El presente filme de Marco Bellocchio es uno de los mejores
que ha realizado, y no pretende ningún filme grandilocuente, se trata de 2
historias interconectadas, ambientadas en la ciudad de Bobbio, lugar de donde
procede el director, que invocan la tentación, el deseo y la muerte, tanto como
el castigo, la penitencia, el sufrimiento y la frustración, en ese camino
tortuoso que es vivir, pero al mismo tiempo pleno de aventura, y de belleza, como
la de esa mujer o ángel que al son de Nothing Else Matters, de Metallica, pero cantada por un especie de
coro celestial de voces femeninas, vence toda consciencia, reticencia y temor,
en la apoteosis del anhelo carnal y del placer, en un final de los más
gloriosos. En ese momento vemos el pasado con nostalgia, melancolía, y
conocemos las raíces del “pecado”. Sobre este eje gira el filme.
En la primera historia vemos a una mujer sufriendo de la
inquisición por corromper a un cura en un acto sexual. Se culpa a la bella fémina
y se espera salvar al suicida de un entierro deshonroso, para lo que el hermano
gemelo, Federico (Pier Giorgio Bellocchio, hijo del director), deberá sacarle
una confesión de brujería a la mujer. En ese trayecto el filme es audaz y desconcertante
en un juego de continuas traiciones y seducciones. La mujer yace abandonada a la
estulticia de la iglesia de la época del siglo XVII que haciéndonos pensar en
el presente no suele afrontar sus culpas, en la que es también una mirada
machista.
La segunda historia tiene por protagonista a un vampiro (un perfecto Roberto Herlitzka) ya retirado y anciano que oculto, en una otrora cárcel y convento, el mismo lugar y escenario de ambos relatos, hace de un capo de la mafia, teniendo la ocurrencia genial de tener por confesor a un dentista y plasmar un diálogo bastante rico con él. En esta historia no existe acción ni se exhibe nada de horror, pero se mantiene bastante interesante el concepto de la efervescencia de la vida, junto a la cotidianidad de la corrupción de la modernidad italiana.
La segunda historia tiene por protagonista a un vampiro (un perfecto Roberto Herlitzka) ya retirado y anciano que oculto, en una otrora cárcel y convento, el mismo lugar y escenario de ambos relatos, hace de un capo de la mafia, teniendo la ocurrencia genial de tener por confesor a un dentista y plasmar un diálogo bastante rico con él. En esta historia no existe acción ni se exhibe nada de horror, pero se mantiene bastante interesante el concepto de la efervescencia de la vida, junto a la cotidianidad de la corrupción de la modernidad italiana.