Ésta es una película sobre un asesino en serie alemán real, Fritz Honka. No es una propuesta originalmente de terror, pero que pega perfecta igual ahí, puesto que se parece de lo tan extrema y tan violenta que es a una película como Terrifier 2 (2022). Tiene de drama criminal pero mucho de horror puro y duro. Es un filme difícil de ver, que no suele gustar. Pero es muy coherente con a quien retrata, a un asesino en serie, donde aquí se ve en su justa dimensión y horror, algo para poca gente, no es la clásica película retratando a un asesino real. Honka mató a 4 mujeres, las descuartizó, escondió sus cuerpos desmembrados en su casa y fue muy brutal asesinándolas, no lucía muy metódico y su manera de matar era producto de su alcoholismo, su frustración, su rabia constante y quien era en su personalidad, era un hombre feo en toda la palabra, con un comportamiento muy vulgar. El bar que frecuentaba era de baja calaña y era recurrente ver gente muy pobre, alcohólicos y prostitutas. El filme plantea que Honka sueña con una mujer joven rubia hermosa inocente que ve pasar por su zona, por su barrio digamos, pero Honka es un marginal en toda la palabra y no está ni de cerca a su alcance. Es entonces que le acecha en silencio, produciendo suspenso. Hay una cierta sugerencia que él no puede adaptarse a la normalidad, aunque lo intenta. Tiene un especie de break de quien es, donde deja el alcoholismo, o parece calmarse, deja de frecuentar lugares que lo corrompen, pero cuando conoce a una mujer pobre pero guapa explotada por su marido en su nuevo trabajo entra de nuevo en el circulo de su inadaptación social, no sabe como relacionarse con ella, vuelve a ser un marginal de temer. No es alguien común, es un psicópata también, alguien que no duda en hacer daño físico hasta las últimas consecuencias, y en especial un feminicida, y torturador en el trayecto, lo que muestra con pelos y señales el reconocido director alemán de ascendencia turca Fatih Akin. Ver tanta explicites no te gana adeptos, no te van a considerar artístico incluso, pero hay tremendo trabajo de realismo que de verdad enseña qué es un asesino en serie, de todas maneras se extraña mayor sugerencia, todo no necesita ser tan claro y tan frío, pero así mismo enseña de que estamos realmente hablando, matar, violar, torturar es tal cual de espeluznante, y éste Honka es despreciable en toda alevosía cuando se llena de rabia, que hace ver que se percibe muy marcadamente en el rechazo, pero al mismo tiempo se relaciona con gente como él y como un monstruo busca descargar su furia en seres más débiles o que ve incluso de menos que él, como la señora mayor que acoge como una especie de criada o esposa radicalmente dócil y sumisa. Es una lección/proyección de una cadena de maldad familiar también -aunque su hermano luce mucho más normal- y con reflejo espejo del entorno. El joven actor alemán Jonas Dassler interpreta a Honka, a los 23 años y a 4 años de empezar en el cine y es un punto alto en su carrera, es una performance que demuestra a alguien muy talentoso. Dassler es un tipo con mucha presencia física y se convierte en alguien bastante feo física, emocionalmente y por conducta, llena totalmente el rol, uno muy exigente, de gran extremismo, también producto de la habilidad de Akin para dar semejante realismo en todo, desde el pequeño y descuidado apartamento, la época, el hombre y la violencia que es abundante, está muy presente siempre, dando poco respiro.
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miércoles, 25 de octubre de 2023
viernes, 16 de junio de 2023
Frankie y Johnny
Frankie and Johnny (1991) es una película que recordaba con estima por una cosa en particular que quedó en mi memoria de cinefilia temprana, un asunto fetichista con tacos altos -siendo yo éste tipo de fetichista, como la mayoría de mortales- que lo tenía por ligeramente cómico, cuando Johnny (el gran Al Pacino), no hace mucho salido de la cárcel carga un cierto trauma, no emite gemidos ni sonidos cuando tiene ni finaliza el sexo, es así que una mesera con la que se acuesta, Cora (la canadiense Kate Nelligan), ya en los primeros 40s, asumida en cierta sensualidad-sexualidad y libertad sexual se queja/raja, chismea, sobre esto con sus compañeras del café-restaurante donde trabajan, alrededor de sus amados y efectivos tacos altos dorados y como extrañamente no hicieron efecto en Johnny, no cumplieron con su cometido natural. Ella lo asume como una rareza, en conjunto. Asunto que oye atenta Frankie (la hermosa Michell Pfeiffer) y que despertará su curiosidad. Volver a verla con más agua bajo el río es notar -más allá del cariño como hito de nuestra cinefilia- que es una película imperfecta que juega un poco al placer culposo. No obstante no está del todo ahí porque es una película ciertamente con virtudes también, exuda nobleza, aunque también un poco de efectismo, pero no se puede negar que trata bien por una parte con la realidad y coge cierta esencia general de lugares donde podemos vernos reflejados de manera no solo emocional o primaria como buen drama romántico bajo la fachada general de ser una comedia romántica aunque melodramática, sino que suena interesante en lo que recoge y presenta desde la soledad y el trauma de la gente común en una gran ciudad aunque un poco caótica, melancólica y algo lumpen como es la imponente y magnificente, y de varias capas, New York. El director es el americano Garry Marshall, quien solo un año antes había hecho Pretty Woman, la mejor película de su filmografía y una de las películas más famosas y popularmente celebradas de los 90s. Frankie and Johnny es una obra de teatro escrita en 1982 por Terrence McNally y llevada en 1987 a Broadway con bastante éxito hasta ser una de las grandes obras aclamadas de McNally, destacada figura representante de la comunidad gay en EEUU. El filme tiene de protagonista, como indica el título homenaje de una legendaria canción folk americana cantada por mil famosos cantantes desde comienzos del sigo XX incluido Elvis, a una Frankie que es una mesera de 36 años. Ella dice tener menos pero finalmente confiesa su edad como apertura y confianza y empatía emocional, cuando la propia Pfeiffer tenía 33 y está/continua en el esplendor de su belleza que era totalmente de otro mundo en su rol hito de Scarface (1983) de donde venia de compartir, hasta recién nuevamente ahora, rol de pareja con Al Pacino, aunque ahí, como pareja, desde un muy distinto punto de vista. Al Pacino tenía 51, pero en el filme si bien Frankie le echa casi su verdadera edad, él dice estar en la mitad de los 40s y no lo discute. Es decir que nos movemos alrededor de los 40s, llamémosle la mitad de la vida, como punto de inflexión, y es así que Johnny se presenta como una especie de salvación -aunque las feministas sufran con la idea, si bien hablamos de mutua salvación- o cambio de rumbo, cuando ambos, especialmente ella, cargan fuertes traumas. Johnny por haber estado cerca de 2 años en prisión, que literalmente llama el fin del mundo en una conversación, pero como para argüirse, en el conjunto del filme, resiliencia. En un momento un diálogo sutil menciona algo de propia boca de Johnny que es algo un poco ambiguo, da a entender que el trauma de no emitir sonidos viene de la cárcel; es decir, Johnny ¿tuvo relaciones homosexuales o las tuvo con mujeres de visitas?, en un lugar difícil y traumático de tenerlas. En fin, el filme muestra al mejor amigo y vecino gay que hace en su esencia Nathan Lane y en la del guionista y está bastante clara la visión de ellos sobre su universo. El filme se percibe imperfecto en lo que presenciamos de su tira y afloja, entre poder compartir de ahora en adelante una nueva vida de pareja y visión positiva del mundo, que resulta a ratos muy ligero, flojo, medio engreído, tanto como en otros momentos muy real y empático, cuando todo apunta a ser el más lógico e inteligente de los movimientos -estar juntos, casarse, tener hijos o adoptar, romper por una parte con la trágica canción título- pues asoma pasar la página, y ahí entra a tallar ver en la propuesta los traumas dentro de cierto estilo pop -entendible ya que es un filme y una dramaturgia comerciales-, pero eso hace también que muchos se identifiquen, incluso los más recios, pensando que en la comedia romántica uno por lo general tiene que hacer concesiones, no ser justamente como Frankie, si bien los traumas tampoco son fáciles muchas veces de superar y el suyo viene como propio de cierta novedad de quien hemos visto en la trama, aunque es algo sencillo de identificar. Johnny es un tipo que pinta de hombre notoriamente en busca de cambio, de mejora (tras la redención de la cocina), y quiere hallar el amor, entonces lo reconoce en Frankie, y es hermoso ver como insiste, como lucha por ella (no una, mil veces, ante el natural estado voluble), aun cuando roza con ser un acosador, sobre todo en estas épocas. Él quiere vencer a esa soledad y dolor del que Frankie se aferra de manera, como literalmente se llega a decir, autodestructiva, puesto que tratamos con traumas y una psicología negativa que hay que vencer. Como Frankie tiene un trauma de volver a relacionarse con alguien, Johnny tiene que insistir, aun cayendo algo cargoso o chinche/antipático, ya que también es de hablar mucho, con algunas ínfulas de hombre común que ha aprendido cierta cultura, pero, claro, ahí tenemos esa frase cliché o pop americana, perdonarás mi francés (mis aires). Johnny también es un tipo irónico, en un momento dice muy inteligente que él bromea pero al mismo tiempo dice la verdad. Todo esto habla de la genialidad de la obra origen, Frankie and Johnny en el claro de luna, y de McNally, aunque en la obra dramatúrgica la mesera Frankie y el galán ex carcelario Johnny parecen inspirarse en los personajes reales de Raymond Fernández y Martha Beck, aunque sin homicidios de por medio sobre mujeres desesperadas y bajo una segunda oportunidad. El filme también es imperfecto porque es algo machacón en conjunto -en medio de cierta profundidad también- con la idea de quedarse solo y roto por dentro, en el corazón, como cuando Johnny dice conocer el feeling de una anciana mesera muerta en esas circunstancias cuando visita su velorio y plantea, salido de la chistera, un coherente argumento de empatía sobre la humanidad y el prójimo en general, aludiendo a su propia madre y a muchos, no solo en EEUU, si bien es el primer lugar de identificación. Tenemos a una nueva Frankie para la historia del cine, pero aunque Michelle Pfeiffer es una mujer realmente hermosa, sex symbol de su época -los 80s y los 90s-, de la que confieso que es una de las mujeres que físicamente y por sus movimientos -sumando sus roles y talento- me han encantado más del cine americano, aun cuando como todo latino nos suelen gustar por lo general voluminosas, protuberantes, bien curvilíneas (pero teniendo presente que la belleza de la mujer es bastante variada), como en Batman returns (1992) consigue ser memorable con esa sugerente expresión como de sufrimiento en estado precario (como si estuviera a pocos minutos de enloquecer), azuzando cierto descuido y desorden en su multifacético rostro tras su notable expresividad corporal, donde un guiño, su sonrisa, dicen mucho. Ella queda perfecta en el papel sosteniendo de la mano de McNally y Marshall esa dimensión de respeto, humanidad e inteligencia que muchas veces no le dan a las meseras en las historias e incluso la vida misma o ellas mismas todas no se prodigan. De ésta manera lo hace esa maravilla de comedia romántica, top, que es As good as it gets (1997), si bien por allá se roba el show Jack Nicholson y su personaje.
miércoles, 19 de enero de 2022
Amarcord
Se basa en un pueblito cualquiera italiano desde lo ficticio, pero en realidad representa a Rímini, ciudad donde nace el director del filme, Federico Fellini. Es una representación donde hay mucha predominancia del sexo, del deseo por las mujeres, a partir de los adolescentes en especial, encabezados por Titta (Bruno Zanin), aunque Zanin tenía ya 22 años por ese entonces. Se desean a muchas mujeres, hay hasta una loca ninfómana que supura vulgaridad e incomodidad (interpretada por Josiane Tanzilli). Fellini puede ser muy crudo y un poquito cruel con su ironía, pero éste filme tiene muy buena comedia en general, compartida con momentos dramáticos, dentro de un fuerte inicial costumbrismo. Presenciamos a una mujer que vende tabaco también deseada por todos, una gorda de tetas gigantescas, interpretada por Maria Antonietta Beluzzi. Ésta película está plagada de personajes memorables. Otro de ellos es Gradisca (Magali Noel), una cuarentona en el top de los anhelos sexuales de los hombres del pueblo, aun cuando teme quedar solterona y espera a un hombre ideal. Asistimos a una leyenda que más es sueño de ella donde tuvo relaciones con la realeza y de ahí le ponen sobre su ser un halo de mito erótico, de cierta elegancia propia de las estrellas de cine. Es una obra también muy cinéfila, los personajes van mucho a salas de cine a dejar volar la mente por sobre la normalidad de vivir en un lugar tan pequeño, porque éste filme es mucho sueño, ilusión, fantasía, derrotar el día a día, lo monótono, y se consigue fácil y elogiosamente, hay optimismo y vibras, aun en una época fascista (los 30s) de donde hay un sugerente gran despliegue violento tras un gramófono. Hay incluso su buena cuota de ironía sexual cuando unas mujeres honradas se sientan en sus bicicletas; la cámara pone el lente una a una sobre sus traseros voluminosos y de todo tipo poniéndose sobre sus asientos. Por otra parte también es un retrato familiar, en particular sobre la familia de Titta, que tiene el desparpajo, gracia e irreverencia tipo de The Simpsons, cero romanticismo, harto grito y bulla normalizada. El padre es un tipo que viene de abajo -y ha crecido, ha tenido éxito- y es honrado pero un cascarrabias con su familia. La esposa es noble, pero tampoco aguanta pulgas. Participa mucha broma intensa en la mesa familiar, punto "mágico" de reunión. El padre lo interpreta un perfecto Armando Brancia y la madre otra perfecta Pupella Maggio. Es un retrato poderoso el de ésta familia, llena de emociones que se perciben fuertes, duras y auténticas. Ésta es una de las obras magnas del cine italiano y del mítico Fellini, ganador por ella de un Oscar y de otros 3 más por otras películas suyas y hasta uno honorífico; Fellini tocó el cielo de lo popular desde el cine arte y el cine más personal y con personalidad, un triunfo en toda la palabra. El hermano flaco y loco en el árbol lanzando piedras es otro de esos momentos de gloria e inventiva de éste maestro italiano. El final en la fiesta al aire libre, típica italiana, de la celebración matrimonial, propio del carnaval y de la identificación, sentimiento y unión de todos los del pueblo es un alarde de simple talento autoral, de vitalidad, de fuerza, gracias a la dupla en el guion del mismo Fellini y ese genio que es Tonino Guerra.
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miércoles, 10 de noviembre de 2021
Out of Sync
Fuera de sincronización sería la traducción directa del inglés y es un título preciso, de eso trata la película que juega un poco a lo fantástico, pero tiene asidero real, puede verse desde un drama, que señala un tipo de defecto auditivo -inventado, fantástico- y/o un cierto problema mental. Pero donde ésta propuesta se maneja sin la tensión e inquietud propio del estado de locura, lo cual no es que sea malo o bueno, es al fin y al cabo una opción y depende del tratamiento. El filme debut del español Juanjo Giménez Peña se puede sentir emocional, retratando la dificultad de existir, pero finalmente se percibe positivo a pesar de todo, de tanto. Es una película sencilla y muy clara, fácil de entender, pero al mismo tiempo tiene ingenio, es hábil proponiendo con tan solo un pequeño cambio dentro del estado de normalidad o cotidianidad mucha plasticidad, surgen ideas de algo llano y da para hablar. El ingenio consta de que una mujer interpretada por Marta Nieto, una talentosa editora de sonido, escucha en su vida diaria el sonido después de que éste debe de oírse, éste pequeño cambio da para trastocar toda su existencia, que se alude a un mal hereditario y un pasado por descubrir; aunque con su rato bello en el recuerdo mágico del complicado parto, toda ésta parte es harto básica. En conjunto es un filme austero, con lo necesario simplemente, pero aun así es audaz y denota inteligencia. El filme no tiene mensaje abierto pero se entiende que alude que a pesar de todo la vida es bella, como ese momento de alegría con los tambores en la calle, es valorar lo aparentemente común, lo mismo que puede entenderse con ésta pandemia última. Hay que sobrevivir, reconstruirse, brillar luz interior si se quiere (como la protagonista, mujer también de pocas palabras, de miradas, a menudo tranquila), sin sonar excesivamente pasivo, tonto o masoquista, a pesar de tanto golpe, de mucha pena silenciosa, de mil y una decepción afectiva, carencia familiar, etc, a pesar de los muchos problemas, sin que se sienta la obra cargada o melodramática, todo expresado sutil y con recato, o dentro de una estructura narrativa más que decente, que irá desentrañándose como historia de vida mostrando muchas ausencias o cambios claves. Puede que por presentar novedad se caiga en cierta superficialidad (refiriéndome al asunto de la madre), aunque a razón de estar evitando la hipersensibilización, cosa que con tanto problema entre manos hubiera destruido su carácter fantástico, carácter que aliviana todo lo sensible y a la vez complejiza la obra entera sin ser ardua. También hubiera sido una obra de exceso melodramático con tanto golpe existencial y se hubiera creado demasiada ordinariez. El filme con su fuera de sincronización maneja entre 4 formas distintas, todas con su toque de ingenio y bien distribuidas, hasta ese cierre como último regalo de ingenio; simple, pero valioso, como si hubiéramos estado jugando audaces -sin ínfulas- al editor de sonido con la película, sin duda un homenaje a ésta importante labor cinematográfica.
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domingo, 18 de julio de 2021
Pig
Pig (2021), debut de Michael Sarnoski, coguionista del filme junto a una novel Vanessa Block, es una película original, un poco rara a primera vista, luego perfectamente entendible, aunque no lo clásico que uno suele ver, pensando en grandes audiencias. Se ha estrenado recientemente en EE.UU., el 16 de julio, hace tan sólo 2 días. El gancho es legítimo, aunque desde luego no exacto. Se vende como un John Wick interpretado por el mega popular, cinefilia brava, Nicolas Cage. En la película nombrada John Wick (Keanu Reeves) se volvía loco, salía en absoluta venganza, tras la muerte de su perro; de la misma manera, Nicholas Cage hace de un hombre en busca del secuestro violento de su cerdo, su mascota. Pero éste filme de Sarnoski es otro muy distinto. En Pig no hay coreografías impresionantes de acción ni de artes marciales. Apenas Cage, como Rob, echa una única pelea, en busca de info sobre su cerdo, y lo hace pasivamente; se deja golpear (valientemente) para saber de su amada mascota. En adelante Cage pasa de un ermitaño recolector y negociante microempresario de trufas a andar con pinta de vagabundo, sucio y manchado de sangre, en pos de su bello cerdito, que él confiesa amar, más que tenerlo por herramienta de trabajo. Rob no es un tipo violento en absoluto, es en realidad un ser melancólico, asunto que está en varios personajes, la ausencia del amor golpea duro, te destruye. Ésta propuesta se centra en estos sentimientos, en la ausencia que genera atroz tristeza. Otro punto del filme es que versa sobre la gastronomía, también sobre ser auténtico y no tan sólo un capitalista frío; el éxito a fin de cuentas -se argumenta- es secundario, el amor es más importante, y ésta propuesta lo demuestra inteligentemente, también de manera audaz, y aunque no hay acción pura y dura por ninguna parte seguimos estando ante un drama ingenioso que nunca aburre, sino que sorprende siempre, sólo que exige no estar tan acostumbrado a los fuegos artificiales, sino también apostar por la apertura mental, por la diversidad y creatividad, por la observación sin muchos tumbos, pero con feeling detrás y coherencia; no se trata de filmes experimentales o de cine arte minoritario donde hay que ver montón de cosas arbitrarias a interpretar o mirar una pared vacía por horas, no es la explotación de la lentitud exacerbada, disfrazada de sabiduría. Pig es cine amable, pero que requiere de tranquilidad y atención en particular, y ciertamente es un filme entretenido, incluso con momentos buenos de humor discreto. Aquí los personajes se comportan muy normal, con su perversidad de a pie sí, pero de manera sencilla. Versa también la trama sobre el amor por los animales, por nuestras mascotas, por esos otros amados hijos. Es un filme que sin duda te sorprende, sin tantas ínfulas, y de manera auténtica, con verdadera inteligencia. El misterio del secuestro del cerdito también da para pensar, para dialogar.
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Whisky
Whisky (2004), de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, es una película importante en mi cinefilia, una película que me fascinó cuando la vi en el cine Arenales hace como 15 años atrás. Esa vez me pareció una película triste, con esa frase símbolo tan en ese sentir, hasta mañana si Dios quiere. Vista nuevamente, he notado que tiene mucho de comedia, como que también busca poner momentos ridículos en pantalla. No obstante creo que la mayoría de las personas temen dar lastima a los demás, por ello prefieren lo ligero, el relajo, la broma, la ironía, para tapar el dolor íntimo. De esa manera veo Whisky, me sigue pareciendo una película triste, pero encubierta de cierta manera con la broma. Tampoco es un filme propenso al chiste fácil ni a ser una comedia notoria, tiene momentos serios. Es una tragicomedia, y una película aunque entendible compleja de cierta manera, especialmente por su tono. Es un filme que no es como esos filmes que no dicen absolutamente nada, ésta película se halla llena de momentos. Es una película con la que te puedes reír un poco, y a la vez sentir pena. Jacobo Koller (Andrés Pazos) es un hombre seco, aburrido, metódico, también mediocre y un poco tonto, está tranquilo con su rutina, aun cuando es muy solitaria. Su hermano, Herman (Jorge Bolani), es distinto a él, es astuto, despierto, algo pícaro, medio aprovechado, pero buena onda, conversador, entrador. Mientras Jacobo es sumamente correcto y al mismo tiempo cuadriculado, Herman busca sacarle jugo a la vida, aun cuando más allá de cierta apariencia de progreso y éxito están en situaciones similares con sus empresas (monotonía, poco tiempo de libertad). Como están por poner la lápida de su madre después de 1 año de espera, Herman vuela de Brasil a Uruguay a ver a Jacobo y hacer el trámite. Jacobo le tiene resentimiento a su hermano, pero trata de disimular un poco, aunque se le nota. Jacobo también se da cuenta que luce medio loser frente a su hermano, y le pide a una trabajadora, a Marta (Mirella Pascual), que se haga pasar por su esposa. Marta yace en soledad y yace en el mismo engranaje de Jacobo, pero a ella el aburrimiento crónico le fastidia, quiere una relación con su jefe, con Jacobo, pero éste anda enfrascado en su rutina y en sus modales apáticos. Sin embargo Marta acepta con fe. En todo esto Stoll y Rebella ponen cinematográficamente en juego una rutina, cosas que se repiten pero se vuelven a actuar, abrir el portón, saludarse, dejar el portón medio abierto, prender las máquinas, que Marta lleve un té a su jefe, que una persiana siga cayéndose a pedazos. Todo esto no fastidia, por el contrario te mete en el filme. Jacobo, Herman y Marta viajan al balneario de Piriápolis. Stoll y Rebella hacen puestas de escena sugerentes, así vemos a los hermanos frente a frente jugando hockey de máquina de mesa con Marta en medio, los tres comiendo churros mirando el patinaje con una inscripción que señala no levantar a los caídos (a los maltratados por la vida), alguien llama del cementerio a Jacobo (un muerto en vida, nos parecen decir), así surgen pequeños momentos bien ubicados, bastante pensados, pero que se sienten frescos. En el balneario, Herman se pone mosca con Marta, aun estando casado y creyéndola su cuñada; Jacobo que la tiene fácil prefiere dormir en el sillón y salir por un vaso de agua y volver tarde. Esto deja en claro que Jacobo solito deja pasar sus oportunidades, quiere estar igualito. Marta pues fuma como chino en quiebra, sugiere estar harta de ir sola en el ómnibus oyendo música triste. Jacobo, aunque bobo, le tiene aprecio a Marta, como se nota con el regalo que le entrega al final del viaje. Es un filme que tiene ratos ridículos a propósito, como ver a una niña cantarle a tres viejos, fuera de lugar; o cuando Marta recita las palabras al revés, emparentado con un medio de conquista. Pero también hay momentos que duelen, sobre todo si leemos todo en conjunto, aun cuando Jacobo ponga a Marta a empujar su carro viejo que no arranca. Es una película notable, muy buena realmente, y además muy entretenida.
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domingo, 13 de septiembre de 2020
I'm Thinking of Ending Things
Ésta es una de las películas top del año, la pongo desde ya en la lista de lo mejor del 2020. Charlie Kaufman logra su mejor película hasta la fecha, con sus pensamientos íntimos y personales y el cine que ha hecho y trae de background. Su cierta lástima y soledad están presentes, su dificultad de adaptación social. Sentimos un cierto aire de depresión recorriendo toda la propuesta. El filme se enfoca en el amor como herramienta para vencer la complejidad de ser uno mismo y de existir, como salida a derrotar las poderosas taras mentales que no nos dejan vivir con normalidad. Pero aun así no falta un poco de humor negro para señalarlo. El filme en gran parte es una historia contada convencionalmente, mediante una voz femenina, sobre una chica, que cambia de nombre constantemente, interpretada por Jessie Buckley, que quiere terminar con su novio, Jake (Jesse Plemons, que tiene un cierto parecido físico con Philip Seymour Hoffman, pero transmitiendo mucho más temple y un aire más común). Lo piensa -está segura- cuando la pareja está realizando un viaje en carro a la casa de los padres de él. Ella siente que su historia debe acabar, no especifica bien la causa, pero siente que su relación debe terminar así sin más, siente que esta relación se ha extendido demasiado, casi 2 meses. Jake es un hombre inteligente y preocupado por su novia. No obstante no sabe que su relación está por finalizar, curioso cuando él la lleva a dar un paso más hacia adelante, conocer a su familia. Esto molesta a la chica, pero no lo dice. El filme tiene a la joven ensimismada en sus pensamientos, filosofando sobre su relación, por algo ella es algo entre física y poeta. Todas estas cavilaciones se mezclan con sus conversaciones mientras están dentro del auto. Después conocerán a los padres de Jake, interpretados por los geniales Toni Collette y David Thewlis. El filme es muchas versiones de una misma historia, es mucha gente también en una sola interpretación, se trata de proponer miles de alternativas y posibilidades a la temática de la relación de pareja que es el centro del filme, pero que se extiende al tiempo de una vida y etapas de las personas. El amor se presenta como la salida, pero no es acatar sin más, es también perder y sufrir, quedarse tal cual en el abismo, patear el tablero, ahí radica su lado pesimista y lastimero, propio del cine de Charlie Kaufman. La pareja es muy racional, todo pasa por su pensamiento, en éste yace incluso la infancia, la fuerte presencia de los padres, el aislamiento de vivir en el campo. La chica protagonista también es Jake, el desdoblamiento y la mezcla de la tesis de la ardua adaptación al mundo lo recorre todo. El filme es ingenioso en romper la linealidad de la narrativa y proponer cinematográficamente la fusión de miles de vidas e historias representadas en la pareja protagonista, e incluso mediante los padres y hasta por medio de la participación de gente que trabaja en empleos desgastantes. Puede que todas sean versiones del mismo ser humano, es decir las tantas caras de nuestra humanidad, la de los mundos paralelos o del recorrido hacia el nirvana. Todo esto ocurre en la tercera parte del filme, tras dos tercios de linealidad. El filme rompe con lo "convencional", lo hace con apenas algunos detalles, como cuando la joven ve un cuadro de Jake y se ve a sí misma de pequeña en la fotografía. El sótano hace de película de terror, de puerta secreta a la psiquis, porque también el filme es un aparato mental, el interior de una cabeza. Hay un hombre personal de limpieza que se encarga de asear un colegio, su intervención que parece intrascendente propone más amalgamas que juegan con el tiempo. En un momento en una representación de ballet, o propio de un musical, lucha el Jake en plena efervescencia y lozanía con el Jake derrotado por la vida, el final es triste, tanto como artístico. La propuesta incluye el surrealismo de un crimen, la historia de un homicidio, ese carro abandonado en la nieve es un cuento de miedo también, una radiografía americana. El filme de Kaufman está repleto de melancolía, también de erudición, hay mucha intervención de la literatura y del cine, si bien no es que no se entienda, no se trata de una erudición pedante, hay intelectualidad, sabiduría y reflexión en muchas conversaciones que parecen poco importantes. Las películas y la literatura conversada por la pareja protagonista sirven para estudiar la realidad y la temática del filme en especial. Hay muchas intervenciones interesantes. Kaufman debate con John Cassavetes, específicamente con A woman under the influence (1974) y con otro tema que también pasa por sus obras, la locura. La muerte también está presente en el filme, aunque de manera sutil, con David Foster Wallace.
jueves, 10 de septiembre de 2020
I was a teenage werewolf
I was a teenage werewolf (1957), de Gene Fowler Jr., fue un hit en su tiempo, un film de cine B que está tan bien hecho que no parece cine B, pero el cine no tiene finalmente etiquetas en cuanto a ser bueno o malo, malo o bueno puede ser (casi) cualquier filme. Hay cine B que es muy bueno -tanto como otro bastante malo-, como el presente que es una obra maestra, un clásico de culto dígase además. El hombre lobo adolescente del filme lo interpreta Michael Landon, que se hizo muy popular por trabajar en series, como la familia Ingalls o Bonanza. Landon hace de joven rebelde que roza lo sociópata. Le sale pelearse muy fácilmente, el lanzarse a los puños sin mucha meditación. Pero Tony (Landon) al fin y al cabo tiene consciencia y tiene su nobleza y educación, es un hombre muy enamorado, de la bella Arlene (Yvonne Lima), por la que decide ir donde un psiquiatra, el doctor Brandon (Whit Bissell), a que lo eduque y lo corrija, mediante un método de hipnotismo, y una ciencia particular. Lo insospechado es que con éste doctor se esconde el verdadero mal y la ambición desmedida. La primera parte que tiene muy en mente Rebelde sin causa (1955) pero con su cierta personalidad y su propia sencillez formal, más un toque clásico, se vuelve en la segunda una película de terror hecha y derecha, muy bien realizada, llena de intensidad y ritmo, aunque con mucha delicadeza, y suma asertividad, donde cada movimiento luce inteligente y muy coherente. Es una película de terror notable en lo que realiza el hombre lobo, desde unos efectos especiales sencillos, pero buenos, partiendo de una alarma, curiosidad y cierto deseo velado como punto de transformación. Hay una escena de canto con un chico rubio llamado Vic (Ken Miller), que tiene todo el sabor del más bello cine clásico, que le sigue un montón de bromas juveniles inocentes que terminan en una explosión. Ésta primera parte es un drama, que en la segunda tiene al hombre lobo suelto en plaza, éstas dos partes bien distinguibles se fusionan perfectamente. Fowler fue un reconocido editor, pero también tenía su talento como director de cine, como pocos supieron ver en un inicio. Ésta película inspiró a muchos en el género a enfocarse en la adolescencia.
sábado, 15 de junio de 2019
Carta de una desconocida
Una película muy celebrada, perteneciente a Max Ophüls, de poética
maldita, de tragedia romántica, con una mujer que se enamora perdidamente de un
hombre, su vecino, y muere amándolo, dejando una carta confesándole todo su
amor. Lisa (Joan Fontaine) desde chiquilla queda prendada de un famoso pianista
mujeriego, Stefan Brand (Louis Jourdan), y llega a conquistarlo, pero el hombre
mujeriego como es la olvida y hasta redunda en ese olvido. En una estación de
tren él dice que la buscará a su regreso de un concierto suyo, pero no lo hace.
Ella firme en no incomodarlo –en no prestarle obligaciones- termina poniéndose a
un lado –tontamente-, llevando un hijo de Stefan, a quien en vida no le confiesa
de la existencia del muchacho –error aún más grande-. Es una película triste,
con un hombre que se autodestruye inconscientemente al dejar pasar el amor
verdadero, porque él ama a Lisa pero ha fallado por equis
motivo en cumplir con ésta mujer. Ahí yace un pequeño misterio, ¿qué
lleva a Stefan a dejarle entender a ella de que es su otra mitad en la vida,
con aquello de lo que siempre ha sentido le ha faltado y necesitado, pero
termina olvidándola o no reconociéndola varias veces?, esto puede sonar a un
defecto de la propuesta, pero también plantea que el filme sea romántico, poético y trágico mediante
éste olvido inexplicable y leitmotiv. Al final el hombre quien ha
cometido el gran error de su vida recordará en su mente todos sus encuentros, identificándola,
desde pequeña, mucho gracias a la carta sentida que ella le deja. Stefan no es
un mal hombre, solo alguien que ha dejado escapar al amor. Simplemente es un
hombre torpe, ejecutor de tantos fracasos, mientras Lisa representa a la
mujer abnegada, una tragedia andando con su enamoramiento apasionado. El
filme tiene muchas escenas dulces, todo no es llanto o
drama. Pero el fin es ese, echar unas lágrimas con una historia triste.
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martes, 28 de mayo de 2019
Dry Martina
Es la historia de una cantante, Martina (Antonella Costa),
que es muy sexual, dice que es ahí donde ella siempre se ha sentido feliz, donde
se halla a sí misma. Ella pretende que el mundo la quiera tal cual, así con su
fuerte deseo sexual y promiscuidad, con su liberalidad a mil, con querer hacerlo
cuando quiera y cuantos quiera, mientras habla de manera directa. El filme
sigue ese rumbo, con la hermana imaginaria de la misma manera, que también es
muy libre en lo sexual, como con el muchacho de color con quien sólo se
divierte y suena a lugar común -siendo el hombre de color representación de sexo
puro y duro-.
El filme intenta ser muy moderno, con lo sexual a la orden
del día, del nuevo pensamiento, un pensamiento progre para bien y para mal en
su significación, la aceptación de la promiscuidad femenina, la ligereza sexual
femenina, el hedonismo ante todo, el sexo libre en toda gloria, sin escenas
subidas demasiado de tono ni rarezas, acótese, pero con aventuras
intrascendentes por doquier, se busca la aceptación total en ese sentido. Pero
Martina quiere que la quieran también así, incluido el espectador, pero le falta
cierta empatía para ello, aunque es algo simpática, no es un cero a la
izquierda. Ella quiere ser cool con su liberalidad, con su sensualidad, pero
poco importa a ratos, no a todos nos convence o entusiasma.
Dry Martina (2018), de Che Sandoval, está bien hecha, técnicamente
es una película más que decente, tiene buenas formas, pero narrativamente
hablando –por lo que cuenta o cómo lo cuenta como trama- es mucho más discutible. Martina confiesa
haberse acostado con todos sus amigos del colegio –fueron 12-; pide una pija y termina
abrazada a un anciano que no entiende su lenguaje, con un juego que plantea la
propuesta, en la comunicación entre la jerga chilena y la argentina. El filme la
pone como una incomprendida, alguien por quien sentir algo de pena, es
finalmente una solitaria, pero esto no pega, Martina debería ser más dura, más
fuerte, mostrarse así tal cual habla y ejecuta, pues ese camino ha escogido.
El sentimentalismo no funciona con Martina, cuando se muestra
conchuda con el sexo previamente, de manera tan desenfadada y apologética. Si eres
irreverente, no pretendas ser tierno después, no será tan fácil de generar
empatía así, si no habrá que ser ingenioso entonces, y en ello el filme falla,
mostrando un salto muy simple. Dry Martina con la historia de la hermana chilena
loca mejora, se libera un poco de su temática de promiscuidad –paradójicamente
a raíz de una relación casual-, dejando de ser repetitiva, para al final dar un
pequeño giro, con la –simbólica- gata maullando. No es un filme malo; como película ligera tiene su gracia.
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viernes, 19 de abril de 2019
Cold war (Zimna wojna)
Lo que ofrece el polaco Pawel Pawlikowski es una historia de amor, algo tan sencillo como eso, pero con el fondo de la post guerra
mundial, la guerra fría y la ubicación en el socialismo partiendo de 1949 hasta
los 60s, donde la pareja como polacos en tiempos socialistas deben adaptarse.
Zula y Wiktor (Joanna Kulig y Tomasz Kot) son esa pareja. El filme tiene a Zula
como aspirante a un grupo folclórico estatal y a Wiktor como uno de los
seleccionadores. Ella con una gran personalidad, belleza y un pasado llamativo
dejará prendado a Wiktor, a lo que se suma el talento de la joven muchacha que
la hace más especial. Lo que nos mostrará Pawlikowski es lo tantos vuelcos que
dará la relación, intensa, llena de amor, pero aun así siempre trunca, hasta
ese final de aire ligero bajo decisiones importantes. Otra cosa que suma y
mucho es que es un filme con mucha música. También tiene una gran edición,
pasan mil cosas en poco tiempo. Los sucesos fluyen en tiempo perfecto, incluso
más rápido. La relación da muchos momentos, tiene un lado cool, aun cuando en
realidad es una historia triste, producto de la continua imposibilidad de estar
tranquilos y juntos por largo tiempo. Es una historia con la que entretenerse,
pero que meditándola genera desazón. Las peleas y rupturas no son expuestas en lo visual por largo tiempo, pero se les siente. No hay antipáticos aquí, pero
si hay momentos de engreimiento, donde uno es más culpable que el otro, además
el fondo social y político se inmiscuye en sus existencias. Lo hace sin
grandilocuencia, pero en cada trámite se da poca información. No obstante se
entiende bien en general. El fondo hace del filme algo más complejo, una
relación muy difícil. El relato es bien nacionalista, aun cuando Francia
también aparece. Cold war (2018) es una película con identidad, bien polaca -lo que la hace notable-, y a la vez universal.
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sábado, 30 de marzo de 2019
The Captain (Der Hauptmann)
El director alemán Robert Schwentke hace una buena película,
con un tema manido, los nazis, volviendo a su natal Alemania a contextualizar
la historia, sobre un soldado desertor que encuentra un uniforme de un capitán
nazi y se convierte en él volviéndose un sanguinario asesino de desertores,
valga la paradoja.
El soldado se convierte en Willi Herold (Max Hubacher) y va
acumulando seguidores tras su uniforme, cuando la guerra está por terminar y
rinde el caos en las filas alemanas. Herold es un militar duro y efectivo en
pleno mundo nazi y esto lo mantiene como líder, mostrando mucha astucia para
hacerse cargo del falso cargo. El filme de Schwentke no plantea poner en
aprietos a Herold con su sustitución, no va por lo ordinario, sino que el traje
y el poder cada vez hacen peor persona a Herold, que se mantiene frío ante los
sucesos que van apareciendo.
Otra curiosidad de la temática nazi es que no se habla de
judíos sino de desertores alemanes, Herold por quedar bien se imbuye en una
carnicería de su propia gente, considerando a los desertores traidores y gente
inmunda a su causa recién nacida, por lo que se siente en el derecho de acabar
con todos ellos. El filme tampoco sataniza a los alemanes sino los vuelve de
carne y hueso y se agradece darles forma y credibilidad más allá de lo de siempre.
The captain (2017) sí los dibuja horribles a muchos alemanes
pero lo hace sin caricaturizarlos o convertirlos en figuras exageradas de
maldad, son tipos perversos, pero también cantan, ríen, bailan, bromean, se
hacen favores, sociabilizan, etc., como con el dúo de desertores haciendo humor
para los militares. El filme se centra en el asesinato de desertores, y hay
hasta alemanes que ven esto como una matanza inhumana. Herold es visto como un
tipo cruel entre algunos alemanes, pero como con el juicio de los nazis se ve
que estos lo aplauden en contraste.
También es notorio la lealtad y deslealtad del séquito,
entre dos subalternos en especial. Freytag (Milan Peschel) es fiel como un
perro, hombre humilde y respetuoso, es el que además inicia toda la mentira con
Herold, lo cree inmediatamente un capitán nazi y es su primer seguidor. Luego
tenemos a Kipinski (Frederick Lau), un tipo vulgar sin ética alguna, un hombre
sin ley en realidad que en más de una oportunidad quiere dejar mal o hasta
traicionar abiertamente a Herold. Estos dos lo siguen en toda la película y
brindan muchos momentos.
La película está muy bien contada, tiene todo el uso del
buen entretenimiento, de la grandeza, la agilidad y el buen ritmo
hollywodeense, pero también sabe generar atención e interés un poco más de lo
común con lo que cuenta, un hecho real, con la existencia de Willi Herold, que
por el final se convierte en un especie de rey de su propio reino en medio del
caos absoluto alemán y su inminente derrota, en lo que pudo ser fácilmente una
nueva película con la segunda guerra mundial de fondo y éste loco comandando un
séquito de asesinos de llamados traidores, en medio de un propio orden y la
bohemia, la prostitución, la fiesta y el alcohol.
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sábado, 2 de marzo de 2019
El crimen de la calle de Bordadores
De los policiales más famosos del español Edgar Neville, La
torre de los siete jorobados (1944) y El crimen de la calle de Bordadores
(1946), éste último es mucho mejor. El crimen de la calle de Bordadores es
costumbrista, así lo vemos con la presencia del flamenco y bailes típicos de
teatro españoles; también por el caso real en que se basa, aunque Neville lo negaba.
Sus personajes también tienen ese toque hispánico con una vendedora de lotería
que sale del común por lo guapa que es, Lola (Mary Delgado), y ese canalla aprovechado
de Miguel (Manuel Luna), que quiere seducirla y ella lo rechaza.
La historia tiene a Miguel sacando ventaja de una mujer mayor,
Doña Mariana (Julia Lajos), mujer que morirá asesinada y será la que titula la
película. En el filme hay una investigación policial que tiene a tres posibles
culpables, a Lola, a Miguel y a la criada, Petra (Antonia Plana). Lo periodístico
también tendrá su participación, aunque pequeña, mostrándose sensacionalista, e
interesado sobre todo en sus ventas que servir. El filme tiene un escenario de
película de época romántica y clásica con sus bellas calles antiguas y sus
gentes humildes y educadas.
La gente va al bar a ver el espectáculo y se comporta como
fans devotos, con la mirada fija y el entusiasmo a flor de piel. Pero hay también
hampones, vividores, como Miguel y sus compinches, aunque disfrazados de
hombres decentes. Ya lo dice todo cuando surge una pelea por celos y a alguien
le rompen la cabeza, lo mismo con el forcejeo de Miguel a Lola. Pero el filme
vuela más alto cuando en toda la imperfección también entra a tallar Doña
Mariana, y los humildes como Lola y la criada son los verdaderos héroes aun con
un asesinato de por medio.
El lado romántico no solo está por sus calles y costumbrismo,
como ponerse a mirar como describen un crimen en plena calle como espectáculo de
variedades, también además con una relación de afectos y un abandono que suena
algo telenovelero, pero está muy bien tratado, y le da otra faceta al filme,
que es un policial bastante investigativo con juicio incluido. El filme propone
bien los posibles culpables, con un largo flashback que pone la situación más
complicada, en lugar de simplemente ilustrar. El filme parece sencillo, pero la
investigación toma otro vuelo con Lola La Billetera, mujer brava y honesta, que
es más que una cara bonita, pudiendo haber sido una mujer fácil por su pobreza
y soledad, pero escoge ser independiente y fuerte, como con aquel ajuste de
cuentas que se propone y le trae tantos problemas.
El crimen de la calle de Bordadores tiene personajes
marcados pero que esquivan ser fijados en una sola mirada aun así –son capaces
de sorprendernos, sin ser inverosímiles-, salvo por Lola, aunque es el alma de
la película, la mujer del pueblo. Miguel es un pícaro, Doña Mariana es algo
perversa por culpa de amar a Miguel. El filme deja en claro quien es Miguel de
golpe cuando éste pelea con el dueño del bar, es un timador, un pimp de otra
época, pero se equivoca con Lola, que no es una mujer fácil. En todo esto entra
lo romántico, hasta ese final de puro amor que enajena, dentro de un halo
curiosamente de tipo celestial. Notable la forma de fijar el perder y hallar a
alguien con un simple medallón.
El filme tiene su sutileza dentro de lo clásico y diáfano
que es, una obra muy bien descrita, inteligente como policial, que completa una
gran figura con precisos y pequeños momentos, que sabe engañar y encajar
sospechas con apenas tres posibles culpables, que es una obra honesta, no hay
asesinos sacados del aire, todo tiene plena justificación, y todo está a la
vista, pero bien distribuido y trabajado para dar una vuelta de tuerca tras
otra.
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martes, 19 de febrero de 2019
Green Book
Filme que trata de la amistad de un bouncer italoamericano,
llamado Tony Lip (Viggo Mortensen), y un doctor en música y experto pianista
clásico afroamericano, Don Shirley (Mahershala Ali), cuando el pianista
contrata a Lip, o Vallelonga en su apellido original, para que haga de chofer,
guardaespaldas y asistente en una gira por el (aun para la fecha) sur racista americano,
en los 60s, cuando contratan a Shirley para galas intimas de ricos, para la
clase alta sureña, clase social donde Shirley pertenece aun cuando sufre de
discriminación.
El director del filme, Peter Farrelly, se separa en ésta oportunidad
de la codirección con su hermano Bobby Farrelly, con quien hiciera una destacada
carrera en la comedia, con títulos como Dumb and Dumber (1994), There's
Something About Mary (1998), Me, Myself & Irene (2000), Amor ciego (2001) o
Fever Pitch (2005), comedias muy divertidas, corrosivas e inteligentes. Peter
Farrelly además salta a otro género, un drama sobre racismo, aunque no exento
de momentos simpáticos y un humor suave.
Green book (2018) es una película amable y noble, sobre dos
personas aparentemente distintas que forman un vínculo de amistad y con ello
mejoran como seres humanos. Shirley aunque es sofisticado es un hombre
solitario y alejado de su ascendencia afroamericana representada en lo popular,
mientras Lip es un hombre que suele recurrir a la violencia, como estereotipo
de gángster italiano. Lip es un hombre siempre simple y fuerte; Shirley es más
complejo, a ratos puede verse muy poderoso y en otros momentos muy pequeño.
Lip dentro de todo tiene buen corazón, y su interacción hará
que venza su racismo, que vemos es producto del trato común en su barrio, con
otros italianos enfocados en su ascendencia. En ésta road movie se conocerán muy
bien, hasta de una secreta tendencia sexual. Shirley será un poco dócil con el
racismo y Lip lo influenciará para que sea más frontal, como es él; lo mismo en
la educación al contrario, con un refinado Shirley culturizando a Lip mediante
las cartas románticas a su esposa, la ideal Dolores (Linda Cardellini), y
ayudándolo a vencer algunas malas actitudes, reduciendo el grado de brutalidad
facilista al que suele recurrir Lip.
Es una propuesta muy agradable, aunque enfrenta el
racismo. Es una feel good movie con voluntad altruista e inteligente para
mostrar a un afroamericano que tiene muchos matices y sale del común. Se
muestra el racismo normalizado, como no permitir el mismo baño o los mismos
hoteles como menciona el título; Green book es un cuadernillo racista de
lugares a los que son destinados en hospedaje los hombres de color. Resalta también
ver a la policía como racista, lo que puede llevar a criminalizarse y verlos
como el verdadero KKK de su época. Shirley va de gira por el sur porque quiere
conseguir más libertades para su gente, lo cual lo plantea como un hombre de
integridad y avanzada.
Pero el filme es relajado; es audaz y entretenido. No es un
filme grandilocuente, en ningún sentido; busca ser medido, pero es inteligente
en cómo va relacionando a ésta dupla, que dígase es una historia real, que
primero es individual y luego se colectiviza. Mortensen aunque tiene entre
manos un estereotipo, remite a vencer su lugar de origen, cómo los italianos se
mueven culturalmente cuando yacen cerrados en sí, y fácilmente podría ganar mil y un premios del
público, mientras Ali tiene un rol más exigente, y no contiene total condescendencia,
sino que presenta debilidades, cierta soberbia, cierto hermetismo.
Hay escenas graciosas, como cuando Lip sobre-entusiasmado bota
la gaseosa a la pista; gracias a los gestos de ambos actores. Tiene escenas
inteligentes también, puestas en diferentes perspectivas, como con el Kentucky
Fried Chicken, algo que en el lugar común dicen que aman los afroamericanos. Peter
Farrelly lo utiliza como lugar de racismo en una cena de ricos, y en otro
momento Lip le enseña a Shirley un poco de humildad y campechanía, alegando de
paso que él es más negro que Shirley, porque es un hombre de clase trabajadora que
conoce bien la música popular negra. Todo esto se revertirá de manera
hollywoodense, pero no deja de ser una película con gracia y sensibilidad.
sábado, 19 de enero de 2019
Newton
Newton (2017), de Amit Masurkar, es una comedia india suave,
con Newton (Rajkummar Rao), un muchacho bastante estricto consigo mismo, pero
algo perdedor. Es alguien que es enviado a que voten en una población
peligrosa, por la proliferación de guerrilleros maoístas. Newton lo ve como
tremenda obligación y quiere hacer cumplir su deber al pie de la letra. En la
zona hay un jefe militar que es el típico militar canchero (un excelente Pankaj
Tripathi), quien será el antagonista de Newton, en justo lo contrario, hacer el
trabajo de la votación como sea.
En el filme se oponen, pero sin ningún tipo de violencia –que
no sea la propia presencia tacita-, ejército con personal de votación
encabezado por Newton –un tipo bravo y obsesivo hasta la locura-. Mientras los
militares que encabeza Aatma Singh (Tripathi) cogen a los votantes casi por la
fuerza y solo quieren quedar bien con sus superiores y estos con su imagen ante
el país, Newton es un idealista que raya lo tonto y quiere que pobladores bastante
humildes desligados de la votación entiendan qué es democracia, su derecho,
deber, la potencial oportunidad de cambio y bendición. Los militares los ven
como ganado a los pobladores y poco les interesa las formas, Newton no soporta
ese comportamiento, sufre existencialmente frente a ésta situación. De esto
salen chispas de comedia, de humor negro.
Los entretelones de la votación están perfectamente
desplegados, aunque con sencillez formal, pero contienen todo el escenario de éste
tipo de eventos. El filme llega hasta la confrontación abierta entre Aatma y
Newton, en ello, el pico de la propuesta, muestra humor exagerado, pero
efectivo. El resto es suave, discreto. Presenciamos el día “típico” de la labor
del personal de votación, más con un jefe estricto como Newton. Lo que hace
todo aún más curioso –aparte del protagonista- es que están en medio de lo
natural, de lo salvaje, de cierto atraso, y encima con
guerrilleros forzando que no se ejecuten las elecciones. Los maoístas hacen
simple presencia con un asesinato y de ahí en adelante la noción de su
presencia es perpetua, pero el verdadero contratiempo de Newton es Aatma, aun
cuando los militares están para protegerlo y apoyarlo.
Aatma es astuto, aunque desplegado con la misma
inocencia que Newton. Los baches que le pone el jefe militar es lo típico que
hacen los militares dictatoriales, y en esa dialéctica entre el ideal –Newton- y
la corrupción –Aatma- está lo más trascendente de la propuesta. Es un filme
creíble, a pesar del humor, pero muy simple, de narrativa austera. Pero entretiene
bastante. No es que invente nada, todo lo conocemos, pero está muy bien ejecutado,
con lo especial –si bien es idéntico a muchas realidades, incluyendo la peruana-
de un espacio indio de pueblo perdido y peligroso. Todo es fácil de
identificar. Newton tampoco está hecho de manera redundante o burda, aun cuando
es un tipo propio de lo muy estricto. Newton aunque tiene de loser, es un tipo
también con habilidades, coherencia y trato. Newton es un muy buen
protagonista, aunque Aatma es más divertido, sin mucho esfuerzo, está preciso.
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sábado, 5 de enero de 2019
Burning
El coreano Lee Chang-dong hace un filme prodigioso y sutil
con ésta adaptación de un cuento de Haruki Murakami, todo es sugerente y ambiguo
en el filme. Uno puede tratar de interpretarlo, pero se entiende que puede
haber más de lo literal. En general se entiende que un hombre compite con otro
por el amor de una mujer; uno de los hombres es común y más pobre en varios
sentidos, Lee Jong-su (Yoo Ah-in), mientras el otro es rico y mucho más
sofisticado, igual en muchas cosas, Ben (un maravilloso Steven Yeun).
Lee es un tipo un poco lento o, más bien, de los que miran y se
guardan sus pensamientos, que tienen dudas, anda achicopalado o es propio de
silencios y miradas. Ben es algo perverso, astuto, parece jugar con Lee y con
su entorno. Ben suele decir que hace todo por diversión, y puede uno llegar a
pensar en American Psycho (2000). Esa es la idea que anida en la mente de Lee,
que tiene mucho de sospechoso también. Puede que Ben sea un desdoblamiento,
aunque el filme da a entender muchas cosas hechas por Ben y hay correlación con
el entorno. Pero cuando Lee quema un invernadero parece un momento tramposo y
estar haciendo de Ben sin darse cuenta, aunque puede parecer que trata de
incriminarlo a su vez.
Lee tiene obsesión con Ben, hay una fuerte envidia ahí, más
allá de los celos por Hae-mi (una entregada y talentosa Jun Jong-seo). Ben se
nota que no está tan interesado en Hae-mi; ella en cambio como es una chica
voluble y algo fácil, aparte de un poco rara, sí se siente atraída por Ben,
pero al mismo tiempo por Lee. Todos estos intercambios entre los tres dan mucha
materia para imaginar mil y un cosas, gracias también a que el filme riega
montón de lugares ambiguos, como con el gato primeramente invisible o el cuarto
sucio y luego limpio. Pero al mismo tiempo el filme es literal, simplemente
pudo desaparecer Hae-mi, ya que tenía muchas deudas, además de que con el pozo
queda la idea de que puede ser una mentirosa compulsiva.
El filme da pie a que uno lo manipule bastante. También el
final visto literalmente es de una brutalidad y fuerza descomunal, verlo así
tal cual es impresionante y una expresividad artística. Pero se puede entender
como el hartazgo de las frustraciones, aunque algo demencial. Puede ser el
sueño recurrente del protagonista, un anhelo oculto y no tan oculto. Ben con el
comentario de los invernaderos deja la puerta abierta a la especulación y la
imaginación, pero pudo ser simplemente ganas de perturbar a Lee, una maldad,
que al final le cobra factura.
Ben es el malo de la película teniendo a Lee por nuestro
supuesto héroe, muy entre comillas, ya que queda medio mal desde su rareza,
cuando lo vemos masturbándose en el cuarto de Hae-mi, incluso hasta soñarla masturbándolo
-lo sensual, tan propio de Murakami-, representación de un ego solitario
en movimiento. Lee también tiene de malvado, como termina en el final –en una de
las versiones-, o igualmente todo puede ser producto de su escritura, por cuando
aparece viviendo en el cuarto de Hae-mi más tarde. Pero ese final también puede
ser una catarsis, aunque a un lado salvaje, y en otro, no literal, borrar su
fastidio. De todas maneras es un final brutal como novela, y eso puede bastar y
sobrar.
Tampoco faltan las escenas domésticas y cotidianas –campo,
ciudad- muy bien esparcidas y ejecutadas, los momentos de pasar el rato, que
explotan en escenas poderosas como cuando Hae-mi se desnuda del pecho, se híper-sensibiliza,
se pone eufórica, luego decae en llanto. Todo es discutible, cada uno de los
tres protagonistas puede presentar una versión y hasta más de una, es la
libertad de la interpretación en lo plástico de la ambigüedad. Lee o Hae-mi pueden
tener problemas de normalidad, ya lo dice las relaciones de familia o la
soledad, mientras Ben es sólo un demonio asiático, un pretexto para inquietar
el gallinero.
viernes, 21 de diciembre de 2018
The House That Jack Built
La última película del danés Lars von Trier recuerda a su anterior
película, Nymphomaniac (2013), en las citas intelectuales que acompañan la
narrativa central, que pueden parecer intrascendentes, pero hacen más divertido
el filme, cuando no exagera. Trier intenta hacer de su cine un cine más
profundo, aunque nunca deja de ser polémico, y con ello tratar de plasmar un
tipo de entretenimiento rebelde, revolucionario no, sino un hedonismo punk.
The House That Jack Built (2018) no es una de las grandes
ideas de Trier, como Breaking the Waves (1996), su mejor película, pero sigue
teniendo su encanto, su interés. No todo es perfecto, a veces la irreverencia
le cobra factura, como con la historia de la familia y la cacería, muy endeble,
muy efectista, pero tiene otras escenas que sobresalen. En particular la
historia de Simple (Riley Keough, la nieta del mismísimo Elvis) luce la más
destacada, con su ironía detrás del lugar común de la mujer hueca, acto
irreverente por donde se le mire.
La interrelación de Simple con Jack (Matt Dillon) está en su
punto, aquí uno se olvida un poco de tener que hacer de Jack un tipo cruel
necesariamente, sabiendo que es un asesino en serie que en la película es quien
cuenta de su vida homicida en cinco capítulos, o cinco separaciones de asesinatos.
La muy bella Riley Keough hace de una mujer distraída que muy lentamente descubre
quien es realmente su novio, un tipo brutal, sádico, sin pizca de misericordia,
al que ridículamente le llaman Señor Sofisticación. Jack construye sus
asesinatos como si fueran arte, justo lo que hace Trier, haciendo de la
sencillez algo más complicado, arduo.
En el filme hay de donde escoger, hay momentos buenos y
otros menos logrados. La interrelación con Uma Thurman, que hace de una mujer antipática
y muy inteligente pero paradójicamente descuidada, es otro momento cumbre. Se
resuelve de la manera más siniestra, pero antes hay unos diálogos y
prolongaciones jugosos. Así Trier no es estricto en sus 5 capítulos, vuela
libremente, se expande a su gusto, mete otras cosas, todo formando la imagen de
quien es Jack, un tipo que hasta tiene un toc de limpieza extrema y desde luego
lo pone en práctica en perturbadora y satírica manera.
Trier muestra que es un tipo muy inteligente y tiene un
sentido del humor perverso, y puede que no todo sea genialidad, pero le quedan
varias cosas muy a su favor también. Todo tiene un giro de último minuto o más
de uno o una estructuración de cierta manera extraordinaria, siempre hay un
reto, un lugar en que Jack ha cometido un error y va a ser atrapado, pero
aunque esto es divertido es en realidad lo que menos importa, ya que Jack es un
monstruo condenado a ese glorioso epilogo del filme, que es muy surreal y hasta
el final irónico.
Jack habla con Verge (Bruno Ganz), que puede ser varias
cosas, aunque al final se muestra. Pero lo importante es que esto ilustra a Jack
como un psicópata absoluto, y no, no es
Verge un demonio o quizá sí, sea un especie de Mefistófeles, como lo es el
mismo Jack, aunque un demonio más perverso. Él llama cínicamente salvación a
que muera, mientras sigue en pie tras su existencia podrida, sin ley. Valga mencionar
la intrépida curiosidad de su infancia, la de amar ver segar la hierba, ver
esas enormes hoces en movimiento perfecto, rítmico, un último bastión de
inocencia rural -inocencia que el filme intelectualiza-, en medio de una
herramienta que simboliza también la muerte. Trier trabaja con mitología y
crueldad.
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domingo, 16 de diciembre de 2018
Melancholic
Un muchacho solitario y de poco hablar que todo el mundo admira inmediatamente al saber que ha terminado sus estudios en una universidad de prestigio nacional vive una realidad muy diferente a lo esperado, vive con sus padres –con los que vemos cenar muy monótonamente- y no ha tenido nunca grandes empleos. Así termina trabajando en un lugar donde la gente va a bañarse, a relajarse, conteniendo un sentido de tradición japonesa. Pero lo curioso es que en ese lugar de baño matan gente por encargo, de manera brutal. Nuestro tímido joven protagonista finalmente acepta limpiar el baño en esas circunstancias. Éste filme de Seiji Tanaka se toma mucho su tiempo, tiene una narrativa muy detallista, clara y lenta, pero tiene su gracia. Ésta propuesta busca ser racional, cuando matar no lo es, aunque se dice que solo se mata a yakuzas, es decir, gente que no produce remordimiento matar, que vive bajo ese código. Pero también el filme habla de estar atrapado en ese mundo criminal, como le pasa a los trabajadores del lugar de baño, incluido el administrador. Melancholic (2018) también muestra una relación romántica que por la química de la chica en especial se hace dulce y natural. Hay momentos que no son tan logrados, momentos tontos, pero es un filme llamativo, aunque narrado a la inversa. Lo cuenta todo con racionalidad, pero es un filme muy loco en el fondo –matar no es tan superficial-, como cuando el limpiador del baño que parece un chiquillo idiota se descubre como tremendo asesino profesional, incluidas escenas marciales y con armas que harían la envidia de cualquier actor de acción consumado. No obstante esto es solo momentáneo. No hay demasiada acción, pero tampoco es tanto lo que anuncia el título. De todas formas trata la vida extraordinaria de un yakuza en manos de un hombre muy común, aburrido de su existencia.
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miércoles, 24 de octubre de 2018
First Reformed
Ethan Hawke interpreta a un pastor protestante que tiene
dudas y que se halla en la desesperación (silenciosa), además sufre de una
enfermedad terminal y se siente culpable de la muerte de su hijo al convencerlo
de ir a la guerra, como de la desintegración de su matrimonio. Esto luce como
la mezcla de Diario de un cura rural (1951) y Biutiful (2010), pero con más
diafanidad que Robert Bresson y más acertado que Alejandro G. Iñárritu.
El director Paul Schrader se enfoca en que los seres humanos
están destruyendo el planeta y, por ésta razón, Dios nos odia. Hawke como el
pastor Toller se siente mortificado además por el silencio de Dios, por tanto mal en el mundo. Esto se pone en la
palestra cuando el pastor conoce a una pareja, y el marido de ésta se halla muy
desesperado; aquí se enfocan en el cambio climático, cosa que Schrader potencia
y le da varios sentidos, lo que pudo sonar tonto. Toller está a puertas del
abismo, a puertas de convertirse en Travis Bickle, y como en esa hermosa y
perfecta película algo improbable sucede, algo cambia a último minuto.
Schrader juega con el escape, aprieta la vida de Toller,
pero al final hace valer la otra mitad que convive con la humanidad, la
esperanza. La luz parece imposible de llegar, incluso desarticula la opción que
todo lo mejora, el amor, proponiendo que el necesario cambio interno que todo
hombre debe manejar desaparezca, por pesimista. El mundo es caos, la humanidad
con el cambio climático va hacia la autodestrucción, el hombre es malo, Dios
simplemente se cansó, nos detesta. Todo suena muy dramático, trágico y drástico.
No obstante hay momentos en que se respira normalidad, en el
quehacer diario del pastor, teniendo a la iglesia de la primera reforma como un
lugar histórico, salvador y turístico, como con las historias de la época de la
esclavitud, aunque les persigue el miedo, la muerte. El filme también juega a poner
en discusión el poder y la necesidad del dinero, con financiamientos dudosos,
obligados, y que uno debe callar, pero pasa, como quien pone la situación más
desosegante, y es algo que no queremos ver o ya no tenemos fuerza para
enfrentar.
El filme acierta de lleno cuando logra manejar el silencio
de Dios, sin que necesariamente el pastor deba negar a Dios u olvidarse de él,
pero debe buscar en aquel mundo que tanto dolor le causa, debe enfrentarlo tal
cual, y la salida es sencilla, pero efectiva, una de las pocas, o la mejor. La salida
es terrenal, sin tener que odiar o renegar de Dios. Es algo que finalmente no
se puede comprender del todo, lo mismo con el planeta y la humanidad. El panorama
es cruel y duro en el filme, se siente incluso la soledad en las calles y en el
trato de la gente, algo muy americano. Pero no obstante hay momentos donde
Toller parece estar tranquilo, aunque su mal es interno y en mucho silencioso.
Lo bueno de la película es que es como una montaña rusa de
emociones, hay momentos aparentemente apacibles, suaves, y luego surge –se toca-
la desesperación, lo intenso. Una de las grandes escenas del filme donde surge
paz es un momento a lo Bruno Dumont que toma plena lógica, que tiene de
sensual, de atrevido, de místico, de apocalíptico, todo adornado dentro de una
pequeña levitación, un momento erótico convertido en algo intelectual. Schrader
yace iluminado en ésta propuesta, abundan los diálogos y son todos muy
coherentes y aunque muy argumentales no dejan de ser humildes, con esa humildad que evoca la idea del americano promedio que no se toma tan en serio su inteligencia, su
facilidad para pensar lo existencial, la trascendencia, porque finalmente todo
pasa por lo mundano, por nuestra simplicidad vivencial, frustraciones,
carencias y sufrimientos.
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viernes, 5 de octubre de 2018
Los demonios (The devils)
Es la película más excesiva, famosa, polémica, odiada y
celebrada de Ken Russell, que es una historia religiosa, pero del tipo de quema
de brujas o de lucha contra el demonio, la versión hardcore de películas como La
pasión de Juana de Arco (1928) o de El Proceso de Juana de Arco (1962), donde
un cura es perseguido por la inquisición, pero no por algo sobrenatural, sino
por señalarle una vida libidinosa, por ser muy sexual y casarse a escondidas
con una joven, que en realidad es porque éste cura, Urbain Grandier (Oliver
Reed), defiende la independencia de su ciudad, de Loudon, del poder del Cardenal
Richelieu quien manda a destruir a Grandier.
Grandier es como un rock star en su ciudad, y además un sex
symbol, que en especial hace que las monjas se sientan fuertemente atraídas, lideradas
por la madre Juana (Vanessa Redgrave), quien se mueve con la cabeza doblada,
con una joroba, y es la más obsesionada con Grandier. De esto vendrá la idea de
la posesión satánica en las monjas con lo que Russell proporcionará tremenda secuencia
de locura, de desenfreno, de una orgía brutal, que tiene de esperpéntica, fiel
al estilo del director británico, aunque no se percibe del todo explicada. Es
más como una histeria que sigue a la madre Juana, de la mano de la persecución de
la iglesia liderada por Richelieu y sus peones, el barón De Laubardemont (Dudley
Sutton), el padre Mignon (Murray Melvin) y el cazador de brujas o exorcista padre
Barre (Michael Gothard).
Es un filme extravagante, pero bien narrado, muy interesante
también por su parte histórica, pero como acostumbra Russell se toma muchas
libertades y sobre todo excesos. De cierta manera también se puede considerar
una película de terror, pero no con un enfoque de miedo, es de utilizar sus
elementos para hacer algo distinto. Varias escenas de la película tienen un
toque visual artístico de horror, inclusive en la apariencia de la madre Juana,
pero el filme propone con ello el drama histórico eclesiástico, el estallido psicológico,
la demencia, cierto absurdo. En mayoría los excesos funcionan, porque tiene un
background de hechos reales conseguido, sólido, aun cuando sus formas invocan
el entretenimiento ligero.
Vanessa Redgrave y Oliver Reed están maravillosos, en los roles
icónicos de sus respectivas carreras; Redgrave como una mujer poseída por una
obsesión sexual y también afectiva, negada por el hombre que desea, porque a
ella en realidad ganas y acciones nunca le faltan. Grandier es un hombre coherente
aunque propenso a cumplir con su carnalidad. Yace más cerca de los protestantes
-en varios sentidos- que la iglesia católica persigue con ahínco, dejando
regados sus cadáveres –que explota visual y constantemente el filme- y tortura.
Grandier a pesar de todo es consecuente, hasta confiesa sus culpas, acepta sus
defectos, quiere su devoción a Dios pero también ser un hombre libre en su
hedonismo, y aun trasgrediendo las reglas no merece la inquisición –las monjas
se incitan solas-, ésto queda claro, con Russell haciendo énfasis
en casi todo, es el exceso en su máxima potencia, afuera la sutilidad, y por
más paradójico que suene funciona, porque es muy transparente, muy propio de su cine.
No todo es genial, pero es un filme más que decente, yo
diría que hasta bastante bueno, pero entendiendo que el mal gusto y la
vulgaridad coexisten con el interesante interés histórico que valga decirlo lo
ha hecho Russell más atractivo que el común. Russell tenía especial aprecio por
lo histórico, por lo intelectual, solo que también por plasmar el arte a su
manera, volverlo popular, fácil y muy entretenido, con un infaltable toque de
locura que queda más que presente en los comportamientos de las monjas, donde
brilla la polémica, ya que en los curas más bien yace la maldad o frialdad, el
interés personal, y así Grandier es el héroe del relato, pero con su cuota de
corrupción, como es visto su deseo sexual –lo cual también lo puede dibujar
doblemente heroico visto desde otra perspectiva-, luego hasta calmo al confesarse
enamorado, y se le siente un tipo normal, pero trasgresor por ser un cura católico.
En el fondo parece la película tratarse de la defensa del evangelismo
y de paso de lo británico –pensando en el tema serio de la propuesta- o, quizá más
bien –pensando en el lado más marcado de Russell, el exceso-, de la libertad y liberalidad
sexual, del placer per se, con los católicos como los verdaderos demonios,
poseyendo en las sombras en realidad a unas monjas reprimidas y neuróticas,
mujeres con ganas de tener sexo limitadas en sus anhelos, el resto simple
pretexto. Pero a esto hay que agregarle un festín de cierto efectismo, de irreverencia,
en una orgia mítica, y así es Ken Russell. Hizo lo que le dio la gana, y se
saltó con ello su lugar en los libros más serios, pero se hizo también un
cineasta de culto.
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