Ópera prima del guatemalteco Jayro Bustamante que se
encuentra en la competencia oficial del 19 festival de cine de Lima, que nos
cuenta como María, una joven de 17 años de un grupo indígena llamado Kaqchikel
Maya, vive a puertas de un volcán en una plantación de café donde además trabaja
con su padres, de lo que por hallar un mejor futuro familiar se le plantea la
obligación de casarse con el jefe criollo de la finca, sin embargo ella tiene
otros sueños, como irse con el humilde Pepe a Estados Unidos, de lo que por esas
búsquedas se embarazará de él y empezaran sus verdaderos problemas. En el que es un filme bastante sencillo, pero
trabajado laboriosamente, en una factura impecable, uno que logra despercudirse
del señalamiento instantáneo de simple exotismo y costumbrismo, gancho para
algunos festivales europeos como el del festival de cine de Berlín 2015 (la
Berlinale) donde participó, pero les entregó algo mejor, obteniendo el premio Alfred
Bauer, que tiene su prestigio ya que lo han ganado directores como Miguel Gomes,
Alain Resnais y Tsai Ming-liang. Y sí es de ese tipo autóctono llamativo,
a un punto, indudablemente, pero donde brilla más la cotidianidad y la “normalización”
de estos descendientes mayas en una existencia austera, rural, de campesinos
embellecidos por lo cultural, por encima de su simplificación contemporánea, a
pesar de que radican humildemente y con carencias, a quienes vemos beber hasta
el emborrachamiento, enamorarse como niños hasta perderse, tener relaciones
fogosas sobre la tierra (pero también tener masturbaciones extrañas con árboles),
a María poniéndose siempre bella con la ayuda de su madre y todo en buena parte
muy común, sumado a su folclore interno, rituales, enseñanzas y modos de vida
típicos. En una conjunción muy bien lograda, donde aflorará mucha tragedia y dolor,
producto de la inmadurez, esa que nos gobierna a todos en una edad. Para lo que
María será como el volcán, llamado Ixcanul en su lengua nativa, en que se
encenderá de vitalidad y fuerza, como dentro de un fuego intenso (sus acciones),
para aprender la evolución de su naturaleza y llegar al apaciguamiento de su
crecimiento. Todo en el transcurso de aceptar su matrimonio con el capataz.
Es de recalcar la unión con la madre que hace un papel muy
bien actuado, con más participación de la que creemos, y que es el ejemplo a
seguir con la tradición que debe asumir María, la que se encarga de cada
movimiento de su hija, tratada como una niña, asunto muy definitorio en la
historia, habiendo hasta anécdotas y complicidades superficiales entre ellas,
algunos relajos sobre seguir al pie de la letra las ideas pre-modernas y
secretos luego develados como problemática general. Es un mundo matriarcal en el hogar, pero
machista y ortodoxo afuera donde esperan que acepte responsabilidades de mutuo
orden, ser la esposa de un -aún joven- viudo con hijos a cambio de seguridad
material, como en tantas culturas donde se imponen matrimonios por conveniencia
y una elección “arbitraria”, sin amor.
Según vemos en el filme nace la duda, ¿María ama a Pepe a
quien enamora con una botella de alcohol y siendo buena con él, o sea,
permitiendo relaciones sexuales, o simplemente quiere otro tipo de vida lejos
de los Kaqchikel Maya y todo es un método de convencimiento? Y puede que sea como Madeinusa (2006), el de rebelarse
a toda costa contra las convenciones de
la tribu en un periodo capital, una que impide nuestra libertad absoluta y
propia felicidad, pero desde mayor ambigüedad psicológica (no tanto a través del
lado marcado de la perversidad, sino más por indicios de autonomía y sueños de
otro mundo, el occidental tras el volcán, nuestro comportamiento, o como
Madeinusa con Lima) y sutileza en ese trato central del filme, siendo algo
oscuro velado, un rechazo interno, porque no sabemos a ciencia cierta el
corazón de María que suele ser muy dócil y grácil, pero a su vez silenciosa y
misteriosa, la que puede sorprendernos con un espíritu muy materno e
independiente, en que la ciudad, su corrupción y sus desajustes, con rezagos e influencias
en esta comunidad virgen, edénica, le llega a todo ser humano, lo golpea y lo
enfrenta con lo impuro, con su alienación.