viernes, 30 de septiembre de 2022

Blonde


El neozelandés Andrew Dominik ha hecho una película en la esencia del cine del austriaco Ulrich Seidl, no tan barata como las que él hace en cuanto a producción, y quizá dentro de otro status social, donde debería existir cierta elegancia, pero al igual que el austriaco donde muestra todo de manera atroz, desagradable, penoso, humillante y sucio o sórdido. La vida de Marilyn Monroe es miserable en todo sentido, desde su ingreso a la industria donde la tratan como una prostituta hasta sus parejas que le pegan, la menosprecian o la usan como simplemente un pedazo de carne bajo las sábanas. Marilyn es una chica buena en el fondo digamos y la vida la trata con un asco que Dominik no tiene nada que envidiar a Seidl. Ana de Armas como buena actriz lo hace prácticamente todo, así como Evan Peters en la bastante notable pero mucho de lo mismo que aguantar, la serie Dahmer -Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, un asesino en serie, necrófilo, caníbal, pedófilo, etc. Éste Dhamer es atroz, como la Monroe de Dominik, trabajos que exigen mucho talento y no son bellos, no generan empatía, sino fastidian, desagradan, incomodan, son retratos horribles, lastimeros y hasta cochinos. Marilyn no parece esto que vemos, aun cuando el filme se basa en la novela de Joyce Carol Oates, una escritora americana quien siempre está cerca de ganar el Nobel. Coge de la biografía del ícono, pero las interpretaciones y los argumentos que plasma son de vergüenza ajena, quizá por la manera de exponerlos en pantalla. Tenemos a JFK obligándola a que le haga sexo oral y toda la escena es muy humillante. En ésta propuesta Marilyn Monroe sentía vergüenza de ser ésta estrella que habían inventado, la rubia hermosa, sexy y tonta, siempre generando deseo. Todo el filme juega con la verdad pero no es exacta, lo hacen ver asqueroso todo, penoso, patético, bajo. Es como tergiversar la verdad y la realidad pero con maña, como para que parezca cierto. En sí el filme inventa mucho, aunque no lo parezca, genera un engaño e ilusión de veracidad, pero todos son interpretaciones y de una mente torcida, corrupta, algo demencial, no sé si es la propia Oates o es el guion de Dominik a los que culpar. Dahmer al menos es ciertamente un hito (secreto), habla especialmente de la homosexualidad, detrás de los asesinatos de Dahmer, lo plasma como pocos lo han hecho, es un retrato totalmente queer, pero lo hace con astucia, lo hacen como si fuera ante todo la locura de un asesino en serie, ahí la mayoría quizá no notan que en realidad están viendo la existencia y toda la esencia de la homosexualidad, aunque se le suma el lado de un desquiciado, como puede que paliativo visual o hacerlo más universal, aunque las muertes pueden ser brutales, él es un golpe certero de le peor brutalidad. Blonde en cambio es todo atroz sin ningún aporte, más bien destruye toda la imagen de Marilyn Monroe, no permite ninguna concesión, todo es vulgarmente penoso, es el horror absoluto, como si Dominik haya pensado en lo peor y lo haya puesto en su película, las peores imágenes sobre su vida. La historia de su padre es cruel (sobre todo al final), la perdida constante de hijos es también cruel, es pornomiseria en toda la palabra. Armas deja todo en la cancha, pero a diferencia de Dhamer no tiene ninguna redención en su retrato, no tiene un sentido mayor, algo rescatable (como exhibir una inclinación sexual en toda fuerza, lo que en realidad es); en Blonde todo es el horror, ¡el horror! Es un filme terrible. Como dicen por ahí en la historia, todo puede ser filmado, pero también requiere arte, no solo estética o ser arty o un autor, el arte va más allá, todo éste retrato es vulgarmente penoso, excesivo, mentiroso. La vida puede ser miserable, pero esto es el colmo, y escogerlo así es digno de rechazo, el cine es más que cualquier tipo de realismo. ¿Dónde están los logros de éste icono?, ¿cómo se convirtió en alguien tan querida? 

sábado, 24 de septiembre de 2022

Susana (carne y demonio)


Quien diría que Luis Buñuel haría una película católica y encima una muy buena. La hizo en su etapa mexicana. El filme defiende la familia y el matrimonio y hace ver a la amante -y arquetipo- como una loca, y es literal, en sentido de que se ha escapado de un reformatorio y la busca la ley. No se dice exactamente el porqué ha estado ahí, pero todo nos enseña que seduce a los hombres con su belleza y sensualidad y digamos que los corrompe. En la propuesta Susana quiere un hogar, su propio hogar, y finalmente se da cuenta que lo puede obtener si se convierte en la mujer del hacendado rico que la acoge, de Don Guadalupe (Fernando Soler), cuando le abren las puertas por humanidad, al verla sola, tan joven y sin nada en el mundo. Susana (la argentina Rosita Quintana) también tantea antes, seduce al hijo de ésta familia, un muchacho estudioso y correcto pero algo inocente, aunque con su carácter. El capataz de la hacienda también se vuelve loco por Susana, pero como no es un pez gordo es rechazado por Susana. No obstante en el fuera de campo vemos que Susana por presión acepta avances de él. El capataz es más vulgar, más tosco, típico macho mexicano, un cowboy, y trata de doblegar, forzar, a Susana. Es gracioso ver que quieren entrar a su cuarto y al final ella les chanca la mano con la puerta. Susana tiene un lado muy lógico, común, es una chica abandonada a su suerte en un mundo duro donde pasar frío y hambre y quiere un hogar, no tiene muchas oportunidades y ésta hacienda es su refugio y después quiere que sea su casa para siempre. Quiere romper con su servidumbre (lo cual está bien), pero su elección finalmente es inmoral. Esto la moviliza a seducir al patrón y a enfrentar a su esposa que lentamente se despierta y nota que Susana representa un peligro para ella, habiendo entrado además a tallar la empleada vieja y leal que detesta a la muchacha desde el principio -como buena bruja- y se comporta como un perro guardián de la señora. Ésta empleada vieja adora a dicha familia y rápidamente se percata que Susana es una amenaza para su unidad y tranquilidad, de la mano de su belleza, juventud (hay cierta envidia escondida también, y honra como personalidad de fe, y cualidad de sumisión) y su coquetería, ese juego con el escote del vestido, que es algo muy elegante del filme para sugerir sensualidad (y sexualidad). Lo de la pierna, mostrar y dejarse tocar una bella extremidad, puede ser más directo, pero ese ya es un recurso mayor, e igual aun cuidado del filme. Buñuel no solo recurre a la lógica en Susana, la define hacia un extremo, pero lo hace ver genial, te hace cómplice de cierta ironía, cuando Susana sonríe malévolamente al momento que logra seducir  a un hombre. Es pues (abiertamente) una mala mujer, así queda definida, en un especie de demonio, una amenaza a éste bello hogar. Esa sonrisa de triunfo cuando logra enloquecer a un hombre es pues la clara idea de que ella es la malvada del filme. A la que hay que vencer. Es curioso ver que la propuesta opta por la señora de la casa y no por la empleada humilde; y es que no es una típica telenovela mexicana, no son las ideas modernas que gustan tanto hoy y que se usan como políticamente correctas de cierta manera actualmente. La señora se siente humillada -y el filme la apoya- cuando el patrón y su esposo no acepta que la dueña de casa se imponga a la empleada, a Susana que tiene un poco un tono de altivez (aunque guarda aun las formas); no acepta el patrón que imponga su condición de patrona. Es un filme coherente, pero no del típico que vende hoy en día. Es, a todas luces, un filme de otro tiempo; es un clásico, aunque tampoco un clásico cualquiera porque tiene ideas que estilan condición social defendiendo a la patrona por sobre la empleada, si bien es mucho más raro hoy en día; es decir, no es algo demasiado vendedor. No obstante éste filme fue todo un éxito en su época, y es muy bueno así, aun pudiendo contrastarse algunas cosas, pero es extraño que un filme de corte católico digamos logre ser así de efectivo y perfecto, atribuyéndose cotidianidad, no santería que sería algo más usual de conseguir empatía. Susana es la destructora de hogares, atenta contra la familia, con su carne, con su cuerpo hermoso, esto, sin duda, no es común que se vea así en el cine. Todo esto, por lo dicho, entonces es una curiosidad y maneja distinción, aparte de que Buñuel a ratos exagera bastante o quizá está plasmando ironía secreta. Como se llevan a Susana al final es un alarde de absoluta y total incorreción, propio quizá de la comedia que aguanta de todo, pero por lo mismo es jugársela entera dejando en claro muchas cosas que representan riesgos de empatía muy notorios. Éstas exageraciones le dan personalidad a la obra, triunfan finalmente, es un filme muy contundente y ahí hay otro logro, cuando es algo que por lo general tiende a fallar. Buñuel tiene todo para perder, pero curiosamente no lo hace, paradójicamente le queda un filme muy bueno y es, sin duda, una rareza, un filme peculiar en todo sentido, sin perder un gran porcentaje de revestirse de clásico, con personalidad mexicana. También es genial ver que desde ya habían filmes latinos realmente buenos, que no envidian a ninguna superproducción, sino son obra del ingenio, de la inteligencia y creatividad por sobre todo. En un momento la empleada leal le da un látigo a la patrona y le dice que le de su merecido a Susana (¡a esa perra!). Todo está ahí, pero el filme se las ingenia para hacer de Susana un demonio, una hazaña en cierta manera. La patrona le pide a Dios la ilumine, pide que no destruyan su hogar, y en efecto Susana quiere quedarse con todo, quiere reemplazarla. El capataz ciertamente es una rata, pero lo hacen ver como mejor de lo que es. El problema también es la torpeza de Susana, como hacer que el hijo se enamore de ella y pelee con el padre. Inicialmente ella no tiene una dirección, tampoco obviamente quiere al viejo hacendado, aun habiendo agradecimiento por aceptarla en su hogar por humanidad, pero está claro que cuando el viejo siente atracción carnal él se suaviza bastante. Hay una cierta inocencia de culpar solo a Susana. Inicialmente ella le pide también a Dios, escapar de su cárcel, pero lo que viene es más bien falta de oportunidades. Ella denota no ser tan inteligente. Pero el juego es otro, la gracia es otra, es tener a Susana como un demonio, si bien ciertamente la opción que toma es la de destruir un hogar, la de ser la amante ambiciosa, y al usar la sexualidad queda sentenciada su personalidad, quien es, es decir, toma malas opciones, pero eso somos, nuestras decisiones. Susana tiene una oportunidad y la desaprovecha (cuando Dios le oye), aunque también el mundo es un lugar cruel. El filme leído con ratos de ironía gana mucho. 

jueves, 22 de septiembre de 2022

Cortos de Jacques Demy


El francés Jacques Demy es mundialmente famoso y querido por sus musicales, por Los Paraguas de Cherburgo (1964) y por Las señoritas de Rochefort (1967), pero como la mayoría empezó haciendo cortometrajes y lo hizo de manera muy profesional, mostrando desde el inicio talento. Es un autor que no fue político ni experimental, no quiso ser lo más rimbombante digamos, sino opto por lo sencillo, amable y luminoso, opto por ser común podríamos decir, si bien muchas veces en lo común se oculta lo extraordinario, como diría David Lynch. Sus cortos son muy simples pero hermosos. En Le Bel indifférent (1958) adaptó una pequeña obra dramática de su compatriota, el siempre inconforme Jean Cocteau, donde una mujer monologa frente a su indiferente pareja, un hombre de mucha seguridad y supone belleza física que la ignora, nunca le contesta, mientras ella parece suplicar por su correspondencia, le ofrece de todo por que éste no se aparte de su lado, no la deje; es un monólogo sufrido, un poco lastimero, romántico, muy honesto, un poco desesperado, la mujer quiere retenerlo, aceptando todo lo que él quiera para que esto suceda. Desde luego ésta no es la persona indicada en su vida, pero el amor y la pasión muchas veces no es correspondido de la misma manera, es una oda a la belleza, a aquella frase de El ladrón de orquídeas (2002) que dice: "Somos lo que amamos, no lo que nos ama", aunque nuestra imagen sea la de un perdedor al decirlo, pero esto vuela mucho más allá, nos reconforta, define finalmente aunque pueda parecer lo contrario tener personalidad. No obstante no puede negarse que Le Bel indifférent es un retrato algo patético, pero también muy humano, esto último como lo fue y coge en el aire y lo plasma en su obra Jean Cocteau y lo recoge un Demy sensible y con un halo de curiosa sorpresa sobre su manera de ser. El escenario es una simple habitación de hotel, la pareja comparte una sensual cama, definición de una pasión, seguramente muy sexual. La mujer con su monologo parece envejecer. El hombre lo interpreta Angelo Bellini, y será su única actuación oficial; no dirá una sola palabra, será como una escultura. La mujer es Jeanne Allard en su debut en el cine, en quien tuvo una carrera humilde. Le sabotier du val de Loire (1956) es un corto sobre un zapatero, un fabricante de zuecos, zapatos hecho con madera. Demy nos muestra a un hombre humilde, quien habita en el Valle del Loira. Es un anciano que vive con su mujer y su hijo adoptivo que ya está en edad de enamorarse e ir en busca de su propia familia, dejar el hogar. Es el ciclo de la vida el que nos enseña, Demy. Observamos como éste anciano fabrica sus zapatos, artesanalmente, meticulosamente, desde el inicio hasta el fin, desde que extrae un tronco de árbol. Nos muestran sus rutinas, su monotonía, su dedicación, su disciplina, en medio de la sencillez y el afecto familiar, hay tiempo para verlo tomarse una sopa. Es un retrato diáfano, sano, es la humildad y la felicidad más llana. Ars (1960) es un corto sobre un santo francés, sobre Jean-Marie Vianney, conocido como el cura de Ars. En todo el metraje no veremos al santo, no habrá actor interpretándolo. Demy hace un viaje por los lugares donde solía estar, visualiza el espacio, los lugares, los objetos, es un viaje de la cámara subjetiva como si fuéramos fantasmas llevados por el viento y la velocidad. En el trayecto oímos la historia y vida de éste sacerdote católico, escuchamos la voz en off de Jacques Demy, que lo trata con respeto y con un poco de admiración. Nos dice que Jean-Marie estuvo a punto de rendirse, a punto de ser destruido por el enojo, por su pasión que llevaba a restringir la vida de la gente, que quería encaminarlos por la religión y quitarles quizá la picardía y torpeza existencial, la libertad del pecado, lo que enojo a muchos, pero Demy nos habla de alguien que reflexionó y se perfeccionó y aunque no es siempre así logro encontrarse y mostrarle a otros el camino, he ahí su santificación, desde haber logrado proclamar la vida pacifica, familiar, devota. Demy muestra otra pasión, como la del zapatero del Loira por su trabajo repetitivo y laborioso, pero que a él lo halla, lo define y nunca lo agota, le da sentido; como la pasión por una persona -aunque pague mal- en Le Bel indifférent; ahora por Dios y la iglesia, por generar feligreses y darles un sentido. La mujer de Cocteau quiere que la escuchen, así como el cura de Ars, una se dirige a una sola persona, otra a muchas; el zapatero yace en silencio, se habla a sí mismo, como cuando ve por su mujer, como cuando no puede más que dejar ir a su hijo. Unos triunfan, otros fallan, todos tienen sueños, todos empiezan pequeños, todos se equivocan, todos envejecerán, todos buscan construir cosas -chicas y grandes, en nuestras posibilidades- , todos anhelan hallar un lugar en el mundo donde habitar y ser.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

La sangre y la lluvia


La sangre y la lluvia (2009), del colombiano Jorge Navas, es un neonoir que discurre lento y todo ocurre en una sola noche. Angela (Gloria Montoya) es una curiosa femme fatale, o así empieza, y termina como una especie de asistenta social, preocupada por cualquier ser humano en aprietos, y en ese lugar tenemos a un taxista, a Jorge (Quique Mendoza), que yace muy dolido e investigativo sobre la muerte de su hermano, que estaba en la misma compañía de taxis que ahora trabaja él y que es parte de una red criminal que está sujeta a un nightclub-discoteque (mostrando hermosas desnudistas, traseros provocativos) donde hay una especie de mafia. Todo lo tenemos ubicado en Bogotá, la Bogotá de los barrios peligrosos y pobres, humildes y por otra parte también criminales, que utiliza muy verazmente, Navas, mostrando gran realismo. Los lugares son perfectos para la historia que cuenta. Es una historia donde Jorge quiere vengar a su hermano, pero Jorge no es igual que como fue éste, de ese submundo de la noche, y parece más bien sufrir su decisión de querer vengarlo. En esa búsqueda salta un policía corrupto, el teniente González (Hernán Méndez) y sus 2 secuaces. Cuando el teniente mira por detrás desde su vehículo hacia el carro de Jorge quien se encuentra con Angela se siente que se avecina lo peor, gran escena, sencilla pero muy sugerente. Igualmente el secuestro es notable, concreta una gran atmósfera de tensión sobre una posible muerte extrajudicial. Luego hay algunos momentos como querer robar plata de un cajero que resta potencia e imagen al teniente, parece de poca monta hacer esto. El teniente González es drogadicto como Stansfield en la gran interpretación de Gary Olman en la genial y popular El profesional (1994), ahora al estilo colombiano, con su buena jerga, como cuando suelen repetir querer ir por (o necesitar de) un pase (droga). Navas pone mucha cotidianidad a su filme de cine criminal; cómo hace que Angela siga cerca de Jorge -habiendo varios momentos de tener que irse- tiene su curiosidad, manejado con un aire harto casual, como un enamoramiento simple. Es también éste filme una historia de amor, de almas golpeadas. Angela oculta también algo. La bella y sensual Gloria Montoya, con su cabello estilizado, tiene una escena sexual con explícita masturbación de una pareja. Ésta escena puede ser algo chocante, pero se concibe muy bien su participación a pesar de todo. Ésta apertura tiene de misteriosa. No obstante luego se diluye mucho dicha personalidad de ella. Parte como una vampiresa para enseguida ser una mujer sufrida en todo el filme, pegada a un hombre débil (o, mejor dicho, muy común). Es una película sencilla, bastante clara, frontal; a medio metraje está limpia de toda duda. Posee un interesante realismo criminal, con sus nexos mafiosos con taxistas y clubs nocturnos, que ostentan cierta originalidad. Su lentitud, demorarse en pequeñeces, le cobra cierta factura, porque no es un filme difícil. Pero en general tiene simpatía y su personalidad. Su criminalidad es bastante decente, aunque materializada de manera campechana y menor a lo que se dice, como el miedo que se percibe del policía corrupto cuando ve que ahora Jorge tiene un arma y conversa con un taxista ex guerrillero. 

lunes, 19 de septiembre de 2022

El santo oficio

El santo oficio (1974), de Arturo Ripstein, es una muy buena película. Es a un punto curiosa, porque se enfoca en la santa inquisición, pero en algo menor digamos, en la persecución y castigo de parte de ellos de la práctica de otras religiones en territorio colonizado por España; en México y hacia los judíos específicamente. Empieza muy detalladamente en la práctica de un entierro que parece católico, pero de donde sutilmente se desprende que están en realidad practicando el judaísmo y pronto surge un impensado traidor y delator, porque solo está presente la familia y los más confiables digamos, pero, craso error (el confiarse). En estos tiempos de miedo por la inquisición y devoción fanática dominante, impuesta y también voluntaria, reino de la doctrina e ideología extrema, no se puede confiar en nadie, hay un gran estado de tensión y terror por doquier, ese mismo (género) que veremos con pelos y señales al final de la película en tremenda recreación histórica, pormenorizada, pero llena de existencia y cine. Nuestro protagonista se llama Luis de Carvajal (Jorge Luke) y es un hombre que se debate entre su judaísmo, su fe y disciplina, y el miedo que lo subyuga por no querer padecer ante la temible e implacable y cruel inquisición y corromperse y fallarle a su religión y a esa devoción que quiere mantener viva, como lo hace su familia y un pequeño grupo de allegados judíos, pues son una especie de comunidad, aunque lógicamente secreta (como esperable la persecución fanática de otros cultos viendo la esencia de la conformación de la dictadura dogmática), pero la inquisición tiene tanto poder que es un monstruo que parece olfatear el miedo y estar siempre a dos pasos de engullirse a todos los que llama infieles. El retrato de Ripstein de la inquisición es absoluto en su hegemonía, no alberga mucha fantasía -si bien la familia protagonista es una de tantas- y aunque ésta inquisición puede perdonar, torturar pero dar segundas oportunidades, es finalmente un reino de horror en lo más puro de la palabra. Luis y sus compañeros judíos tratan de mantener su fe, vemos como hacen todo lo posible por sobrevivir en ella, mostrando valentía, pero pronto el temor a sufrir, la natural debilidad, asoma, y es cuestión de tiempo antes de quebrarse, fallar y caer en el abismo o en lo literal del castigo y la mortandad. Luis es muy humano, a ratos no sabemos cual será su reacción, puede ser muy falso y traidor, o puede arrebatarse y circuncidarse y rechazar al amor sin doblegarse, rechazar el poderoso deseo sexual, aun cuando ella es una prostituta (aunque parece capaz de redimirse por él, pero extrañamente nadie le pide nada), en la piel de la bella Silvia Mariscal como -la visualmente sensual en su medida- Justa Méndez, nombre compuesto que se repite entonando la voz como clara representación del oprobio. No obstante Justa profesa el judaísmo y es aceptada en su comunidad, y es algo notorio que todos saben que es una prostituta, lo cual suena bastante contradictorio para la época, y para la fe que no la guía a otra opción. Ésta comunidad, si bien profesa a escondidas su religión tomando muchos riesgos, no son especialmente heroicos, o no hay cabida con la inquisición para una rebelión o pegarla de frontal, son sólo un pequeño grupo de judíos. Luis es impredecible (punto a favor del dúo de guionistas, Ripstein y José Emilio Pacheco), aunque intenta argumentar siempre, luciendo medio un vendedor de piel de serpiente. No obstante estos judíos imperfectos son más humanos, más redimibles, que el despiadado y ciego en su doctrina inquisitoria Fray Alonso de Peralta (interpretado por un talentoso Claudio Brook, que tiene de paso la imagen perfecta), que está para hacer cumplir su ley, y no cae en lo fácil. La inquisición está representada como una dictadura del terror y al mismo tiempo con una lógica interna, aunque repudiable, hay una intelectualización decente aquí. Alonso de Peralta piensa lo que hace, lo cual hace el escenario más oscuro, mientras que cuando Luis piensa vemos más emotividad, pero se entiende porque su amor tiene de corrupto y el miedo a sufrir y morir no es ligero en el filme. El horror que presenciaremos deja en claro que el temor (y fallar por ello) tiene fundamento. A Luis lo sigue la vergüenza desde llevar todo el tiempo el poncho con la equis que lo sindica de infiel y perdonado por la iglesia, puesto a prueba. Pero éste no es un filme de superhéroes, sino de seres humanos. El padre que hace de profesor siente pena por Luis, se ve que hay espacio en el catolicismo para la bondad. Pero es la era de la dictadura del terror y la oscuridad en ésta crítica histórica contundente. 

domingo, 18 de septiembre de 2022

El lugar sin límites

Ésta propuesta es una de las más celebradas del mexicano Arturo Ripstein y de las obras más reveladoras, personales y exitosas del chileno José Donoso. Ripstein adapta la novela de Donoso. En éste filme todo pasa por un homosexual y travesti de aspecto simple llamado La Manuela, interpretada por el actor Roberto Cobo quien hiciera de muchacho -a los 20 años de edad- de El Jaibo en la mítica Los Olvidados (1950) de Luis Buñuel. La Manuela comparte un burdel en un pueblito con su hija joven La Japonesita (Ana Martín), hija de la legendaria prostituta La Japonesa (Lucha Villa). Muchos hombres maltratan a La Manuela, hay mucho machismo. La Manuela teme incluso por su vida, teme a Pancho (Gonzalo Vega), con quien comparte erotismo homosexual, una atracción, pero Pancho debe ocultar su homosexualidad aunque por fuera parece un tipo rudo. Las convenciones y el pueblo le exigen ser como todos, maltratar y repudiar a La Manuela. No obstante también en general hay cierta tolerancia hacia el travestismo y la homosexualidad, está normalizado ver a La Manuela, pero aun no está aceptado del todo, ni respetado en toda la palabra. En México se les llama despectivamente Jotos a los gays y así se oye mucho en el filme. La Manuela está fastidiada y atemorizada, sabe como es la situación en éste pueblo primitivo, que es gobernado por un especie de cacique moderno, un hombre viejo, Don Alejo (Fernando Soler), que tiene de malo -quiere seguir enriqueciéndose y es capaz de sacrificar al resto- y también de benefactor y padre de todos -protege a la gente del burdel entre otros, incluso a Pancho-. Entre Don Alejo, Pancho y La Manuela tenemos una historia pintoresca. Luego entra a tallar el cuñado, Octavio, un muy bueno en su papel Julián Pastor y todos en conjunto, como el tipo cruel que empuja al débil Pancho que no quiere aceptar su lado sensible y menos el gay. Pancho es bastante endeble por dentro, pero finge ser un tipo duro y se deja llevar por la violencia. Es un filme donde La Manuela está por todas partes, sin llegar a lo explícito o lo burdo, apenas un beso es detonante, pero la homosexualidad está muy presente, Donoso está muy presente. La música tropical, y el bolero, ponen un tono campechano al filme, criollo (y típico del cine latinoamericano de la época, muy acorde con el boom latinoamericano de la literatura), que va con todo el producto; hay cierta apariencia de lugar del pueblo, de gente humilde (aun cuando el cuñado representa a la clase media, la que lucha contra el poder aunque paradójicamente con resultados y un quehacer negativos). Ripstein maneja muy bien la humildad y el criollismo del pueblo, sabe ser bastante realista. Puede que éste tipo de cine criollo esté por una parte finiquitado (que también lo trabajaba, en el Perú, Francisco Lombardi), pero verlo y rememorizarlo tiene su encanto (aun cuando lo eclético luce más interesante); es un estilo histórico si se quiere ver, y éste es uno de sus hitos. La escena de la persecución con el camión -que se toma su tiempo- es bastante notable, define plenamente el filme. Vemos toda le relación afectiva y sexual -que es muy coherente y contundente sin ser vulgar, pero real- de La Japonesa y La Manuela lo cual es interesante de ver en pantalla que inicialmente es un enigma o algo raro, y seguramente lo más curioso del libro de Donoso, que Ripstein sabe convertir perfectamente en cine y arte. La imagen de La Manuela está cargada de humillación, tiene cierto toque lastimero que puede no gustar, pero como historia humana está muy bien trabajada porque no es vacía ni se siente gratuita. Donoso ha dejado parte de su alma sin duda en el personaje, y Ripstein en dirección y coguion con el escritor José Emilio Pacheco lo ha sabido entender y plasmar. 

lunes, 12 de septiembre de 2022

Seconds


Seconds (1966), de John Frankenheimer, es cine independiente inicial logrado, producido por actores y directores pertenecientes o que han pertenecido a Hollywood. Es una película de ciencia ficción y también un thriller psicológico. Tenemos un lugar científico y empresarial llamado La Compañía que se encarga de generar nuevas vidas e identidades a la gente común, haciendo uso de cirugía plástica y recolocando a ésta gente mismos delatores custodiados y salvaguardados por el estado. La compañía es una empresa privada, busca generarse dinero. El arranque del filme es de orden paranoico, alguien persigue a Arthur Hamilton (John Randolph). Arthur yace tenso, incluso la cámara mediante el plano contraplano de los vidrios internos de un tren proyectan su inquietud. La persecución también lleva un efecto, tenemos una cabeza que se mueve pegada a la cámara. Finalmente esto es solo el método del que La Compañía se hace de clientes. Hamilton es un banquero exitoso con una esposa que lo ama e hijos mayores, pero se siente decepcionado de su vida. Es ahí que entra a tallar el renacimiento y la oferta de La Compañía, ofrecerle otra existencia total, hasta cierta juventud, 10 años menos, en la piel de tremenda actuación de Rock Hudson, en los 40s de edad. En lo que viene después yace el éxtasis, cierto desenfreno, la bohemia y la irreverencia. Tenemos una escena con pisar uvas que en realidad es una orgía, tenemos mucha libertad cinematográfica en pantalla, estética, visual y narrativamente. Es un filme que mezcla momentos muy básicos con otros muy interesantes. El rato cuando el nuevo Hamilton oye la descripción de su persona anterior dada por su esposa es un momento de lo grandes del séptimo arte, es una descripción muy sustancial y todo desde la simple sala de una casa clase media. Es un filme que plantea la decepción existencial, general, y la capacidad de tener una nueva oportunidad desde un nuevo ser adulto. Pero el filme es claro, se trata de tomar decisiones propias, coger al toro por las astas y ser lo que queremos ser en todo los ámbitos, cosa que tampoco es fácil, del dicho al hecho hay mucho trecho, pero la salida no es lo que ofrece La Compañía y el servicio fantástico que propone. Arthur inicialmente sacrifica todo, familia y profesión, solo piensa en él, aun cuando su esposa es una buena mujer, inteligente y sensible e incluso dócil y comprensible. La nueva mujer (Salome Jens) es parte de una pesadilla kafkiana que es como una montaña rusa, que se toma tiempos para volverte a arrojar al lugar de los (literales) gritos. El final rompe con el hollywood domado, muestra mucha libertad, pero esa que tiene sentido de conjunto y que argumenta y trasciende, no la libertad del absurdo y lo efectista. Se puede ver como thriller psicológico y producir inquietud, pero mejor como ciencia ficción y coger su intelectualización filosófica sobre lo existencial. 

miércoles, 7 de septiembre de 2022

As Long As Shotguns Remain, Carta a mi madre para mi hijo, La ricotta y Falling Leaves


As Long As Shotguns Remain (2014)

Ganadora del oso de oro 2014 en cortometrajes. Dirigen los franceses Jonathan Vinel y Caroline Poggi. Es un filme sobre la familia y en particular la relación entre hermanos. Tenemos sensibilidad y mucha violencia. Uno de dos hermanos le busca una pandilla al otro, porque quiere que él tenga una familia cuando se vaya, porque sufre una ausencia en su pueblo y siente que debe volar lejos. Hay historia de fantasmas medio oculta. Es un filme lleno de estéticas. Se busca notoriamente plasmar momentos artísticos. Suena extraño que a uno lo induzcan queriéndote a una pandilla, ofrecerle de cierta forma el mal a alguien, pero se está ofreciendo juventud -o entenderla de cierta manera- y un pretexto para vivir. No es un filme muy ético, pero también se habla mucho de soledad, depresión y de abandono. 


Carta a mi madre para mi hijo (2022)

Dirige la española Carla Simón, es un filme dedicado a su madre y a su hijo recién nacido. Vemos a Simón desnuda embarazada con sus partes intimas ocultas por computadora. Vemos archivo familiar, películas en super 8 y después una historia. Hay un baile sensual con flamenco, un hombre que morirá, tenemos el fuego como símbolo del alma. Hay una mención muy buena, la madre dice a la hija que hará que tenga menos miedos en el planeta, la maternidad/paternidad como sentido de seguridad y fuerza en uno mismo, no solo por presencia física sino como lección de vida. Simón materializa a la madre y la hace pasar por una canción sobre una mariposa blanca. Es la historia de la madre, es la propia historia. 3 estados del alma arden a lo lejos. Simón mira, despide el pasado para hacerse cargo del futuro.  


La ricotta (1963)

Pier Paolo Pasolini es incendiario a un punto, aquí pretende burlarse de la iglesia católica italiana. En un set de cine vemos que trabajan con la recreación de la crucificción de Jesucristo, ese es el contexto. El director de la película es Orson Welles haciendo de Pasolini. Éste se describe de manera directa, describe de analfabeto al pueblo, de ignorante a la clase privilegiada, llena de defectos horribles a la gente promedio. ¿A quien se dirige Pasolini?, su público es la clase media intelectual. A pesar de ser obvio en sus ganas de fastidiar a la iglesia, no es tan grave lo que hace. Tiene de protagonista a Stracci (un carismático Mario Cipriani), un tipo entre bufonesco y hampón de poca monta. Vive amando la comida que sirve para verlo con menosprecio y padecer humillación del propio pueblo. Stracci es un señalamiento de quien uno es si no se ama o no se da cuenta. Es un llamado al propio pueblo, ese que puede enojar a Pasolini, y también a quien le habla como un padre preocupado pero también algo violento. Pasolini quiere dejar huella y es un poco pretencioso (aunque ya sus 2 primeros filmes previos señalan su genialidad), también está lleno de furia.  


Falling Leaves (1912)

Es un filme muy bien hecho, pero básico, de la francesa y pionera del cine Alice Guy-Blaché. Tiene tomas fijas solamente, tratamos con el cine recién iniciado, es cine mudo. La historia es simple pero buena, y tiene decentes actuaciones, aunque histriónicas, un poco exageradas. Una muchacha enferma de tuberculosis y su pequeña hermana oye algo y quiere evitarlo mediante un poco de fantasía e inocencia. Un doctor aparece como príncipe azul, desde la casualidad, si bien representa la intro del filme. La propuesta recurre al cine más práctico, mueven una cama de lugar para darle otra vida a la toma; la movilidad del cuerpo en el encuadre es también la movilidad de la cámara de cierta manera. Las habitaciones e incluso el jardín son muy nutridos, como si fueran barrocos. 

lunes, 5 de septiembre de 2022

75 Festival de Locarno: The Adventures Of Gigi The Law (Gigi La Legge)

Premio especial del jurado, segundo puesto, en la competencia principal. Dirige el italiano Alessandro Comodin. Es una docuficción. Vemos la labor de un policía de pueblito de campo. Es un filme austero, pero creativo a un punto. Se toma sus tiempos bastante. Gigi, el policía protagonista, fuma y el tiempo va a su ritmo, se lo toma con tranquilidad, así es el filme de Comodin, la cámara se mueve al paso parsimonioso de su especie de estrella, si bien no tiene todas con él, hay gente que no gusta de su persona. Una policía de su misma edad, en la mediana edad, lo pone en su sitio, lo trata como si fuera una esposa mayor. Gigi es educado, se mantiene muy controlado y relajado. Gigi tiene también un lado loco, en sí el filme juega mucho con la psiquiatría, hay varias posibilidades de historias con esto. Se juega a la identidad secreta de locura, hay alternativas de interpretación. En una lectura Gigi se siente muy identificado con el caso de un chico llevado a un hospital mental, parece que fuera él mismo dicho sutilmente, además la policía contemporánea le achaca haber estado en una clínica psiquiátrica. Suena extraño que un policía halla estado recluido en un centro mental, puede en una lectura ser que Gigi cree ser policía, quizá no lo es en realidad y esto es una fantasía suya. En un momento cree ver en una zona llena de vegetación, como una selva donde perderse, su propio jardín, cuando a todas luces no lo es. Gigi se comporta ahí raro. Comodin maneja ambigüedad. El filme yace en un pueblito donde no suele pasar nada, Gigi se pasea en su carro conversando con todo el mundo; en la particularidad de la propuesta sus interlocutores yacen en fuera de campo, solo los podemos imaginar. Así mismo hay una mujer novata que trabaja en la radio policial con la que se plasma un juego de seducción entre Gigi y la mujer invisible a la cámara. Gigi por ratos parece encantador, un tipo de lo más simpático, muy relajado, tanto que no parece policía, quizá así son los que han crecido o vivido toda la vida en un mismo lugar, un lugar pequeño donde todos se conocen. La mujer policía de su edad parece una amiga de toda la vida, quizá por eso sabe más de lo normal sobre él, también por la mucha confianza con la que le habla, hasta sobrepasarse un poco. En el pueblito hay un tren que pasa por el lugar y nunca se detiene, a la vera de éste suceden suicidios. Gigi sospecha más de lo normal, cree que ahí hay un caso criminal, no cree que sean simples suicidios. Éste caso puede ser parte de la imaginación sumada a la idea de no ser Gigi en realidad policía. Son posibles lecturas y deducciones, aunque el filme aparte de plasmar éste tipo de flexibilidad, es una docuficción y Gigi en realidad es familiar del director del filme y éste es él mismo haciendo una película sobre su cotidianidad, sobre que no suceda nada y para paliar el vacío se fabula un poco de ficción. Llevar a una muchacha joven a un psiquiátrico puede ser tal cual, pero se presta además para seguir dejando volar la imaginación. Es un filme creativo porque sino sería ver a Gigi no hacer prácticamente nada, conversar tonterías y rodar tan sólo en la patrulla. Dos veces, de la intrascendencia general, terminan cantando. En una oportunidad es carismática la mención e interacción con Sono Un Pirata, Sono Un Signore (Soy un pirata, soy un caballero), la canción en italiano de Julio Iglesias, con la que seguramente Gigi se identifica; y en otra oportunidad la aparición de la canción italiana Amore Disperato produce más bien cierto ridículo.