Presente en la sección de la competencia oficial del 19
festival de cine de Lima, merecedora del premio especial del jurado en
actuación en el festival de Sundance 2015 para Regina Casé y Camila Márdila,
madre e hija respectiva en la historia de una empleada de servicio, cama
adentro, desde hace muchos años (cuando su hija recién nacía y debía hallarle
sustento y tuvo que sacrificarse, siendo criada por una pariente, cuando
mandaba dinero, y un aura de bienestar y comodidad, como de la ilusión de
riqueza con sus visitas), que es muy respetuosa de su lugar en un hogar de
clase pudiente en que labora, hasta sufrir la incomodidad que le presenta su
joven hija que suelta y fresca no se percibe distinta y puede ser algo
confianzuda con los dueños y patrones, que sienten su llegada en sus vidas, la
madre con los celos crecientes y la desconfianza, poniendo distancias de clase
social, como que se mueva de la cocina para adentro; el padre con la atracción
del deseo y el buen humor que ella le produce; el hijo con su estado virginal,
engreído y adolescente fumando marihuana, andando con amigos y divirtiéndose.
Jessica (genial la novel Camila Márdila) pone de vuelta de cabeza el estándar
mental de su madre, de Val (inconmensurable Regina Casé, que es fuerte
candidata a mejor actriz en el festival de Lima), cuando con su actitud,
palabras y relajo le da una clase de igualdad y de menor sumisión con las
diferencias de ser una empleada, en una auscultación social y política de sencilla
premisa, basada más en su comedia, en la luminosidad de sus postulados y
narrativa, y en su entretenimiento cálido.
Val es una mujer muy sana, anda todo el tiempo sonriente y
feliz, espolvoreando pequeña comedia inocente en el filme con su manera de ser,
quien es bastante cariñosa con el hijo de la casa, que hasta tiene más cercanía
con ella que con su propia progenitora que le pide más atención literalmente, a
lo que alude algo lejano, más en un lugar común, el título en español con su
acercamiento maternal de aire adoptivo, o más, en que da la sensación de que
Jessica está descubriendo en ella una segunda madre (en el rótulo original en
portugués ¿A qué hora ella vuelve? que indica no solo la añoranza infantil del
momento, sino más tarde en el nuevo trato acerca de la recuperación de aquella otrora
figura de admiración, tanto como mayor cercanía y compatibilidad), ya que Val
parece tener distintas conformaciones de identidad frente a ella, una como la
madre que venía de pequeña y alimentaba su ilusión, trayéndole regalos y
paseos, creándole proyección, como lo muestra su anhelo de superación en lo
universitario, en querer ser arquitecta, aun bajo dificultades económicas y
responsabilidades que repiten el modelo anterior de madre e hija con Val y ella
pero bajo otra decisión, y la nueva en una mujer demasiado hacendosa y
sojuzgada por decisión “propia” en un trabajo donde hay lugares distintos (típico)
para comer para ella y sus patrones, como en el simbólico helado y la rebeldía
de Jessica con comerse el más fino y del hijo aprovechando la afabilidad del
padre; un cuartito pequeño de servicio para dormir, en comparación al de visita
que es enorme y elegante; el ausente trato próximo y semejante sin lugar de
ubicación como pasa con Jessica que se asume de esa manera sin remilgos,
dándole dolores de cabeza a su madre que
hasta la vigila y la cree pretenciosa; o en no poder meterse nunca a la piscina,
en el que es una relegación común a un lugar menor producto de su orden social
y empleo, que su recién venida hija removerá, alentando su espíritu, hasta esa
tierna figura en la piscina a poco llenar, que es el cambio de aquella
“sutilidad” de haberla desaguado por una rata. Uno de los pocos instantes donde
la familia se comporta mal, ya que no se trata de ningún melodrama de
maltratos, todo se mueve con mucho cuidado y elocuencia fina, aunque sea un
filme directo y bastante llevadero, fácil de llegar al público, no obstante
asume su cariz social con delicadeza y arte, sin énfasis ni subrayados, ni demasiados
efectismos primarios, logrando una propuesta sencilla y amable, pero inteligente,
a buen punto. En donde no hay una crítica muy dura, o mejor dicho, sostenida,
sólida, contra las diferencias sociales, en el trabajo de patrón y empleado, aunque
se agarre bien para cautivar a través de
ello, más bien se trata de un cambio mental, el de proveernos de nuestra
identidad, personalidad y libertad, haciendo lo que queramos finalmente, como
todos pretendemos, proponiendo tener sueños, y acciones “mayores”, o sea, algo enteramente
nuestro, ser en toda palabra si se quiere, vivir a plenitud, y no solo estar
entregado a otros, donde lo maternal, como en Jessica, una generación ambiciosa,
no debe dejarnos que se escapen las metas.
El filme de la brasileña Anna Muylaert es una historia que
tiene dos caras, la de la humildad de Val, y la de lo quiero todo de Jessica, y
debe coexistir un balance entre ellas, aunque lo de la menor sea la influencia
capital en el filme ya que Val como el centro de la obra necesita respirar una
transformación, de tantos años, más de 15, y la hija es el detonante y a todas
luces el camino, refiriéndonos a su actitud, aunque de alguna forma como que su
tiempo ya se ha ido, y pasa a ser lo mismo en otro mundo, madre (y hasta
abuela, aunque cierto no lo va a dejar de ser nunca, es el amor inamovible), ya no en un hogar ajeno, en otro, el suyo, y hacerse
cargo de la hija nuevamente, ahora in situ, con lo que en realidad el filme
adolece de mayor premisa, porque se estanca un poco en la simpleza de las
diferencias sociales (en lo inmediato, hay que ver y aclarar), en solo dejarlas
atrás, pero ¿cómo?, en realidad, al fin y al cabo, con la independencia nos
dice, y una buena onda para atraer público, y queda un vacío en su alegría y
auto-complacencia, en solo pedir la ruptura de la madre (la ayuda es
secundaria, y, desde luego, naturalmente voluntaria, le hace feliz como madre),
con lo que debió haber una resolución con oportunidad de lucir esa libertad,
más allá del abandono, en la elipsis del futuro encallada en hacerse cargo de
sus propios familiares, quedando endeble a mi ver, pero puede que sea realismo
y miras convencionales, no buscando la grandilocuencia, solo el afecto, la
esencia y la empatía, con lo que funciona, y queda un filme simpático, que es
lo predominante de su búsqueda.