambiente, en
algunas visiones que tienen de realidad y sueño –una mujer sumergida en el río
en plena noche tras el viaje medio místico en bote- o debajo del descubrimiento
tras las pesquisas de la villa de Al-kaf, de una procesión funeraria, de una
isla que aunque más lúgubre recuerda a El hombre de mimbre (1973). Percibimos una amenaza
a la libertad y al derecho no explicita (claramente emparejada con la atmósfera
del filme), se implica harta sutileza, hasta “abrirse” hacía la
conversación de la cena de aquella casona en medio de la selva. Es un filme que
sabe a aventura de aire siniestro, bajo tentativas de que algo puede suceder en
cualquier momento, lo que fácilmente pudo ser una película de terror.