lunes, 20 de noviembre de 2023

The killer

David Fincher es uno de los mejores directores americanos de la actualidad. Es un peso pesado del cine popular con arte, junto con Ridley Scott, Marty Scorsese, Christopher Nolan, Steven Spielberg y Denis Villeneuve. Éste filme es un neo noir, y un thriller de acción, no un thriller psicológico como piensan algunos. Es una película inteligente pero frontal, straight, solo que tiene una voz en off del propio protagonista que acompaña toda la trama y es oír la mente del asesino, pues entonces si porque estamos en la mente del antihéroe protagonista es un thriller psicológico it´s ok, pero no veo duda, no veo miedo, no veo trampa, veo a una persona muy segura de sí, a un real motherfucker, alguien quien dice I dont give a fuck (no me importa nada) con respecto a su trabajo de asesino frío, y todo lo que veremos efectivamente es ahí donde se define plenamente, en ser el mejor en lo suyo, pero es hacerlo con tremendo cálculo y talento, ser el mejor o uno de ellos (tener éxito), contra todo. Él enfrentará su propio trabajo y mostrará que es alguien excepcional o uno de estos. Es como pertenecer a un club donde tratamos con el individualismo y una mente maestra, pero quien tiene las cosas claras o se las recuerda todo el tiempo, como no mostrar debilidad, o no ser crédulo con los demás, es un completo outsider, un bicho raro, pero que se articula en ser un tipo práctico y efectivo, en simplificar las cosas. La línea final, que medio que juega a la peonza de Nolan, nos habla de no creer en el destino ni en el futuro, es decir nos habla de una excepcionalidad cimentada en el trabajo duro. The killer (un gran Michael Fassbender) is a hardworker, y es éste trabajo duro suyo quien lo convierte en un tipo excepcional, alguien que hace su labor lo mejor que puede con detenimiento, aun cuando es un asesino cruel, un asesino a sueldo. Pero cuando tratan de deshacerse de él se verán enfrentados a tremendo error, cuando en el clásico error del subgénero de revanchas se le subestima. Otra cosa importante que mueve al asesino es su curiosidad, su gran curiosidad que lo moviliza hacia el trabajo más difícil de su carrera, ser él mismo, ponerse a prueba de cara al sistema en que se mueve. Su curiosidad lo conduce a ir más allá de la normalidad, lo lleva como menciona la maravillosa conversación con La Experta (Tilda Swinton, que aquí nos gana de lleno) a errar un tiro clave, a cometer un fallo que no es propio de su perfeccionismo, y no es una crisis en realidad, o no del tipo que te tumba al piso y te muestra débil o eclipsado, sino de lo que en realidad es un reto de alta exigencia personal, aunque a raíz de un acto medio inconsciente. The killer se percibe, es percibido, en La Experta, con la que comparte muchos lógicos vínculos, pero su supuesto error lo pone en un acto visionario, más bien salvador, futurista, aunque todo parece una banalidad como el final paradisiaco, en parte irónico, porque el asesino no se toma demasiado en serio, como Fincher, como en el fondo todos los grandes. Pero quienes a la vez buscan la excepcionalidad, ¿cómo?, justamente todo el acto de venganza que veremos lo justifican y ahí Fincher hace con su superhéroe lo que John Wick, pero con mayor intelectualidad, más estilo y profundidad arty. The killer es un tipo cool en todo sentido, aun cuando como bien dice, no busca la empatía (fácil), desconfía de ella, porque lo que él hace y busca es hacer bien su trabajo solamente, y más allá de lo literal de su éxito, puesto que se trata de sobrevivir, no morir, vencer a su enemigos, autoexigirse -ser tan metódico- desde el principio ya es un triunfo. Lo más cool en su personalidad o a simple vista sería lo que oye habitualmente en la primera mitad de la propuesta, lo que hace que se enfoque y se relaje, oír y ser fan del grupo británico The Smiths, apuntando que The killer (el protagonista) es también el propio David Fincher y su apropiación y sello adaptando la novela gráfica de los franceses Alexis Nolet y Luc Jacamon con guion de Andrew Kevin Walker, guionista de otro punto alto en la filmografía de Fincher, Seven (1995). La muerte móvil de venganza -otro error- es más un pretexto del intelecto del asesino, recordando que él no tiene sentimientos convencionales -para hacer lo que hace- o sabe que no puede hacer lo que hace si no sigue su especie de propio código samurái, o, más bien, propio de un ronin, un samurái sin amo, y de eso trata el filme, pegado por ello al cine de acción y su mente son sólo sus reglas prácticas, el recordatorio constante para tener éxito en el mundo particular, o extraño a muchos, en el que se mueve. El asunto gestor o justificación de la misión de The killer se revela como algo superficial, cosa de millonarios, punto para alejarlo una vez más del thriller psicológico. Éste es un thriller de acción, al tiempo de un noir de punta, pues he ahí la grandeza del entretenimiento con arte que hace Fincher, una clase de como el entretenimiento se reviste de trascendencia moviéndose a través de la practicidad del ingenio. La única trampa que se puede ver es creerlo un thriller psicológico, o llamémosle la demostración de que la inteligencia tiene muchas más formas de las que uno espera, en un filme que es lo que quiso y no logro ser Snowpiercer (2013).