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viernes, 11 de abril de 2025
Mickey 17
Ésta es una película de entretenimiento y yo diría de cine puro y duro. Uno puede hallar correspondencias políticas, pero esto es como pensar más en el deja vu y no en lo random. No faltará pensar que habla del fascismo y de Elon Musk como el próximo creador de Skynet. Pero el filme no necesita de esto, es entretenido tal cual, aun cuando por ratos puede pasar por un poco anodino. Hay momentos donde falta más originalidad y más espectáculo, uno que te saque del lugar común, pero habiendo tanta agua bajo el río es complicado tenerlas todas con uno en cuanto a sorpresa, novedad y creatividad. Pero el filme cumple su función, tiene su cuota decente de originalidad y espectáculo. Al director cool Bong Joon-ho, creador hábil de un propio cine social, actual, moderno, se le nota cierta madurez, parece estar más realizado consigo mismo en cuanto a querer impresionarnos, pero se le nota aun, como es lógico, pasión por el séptimo arte, pero va de la mano de su experiencia y del personal cine que ha hecho. Se le nota más cerca del triunfo de The host (2006) que de la caída de Snowpiercer (2013), pero tiene de ambos, mejorando donde falló en ésta última. Mickey 17 (2025) es una película más intrigante que Snowpiercer la cual en el papel prometía mucho, se oía muy cool. El filme tiene una historia de un muchacho (Robert Pattinson, si bien tiene 38 años) que ha hallado un trabajo peculiar, se ha vuelto un prescindible, alguien a quien se le desecha sin problemas, que se usa para experimentación científica, producto de que puede ser clonado con facilidad, devolverle la vida y sus memorias, aun cuando se percibe un claro menosprecio con quien es como persona y, sí, se puede entender de cierta sociedad, sea ser juzgado por parámetros intelectuales o económicos o ambos. Mickey (un muy talentoso Robert Pattinson) es un muchacho sin rumbo, que se deja llevar por el entorno, en particular por un amigo más astuto que él (Steven Yeun, quien también está en estado de gracia), y así termina metiéndose en un embrollo criminal que lo lleva a ir inconsciente a convertirse en un prescindible. Aquí se podría pensar que algo superior, el destino podría ser, junto con las oportunidades, medio que lo han empujado hasta ahí o le ha terminado encasillando. Pero en realidad nunca se deja de leer que Mickey siempre ha tenido y tiene opciones, si bien tiene que crearlas o creer en sí mismo. La trama, una circunstancia en especial, que consideren que ha muerto nuevamente y le den vida al siguiente clon suyo, Mickey 18 (que lleva un toque personal de perversidad y picardía; cada uno tiene algo diferente), hará que mejore su intelecto, y que sea menos pusilánime con existir, que se valore más y a la vida misma que se adjudica. Es querer vivir (amar la existencia) y no solo eso, vivir bien. Todo esto está metido en un especie de gobierno menor o sucursal dentro del mandato oficial de la humanidad, como señalando que el ideal se mantiene intacto, perdura, aunque haya que hacer arreglos más abajo. Éste pequeño reino está dirigido por un personaje ridículo, digámosle farandulero, un amante de la celebridad, del autobombo. Muchos dirán que esto es propio de la época en que vivimos, un representante acorde con el presente, pero también es una fuente para fabricar bastante humor negro que incluye algo de quehacer grotesco (como Pattinson, muy en estado físico natural y potente visualidad, cayéndose desnudo de la máquina que una vez muerto, muchas veces salvajemente, lo clona). De paso para generar la autocrítica de nuestros tiempos (como le pasa a todo cambio de la sociedad). Mark Ruffalo hace de éste personaje notoriamente caricaturesco el cual debe ser juzgado en esa medida, al ser su performance abiertamente exagerada, por tanto eficiente al humor y parodia que practica. Aparte hay una historia complementaria, de descubrimiento científico (si bien es comprendernos a nosotros mismos), con una invasión de Aliens, que habla de humanizarnos frente a los animales en general, que recuerda a (la buena película que fue) Okja (2017), partiendo de mayor extravagancia, a través de los insectos (lo feo o desagradable), y a esa vera esperar lo inesperado, la bondad donde no la solemos pensar. Esto puede leerse como una lectura antibélica, frente a pequeñas guerras donde un poder mayor o que se siente así enfrenta a un poder muchísimo más humilde (aun cuando se está descubriendo otro mundo). Puede que sea como decir que en ello la tara principal es otra a lo que se suele estimar. Manifiesta un diálogo que estos Aliens blufean. No tienen el poder que hacen creer. Es más querer (ser valiente y, si se quiere, justo) que tener (recursos). Éste es un llamado al planeta (medioambientalista, animalista, de multiculturalidad, de convivencia). No obstante es normal que uno mire con recelo lo desconocido. Tampoco se trata de subestimar -que es el elemento principal del relato en varios sentidos-, de no reflexionar, de no tomar precauciones. Es un llamado de mejorar la sociedad, de pensar qué hacer, tal como se discute tanto la ciencia que plantea el futuro, que controla el personaje de Ruffalo y la que hace de su mujer (la simpática Toni Collete, aunque tiene un papel opuesto). Ellos proporcionan humor ligero, humor esperpéntico a un punto. Invocan banalidad. En cuanto a lo romántico, la actriz Naomi Ackie implica liberalidad, feminismo y ciudadanía del mundo.
viernes, 29 de abril de 2022
The Batman
La oferta con los superhéroes es bastante grande, hay para todos los gustos y éste Batman es justamente para la cinefilia hardcore. Dirige el americano Matt Reeves. De lo bueno que presenta éste Batman es que más de media película recurre al cine negro, al cine de investigación y tiene suelto a un asesino en serie que es un enemigo clásico de Batman, The Riddler. El Riddler deja mensajes con misterios a resolver y tiene un plan maestro, mostrar que el sistema está corrupto y, copiando a Batman, buscar venganza. Batman, un muy buen actor en Robert Pattinson, golpeado por la muerte de sus padres quiere acabar con el crimen de su ciudad, aunque esto, sabe, es imposible, pero quiere intentarlo. Pattinson hace de un chico melancólico pero que se sostiene con fuerza por fuera, pero es un alma sufrida, un chico dark digámosle. En la película de Matt Reeves se trabaja un poco con el cine social, con cierta lucha de clases, se critica a los ricos, a los coludidos con las mafias y los policías corruptos. Pero también se habla hasta de los privilegiados en un alarde de lenguaje de actualidad. Hay una historia que se inserta en lo clásico y agrega novedades en la concepción del padre de Bruce Wayne (Pattinson), y esto presenta varios giros y vueltas de tuerca interesantes y bien argumentados. Es un filme que cambia de centro de búsqueda de soluciones hasta en tres oportunidades. El final es un colofón de acción, y lleva una crítica social a esa típica gente desadaptada americana en busca de venganza que realiza tiroteos como francotiradores a victimas inocentes o también están esas bombas que colocan en la ciudad esos otros tipos de gente de cierta locura que intentan desquitarse de su frustraciones pasadas o existenciales generando muerte o destrucción de manera anárquica. Todo el filme, todo lo que veremos, es un estudio y reflexión sobre reemplazar la ira y la venganza por un camino de perdón, sanación y de construcción positiva. Es así que Batman entenderá ésta lección y sembrará en sí una nueva filosofía, como que aprenderá de The Riddler; así toma -en esa sugerente escena de las motos yendo hacia lados contrarios- el camino opuesto del robo a los ricos que escoge Catwoman, la bella y sexy Zoe Kravitz, que tiene una historia bien cimentada e interesante. Ella nada en cierta inclasificación, es una criminal menor con "justificación" y hasta código de humanidad, lo mismo que todos los personajes, vidas pobres, vidas duras y desagradables, querer desquitarse del mundo. Éste Batman yace mucho en la oscuridad, incluso literalmente el filme para siempre en la noche, entre sombras y tinieblas -manejo aparte del miedo-. Tiene un poquito de cine de terror, medido, bien manejado, para no desvirtuar la esencia del cómic. John Turturro hace de un importante mafioso, Carmine Falcone, un personaje usualmente menor, que con Turturro y Reeves crece bastante y es bastante atractivo. Colin Farrell es otro gángster, en la piel del legendario Pingüino, que tira más para el noir y el realismo. Es un filme que hay que prestarle mucha atención, puede ser complejo, pero se entiende todo, pasamos de una rata o soplón con varias facetas y rostros entre anónimos a un ajuste de cuentas también de cambios de historia en medio de la lucha por el poder que incluye lo político y el orden. Ésta propuesta tiene de Nolan y de Fincher. Paul Dano está excelente como un desquiciado con gran intelecto. El filme está lleno de detalles y es muy entretenido siendo inteligente y audaz con muestras cuidadas de crueldad y sufrimiento general. Es una obra notable, y es desde el mundo de los superhéroes, aunque con un código más pegado al cine de autor popular.
lunes, 27 de enero de 2020
The lighthouse
Un hombre en un faro recibe un nuevo ayudante, Thomas Wake (Willem Dafoe) recibe a Thomas Howard (Robert Pattinson). Wake se dedica a fastidiar a Howard, he ahí la lectura del padre abusivo. Howard trabaja duro en condiciones especialmente exigentes, está aislado, cansado, maltratado. Se desata una interacción entre ambos hombres y actores híper intensa y veloz, como el filme, lleno de constante novedad y muchos momentos. Howard como en El Resplandor (1980) empieza a sufrir de locura, pero no solo golpeado por una psiquis en tensión sino por el compañero y jefe que le plantea la otra lectura del filme, igualmente semejante al Resplandor, la del misticismo, la de la leyenda marina, la de los monstruos y sirenas asesinas, esto mezclado con el pasado turbio y aparentemente criminal y asesino de Howard que lo persigue como karma y lo tiene sumido en la frustración. Howard quiere trascender y se halla sumido en el peor de sus días. Es un filme que se imbuye en la locura, en las alucinaciones y en el subconsciente, hay muy buenas escenas a ese respecto. También hay algo de erotismo sucio, pero en buena parte escondido. El director Robert Eggers denota mucho talento, y lo hace bien al no buscar repetir esa maravillosa obra anterior suya, La bruja (2015), hace algo distinto. La última es una película que explota en cantidad de momentos cargados de violencia, la otra era misteriosa, mucho más calmada y potenciada en momentos claves. Aquí todo es claro, un hombre empieza a enloquecer, está lleno de problemas, físicos, psicológicos y sociales, lo bello se le escapa, como la belleza de la sirena, para encontrar el golpe y la tortura, el jalón hacia el suelo. El faro es como la leyenda de los indios en El Resplandor, curiosamente Wake, el cuidador de éste, aunque respetuoso de lo mágico y sobrenatural, es un ser humano despreciable, lo que indica que anida más bien el mal en la zona. Pattison fácilmente pudo estar nominado al Oscar, muestra una tremenda performance, ayudado por el genial Dafoe.
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lunes, 6 de mayo de 2019
High Life
Claire Denis hace una película interesante, pero no
perfecta, entonces vale, porque tiene su originalidad, su buen cine arte,
aunque tiene puntos débiles o criticables. El filme es algo confuso de ver,
sobre la misión de reproducción, el por qué la hacen tan complicada; después se
suelta el pandemónium que si luce normal ante no ir por la vía rápida y fácil.
El filme tiene su parte fuerte en como desaparece la tripulación
hasta quedar padre y bebé solos. Robert Pattinson interpreta a éste padre, y
está muy bien. La trama de ir rumbo a un agujero negro suena escueta pero práctica,
efectiva, con los muchachos pequeños criminales puestos en el espacio con la
doctora asesina (Juliette Binoche) y su investigación.
El sentimiento que emana entre padre e hija del inicio es
bueno, luego se vuelve medio intrascendente, pero sigue funcionando. Pattinson
con su actitud y performance no necesita verse más viejo, no mucho al menos.
High life (2018) es un sci-fi que exhibe herramientas sencillas, pero es muy
erótico, sexual, tiene identidad.
Lo interesante es como cada tripulante va a ir
desapareciendo hasta que quede la figura previa de los cadáveres que arroja al
espacio Monte (Pattinson). Estos cayendo en el espacio son tremenda imagen.
Binoche sobresale como cabe esperar. Lo futurista –lo material- está perfecto,
sin demasiada extravagancia que no sea alguna máquina de excepción.
Pattinson hace de un buen tipo en general, quien se regenera
con la responsabilidad de cuidar de su hija. La propuesta habla de la búsqueda
de la trascendencia. Binoche también hace de una mujer en pos de la redención,
con lo maternal. Hay un vacío y ser defectuoso –hasta lo criminal-, mejorar
como persona, que se trata, que se llena o se transforma con tener un hijo,
aunque hay quien reniegue de ello y se muestra incluso violento.
El filme versa sobre ser padre y arranca de ser un muchacho
loco hacia esa responsabilidad, mientras esto es productor de mucha intensidad.
El filme tiene su toque gore, sus momentos de terror. Hay una buena bomba de
tiempo, en como Denis propone subir la tensión, en como lo prepara. High life
no es un hito, pero es un buen filme.
lunes, 17 de septiembre de 2018
Damsel
Los hermanos David Zellner y Nathan Zellner dirigen,
escriben el guion y actúan ésta película, que es cine marginal de cierta
manera, no va acorde con el cine comercial amable, es humor negro marginal
valga la redundancia, lo que la hace una película fácil de rechazar. Pero los
hermanos Zellner muestran también personalidad y autenticidad. El filme busca
en sus protagonistas lo que todos, felicidad, pero en lugar de hacer que todo
el mundo la consiga, como sería un cine más comercial y empático deja a sus
personajes con las ganas, mirando melancólicos el horizonte mientras cruzan en
barca en pos de un eterno nuevo comienzo.
El filme es uno que habla de volver a comenzar, desde el
principio vemos a uno de los tres protagonistas, interpretado por David Zellner,
que no tiene nada, lo ha perdido todo, y de manera muy alegre se topa con un
predicador, también agotado de intentar y siempre fallar, que renuncia y quien
escucha toma su lugar. El filme desde el inicio nos indica que veremos, es
bueno atenerse a ello para apreciar el cine de los hermanos Zellner. Nos dice que
presenciaremos mucha mierda y cosas fantásticas –entretenimiento-, igualmente
que el resultado será el mismo que el del predicador por estas tierras, la frustración,
encontraremos vacío, en medio de muchas aventuras y seguir y seguir intentando.
De eso parece decirnos que se trata todo, aunque no sea un mensaje optimista, sino
muy poco empático.
Éste western moderno es más humor negro que otra cosa,
bromea con lo que no debería darnos risa, así están varias muertes, chocantes,
en medio de cierto absurdo, que luego toma sentido, en aquel del predicador. Samuel
(un muy talentoso Robert Pattinson) parece una buena persona, inicialmente es
nuestro héroe, pero aunque el filme se encarga de que le tengamos aprecio,
luciendo fuera de lugar en medio de un oeste salvaje, él no es lo que parece.
En la segunda mitad, que le pertenece a Penelope (Mia Wasikowska), la primera
es de Pattinson, lo sabremos. Ella mostrará un lado feminista, aunque sin rehuirle
a la felicidad que todos buscan, pero sin conformarse ni querer el camino más
fácil. Ese que quiere un desesperado Parson Henry (David Zellner), el nuevo
predicador, a quien nadie convence, pero que como el estribillo del filme salta
de aventura en aventura.
Es un filme que narrativamente hablando no busca ser comercial,
convencional, te lo cuenta medio extraño, y sus aventuras no son tan audaces,
tienen un lado un poco raro, atípico, al menos en la manera de mostrarlo. La
violencia está al servicio del humor negro. Es un humor que no da risa, pero que
te impacta y finalmente tiene sentido, hasta hace pensar, en aquello de la
frustración constante, de la sinrazón existencial. Parson es un hombre débil,
es un perdedor, los hombres en ésta propuesta todos lo son, mientras Penelope
es la luz, pero que se niega a dar cobijo así nomás, primero es su propio
camino.
Con una narrativa extraña, con sucesos idénticamente extraños
a su vera, con asuntos intrascendentes a ratos, con un humor difícil y héroes
que no lo son éste es un filme que tiene todo para ser rechazado, pero por lo
mismo genera interés, por su cuota de personalidad. También hay ternura, con Butterscotch,
por la que uno se halla pendiente. El filme pega giros brutales, por lo menos
dos, uno una novedad que sale de la nada como una locura, que implica generar
mucha acción, y otro una revelación, como truco cruel. El filme tiende a
desconcertar, por lo que su marginalidad está asegurada. El filme es como su
título, pero acorde con los nuevos tiempos, pero en un sentido poco
complaciente. El anterior filme de los Zellner era un homenaje a los hermanos
Coen –los top del humor negro-, y éste un grito de terquedad o, mejor dicho, del
amor por el humor negro, por uno de los más radicales en su tipo.
jueves, 21 de diciembre de 2017
Good Time
El filme de Benny y Josh Safdie tiene una partida muy
sencilla, dos hermanos, Nick (Benny Safdie) y Connie (Robert Pattinson), roban
un banco, y en la fuga atrapan a Nick. Connie temiendo por la vida de su
hermano que es retrasado debe buscar 10 mil dólares para pagarle a un abogado y
lo saque de la cárcel. Pero esto, desde luego, no será cosa fácil. El filme es
todas las correrías y desventuras que pasará Connie en busca del dinero.
Los hermanos Safdie tienen habilidad para retratar la calle,
a la gente marginal y peligrosa, vagabundos, muchachos perdidos, delincuentes o
pequeños comercializadores de droga y sus amigos yonquis. En Heaven Knows What
(2014) ya veíamos todo ello, sumándole como eje una relación obsesiva, abusiva
y traicionera entre una pareja de muchachos. Pero era principalmente la
historia de Harley (Arielle Holmes) y los tumbos que daba en la calle, con
gente lumpen como ella, como su amigo drug
dealer Mike (Buddy Duress).
Good Time (2017) es ver a Robert Pattinson de uno de estos
muchachos solitarios y vagos que se mete a cada rato en problemas. Su Connie a
pesar de todo es inteligente, pero para lo corrupto. Sabe tratar con gente
peligrosa. Él tiene pinta de tratable –de simpático para la audiencia- pero es
también un criminal. Connie ama a su hermano y quiere protegerlo.
El filme es vertiginoso. Tiene también muchas sorpresas. Lo
interesante de sus figuras es que tienen un lado sucio y violento y al mismo
tiempo uno sensible o con habilidad social. Nunca sabes cómo van a reaccionar,
a veces muy suavemente, en otros casos de la peor manera. Hay un buen manejo de
la violencia. Connie se aprovecha de la gente, pero lo hace muy sutilmente. Es
un embaucador, un seductor. La calle tiene matices en el mundo de los Safdie. No
es todo sórdido. Tiene sus luces. Pero es ineludiblemente un mundo duro. La suerte
no acompaña a Connie, que por más astuto que es salta de problema en problema.
Al final la cosa es muy simple, pero la preocupación y el afecto es lo que
moviliza al protagonista.
Los Safdie son buenos para retratar seres humanos, tampoco
temen ser políticamente incorrectos e irónicos en el trayecto. El robo de
Connie y Nick se hace con máscaras de rostros afroamericanos. Da a pensar que
la corrupción y el crimen callejero no es potestad de un color de piel, que están
los white trash, quienes en el robo recurren
al estereotipo. Robert Pattinson es perfectamente creíble en su papel de chico
marginal y delincuencial, y no necesita exagerar, no necesita verse agresivo o
vulgar. Good Time es una propuesta que es dulce en el fango e impredecible,
ataca cuando menos te lo esperas.
domingo, 30 de septiembre de 2012
Cosmópolis
Convertir un libro que se basa mucho en la abstracción como
el de Don DeLillo en una película parece algo muy complejo, aún teniendo puntos
de encuentro con el cine de David Cronenberg, porque lo de los anarquistas con
las ratas en la mano o destruyendo una limusina con aerosol para graffiti en
medio de una turba incendiaria que carga un muñeco de un roedor gigante, un
protagonista disparándose en la mano sin aparente motivo o el abandonar en el
mismo sentido la peluquería con medio corte de cabello cortado, es sin duda
alguna muy propio del canadiense, esa transgresión que ha demostrado en su
séptimo arte y que le ha valido tantos seguidores incondicionales alrededor del
planeta, siendo ésta película fiel al texto, y a una línea que dirime la mayor
parte de la filmografía de Cronenberg, la imperfección es necesaria y esto se
puede justificar con muchas ideas, la que parece una excusa conmiserativa a esa
crítica tan fuerte hacia el capitalismo que ostenta el filme y su inminente cambio
ya que para construir hay que destruir, entendiendo que en toda creación yace
el horror y que hay una repetición menos trascendente de lo que se piensa en el
método que genera una transformación, algo que no se puede desligar incluso de
lo provechoso como la tecnología y la economía, muy unidas a la política, esa desnaturalización
del poder que llena a Eric Packer de un vacío existencial y de la inclinación a
la autodestrucción, estando bajo el ideal moderno, el éxito con las mujeres,
altos ingresos y la facultad de influir en la vida de las mayorías.
En resumen la cinta cae en el mismo lugar, ésta vez por
ambición cinematográfica más que por imponer nuestra audaz filosofía, sin
embargo será de harto interés en el espectador más paciente, indulgente con los
fallos y carencias, y curioso con lo novedoso. Algo a notar previamente es que
tenía a Robert Pattinson como eje y conducto de la historia y su
representación, teniendo que manejar escenas complicadas como mantener un
diálogo en cierto momento erótico con una sudorosa pero guapa trabajadora de su
empresa mientras un doctor revisa su próstata, es decir cuando siendo
heterosexual alguien tiene las manos dentro de su recto. Pattinson era
atracción para muchos y desconfianza para otros, y como resultado apunta que los
que se quedaran más contentos serán los seguidores de Cronenberg porque ha sido
aun a pesar del interés comercial algo atrevido en su elección, y fuera de un
arranque frío, en sí muchos personajes lo han sido, ha sabido sobreponerse y
sacar una actuación digna, lejos del lugar común que le ha dado fama y por
ende será un seguro rechazo en sus fanáticos. Se trata de poca expresividad aunque
logra solventar un cúmulo de emociones entorno al nihilismo, desilusionado de
la antigua brújula, el contexto de su fortuna, de su trabajo, y forma de vida a
raíz de ellos, que no cree ni en el anarquismo aunque admira la pasión de
quienes se desenvuelven en éste. Ha sido difícil, una verdadera prueba para
él, aún en un tono relajado en las formas del filme llevando a cabo el
concepto.
Acompañan al actor americano dos luminarias francesas, Mathieu
Amalric y Juliette Binoche, que con papeles muy cortos son los que más destacan
en cuanto a interpretación, la fogosidad de ésta mujer mayor en un encuentro
casual sexual convertido luego en disertación sobre el arte y la pertenencia –en
toda la película se da mucha conversación reflexiva compensada con eventos en
que Cronenberg puede perpetrar su visualidad creativa aunque en ésta realización yace en
esencia dócil- y la de éste contestatario activista que se graba tras arrojarle
una tarta en el rostro a algún personaje relevante socio-político o económico. Ambos
son intensos y sueltos, siendo “sorprendente” ver como el talento siempre
brilla aun cuando no sean los protagonistas; hay mucha potencia gracias a la
motricidad, sensualidad o vocalización en sus performances, específicamente cuando ella se
contorsiona en un aura desinhibida por la excitación y él se pone alterado
luego de su atrevimiento. Con ellos, otro actor reconocido aunque no tan
popular, Paul Giamatti, que suele verse cotidiano por costumbre. Aquí ayuda a
comprender las intenciones de Eric. Aparece al final para cerrar el conjunto en
un solo punto ideológico que queda abierto apostando por una esperanza, habiendo
mucho diálogo que con su fluidez no se hace pesado aunque da la sensación de
algo anodino en cuanto a la acción. Presenta un lado intelectual a pesar de que no suele dar la impresión de
grave trascendencia, escurriéndose de la solemnidad que de por sí en la realización
ya es suficiente con su quehacer natural y evitando esa reticencia a ponernos
muy pensativos, que de eso va en la película aunque hay repercusión física en una
tensión que tira y afloja discretamente.
Torval (Kevin Durand, de semblante duro pero cuerpo ordinario)
significa la línea de seguridad de esa dualidad, entre su contratante y el
capitalismo, por eso se rompe esa capa, en la necesidad de liberarse del peso
que agobia. Mientras Elise (Sara Gadon) es un personaje contenido pero
semejante a Eric, solo que ella cree en solo limpiar y seguir adelante. No se
imagina sin la “fortuna” que la describe. Aparece rodeada de una atmósfera de
calma melancólica y elegancia.
Éste entretenimiento en manos de Cronenberg se pone un
poco serio, debajo de la extravagancia, dos motores que ha solido perseguir, no
obstante aunque implica una exigencia en esas coordenadas es afable para digerirlo,
muy acorde con sí mismo. Deja la sensación de que tranquilamente ésta podría
ser una obra de teatro, con ese escenario regidor en el interior de la limusina, a donde entran y salen en un mundo alterno que es un microcosmos de lo que yace
afuera. Cuando nos dice que la rata se ha convertido en moneda común.
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