Contextualizada a puertas de la primavera árabe, la película
debut del egipcio Tamer El Said refiere al fin del gobierno de casi 30 años de Hosni
Mubarak tras las protestas populares, pero se extiende a otras zonas, como refleja
aquella reunión, tras una exposición cultural, de los amigos del protagonista, el
que interpreta Khalid Abdalla (actor conocido por Cometas en el cielo, 2007; y
por participar como revolucionario en el documental The Square, 2013, sobre
justamente el movimiento que derrota a Mubarak), en especial a Bagdad (Irak) y
Beirut (Líbano). Sin embargo el filme no queda ahí, no pretende predominar un
registro documental de aquellos memorables sucesos para Egipto, más bien es un
canto muy personal, aunque reflexionando bajo ese contexto, que implica a
Khalid como un claro alter ego de Tamer El Said, que desde su individualidad –
no obstante ayudado por sus mejores amigos- piensa a su país, lo ama y lo
sufre, mientras trata de capturarlo en su naciente vocación de cineasta, y la
de sus camaradas. Khalid en su propia idiosincrasia tiene a su
madre enferma y sufre la distancia de una mujer.
El filme contiene un trabajo más que decente de estética,
composición y expresión, de creatividad visual, en paisajes o fondos, en detalles, busca
el arte, y digamos que lo logra en buena proporción, superando el señalamiento
de superficialidad, aunque dejándose ver un poco, o quizá fallándole el sentimentalismo
por su nación en ciertos momentos, que no llegan a ser malos, puede que hasta
logren la plenitud de una compenetración, pero que huelen algo a cursis. En una
propuesta que no esconde tratar de ser poética, saludable riesgo que en la
presente funciona más que falla. A eso se le suma la elipsis, y, a veces, una
cualidad de incompleto que puede desconectar al espectador.
In the last days of the city es ante todo un recorrido, el
de Khalid, quien yace observando a su patria y a esa vera a lugares similares,
viviendo el padecimiento de su población a través de sus mejores amigos. Es,
qué duda cabe, un observador privilegiado de lo que cuece la caída y la
desesperación del mandato de Mubarak, como de las contradicciones de sus
compatriotas. Notable ver que la primavera árabe y la revolución en Egipto
toman distintas formas, teniendo en buena parte una expresividad light en ello (más
allá de poéticas y algunos ratos de explicites, unos obvios, otros potentes), como que escuchamos mucho a través de las
radios, habiendo harta información, pero también como estilo narrativo y
esencia bien dibuja a la película el interés por los resultados del equipo
nacional de futbol y la felicidad que conlleva en el pueblo. El filme, por otra
parte, desde luego, sirve de intelectualización, pero habla mucho más de
sentimientos, donde Khalid es un amante hijo de su nación.