martes, 26 de abril de 2016

A Magical Substance Flows Into Me

La directora americana nacida en Palestina Jumana Manna hace un filme convergente, dirige la eterna enemistad árabe y judía compartida centralmente en el territorio de Palestina e Israel, donde enfoca sus visitas, exposiciones y conversaciones, hacia la música autóctona de las distintas etnias de Oriente Medio y el norte de África, llegando incluso a poner a prueba al oído vernáculo tocando los sonidos del otro, fomentando unidad y sentido de pacifismo y alegría conjunta –tal cual el cierre del filme- en lo que nos hace a todos humanos y hasta dignos de cariño, todos iguales en la belleza y la variedad de la música folclórica, apareciendo, entre cantos, distintos y curiosos tipos de instrumentos de viento, cuerda y percusión.  

El ambiente escogido por Jumana para cada encuentro no es otro que el del hogar, apuntando a que sus invitados hagan una especie de ofrenda, a desarmarse por entero, a tomárselo con relajo, a no pensar en rechazo ni enemigos, que eso es lo que propone tener la cámara enfrente, como hace ver la sugerente pregunta de ¿qué piensan tus padres de tu trabajo?, y no parece tan fácil, pero termina siéndolo. Qué mejor que en el espacio más íntimo y auténtico que tenemos, en todo un ejemplo de comunión, en el lugar que solemos proteger más, que a través de este documental muestra todo el calor que uno puede tener y eso lo hace posible la música, y la finalmente buena voluntad que la mayoría de hombres tienen, en medio de tazas de café, cocinas, libros ancestrales e historia, regar las plantas, fumar, hervir alguna hierba, hace yoga o estar frente a la computadora, es decir, dentro de la mayor cotidianidad, calma y naturalidad, habiendo también ratos de franqueza y alguna pequeña crítica, no es que tampoco se trate de tapar el sol con un dedo, no obstante éste filme no pretende abordar ningún estado de conflicto, que no sea mostrar que árabes y judíos pueden ser capaces de llevar la fiesta en paz y hasta de provocar entre ellos felicidad, la mágica sustancia que flota dentro de uno, que anuncia el título.

Un hombre mayor y muy bien instruido expone con claridad y sin dilatarse la problemática de la región revisando la disposición histórica al vínculo entre judíos y árabes en Palestina, luego cuando va a dar una conclusión, hacia una imposible buena interrelación, corta el tema político y decide ir a disfrutar de la vida. No pretende complicarse ni enarbolar ningún odio, tal cual es el concepto del filme, de lo que muchos invitados aparecen practicando la devoción de la fe, y yacen en familia o con amigos. Es un trabajo que se inspira en las grabaciones de radio de la década de 1930, del etnomusicólogo judío alemán Robert Lachmann, que emitió desde los territorios palestinos un programa sobre música oriental de todos para todos.