viernes, 22 de abril de 2016

The Revolution Won't Be Televised

Se acercan las elecciones a Senegal y el actual presidente Abdoulaye Wade quiere reelegirse por segunda vez, perpetuarse en el poder bajo una controversia constitucional, por lo que en este filme vemos desde a fines del 2011 en adelante cómo surge un movimiento contra aquel político, llamado Y'en a marre ("Estamos hartos o ya tuvimos suficiente”), donde parte importante de esta sacudida popular la lideran dos raperos senegaleses, Kilifeu y Thiat, padre e hijo, que pertenecen al grupo de hip hop “Keur gui” junto a un poco versátil DJ. Ambos vocalistas no quieren pertenecer a la política, simplemente son activistas por la democracia y lo que creen mejor para el país, mientras ejercen su música que está impregnada de mensajes directos sobre la realidad de su nación y la lucha contra los corruptos o los malos dirigentes políticos.

El documental de la adoptada y comprometida senegalesa nacida en Mauritania, Rama Thiaw, es la vista del movimiento enfrentando naturalmente en las calles a la policía tras sus marchas, pero enarbolando sobre todo un mensaje pacifista, aunque intenso y frontal, no siendo ninguna revolución tradicionalmente violenta, más bien moderna y si se quiere alturada en lo posible, no obstante la música de Keur gui es potente y filosa, poco sutil, como la convicción de estos raperos sobre fiscalizar el poder. Thiat mucho más que el pretencioso Kilifeu, el primero activista acérrimo, el segundo más artista, como se auto-califican, que incluso Kilifeu se compara con raperos afroamericanos como Tupac Shakur o Snoop Dogg y dice ser mejor que ellos, fantaseando, claro, porque la música de Keur gui es demasiado explicita, concerniente a la realidad actual de Senegal, aunque tampoco es que sean muy diferentes de los raperos típicos americanos de los que indefectiblemente beben, como se puede ver en Straight Outta Compton (2015), sobre el legendario grupo nacido a mediados de los 80s, NWA, que le cantaban a la problemática del afroamericano de barrio enfocados en la realidad de Compton, California, quienes tenían por rival a la policía, a razón de señalar abuso, excesiva fuerza y vigilancia, al confundir a todos los afroamericanos por drogadictos, pandilleros y comercializadores de droga, que justa e irónicamente es a lo que le cantaban en buena parte los NWA (donde sobresalen los raperos Ice Cube, Dr. Dre y Eazy-E).

El filme pasa por la conflictiva elección presidencial y continua en sus mismas ideas, tal cual no hubiera cambiado nada para nuestros protagonistas, Kilifeu y Thiat, que siguen con sus mensajes combativos, enfrente y detrás del escenario musical (porque trabajan en “dos” frentes). Viajando por el interior del país o por fuera como cualquier grupo, pero dando a la vez charlas y exposiciones políticas, instalando su perenne revuelta, su sentido del descontento y constante vigilancia, desilusión y desconfianza del poder. Por lo que The Revolution Won't Be Televised se parece tanto a muchos lugares, indudablemente también al Perú. En una propuesta que es grato ver que plantea modernidad en su ilustración, que Senegal no es un lugar exótico, aunque humilde en varias formas, no muy distinto de los demás.

En el camino también se coloca a la música hip hop detrás de las imágenes in situ de esta “revolución” popular, o, mejor, derecho a la fiscalización, donde brilla la amalgama de activismo y sonidos, con el arte que proclama compromiso y movilización, buscando despertar a la gente, de lo que se deja ver que el ideal circunda en el grupo (el que no se vende, como se dice tras el apoyo al contrincante de Wade, Macky Sall), y esto en lugar de destruir una carrera, tipo lo que vemos en el filme What Happened, Miss Simone? (2015) en la carrera profesional de Nina Simone, producto quizá de cierto mayor extremismo o desvirtuar mucho su tipo de música, proclama la valentía, la justificación y el (“pequeño”) éxito de Keur gui.