Ganadora de 6 premios Goya el 2014, incluida mejor película
y mejor director, como mejor actor protagónico para Javier Cámara y mejor nueva
actriz para Natalia de Molina. La película de David Trueba es una película sencilla
y simpática, sobre un profesor de inglés y latín llamado Antonio (Javier Cámara)
que escucha de que su ídolo John Lennon grabará en Almería una película, How I
Won the War (1967), y fan acérrimo de Los Beatles quiere ir a conocerlo. En el
trayecto, en su pequeño y humilde auto, recoge a dos autoestopistas, uno, Juanjo
(Francesc Colomer), es un chiquillo de unos 16 años molesto con su padre
autoritario –mismo reflejo de la época política, como así vemos también en el
maltrato de los profesores a los alumnos- que decide tomarse un respiro; y la
otra es Belén (Natalia de Molina) que en sus veinte trata de tomar madurez en
un embarazo conflictivo. Con estos tres personajes tenemos (en parte) una road
movie que termina instalándose temporalmente, por solo unos días, en Almeria, viniendo
desde Albacete, ambientada en 1966, y con sus pequeños problemas y su
interrelación de amistad y amorosa propia de la aventura (donde Belén deja de
exhibirse “inocente”, con la nota sexual de rigor del cine español, pero que es
solo un destello) junto a algunos pocos secundarios locales de Almería –el
dueño de un restaurante bar y su hijo discapacitado, un recepcionista de motel de
acento ininteligible, y un rudo, enorme y abusivo granjero- es toda la película.
Almería, escenario de spaghettis western, se presta para
embellecer la historia bajo su llaneza, como pasa con esas pequeñas inserciones
de Trueba de hechos históricos en su propuesta, en la creación de la canción Strawberry
Fields Forever de Los Beatles, o de que en los álbumes el grupo británico no
solía incluir las letras y después lo hiciera poniendo de inflexión lo que nos
cuenta la película, e igualmente la aclimatación general de la canción Help! El
filme juega a tener de centro el encuentro con Lennon pero va articulando
varios conflictos tempranos de la existencia (el sexo, la autoridad o el golpe
de la realidad), manejando la idiosincrasia común de vivir, solo que
perpetrándose en el optimismo, en afrontar las situaciones, en cómo se llega a
decir, en no ahogarse en problemas de chicos, no tomando por demoledoras las ausencias
afectivas (supliéndolas con la amistad, con los ídolos), como señala aquella
mirada final de conocimiento del hijo con su padre (distintas generaciones y
visiones, una de la dictadura de Franco y otra del final de ella), o el caso de
la soltería de Antonio que se calma con simplemente decir que es difícil
entender a las mujeres, viéndose feliz en ser llamado el quinto Beatle.