Cuando vemos que una historia paralela, unos tipos
detrás de varios computadores, a las
vacaciones de cinco amigos universitarios, están de alguna forma vinculados,
empieza la extrañeza, y la curiosidad, se despiertan las expectativas de saber
de qué se trata todo, que conllevara algo
que trata de desmitificar al propio terror, y cuando esperas que todo lleve
sentido, que en realidad se justifica pero desde su fantástica visión, miedo y
broma, te asalta el entusiasmo de una propuesta muy imaginativa y contundente,
y se satisface esa espera.
No duda en restregar su malvado sarcasmo en la pantalla,
pero sigue siendo una historia que imprime temor y sobresaltos – en una parte
es una mezcla de John Carpenter y George A. Romero-. Propuesta que seguramente quedara como cinta
de culto. Incluso llega a aparecer un ícono del cine sci fi de horror para
tratar de resolvernos de que trata toda la historia, y no se hace problemas,
nos lo resuelve en cuatro palabras y esa frescura llega hasta el final.
Todos sabemos que el cine de terror es algo prioritariamente
para divertirse, al que no le solemos pedir demasiada argumentación, ya que es
para dejarse llevar, para explayarnos en nuestro instinto de supervivencia, para
impresionarse con lo visual, para estremecerse sin pudor, pero en la presente
parece una consigna, luciendo como la exposición de una clase de cine
específico, que indica la esencia, su práctica y hasta su pasión, el mundo
necesita de historias de terror, lo dice literal y metafóricamente.
Muéstrale al público lo que quiere, señala un espectador del
cine hecho realidad, uno de nosotros como protagonista, un amante de estas
películas. Quiere que la bella rubia fácil se desabroche el camisón y enseñe
sus redondos y formados senos. Y por supuesto, lo hará y ya sabemos lo que
viene, una espantosa muerte en la noche, típico del slasher. No una sino muchas
veces se van desnudando las ideas, en una continua revelación de autor pero adscribiéndose
en ser otra exhibición más, teniendo una trama propia y un hilo conductor, que
por su particularidad es y no es, y es perfecto porque los límites están para
superarse.
El héroe en motocicleta augura la salvación, pero en una
sacada de vuelta será el tonto el que tome la posta, y es que el filme rompe
muchas reglas tras mostrarlas. Y así como uno de los protagonistas hace ver, es
como si estuviéramos en un reality, un lugar para ver la “naturalidad” de los
comportamientos y el develar de los secretos. No deja indiferente, tiene
bastante personalidad y es muy entretenida. Sí, para fanáticos, pero que más se
puede pedir.