Rian Johnson se ha hecho más popular a nivel mundial pero
aun no despega hasta lo más alto del séptimo arte en su país y de ahí irradiar
al resto gracias al poder de su cine, pero está en ese camino, intentándolo y
muy bien. Con la presente película nos demuestra que es capaz de manejar
ingeniosas tramas, complejas ideas, ya que unir cabos entre el futuro y el
presente en el cambio de la acciones producto de la tergiversación de lo que
hacemos en el tiempo no es asunto sencillo, y no solo es eso sino que llega a
urdir su propia imaginación colocando elementos nuevos y fantásticos, que son
varios. Un rasgo de su inteligente propuesta es que se aboca a su tema y no
trata de abarcar más de la cuenta ya teniendo mucho entre manos, para ello
recurre a salidas ingeniosas en los diálogos, como quien quiere decir que sabe
pero no necesita decirlo y ahí la elipsis no se echa en falta ni la trama necesita
de mayor contexto. Looper para quien escribe ha sido una gran sorpresa, se
esperaba un filme comercial trepidante y de alguna forma predecible pero el ingenio
puesto ha dado un escalón más en su haber, algo que admirar.
Y no es primera vez que Johnson hace algo que parece muy
original, ya en su primer filme, que se ha convertido en uno de culto, Brick (2005),
se veía su habilidad con las mismas características
que Looper. Brick, es un neo-noir ambientado en la escuela secundaria, que
también cuenta con el protagónico de Joseph Gordon-Levitt. La trama gira
entorno a la ex novia desaparecida de Brendan (Gordon -Levitt) a la que no
puede olvidar y que se halla metida con drogadictos y dealers en su promiscuidad
y adicción. Una vez que ella balbucea algunas claves del relato en una
conversación telefónica se da la búsqueda del misterio a manera de según declaraciones
del autor de una típica historia inspirada en Dashiell Hammett (maestro de la
novela negra americana) a quien admira y del cual se empapó tras ver Muerte entre
las flores (1990) de los hermanos Coen. Brick se mueve aunque seriamente en
medio del imaginario de una historieta, con algunos toques infantiles y
fantásticos, bajo los prototipos que no faltan en el género literario, donde The Pin es un chiquillo espigado y cojo que lidera el negocio de las drogas, pero aunque
vive en un barrio pobre viste elegantemente, y comparte hogar con su madre
que dulcemente atiende a su amigos; otro que destaca es Tugger, un joven matón bruto del tipo
rapero que solo sabe golpear a todo el mundo, mientras no falta la femme fatale
en la bella y sensual joven actriz Nora Zehetner que aunque desconocida me
recuerda a Natalie Wood; también tenemos a la vampiresa y explotadora que es aficionada al
teatro y que viste muy cool en Kara; tampoco falta la ayuda de un chico muy
racional al que idóneamente se le conoce como el cerebro. Es una buena
propuesta que luce sencilla visualmente pero que tiene un guion muy intrincado pero
bien estructurado en donde se unen muchas aristas, se mezcla el amor, la droga,
el robo, la mentira, la manipulación y la venganza, y no es hasta el final en
que se descubre y se sabe la verdad, satisfactoriamente explicada. Así mismo en Looper todo encaja perfectamente.
Looper nos remite al año 2042 en que unos asesinos a sueldo (los
loopers) reciben misiones del futuro, del año 2072, de la mafia que no puede ejercer el
homicidio. A través de una máquina de regreso en el tiempo ya inventada por esa
época se encargan de tipos marcados para la muerte. Sin embargo hay una cláusula especial que cumplir sino serán ajusticiados
en su actualidad por la empresa a la que remiten, si dentro de 30 años siguen
vivos deberán ser enviados en el tiempo y ser asesinados por ellos mismos o por
sus compañeros, ya que se quiere borrar todos los rastros de criminalidad. Todo va “sobre ruedas” para Joe, el actor Joseph Gordon-Levitt, aprendiendo
francés para su retiro millonario, solitario, sencillo, con una pareja sin
ataduras y promiscua siendo asesino y adicto a las drogas. Cuando le llega lo
que parece un trabajo más no termina siendo así, le viene desde el mañana su yo
posterior (Bruce Willis) con su propia motivación entendible y hasta noble si
bien el fin no justifica los medios. No solo es no dejarse matar sino
perpetrar algunos asesinatos por su cuenta que trastoquen su devenir y el de su
pareja, y en ello se dará una lucha y una persecución y sobrevivencia en varias
direcciones.
Algo que no hay que olvidar es que estamos inmersos en un
contexto de puros criminales y a fin de cuentas amorales véase como se vea,
algunos no hoy sino mañana pero todos son gente carente de la salvedad del
ideal que se suele seguir, por lo tanto el desorden que propicia el Joe viejo
ya viene adscrito desde el inicio. Ni el personaje de Willis, ni el de Levitt o
el niño que será el hacedor de lluvia (además ya denota inestabilidad y peligro
con sus poderes de explosión) son ni serán impolutos. Las decisiones
que se toman versan desde la humanidad de cada uno, pero son en esencia
aceptables; tenemos el amor por la esposa, por la joven de la que recién se ha
enamorado o por el hijo, pero como se ve todo lleva consecuencias que perjudican a terceros. Ésta mujer es la bella Emily Blunt, con un acento rural americano muy bien
desarrollado, a quien se le agradece una belleza sin tanto artificio. Al final, visto bien, el filme
se resuelve de la única forma lógica, pero se debe de decir que no llega a ser
predecible, gracias a los momentos bien desplegados de los propios intereses, a
los nuevos descubrimientos progresivos, muy bien distribuidos, a los encuentros
de los distintos bandos y esa secundaria bisagra en Blunt. La organización de
los loopers tampoco representan a los malos –en sí como se ve todos los entes
activos lo son- sino solo cumplen con lo que hacen, se deben a sus reglas, y Joe en ese
sentido no puede achacarles nada siendo uno de ellos y sabiendo de que trata,
incluso llega a ponerlo en práctica con su mejor amigo (en el papel de Paul
Dano), por no perder su dinero.
Una curiosidad de la propuesta es ver que Gordon –Levitt tenía
un rostro medio raro, y eso se ha debido a que lo han transformado con
maquillaje a los rasgos faciales de un joven Bruce Willis, para hacer más
creíble la noción de ser los mismos. Esto es algo irrelevante en realidad pero que
habla del perfeccionismo del autor. A su vez “sorprende” ver, y es que uno
tiene pegado en la mente su vena cómica, a Jeff Daniels como el jefe de los
loopers en el presente. No lo hace mal pero no logra cautivar, sino resulta muy
anodino, y eso invoca la poca fuerza que representa su organización a la hora de la verdad, y es que la acción de estos no logra ni hace nada impresionante. No obstante predomina
un cuidado en ello, que termina siendo correcto y justo para el total. Pero si
vemos la ironía de que se enfrentan a Willis y lo que uno se predispone con
Daniels, todo resulta bastante coherente. Además, es algo paradójico, porque el filme carece
de buena comedia, el lado tonto lo quiere dar en parte el personaje de Kid Blue
(Noah Segane, asiduo en los filmes de Rian Johnson) y pasa muy por debajo, no
por él sino por su papel. De todas formas esa ausencia de relajo en la broma en
general no se hace estimar, salvo cuando en pocas ocasiones se le busca y falla,
siendo algo menor ante tanto logro.
Visto desde adelante hacia atrás todo parece muy sencillo, y
eso enaltece la obra ya que es redonda, consciente de su ingenio y estructura,
no hay falsedades ni extravagancias aun siendo una cinta curiosa y audaz. Es ante todo
un cine transparente, racional. Se puede ver que Johnson ha construido una tela
de araña perfecta que se cierra en cuanto se toma noción del entorno, de los
acontecimientos y vertientes, cuando ya el futuro yace limpio, y nuevamente
predomina la virtud máxima del filme, aprender, ser mejor, aunque unos en
realidad estén equivocados, y lo notamos ante lo que define y reúne todo. El filme se afirma en algunas palabras
claves que llegado el momento saltaran
como chispas en el espectador y no en el arranque sino en el desenlace, pero en
la misma senda, si afinamos la vista notaremos que Rian Johnson ha seguido las antiguas
coordenadas de Brick pero con un presupuesto mayor, con actores famosos, con
una estética y efectos especiales de primera. Ahí yace el ejemplo de lo que
significa apertura económica, poder hacer más perfectas visualmente las ideas (que son como ha demostrado el director lo más importante). Por lo tanto, Rian
Johnson nos alienta a pensar que al cine comercial americano le espera una mayor
luz de grandeza gracias no solo a directores como Ben Affleck o Christopher Nolan
sino también al traspase de algunos cerebros del mundo indie como él que toma
fuerza y al que le auguramos más éxito.