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lunes, 8 de marzo de 2021

La llorona


Candidata por Guatemala a una nominación a película internacional en los Oscars 2021. La dirige Jayro Bustamante. Es una película de terror, pero levemente, sutil se podría decir. Donde yace su mayor motivo de ser es a todas luces en tenerse por una película de denuncia, del genocidio de indígenas durante la guerra civil de Guatemala, guerra que puso a militares a matar comunistas y como los indígenas apoyaban a estos fueron puestos en el blanco del exterminio, incluidos los niños y las mujeres. Los militares de éste país han negado un genocidio, pero estudios internacionales y denuncias de victimas y sobrevivientes -como llegamos a ver- señalan un genocidio. El filme se pone del lado de la afirmación de la existencia de las masacres, y lo hace plasmando un poco de cine de género, con ésta mítica latinoamericana de fantasmas, la de La llorona. El filme es abiertamente una denuncia, vemos juicios, marchas, cánticos contra un general genocida, Enrique; vemos el sostenimiento de la protesta afuera de la casa donde queda confinado el general, su esposa, su hija y su nieta adolescente, con un guardaespaldas, la sirvienta de confianza y una nueva sirvienta. El filme va poniendo poco a poco la cuota de miedo -gota a gota- como historia de terror; en ello no pone momentos grandiosos, pero sí competentes. Se suman pesadillas, ponerse en el lugar de las victimas. Surge el agua como símbolo de tensión, extrañeza, premonición, manipulación y temor, animales que se convierten en plagas, distorsiones, alucinaciones, ruidos. Empieza a surgir el pánico en la casa. María Mercedes Coroy hace muy bien su papel de alguien extraño, llega a provocar sensualmente incluso. La amistad entre la niña y la nueva sirvienta va de la mano de la desconfianza que le genera notablemente la película al espectador, la misma que acompaña al general, viejo y desequilibrado, pero carente de remordimiento, que mira a la sirvienta con otro tipo de fascinación a la niña y su esposa. Se catapulta lo indígena, todos se ven influenciados o golpeados por la nueva presencia en la casa, aun humilde, pero firme, aun muchas veces menospreciada, acá a la orden del poderoso misterio, concatenando su buen suspenso, con sutiles acciones, acciones que proyectan expectativa. El final ciertamente no es impresionante, pero en conjunto es un filme más que decente, mientras maneja bastante trascendencia política.

martes, 4 de agosto de 2015

Ixcanul

Ópera prima del guatemalteco Jayro Bustamante que se encuentra en la competencia oficial del 19 festival de cine de Lima, que nos cuenta como María, una joven de 17 años de un grupo indígena llamado Kaqchikel Maya, vive a puertas de un volcán en una plantación de café donde además trabaja con su padres, de lo que por hallar un mejor futuro familiar se le plantea la obligación de casarse con el jefe criollo de la finca, sin embargo ella tiene otros sueños, como irse con el humilde Pepe a Estados Unidos, de lo que por esas búsquedas se embarazará de él y empezaran sus verdaderos problemas.  En el que es un filme bastante sencillo, pero trabajado laboriosamente, en una factura impecable, uno que logra despercudirse del señalamiento instantáneo de simple exotismo y costumbrismo, gancho para algunos festivales europeos como el del festival de cine de Berlín 2015 (la Berlinale) donde participó, pero les entregó algo mejor, obteniendo el premio Alfred Bauer, que tiene su prestigio ya que lo han ganado directores como Miguel Gomes, Alain Resnais y Tsai Ming-liang. Y sí es de ese tipo autóctono llamativo, a un punto, indudablemente, pero donde brilla más la cotidianidad y la “normalización” de estos descendientes mayas en una existencia austera, rural, de campesinos embellecidos por lo cultural, por encima de su simplificación contemporánea, a pesar de que radican humildemente y con carencias, a quienes vemos beber hasta el emborrachamiento, enamorarse como niños hasta perderse, tener relaciones fogosas sobre la tierra (pero también tener masturbaciones extrañas con árboles), a María poniéndose siempre bella con la ayuda de su madre y todo en buena parte muy común, sumado a su folclore interno, rituales, enseñanzas y modos de vida típicos. En una conjunción muy bien lograda, donde aflorará mucha tragedia y dolor, producto de la inmadurez, esa que nos gobierna a todos en una edad. Para lo que María será como el volcán, llamado Ixcanul en su lengua nativa, en que se encenderá de vitalidad y fuerza, como dentro de un fuego intenso (sus acciones), para aprender la evolución de su naturaleza y llegar al apaciguamiento de su crecimiento. Todo en el transcurso de aceptar su matrimonio con el capataz.

Es de recalcar la unión con la madre que hace un papel muy bien actuado, con más participación de la que creemos, y que es el ejemplo a seguir con la tradición que debe asumir María, la que se encarga de cada movimiento de su hija, tratada como una niña, asunto muy definitorio en la historia, habiendo hasta anécdotas y complicidades superficiales entre ellas, algunos relajos sobre seguir al pie de la letra las ideas pre-modernas y secretos luego develados como problemática general.  Es un mundo matriarcal en el hogar, pero machista y ortodoxo afuera donde esperan que acepte responsabilidades de mutuo orden, ser la esposa de un -aún joven- viudo con hijos a cambio de seguridad material, como en tantas culturas donde se imponen matrimonios por conveniencia y una elección “arbitraria”, sin amor.

Según vemos en el filme nace la duda, ¿María ama a Pepe a quien enamora con una botella de alcohol y siendo buena con él, o sea, permitiendo relaciones sexuales, o simplemente quiere otro tipo de vida lejos de los Kaqchikel Maya y todo es un método de convencimiento?  Y puede que sea como Madeinusa (2006), el de rebelarse  a toda costa contra las convenciones de la tribu en un periodo capital, una que impide nuestra libertad absoluta y propia felicidad, pero desde mayor ambigüedad psicológica (no tanto a través del lado marcado de la perversidad, sino más por indicios de autonomía y sueños de otro mundo, el occidental tras el volcán, nuestro comportamiento, o como Madeinusa con Lima) y sutileza en ese trato central del filme, siendo algo oscuro velado, un rechazo interno, porque no sabemos a ciencia cierta el corazón de María que suele ser muy dócil y grácil, pero a su vez silenciosa y misteriosa, la que puede sorprendernos con un espíritu muy materno e independiente, en que la ciudad, su corrupción y sus desajustes, con rezagos e influencias en esta comunidad virgen, edénica, le llega a todo ser humano, lo golpea y lo enfrenta con lo impuro, con su alienación.