lunes, 22 de agosto de 2016

Sangre de mi sangre (Sangue del mio sangue)

El presente filme de Marco Bellocchio es uno de los mejores que ha realizado, y no pretende ningún filme grandilocuente, se trata de 2 historias interconectadas, ambientadas en la ciudad de Bobbio, lugar de donde procede el director, que invocan la tentación, el deseo y la muerte, tanto como el castigo, la penitencia, el sufrimiento y la frustración, en ese camino tortuoso que es vivir, pero al mismo tiempo pleno de aventura, y de belleza, como la de esa mujer o ángel que al son de Nothing Else Matters, de Metallica, pero cantada por un especie de coro celestial de voces femeninas, vence toda consciencia, reticencia y temor, en la apoteosis del anhelo carnal y del placer, en un final de los más gloriosos. En ese momento vemos el pasado con nostalgia, melancolía, y conocemos las raíces del “pecado”. Sobre este eje gira el filme.

En la primera historia vemos a una mujer sufriendo de la inquisición por corromper a un cura en un acto sexual. Se culpa a la bella fémina y se espera salvar al suicida de un entierro deshonroso, para lo que el hermano gemelo, Federico (Pier Giorgio Bellocchio, hijo del director), deberá sacarle una confesión de brujería a la mujer. En ese trayecto el filme es audaz y desconcertante en un juego de continuas traiciones y seducciones. La mujer yace abandonada a la estulticia de la iglesia de la época del siglo XVII que haciéndonos pensar en el presente no suele afrontar sus culpas, en la que es también una mirada machista.

La segunda historia tiene por protagonista a un vampiro (un perfecto Roberto Herlitzka) ya retirado y anciano que oculto, en una otrora cárcel y convento, el mismo lugar y escenario de ambos relatos, hace de un capo de la mafia, teniendo la ocurrencia genial de tener por confesor a un dentista y plasmar un diálogo bastante rico con él. En esta historia no existe acción ni se exhibe nada de horror, pero se mantiene bastante interesante el concepto de la efervescencia de la vida, junto a la cotidianidad de la corrupción de la modernidad italiana.

Gipsofila

La portuguesa Margarida Leitão de 40 años filma su estancia con su abuela de 90, a veces solo registra el interior del austero hogar de la anciana –el único escenario- mientras hablan, y es que no todo el tiempo quieren cargar al espectador con su presencia (aunque el problema no es temer aburrirlo), dentro de una cotidianidad de esas en que no pasa absolutamente nada, que no sea mostrar sus sentimientos compartidos, porque Margarida se siente igual que su abuela Lourdes, la anciana se siente sola y desprotegida, temerosa a un punto de la muerte, de lo que hay afuera de su casa, a donde –con una lógica, aparte del simbolismo- no suele ir por temor a la delincuencia y al aprovechamiento de la debilidad del anciano.

Margarida está soltera y no tiene un amor en su vida, vive otro tipo de soledad, una que tiene vistos de cierta depresión, como se deja ver en el filme en sus expresiones y posturas. Uno en que abunda el sentimentalismo, la mirada perdida y el silencio. Margarida mediante su abuela se ausculta a sí misma, une un fuerte vínculo con ella, aunque como en el vestido de la abuela que se pone se trate finalmente de dos personas e historias distintas, más allá de la mirada de espejo que hace la directora entre ellas.

Lourdes es interesante, como toda mujer que ha vivido mucho, y lo es sin esfuerzo, con su simpleza oral, con apenas unas palabras, vanidades y pensamientos al paso (como de que las actrices otrora bellas y famosas no suelen dejarse ver de ancianas), de lo que en el fondo ella es mucho más fuerte que su nieta, donde su soledad comparte la “carga” mutua.

Entre Margarida y Lourdes también hay un gran amor que se palpa en el filme, una buena química, no solo es tristeza -recepcionar el sufrimiento del otro, apoyarlo- y miedo al porvenir.  No todo el filme es inspirado, tiene sus momentos opacos o chirriantes melodramáticos, pero también posee una bella entrega como propuesta. Gifsofila es una planta que ha cultivado e identifica a la anciana, en un ciclo de vida del que se alimenta la película.

martes, 9 de agosto de 2016

Escuadrón Suicida (Suicide Squad)

Una película esperada, que lleva al ecran a una banda de villanos como salvadores del planeta, ante un posible ataque de un ente sobrenatural, detrás de la experiencia de que Superman puede ser peligroso, en una película que tiene unos personajes que son un espectáculo en sí mismos, con la curiosidad de la breve presencia de Batman, que esta vez queda relegado a un papel ínfimo y le cede la posta a sus enemigos, criminales como Killer Croc, Harley Quinn y Deadshot, viendo que la película trata más de estos dos últimos, habiendo bastante historia y acción con ellos en especial, al igual que varias presentaciones, donde al director en general David Ayer se le pasa un poco la mano con su celebración y la idolatría de sus antihéroes, revelando de paso a Ayer como un gran fanático de los cómics, sobre todo al comienzo que parecen simples viñetas donde los personajes se ven espectaculares, muy cool, sin mayor narrativa.

Es un lujo ver este tipo de héroes reunidos, con los que se intenta ser audaz con la ambigüedad que manejan por su pasado y su manera de comportarse, desde incluso la cabeza, Amanda Waller (Viola Davis), la que idea y une al equipo, la que es implacable con su misión y es capaz de hasta lo más ruin si es necesario, como vemos que muy ligera asesina a sus propios militares para no dejar testigos o pone dispositivos de explosión en los cuerpos de los villanos para matarlos en caso de rebelión, de lo que llega a verse que se elimina a alguno, aunque a un simple extra que no tiene ni presentación para no formar vínculo alguno con él. De la misma forma el trato perverso que reciben los antihéroes es a un punto particular, y eso lo sienten existiendo variedad de sentimientos encontrados, son utilizados para las  peores misiones, sin que importe si es que quedan vivos, al mismo tiempo que son vistos como escoria, y tratados así por el comando militar Rick Flag (Joel Kinnaman), un especie de G.I. Joe a  cargo del equipo.  

Suicide Squad ha tenido mayormente críticas negativas, producto a su vez de que cantidad de críticos simplemente se dedican a repetir el veredicto que los antecede, catalogándola oficialmente de mala película, fuera de que en taquilla ha tenido una apertura gloriosa, sin embargo no me parece que sea así en absoluto, sino una propuesta decente, atractiva y entretenida, pero con su cantidad de puntos recriminables, como sucede con la mayoría de las películas. Entre ello podemos ver que Enchantress (Cara Delevingne) y los efectos digitales que trae a colación con el hermano no son lo más interesantes, en mi caso no soy muy entusiasta de estas pirotecnias por computadora, extrañándose más actuación, aunque imponerle un lado de película de terror tiene su acierto y hubiera preferido ir más por ese rumbo. En ello tenemos una gran parte del filme, la tercera y última parte, la lucha contra esta villana escapada de la banda, lo cual cumple, pero no emociona ni despunta.

Lo que mantiene a flote a Suicide Squad, aparte de que es indudablemente genial ver un formato de villanos de cómics haciendo de héroes en la gran pantalla, es la parte del centro del metraje, en la interrelación del equipo, viendo que la Harley Quinn de Margot Robbie engancha, aun cuando uno tenía la idea de siempre de que Quinn era una tipa empalagosa fanática de un Joker que la trataba peor que trapo sucio, y aquí es como un amor furioso y apasionado mutuo, no obstante por una parte hay un momento donde se deja ver esa dejadez del Joker con ella, cuando la entrega a un pandillero, pero el filme finalmente apunta a la relación convencional de amor, aunque entre criminales. En esto se ha de decir que el Joker aparece poco en pantalla y se extraña mayor repercusión, y no principalmente ir a salvar a cada rato a Quinn, en lo que parece lugar común romántico de película de televisión, aunque digna de espectáculo y con su encanto, que es justo cómo se maneja la propuesta, lo simple con lo atractivo. El Joker de Jared Leto luce visualmente muy bien, como un tipo de gángster; mientras en versión latina lo es el pandillero y pirómano Diablo, Jay Hernandez, que cabila sobre su criminalidad, de ahí que no tenga mucha injerencia en gran parte del metraje, recluido en una cierta espiritualidad. La realidad es que Harley Quinn está destinada a brillar (cambiando de prioridad con el Joker, él es como su maestro e inspiración, aparte del amor desenfrenado), y todos han mordido el anzuelo, les ha encantado, y está muy bien también, no obstante en varios momentos su simpleza formal, y su quehacer fantástico no compaginan coherencia, aun en un filme de cómics, ya que igualmente todo exige algún tipo de lógica, y en lo personal su otrora ubicación natural de secundaria –del Joker- le cobra una cierta factura, donde en el filme incluso es parte trascendental para vencer a la bruja y de forma bastante tonta. El otro rol principal le pertenece a Deadshot (Will Smith) que en su lazo sentimental con su hija, su odio y deseo de deshacerse de Batman, su amoralidad en su trabajo de asesino a sueldo y su nueva “sorpresiva” consciencia no genera algo original o intrépido, pero se le entiende como la solidez amable del filme que engancha con mucho público.

El villano que realmente captura mi atención es uno pequeño y secundario, Boomerang (Jai Courtney), la verdadera sorpresa en mi personal apreciación, aunque recuerde al poco valioso Deadpool (2016). Boomerang es igual de simple que Harley Quinn en cuanto a capacidad de lucha aunque arbitrariamente mucho menos efectivo, pero me parece más entretenido que ella, aun habiendo poca presencia suya (centralmente flirtea con escapar del equipo; y con la heroína, entre insulsa, vacía, y cool, Katana), de lo que muchos lo creen intrascendente e intercambiable como Killer Croc, y no es tanto así, sino un personaje pequeño pero bastante simpático, el que es un antihéroe ridículo, un sujeto cómico, que carga absurdamente un peluche de unicornio en su saco, en un asaltante de bancos australiano que solo lanza el búmerang (para variar), pero su ordinariez en todo sentido, su falta de pretensiones rimbombantes y su cariz primario de solo desear largarse y de simplemente pasársela bien, un neandertal en esencia, un ser que no le importa nada, una figura de una ociosidad plena, resulta atractivo, aparte de que Jai Courtney lo luce descuidado, como un vagabundo mendigo de cuerpo grueso.