jueves, 22 de septiembre de 2016

Train to Busan (Busanhaeng)

Una película que podemos comparar con Snowpiercer (2013) ya que la mayoría del metraje ocurre en trenes y hay combates en su interior, aunque no soy de los que valoran mucho la película de Bong Joon-ho donde hay mucha idiotez disfrazada de originalidad y en otras a secas (en mucho de los vagones hay descubrimientos ridículos), tómese en especial la lección del zapato del personaje bufonesco de Tilda Swinton sobre la inferioridad de la mayoría de los pasajeros y un trazo grueso sobre la lucha de clases que está en todo el filme (lo de la comida hecha con cucarachas ya es el colmo de lo risible), como niños explotados mediando mensaje a la consciencia, o un desenlace bastante bobo con discurso pseudo trascendental de Ed Harris, un especie de Dios, y encima una actuación pobre de Chris Evans haciendo de héroe con dudas.

Snowpiercer sonaba muy bien en el papel, pero ver el filme ha sido otra cosa, todo su omnipresente enfoque social mata la acción y el entretenimiento, que en el caso de Train to Busan funciona muy bien porque es la adrenalina y los combates con zombies lo que se impone, descontando algunos intentos de enviar mensajes éticos y altruistas al público, como en el protagonista y padre Seok Woo (Gong Yoo) que yace en un trabajo mercantilista y aprovechado de los pobres, metido en el materialismo del capitalismo ciego y extremo, o, peor, en el empresario caricaturesco (Kim Eui-sung) que es capaz de sacrificar vidas –literalmente- por salvarse sólo él, ¿qué se puede decir?, es el simpático melodrama de la redención del amor paterno y la figura del mal de lo convencional y fácil para plantear y estructurar una historia que quiere ganarse a un gran público.

El director coreano Yeon Sang-ho antes fue osado y minoritario con sus dibujos animados híper violentos y revolucionarios (The king of pigs, 2011; The fake, 2013), y lo que suele ocurrir es que uno termine aflojando, ante la falta de reflectores y reconocimiento, y vengas a dar el salto a lo amable tras lo popular, y eso es lo que busca con esta película de zombies en acción real. Sin embargo más allá de esta anotación, el filme es muy atrapante e intenso (y otro tipo de reto en conseguir un blockbuster de zombies), también muy divertido. Los zombies no son novedad, pero el director coreano se las ingenia para tener éxito, de manera sencilla, por medio de altas dosis de lucha contra estos, que hasta se atropellan en montañas de cuerpos, agregándoles la ceguera en la falta de luz con lo que genera escenas audaces al ir a los rescates.

Train to Busan sacrifica a medio mundo en su película de sobrevivientes y catástrofes, acertando en poner a los actores por debajo de la trama, dándole prioridad a un aniquilamiento atroz, apocalíptico, no obstante haciendo que Sang Hwa (Ma Dong-seok), alguien parecido a un pro wrestler, se zafe a ratos fácilmente de los zombies a puño limpio, salvedades del entretenimiento, pero donde finalmente la propuesta hace valer el desborde de la amenaza.

Los trenes bala coreanos, los KTX, son un escenario claustrofóbico y funcional bastante eficiente, hacen del asunto más peliagudo para subsistir, provocando encuentros novedosos, de lo que se agrega salir de los trenes e intentar volver a estos intactos en busca de un lugar protegido, creando nuevas aventuras y retos, en pos de sobrevivir, meollo básico –suficiente, hay que decir- del filme.  Train to Busan no es la quinta maravilla tampoco, como se anuncia, pero, sin duda, es un buen filme, muy placentero, dentro de un subgénero del terror que muchos ven (casi) agotado, y se han equivocado, tiene para rato. Gloria a Train to Busan, entonces.