Jay Oliva en Batman: The Dark Knight Returns (parte uno: 2012 - parte dos: 2013) se muestra como un gran storyboarder, y no solo queda en ese lugar, sino que nos entrega a continuación una magnífica adaptación animada en dos partes del superhéroe que más ama el mundo, con perdón de Superman, Spider-Man y The Avengers que intentan hacerle la competencia
Otra película de la que hablaré de paso es Batman: year one (2011), de Sam Liu y Lauren Montgomery, también creada por Frank Miller, en
1987, un año después de la presente. Los cómics de Batman: The Dark Knight Returns son de 1986, a diferencia de los filmes que han invertido su lugar de exhibición. Batman: year one es un filme muy intenso, que nos remite al inicio de la
construcción de Batman en una ciudad caótica donde el crimen reina hasta el
punto de que la policía está totalmente corrompida, pero no está solo ya que al
mismo tiempo aparece un compañero dentro de la legalidad, con quien codo a codo
lucha por rescatar a ciudad Gótica, el detective de policía James Gordon. En
paralelo se nos da la historia de ambos. Mientras uno crece y aprende su lado enmascarado
de la justicia, el otro se enfrenta a la agresión y desconfianza de los
corruptos compañeros, de la supervisión abusiva de su jefe y de una relación
extramatrimonial mientras su esposa está embarazada. A la luz de un humano pero
idealista Gordon que tiene fuerte presencia en el conjunto vemos a un Batman
decidido, aceptando y proyectando su pasado, en datos a grosso modo pero precisos,
mientras asume -y se asume- su papel en la salvación de la ciudad. Por ahí se
ve la historia de Selina Kyle y su transformación rauda en Catwoman; sus
habilidades de combate y su choque con el murciélago humano.
Batman: year one comparte vínculos con Batman: The Dark
Knight Returns, siguen algunas ideas en común, aparte de provenir de una
renovación dictada por la pluma de Frank Miller, su trazo veloz y un aura de
arte rompedor nada limpio; tienen un destacado pero parcial tono realista, cercano
a los cotidiano en varios rasgos, a los problemas identificables aunque dentro
de una ficción y una aventura fantástica propia de cómics de superhéroes (más
la segunda parte), como su modernidad y su lado cool, su soltura, su explicites
en la acción y sus repercusiones en los combates, su ir a complacer más al
adulto que a los niños, su agilidad narrativa y su claridad argumental sin perder
un tono humano y mayor al simple dibujo animado de primera referencia, o sea el
infantil, sino saciar ese lado oscuro que muchos creemos es la verdadera y
mejor identidad del cómic que muchos apreciamos. Otro rasgo es que Batman, aunque muchos no lo ven así, vive una fuerte represión hacia su persona oculta, la que es una necesidad, entonces cuando la ciudad
vuelve a caer en el caos, en la alta criminalidad, en la anarquía y su peligrosidad
callejera, y la policía no puede detenerla, se requiere de su presencia. Sin
embargo la trama de The Dark Knight Returns nos presenta un nuevo contexto, bastante
especial y opuesto, Bruce Wayne tiene 55 años de edad, yace retirado hace diez
años tras la muerte de Robin, Jason Todd,
y decide como anuncia el título regresar.
La primera parte de Batman: The Dark Knight Returns, nos
pone como entes de destrucción e inseguridad a los denominados mutantes, una
pandilla de punks que son inhumanos y asesinos implacables, naturalmente proclives a la violencia pero anclados al servilismo límite (matan a un niño aun recibiendo el rescate económico por él). Los mutantes tienen un
líder muy parecido al Bane más ligero que uno conozca, solo puro músculo, y lo
que se hace complicado al enfrentarlo, su juventud. En cambio el hombre
murciélago está viejo pero sigue fuerte, valiente y confiado en sus nociones,
por lo que vemos que hace frente a todos con esa misma agilidad de antaño,
salvando algún esfuerzo extra. No obstante ahí es nada porque sale a flote no
solo por su inteligencia, sus recursos técnicos, su osadía, sino con su capacidad de pelear a puño limpio. Acepta pelear
cuerpo a cuerpo con el mastodonte, inmisericorde y bruto líder mutante, en dos
oportunidades; la segunda ya con algún truco bajo la manga pero igual de
aguerrido.
El relato es sencillo y es artificialmente nostálgico, como en un colofón glorioso que es lo que apunta constantemente, un ir hacia adelante frente a la lentitud, al pasar de los años, pero en donde a nuestro héroe le queda ante todo la experiencia si bien parece no haber cambiado en realidad. Aunque luce como un anciano sigue siendo Batman. Le da duro a todo el que se mete con él y no se podía esperar otra cosa, por lo que es, un cómic que con buena dosis de modernidad y audacia también requiere de ciertas constantes tradicionales, sino no existiría. Lo mismo le pasa a fin de cuentas y en otro grado mucho menos notorio a Christopher Nolan y la discusión de que era o no realista, lo cual parece algo bastante tonto de pedirle a un personaje de historieta, y es que desde el arranque se nos muestra inverosímil, solo irrigado por unos pocos rasgos realistas pero que es una fantasía en toda regla.
Otro rival es Dos Caras, que nos dice literalmente –y en varios planos- que uno aun con cambios físicos sigue siendo el mismo. También destacan algunos toques de recuerdos que son muy escuetos pero son como brillos iluminadores, que hacen al héroe quien es, exhiben sus rasgos de identidad ya muy populares. Batman no deja de tener ese fuego en su interior ni con avanzada edad, yace inamovible ese combate por superar sus pérdidas y en quien lo ha convertido (depende de ello), bajo la curiosidad en el filme de monologar con su propia psiquis de forma exaltada, y es que si vemos bien Batman está un poco loco. Además, en pantalla se da la sutil ironía, en realidad de siempre con el personaje, para quienes decían de que Robin tenía un aire afeminado; la elección de una niña lo hace algo muy esencial, muy descarado, pero entretenido, como es siempre éste magnífico superhéroe.
El relato es sencillo y es artificialmente nostálgico, como en un colofón glorioso que es lo que apunta constantemente, un ir hacia adelante frente a la lentitud, al pasar de los años, pero en donde a nuestro héroe le queda ante todo la experiencia si bien parece no haber cambiado en realidad. Aunque luce como un anciano sigue siendo Batman. Le da duro a todo el que se mete con él y no se podía esperar otra cosa, por lo que es, un cómic que con buena dosis de modernidad y audacia también requiere de ciertas constantes tradicionales, sino no existiría. Lo mismo le pasa a fin de cuentas y en otro grado mucho menos notorio a Christopher Nolan y la discusión de que era o no realista, lo cual parece algo bastante tonto de pedirle a un personaje de historieta, y es que desde el arranque se nos muestra inverosímil, solo irrigado por unos pocos rasgos realistas pero que es una fantasía en toda regla.
Otro rival es Dos Caras, que nos dice literalmente –y en varios planos- que uno aun con cambios físicos sigue siendo el mismo. También destacan algunos toques de recuerdos que son muy escuetos pero son como brillos iluminadores, que hacen al héroe quien es, exhiben sus rasgos de identidad ya muy populares. Batman no deja de tener ese fuego en su interior ni con avanzada edad, yace inamovible ese combate por superar sus pérdidas y en quien lo ha convertido (depende de ello), bajo la curiosidad en el filme de monologar con su propia psiquis de forma exaltada, y es que si vemos bien Batman está un poco loco. Además, en pantalla se da la sutil ironía, en realidad de siempre con el personaje, para quienes decían de que Robin tenía un aire afeminado; la elección de una niña lo hace algo muy esencial, muy descarado, pero entretenido, como es siempre éste magnífico superhéroe.
La primera parte no auguraba algo destacable como ha
sucedido, los mutantes son bastante planos como personajes, no representan
mucha imaginación en el trazo ni en el fondo. No obstante todo el paquete es lo que la hace
sumamente agradable, y aun con estos enemigos se hace audaz. En total,
entre ambas partes, mucho importa ver la trasformación del tiempo, ese nuevo
contexto desplegado como impremeditado, en cada presencia dentro de una
novedosa interpretación visual y hasta en parte de su fondo, todo envuelto en
un aire de cierta modernidad. Tenemos la infaltable y constante prensa, las autoridades,
las entrevistas a analistas y psiquiatras, la intervención de un presentador de
televisión, que la hacen una historia
más mediática, analítica y referencial en su discurrir predominantemente ligero.
La segunda parte gracias al ambiente anterior –concreto y
bien desarrollado- se dedica a ser solo un poco original en su trama, en la
misma dirección pero ya de forma menor recogiendo la miel que le precede, pero nadando
en personajes más atractivos a través del hecho de estar consolidados y ser un
gancho seguro en el espectador que no se cansa de volver a verles. Surge siempre
clásico el Joker como rival, que con él es como dicen que un superhéroe no
sería nadie sin un buen antagonista. El plan es sencillo y es un macguffin,
pero termina siendo una matanza insaciable y un enfrentamiento final muy duro y
explícito. Hay más, Batman se enfrenta
a Superman estando viejo. Es el hombre intachable que obedece al gobierno de
Estados Unidos, versus el que es un audaz, efectivo, justo y exitoso outsider,
metafóricamente interesante. Esto uno no lo puede creer sino lo ve y es que
viendo lo que ya nos han reflejado parece una lucha imposible, aun siendo Batman, y juega como connotación
doble, porque es un hombre contra uno que no lo es, sino de otro planeta con
poderes superlativos, mucho sabiendo que el hombre
de acero sigue siendo el mismo de antaño, joven y poderoso.
Ésta segunda parte aunque en realidad no aporta casi nada
nuevo en su superficie y utiliza un refrito muy gastado en una nueva guerra
atómica entre una ulterior Unión Soviética y el país de las barras y estrellas
por un territorio en disputa, se hace más entretenida, más fácil, e igual sigue
el mismo método, aparecen algunos viejos personajes como Selina Kyle (a la que
vemos irónicamente vestida de Mujer Maravilla y le cae precisa la frase malvada del Joker, los años no perdonan); y un superhéroe que ahora tiene
su propia serie de tv., Oliver Queen, Flecha Verde, que es otro ejemplo
de una constante en el filme, ser el mismo, seguir siendo un superhéroe
aun siendo ya un hombre sin disfraz. De aderezo presenciamos a los mutantes divididos, a Robin, y
la persecución policial en un nuevo comisario, y el anunciado y esperado
cierre “definitivo” de la leyenda.