lunes, 23 de junio de 2025
The Laughing Policeman
Adapta la novela de misterio de mismo título perteneciente a los suecos Maj Sjowall y Per Wahloo. Posiblemente la novela más celebrada del dúo. El director Stuart Rosenberg no fue tan estricto al parecer con la adaptación y se puede percibir de ello en que a pesar de que puede verse como una trama compleja hay muchas pistas falsas en el ambiente, pistas las cuales se desechan de manera donde la gran pantalla y el thriller ponen sus fichas. Es un filme que más allá de la apariencia de arduo de resolver posee bastante adrenalina y además tal cual señala un slogan de producción, tiene bastante realismo, un realismo que para parte de la actualidad puede herir susceptibilidades o pasar por políticamente incorrecto. Me parece que refleja muy bien el ambiente policial, así como el ambiente de barrio, la calle, como dentro de la comunidad de color, los burdeles de striptease y hasta Chinatown o la comunidad gay. El contexto es en San Francisco. El detective principal lo interpreta Walter Matthau quien ya se perfilaba como actor de comedias, pero aquí para la época hizo su gran paréntesis como actor más serio, literalmente, digámosle. El siguiente año haría igualmente de policía protagonista en la mega famosa –de las que no tienen detractores- The Taking of Pelham One Two Three (1974), una película más de entretenimiento puro y duro, un noir de cine popular. Matthau hace de un policía sin tanta cosa encima, algo curioso pensando que su personaje es parte de una reconocida saga policial en la literatura. También puede ser que alguien lo eligió pensando en el título, jugando con lo inesperado, con romper con el lugar común y de paso mostrar justamente algo de sarcasmo. El detective que interpreta es de los que no se hallan felices con sus vidas, dentro de la monotonía y la indiferencia familiar, mientras están obsesionados con su profesión y la corrupción que tienen que resolver. Éste detective de paso deja ver que tenía un affaire con la mujer de su mejor amigo, con quien se obsesiona por resolver su caso, quizá por un mea culpa. Éste compañero de la policía muere asesinado, investigando sobre una prostituta en sus horas libres. De la misma manera es interesante ver que el meollo criminal se relaciona con un asesino de esos locos que matan en masa y que el modus operandi se repetirá como si fuera un accionar serial. Un super plus es la performance y el personaje que hace Bruce Dern. Es un detective de policía del tipo que tiene rasgos detestables y otras cosas rescatables, que pueden saltar entre el bien y el mal o rozar los límites. Dern hasta coquetea con lo sospechoso por el tipo de personalidad que tiene, de esos policías que se les adjudica de muy pedestres, propios de la misma calle que retrata tan bien Stuart Rosenberg. El filme tiene también ratos como de un poco muertos que no le ganaran fanáticos, pero que agregan más verosimilitud a la propuesta, sobre todo a esa vida del protagonista que bien define el título irónico. Tampoco es que las pistas falsas sean vacías del todo porque agregan un ecosistema de variopintos caracteres. La figura de la calle es bastante nutrida, hay pequeños gángsters, proxenetas, dealers o hasta vendedores de armas ilegales. Exhibe un panorama bastante completo y por ahí se instala muy bien Matthau y Dern como comiendo en las cocinas de restaurantes austeros. El quehacer de buddy movie también se maneja con cierta originalidad, puesto que llega a sobrevolar estar la vida en peligro de uno de ellos en ese compañerismo, tras su cuota de ambigüedad, tal lo muestra una interactuación con otro detective, que bien ejecuta Louis Gossett Jr. En éste compañerismo no asoma comedia, pero sí esquina. Es una propuesta curiosa, que se le puede criticar ciertamente, pero que en general es verdaderamente atractiva, vale la pena, mucho mejor que ver algo sin real personalidad o sin proponer algún tipo de reto formal. Hay que tomar en cuenta que se distingue aun hoy, como adaptación de una saga literaria renombrada y con bastante agua bajo el río, cosa que tiene peso, porque uno no quiere ver nuevamente lo mismo, de ningún tipo de cine.
martes, 3 de junio de 2025
Rififi
Ésta película lleva mucha fama encima y en efecto es un gran filme. Es un noir y una película de asaltantes. Hay un robo muy bien planificado, entrenado (alrededor de una sensible alarma, para una zona muy comercial, y con rondas policiales), gloriosamente escenificado, de una joyería, donde en el robo no se habla nada ni hay ninguna música de acompañamiento. Es un robo sin armas, puesto que de fallar esto indica más pena de cárcel. Los asaltantes son 4. El líder viene de estar en prisión, sin denunciar a nadie –tema que va en repetidas ocasiones-, es Tony le Stéphanois (el belga Jean Servais). Tiene 45 años. Con él está Jo (el austriaco Carl Mohner), el “muchacho” fornido, de aura bonachón. Lo tiene a Tony por su familia, como su primo mayor. A estos franceses los acompañan 2 italianos, según la narrativa, Mario Ferrati (Robert Manuel) quien es el gracioso del grupo; y el amigo que convoca, César el Milanés, nada más ni nada menos que el mismo director del filme, el notable director americano Jules Dassin –en su exilio en Francia- quien se otorgó dentro de su filmografía 6 roles como actor, aunque pocos son protagónicos. Aquí tiene una participación importante. En su personaje literalmente es el guapo del equipo, el conquistador de bellas mujeres y ahí entra a tallar su affaire con la cantante y bailarina –casi gimnasta- la hermosa actriz turca-francesa (futura musa de Fellini) Magali Noel quien canta –realiza una performance en un restaurante-bar- una canción en homenaje al leitmotiv del filme y título, Rififi, que significa peleas a puño limpio entre los hombres, los problemas entre hombres rudos. Para el caso, las siluetas se prestan para señalar el mundo criminal, a los gángsters. Noel hace tremenda performance. También se ve muy bella echada en la cama boca arriba con el cuello sobresaliendo mientras luce una expresión seductora. Una escena cuidada y llena de ingenio que dice mucho sin mostrar nada frontalmente. Noel hace de una vedette, accesible a fans atractivos y regalos, a aventuras con tipos malos. Trabaja en el local de un gángster, como si dijéramos dentro de la mafia italiana la familia Grutter, con Pierre a la cabeza (Marcel Lupovici, que tiene la imagen perfecta para el cine criminal, un iluminado antagónico sin demasiado requerimiento). Entre los malandrines que le acompañan es curioso ver a un drogadicto. Y también es curioso ver que ésta adicción será importante para confrontar a los enemigos. El final en el auto es muy histriónico, teatral y muy cinematográfico, de cierto suspenso en medio de mucho dramatismo. Hace pensar en ser inspiración para la obra maestra Un mundo perfecto (1993). El mensaje es que el crimen no paga, aun cuando Tony dice qué hay que vivir; es decir, hay que robar, aun cuando una línea menciona abiertamente que los verdaderos duros no son los hombres pobres o salidos de abajo que se vuelven criminales, sino los hombres pobres que escogen rehuirle al crimen. Tony es un criminal ranqueado, con reputación entre los gángsters, pero como en El Padrino (1972) tiene un código de vida que sigue, de no quebrar jamás la lealtad o de no hacer daño así nomás, quien justifica matar. Cree en el respeto criminal, como cuando en primera instancia le desagrada César por percibirlo como un modelo; él, así Pierre, tienen esas caras más curtidas –como por la edad- o más intimidantes. No obstante, aquí priman las acciones más que el aura de intimidación. La ambición pesa mucho, el dinero manda. Lo vemos transportando el dinero en maletín, un clásico ya desde entonces, con billetes que se ven bastante grandes. En el inicio, en el juego de póker, se observa que no se amilanan con nadie, éstas gentes son como perros de pelea, tal cual la propia canción para la película que interpreta Magali Noel. Igualmente, la mujer puede ser fuerte o valiente, retar el entorno, pero éste finalmente es un mundo de hombres, violentos, algo brutos, duros. Así se mira a Tony castigar con azotes la deslealtad de Mado (Marie Sabouret). La humilla. Es el submundo, no el mundo feminista. Tony habla sólo cuando es necesario. Mira con furia la realidad (para ello no se necesita tampoco de demasiada explicites). Él implica no tener nada suyo fuera de lo criminal, no conoce otra manera, similar al pensamiento del De Niro de Heat (1995). Esto también es vivir bajo el yugo de sus elecciones, por más astuto que se pretende. En el inicio le dicen literal que sin dinero no puede jugar (no puede hallar placer). Es el relato de lo criminal, pero vemos normalidad, momentos familiares, relaciones cariñosas y amables, no es que se trate de malvados a secas, pero si de gente sin otras miras para tener mucho dinero. En ello el filme, basado en la novela de Auguste Le Breton, es sencillo pero muy entretenido. Estamos ante un noir muy competente y no tiene nada de complejo. Cuando los policías detectan un carro sospechoso y revisan las anotaciones de las placas de autos robados estamos ante el ingenio puro y duro de un cine diáfano y potente.
miércoles, 14 de mayo de 2025
La strega in amore
Damiano Damiani adapta en su película hecha a la italiana la celebrada novela corta Aura (1962) del mexicano Carlos Fuentes. Un escritor, historiador y/o un periodista, Sergio (el británico Richard Johnson), es un mujeriego empedernido. Se da cuenta que una señora de cierta edad lo anda siguiendo o vigilando. Intrigado y fastidiado trata de acercársele para confrontarla. Un día le muestran un aviso del periódico donde éste parece hablar exactamente de él profesionalmente, de requerir sus servicios. Todo lo atrae hacia esa extraña señora que lo persigue, Consuelo (Sarah Ferrati). Como es una mujer vieja, Sergio no quiere saber nada de ella. Pero de repente en la casona de Consuelo aparece una mujer joven muy bella, Aura, interpretada por Rosanna Schiaffino, una ex modelo en la vida real, que soñaba con ser la próxima sex symbol italiana del cine y que finalmente no llegó a consagrarse. A Sergio, Aura, le parece mentirosa y corrupta (y difícil), entonces queda prendado de ella o quiere agregarla a su lista de conquistas. El problema es que Consuelo está muy unida con Aura. Consuelo es la madre alcahueta, inseparable, como en cierta forma te recuerda a Psycho (1960). Recordemos además que Ti West dijo haberse inspirado en ésta magistral película en su última trilogía sobre la vejez. La strega in amore (1966) es un filme de terror que tiene mucho de cine negro. Aura por una parte así parece una femme fatale o una especie de viuda negra. Por ese lado, recuerda a Luna de Hiel (1992), el agotamiento de lo sexual en el ser liberal. Así mismo tiene injerencia que la condición económica de ellas no es muy buena y han sido una familia adinerada. Sergio no es rico, pero se le perfila hacia obtener de él algo similar, como comenta Fabrizio, en la performance del gran Gian Maria Volontè, quien ya había trabajado con Sergio Leone en 2 de sus populares spaghettis western, pero aun no estaba en su máximo esplendor como actor, no obstante, exhibe cierto desarrollo actoral. En dicho comentario de Fabrizio se sugiere que puede convertirse Sergio en alguien capaz de llegar a hacer cualquier cosa por Aura, como si fuera esclavo del vampirismo o un hechizo, tal como volverse fácilmente criminal. El apasionamiento es dibujado como entrar en una espiral de subyugación mental, perder toda facultad de discernimiento o mesura propio. Y esa será la lucha sutil. En un momento baila Consuelo y también Aura de manera desenfrenada, incitando a Sergio a la demencia. Los hombres aquí se degradan por su apasionamiento. Ahí se puede ver conexión con Japón (2002) de Carlos Reygadas, en otro sentimiento. Hay una carga erótica cuidada en Rosanna Schiaffino como objeto de deseo, pero donde Damiano Damiani se mantiene discreto, humilde, sobre todo a los estándares de su época o hasta incluso del cine italiano. Damiani prefiere hacer un filme clásico, gótico, que típicamente sesentero, o de cine B, aunque tiene su cuota de cierta ridiculez narrativa (como literalmente lo es lo de la matagatos), si bien no daña el conjunto. Con Aura existe cierta ambigüedad de si seduce hombres y se deshace de ellos. En esa dirección se dice que Fabrizio, el amante de Aura, es peligroso, un mal elemento. Es un poco la temática del reemplazo de la novela icónica El Cartero siempre llama dos veces (1934) y de mucho cine noir. El hombre es malo y se pide que lo anulen, para ocupar su lugar. No es cuestión de simplemente decirle que se vaya. Fabrizio parece más pasivo que agresivo, pero un juego de esgrima lo pone a lucir también pícaro. Es como si fuera en realidad, Aura, un castigo para los hombres que se pretenden astutos con las mujeres. Aura intenta dominar a Sergio. En todo esto entra a tallar Consuelo quien no quiere dejar pasar el tiempo, no quiere aceptarlo. Es la mujer que ha dependido mucho de su belleza y le mortifica envejecer. Pensemos que es lo mismo con el vampirismo, el derroche de sensualidad y la vida eterna. Como una enfermedad, Sergio, empieza a perder la cabeza por la mujer que considera físicamente espectacular, por su deseo de poseerla sexualmente. Llega a entender todo, pero podría ser demasiado tarde, ya ha cruzado la línea, ha ido enmarañándose, lo han embaucado, le han dado de su propia medicina. Éste filme es en realidad un relato de perdición que de reencarnación, si bien es en gran parte fiel al libro y una notable adaptación cinematográfica. El misterio es sencillo, pero está bien ejecutado, aunque se toma algunas licencias, maneja algo de trampa, que dejan oscilando la narrativa entre el terror y el noir.
sábado, 10 de mayo de 2025
L'Istruttoria È Chiusa : Dimentichi
Lo que sorprende inicialmente es que Franco Nero aunque hizo una carrera con varias producciones de bajo nivel es de reconocerle que es tremendo actor. Aquí realmente lo hace muy bien, es muy expresivo, sabe contener el miedo y el dolor de su personaje, sabe ser frágil y también valiente, todo de manera convincente y bajo contundente emocionalidad. El director del filme, Damiano Damiani, también es un gran director de cine, quizá muy poco reconocido para la buena calidad de sus películas, que no se revisten de demasiada materia, recurren bastante a lo esencial sin caer en lo monótono. Igualmente domina el cine de entretenimiento y lo hace con cierto grado de sofisticación en sentido de darle sustancia al cine de género que hace y que puede leerse hasta un poco intelectual, sin dejar las coordenadas de un cine accesible a cualquier espectador, hasta el más afín al de la acción pura y dura. El cine de Damiani es realmente seductor. Mantiene un alto nivel de atractivo como narrador. Su arte es interesante y al mismo tiempo se ve con mucho agrado hedonista básico. Nero interpreta a un arquitecto que cae en una terrible cárcel llena de mafiosos y asesinos producto de un choque accidental y su fuga. Es un hombre de bien, un hombre de dinero, un hombre incluso idealista a cierto punto, pero esto se pondrá a prueba producto de la ley de lo criminal, la ley de la sobrevivencia. En la cárcel conoce a un hombre realmente probo e intachable que es capaz de sacrificar su vida por sus principios. Vanzi (Nero) intenta hacer lo correcto, pero al tratar con un importante mafioso de la prisión, Salvatore Rosa (Claudio Nicastro), que uno puede confundir con el director de la penitenciaria y quien necesita deshacerse de Pesenti (Riccardo Cucciolla), el sujeto idealista que quiere señalar la culpa de cierta mafia empresarial, entra en una vorágine de miedo frente a la criminalidad de la prisión. Damiani maneja éste miedo como pocos, como se puede ver en el esquema y ejercicio dotado que coloca en su magistral película –valga la obviedad del título- I Am Afraid (1977), con los grandes Gian Maria Volontè y Erland Josephson. Hay un buen plan –que lleva cierta originalidad como película en toda su estructura hasta el final devastador y traumático- para sacar de en medio a Pesenti que lo involucra a Vanzi como fintiando su participación casualmente y en ese trayecto se ve como puede uno quedar fuera de circulación si chocas con los poderosos amos de la prisión. Es un filme que muestra muy bien la fragilidad de vivir o morir si te ponen en la lista de los enemigos oficiales o cuando estás como anillo para el dedo como prueba de legitimidad. Es de esa manera que muchos capos de la mafia se ganan el miedo y el respeto, por su cualidad de miserabilidad. Vanzi hace lo que puede para adaptarse, pero el lugar lo sobrepasa, como a cualquier persona de bien. El realismo del filme es potente, no cae en la caricatura, ni tampoco en la sobredimensión. Así el sistema para tener sexo (con la impresionante Patrizia Adiutori) en prisión es audaz y coherente. El dinero en la cárcel te puede ayudar, pero el poder (la pirámide) está primero. En ese ámbito Pesenti es un kamikaze, pero Vanzi es alguien mucho más pedestre y la pieza clave para el jaque mate en varios sentidos. Temer morir está en todos, pocos hombres pueden ser realmente heróicos, Pesenti es uno de ellos. Pero Salvatore es un demonio en toda la palabra. Igualmente, el cinismo y la frialdad del guardia al mando del centro (Turi Ferro). Hay diversos vínculos de amistad en prisión. Asistimos a muchos tipos de presos, como Biro (John Steiner), el eterno delincuente juvenil. También se apela a la dignidad del preso, como con Campoloni. Muchos estan expuestos a la fragilidad de la existencia, en un lugar donde es un pequeño reino donde favores esenciales valen más que la propia vida. Es el opuesto de la civilización idealista donde cada ser humano es importante. También hay una señalización de clases bajas empujadas a corromperse, como arguye el jefe de policía. Es una película pesimista, pero también la cárcel representa un submundo infernal.
lunes, 24 de febrero de 2025
The Getaway
Ésta es
una película de acción muy buena. Pero hubiera sido perfecta sino fuera por la
introducción que se hace del amor de pareja que se exhibe muy propia de
telenovela, pretendiéndose poética, y hasta en la laguna parece comercial de
tv., si bien es importante porque el filme se solventa de ésta relación. Ésta
parte inicial notoriamente romántica luce muy endeble y no es tan breve, parece
de otra película. Incluso el protagonista peca mucho de híper sensible en esa
consonancia, no como un convicto, alguien que ha pasado las de Caín en la
cárcel. Sobre todo cuando su salida implica que seguirá por el camino criminal.
Pero después el filme otorga intrepidez en su acción, se pone realmente
memorable, sin exagerar la grandilocuencia. También con los pergaminos y
maestros que tiene, una novela de Jim Thompson, Walter hill como guionista y
Sam Peckinpah en la dirección, no había pierde. Ali MacGraw en sus 33 años se
luce muy bella, se diría que es irresistible para cualquiera, pero se le
percibe en buena parte frágil para el personaje que tiene y que se necesita
como soporte. De todas formas cumple, no malogra el filme. No es la elección
más idónea, pero da personalidad al conjunto, aun así. Ella no tiene una
carrera con muchas actuaciones; ésta debe ser la mejor que ha dado. La parte
del basurero es bastante emocionante, claro reel del mejor cine de acción. Muy
detallada. Cine puro y duro. Las tomas del recojo hasta el terral te ponen a
sentir un paso a paso de mucha potente tensión. Igualmente el desenlace a lo Unforgiven
(1992), con los 6 hombres contra uno es súper atractivo. Full adrenalina.
Produce escenas gloriosas. Doc McCoy (Steve McQueen) con su escopeta y su
revólver, dando la cara, en desventaja, a lo Django (1966), es oro puro.
Finalmente ahí lo vemos al protagonista en toda hazaña. La llegada de los
mafiosos sureños de aire clásico en el carro musculoso parece salida de una de
las mejores películas mexicanas de ajuste de cuentas. Posee una maravillosa
visualidad. Se ve super into the movie, en el contexto americano folk. Ben
Johnson como el capo y político corrupto, con una mirada filosa y a otros ratos
sutilmente pícara, muy sugerente, es tremendo acierto desde el principio hasta
el final. Es un formidable antagonista. Mención especial además de John Bryson
como el contador. Cuando dice que hay que dejar el cadáver en una zanja,
limpiando su rastro y la escena, suena a noir serio. Las persecuciones y
enfrentamientos con la policía también generan muy buena acción. Se nota una
fuerza policial muy poco inteligente, poco previsora, más funcional, como pasar
cerca de un ómnibus sin notarlo, o no poner barricadas en el pase a la
frontera. Pero puede verse como la película de otra época, más light en todo
sentido, más despreocupada. McQueen es sólido como antihéroe, de ladrón de
bancos. Trasmite mucha naturalidad. Tiene un toque de tipo duro muy conseguido,
sin necesitar de posturas intimidadoras, sino todo muy en su normal
expresividad, normal seriedad. Se le ve un hombre rústico, campechano, sin
llegar a ninguna cuota de vulgaridad. Es como que está en el medio de cierto
refinamiento y cierta llaneza. Se le ve un tipo común pero educado. Lo
interesante de él es que así puede concretar roles bastante verosímiles de tipo
duro. La vulgaridad viene con el compinche, Rudy Butler (Al Lettieri, tremendo
secundario) que tiene una sub-trama que inspira ese porno moderno con el
supuesto marido observando ser engañado en una faena sexual y esto se mantiene
en gran parte del filme con la ligera mujer muy bien interpretada por Sally
Struthers, a la que tratan como adolescente boba. Esto se observa perverso,
pero también irónico, como el sentido del humor de un cierto machismo. Pero el
filme se ubica en Texas y en estos relatos predomina el clásico duro rural. La
escena con el viejo cowboy de clase trabajadora pone el sentimiento en pantalla
y la humanidad existencial y de paso consolida sin disfuerzos al dúo. Hay un
fuera de campo sobre un coito por negocios que escenificarlo hubiera aumentado
el realismo y agregado sordidez al filme, pero ésta película es una obra de
cine cuidada y rehúye ello. El fastidio a esa vera se reduce en su efecto pero
es afín a ser usado repetidas veces para discutirlo, habiendo en el aire un
quehacer emotivo, lo cual es curioso en un filme de vaqueros. El robo del banco
es competente aunque no impresionante, luce un asalto sencillo/fácil, de
pueblito y entidad con mil descuidos de seguridad, pero es capital en la
historia, como implica el título. En adelante la propuesta –éste gran thriller
criminal- paga con creces su precio como una notable película. Se mantiene
hasta el final en gran nivel de acción. Lo que sigue es perfección pura.
McQueen representa al hombre que puede tener a cualquier mujer y al mismo
tiempo un tipo sin musculatura, pero capaz de enfrentar cualquier reto físico.
Cuando pasan por la máquina de basura es una representación inteligente de que
pueden con todo, aunque no es una lucha de aquellas como contra lo imposible
que se ve en la realidad más contemporánea del cine de acción, sino una
historia de pueblitos del sur, una historia campechana, que se palpa
sustancial, notablemente real.
domingo, 23 de febrero de 2025
Decision to leave
domingo, 24 de noviembre de 2024
L'Étrangleur
Ésta es una película un poco rara, rara no porque no la vayas a entender, sino porque algunas acciones no parecen las más comunes, algunas acciones son literalmente extrañas, como si los personajes salidos de la cabeza del francés Paul Vecchiali -que escribe en solitario el guion- fueran gente rara, pero tampoco es que ser asesino en serie pase por ordinario, sino, claro, es propio, como se dice en pantalla, de personas dementes, anormales. El relato abre con un niño pequeño castigado escapando de su hogar para querer huir en tren, pero se topa con un adulto y presencia un asesinato, algo que él tomará de modelo. Por un momento parece pasamos por una visión o sueño del futuro, producto de un enojo e impotencia que cambiará el rumbo de la vida de Émile (Jacques Perrin), pero puede ser otra cosa, puede haber una lectura de abuso sexual, pero el filme por ratos se plantea abiertamente artístico y se disuelve en la sutilidad y en un quehacer light arty. Artístico como quien pretende buscar el camino atípico. Se percibe del filme que hay mucho de Vecchiali, pero también se siente un ánimo lúdico (como infantil, aunque trabajando con las relaciones afectivas interpersonales) con la temática, disfrutar de construir el personaje de un asesino en serie, de la fantasía y libertad que proporciona. Pero a su vez se siente un Vecchiali (en los 40s, realizando una de sus primeras películas) entusiasmado, experimentando, con el aparato del cine y querer ser artístico, ganarse un lugar como cineasta de autor. No obstante no sólo es eso, porque se percibe un cierto gusto personal como de cabaret, algo entre pintoresco y un poquito huachafo, como si recurriera a disfraces, en el personaje de la actriz entrada en años, olvidada y melancólica o desesperada por compañía, que mete a cualquiera a su cuarto; o con las prostitutas que visten de marinero y se mueven a lo autómatas, fríamente, dentro de un espacio posiblemente cutre. Los homicidios del asesino en serie en que se convierte Émile -que sueña con ver a sus víctimas bailar alegres en el cielo y más que perversidad hay candidez- y de lo que va la película se manifiestan excesivamente suaves, no se exhibe ninguna violencia, ningún acto de horror, están propuestos hasta en el fuera de campo, casi no hay nada del hecho en sí. Incluso el asesino mata con chalinas blancas que el mismo confecciona. Se trabaja bastante una cierta emotividad o melodrama, sobre la soledad de las personas, aquellas que no tienen a quien amar. Émile mata porque se identifica con esa imagen, en no poder relacionarse profundamente con nadie, puesto que lleva hasta un problema mental. Éste asesino cree matar por compasión, para calmar el dolor de la soledad, del vacío existencial. Mata mujeres porque quizá se ve hasta reflejado en ellas, aunque desmiente ser homosexual en una escena en específico, como muchos pueden pensar al tener por ésta opción al mismo Vecchiali. Así se podría pensar en la auto-represión -sufre desasiéndose de las mujeres, cosa que no puede controlar- y el machismo circundante. La falta de un lugar de aceptación. Pero Émile es trabajado como un tipo en esencia, un sujeto sufrido, que le duele vivir y para hallar satisfacción cree que es samaritano, que le otorga descanso a las almas maltratadas por el mundo, o a la vera de sus limitaciones y elecciones. Es como que Émile en lugar de pensar hacia sí se articula en una labor semejante a un acto social, humanitario, cuando lo que hace es una monstruosidad, pero Vecchiali lo muestra todo muy suave (y de esa manera irreal), como si todo fuera una excusa para ejercer una sensibilidad existencial (el martirio de la soledad y las malas relaciones). El inspector de policía del caso (Julien Guiomar) quien luce como todo un personaje, resulta cómplice con su abierta pasividad, que se le puede entender de empatía, tal que con esto se señalara que todos los hombres son recriminables o si hubiera una fuerza mayor que dirige ese comportamiento colectivo. Por supuesto, se mete injustamente a todos en el mismo saco, como si hablara el feminismo más extremo o el cliché, más la composición melodramática y cursi del director. Un tipo ruin roba a costa de la muerte, denuncia general y más carne narrativa distintiva para el asador, que termina siendo una expresión lúdica con la pelea con navajas. La mujer -de cierta apariencia friki- que denuncia y se enamora a diestra y siniestra (la bella Eva Simonet, de expresión desorientada, pero curiosamente prometedor erotismo) es el señalamiento de la concepción del ser frágil, ligero y algo tonto que cae víctima de éste asesino en serie, o más, de la inconsciencia, del seductor per se. Se confunde compromiso (paciencia infinita) con hedonismo.
sábado, 1 de junio de 2024
Get Carter
Get Carter (1971) es una de las mejores películas de gángsters no solo de Inglaterra sino de la historia del séptimo arte en general, es una película un poco intrincada pero compresible y honesta, como las mejores clásicas. Tenemos a un gángster llamado Jack Carter (interpretado por el gran Michael Caine) que es un sicario culto, hasta pasa por amable y educado y a ratos simpático (no teme sonreír), pero que es frío y muy cruel cuando quiere serlo, y él tiene una misión. Su hermano ha muerto y hay indicios de que lo han asesinado y Carter quiere descubrir todo el asunto, aun cuando trabaja en Londres y no quieren que investigue nada en Newcastle, pero Carter ama demasiado a su hermano y no tiene miedo a nada ni a nadie y no hace caso. La propuesta del británico Mike Hodges, en su debut como director de cine, trabaja con un thriller de investigación y al mismo tiempo va poniendo mucha acción en pantalla, pero no propia de hoy en día donde cualquier hijo de vecino con efectos especiales puede convertirse en arma mortal como salido de Matrix sino con sustancia, con inteligencia, con una narrativa notable, donde más que saber agarrarse a golpes de manera vistosa y veloz con un millón de contrincantes violentos, es hacer uso de si se quiere un apego con lo real, no obstante con cierta libertad para que el cine entusiasme, pero en sí es un filme que es progresivo y todo siempre muy justificado, que recurre a poderosas puestas de escena de cierta manera intelectuales, donde el cine se ampara en la creatividad narrativa sin tampoco despegarse de lo cool. El filme también tiene una escenificación muy británica, muy de cine social, muy campechana y nacionalista, que le otorga esa cierta suciedad que pega perfecta con un asesino a sueldo como Carter. Éste Carter es una joyita, se mete con todo el mundo, él mismo incluso se autodefine como una mala persona en una conversación, pero como todo personaje que no es unidimensional tiene sus afectos y muchas veces es difícil de clasificar. Siempre ha creído que su hermano ha sido una buena persona, y así lo dicen igual quienes se lo topan. Carter va sólo contra el mundo, se deshace de todos, no perdona a nadie en pantalla. En ese sentido el filme es muy nutrido, su mundo de la mafia es amplio y de esa manera aparecen muchos personajes muy bien construidos, dándose tiempo para otorgarles personalidad e identidad. Los filmes de acción de nuestra contemporaneidad, de artes marciales o combates a puño limpio, a grosso modo son entretenidos, pero efímeros e intercambiables entre sí, fáciles de olvidar. Siempre tratando de impresionarte con peleas cada vez más grandilocuentes, pero nada como una buena historia, así mismo dentro del género de la acción. Carter se ve real, Michael Caine no parece sobrenatural, no luce como un superhéroe, pero enfrenta a la mafia de Newcastle (y más) con total aplomo y efectividad. Uno contra todos, sí, pero con realidad si se quiere. Carter muestra mucha inteligencia, al mismo tiempo que es implacable, matando. Hay varias muertes que lo muestran tal cual se ha definido, no duda en hacer justicia por su mano. En un momento algo grave le impacta, llora y eso lo vuelve más firme con su misión, vengar a su hermano. Eso muestra una gran historia encima, más complicada de lo que empieza, y eso habla de la calidad de película que tratamos y cómo un filme de gángsters, de venganzas, de ojo por ojo, de acción puede ser grande, tal como un filme arty. No sólo es matar, que desde luego de eso va en cierta manera, sino de preparar el momento, de preámbulos, de cortejos, de engrandecer la situación, sin que sea literalmente acabar con alguien. Ahí yace la maestría del filme, no sólo de adrenalina y velocidad que la tiene, pero es un filme impredecible. Es una película de gángsters, pero se siente como una visita al barrio, que justamente eso hace Carter, ir al lugar donde creció y hacerse cargo de quienes han olvidado quien es o han querido pasar por encima suyo, aun cuando eso es lo que hace él, no respetar a absolutamente nadie, pero ésta gente realmente es peligrosa, pero de aspecto real. El filme trabaja también muy bien la sexualidad y lo sórdido, la mafia de Newcastle está implicada en muchos negocios sucios y uno de ellos que se ve desde el inicio es la prostitución y la pornografía. En cierto momento Get Carter se siente como una película de espías, con una antiheroína jugosa con la apetitosa y ágil Glenda (Geraldine Moffat). Ella misma se autodefine como encubierta bajo la apariencia de una mujer tonta, pero aunque es una fémina adorno de los mafiosos, tiene dimensión, tiene muchas capas, de corrupción. Igualmente la participación de la casera (Rosamarie Dunham) en la trama es otra delicia, con escenas a lo cine social incluidas, a lo romance melodramático indie o low cost británico. Se puede ver algo de inspiración hacia los noir de Adolfo Aristarain.
lunes, 5 de febrero de 2024
Sensualidad
lunes, 15 de enero de 2024
Killers of the Flower Moon
miércoles, 10 de enero de 2024
Culpable
Hugo del Carril dirige Culpable (1960) a los 48 años de edad y es el protagonista por partida doble. Es un ladrón de bancos llamado Leo Expósito que como en un Cuento de navidad de Dickens es analizada la pasión negativa, las malas decisiones tomadas constantemente, la maldad y la perversidad de su existencia, o como en Que bello es vivir (1946) de Frank Capra, pero aquí el ángel no muestra qué importante es uno para los demás o muchos más, sino que no existe destino más importante que nuestras propias acciones o nuestras propias elecciones de vida, aun cuando alguien importante puede faltarnos o sentirse su desafecto o distancia en nuestras existencias, en éste caso el padre de Leo. Éste ángel o fantasma que se le presenta a Leo representa el acto de consciencia o reflexión frente al lecho de muerte o al juicio final de nuestra vida. Pero Hugo del Carril, y el guionista en solitario adaptando su propia obra de teatro Eduardo Borrás, van más allá, presentando una vida alternativa a Leo, después del magnífico cine negro que presenciaremos por casi 1 hora, como si entráramos en una historia de La Dimensión desconocida, donde a Leo se le señala que uno es capitán de su destino y se le demuestra que no puede culpar a nadie de su debacle sino que Leo tiene mala consciencia o le falta en realidad una. Es así que repite patrones, es mujeriego, ocasiona muertes de inocentes y es propenso a lo criminal, como quien debe culpar a su instinto y a su propia personalidad, sea pobre o rico. Leo es un personaje a lo John Dillinger en la parte del noir. Hugo del Carril genera excelentes secuencias, acribillamientos, persecuciones, ajusticiamientos para robar, policías rodeando la casa de Leo disparándole detrás de los árboles. El reloj despertador señala que el tiempo se detiene y Leo pasa a revisar su vida y luego a convertirse en Pablo Morán. La hermosa Elina Colomer hace de una tentadora vedette o mujer del espectáculo para caballeros, quien es sumisa con el gángster -con breve pero sugerente escena relajada entre las sábanas- y en la otra parte repite -más allá de las apariencias- el papel de mujer fogosa aliada de lo delictivo desde algo más sofisticado. Roberto Escalada primero es un amigo, aunque perfil bajo, de aspecto envidioso con el imponente Leo y luego es al revés, un tipo intachable envidiado por el medio hermano resentido. Ésta película salta de un excelente noir lleno de velocidad y adrenalina, a una vida política de extrema ambición y deshumanización -los huelguistas son carne de cañón en los planes generales- ubicada toda en un solo lugar, una mansión, alrededor de la media hora de metraje y todo luce especialmente coherente y al mismo tiempo como si estuviéramos en una dimensión especial donde estamos metidos en el laberinto del Minotauro que es la vida ahora de Pablo Morán. En un momento Pablo cruza la puerta y mira desde las sombras iluminada solo su mirada, expectante detrás de su siniestro plan, y luego en otra escena también en solitario viene la respuesta en el mismo sentido de la expresión facial de Carlos (Roberto Escalada), creándose expectativa narrativa hacia ese juicio del título al que va el protagonista.