domingo, 20 de enero de 2013

Las Sesiones


As Good as It Gets (Mejor…imposible, 1997) es una de las mejores comedias que he visto, y no soy muy próximo a elogiarlas, dotada de un humor sarcástico pero aun así fino, repleto de ingenio. Con dicha película Helen Hunt ganó el Oscar, y por esa época ella era de las mejores estrellas del cine comercial americano, con películas muy populares y simpáticas como What Women Want (¿En qué piensan las mujeres?, 2000) y Pay It Forward (Cadena de favores, 2000), y la serie de televisión que encantaba en Estados Unidos, Mad About You, (Loco por ti, 1992-1999), sin embargo Hunt decayó y prácticamente desapareció de lo mediático, sin embargo con la presente vuelve como un ave fénix, obteniendo una nominación por mejor actriz principal. Con ella, dos actores de primera, el prometedor  John Hawkes, y el siempre interesante pero eterno secundario William H. Macy. Un trio que hacen una solvente actuación.

Un rasgo notorio a recalcar es que a pesar de que Hollywood suele premiar personajes como el de Hawkes, un tetrapléjico con apenas el movimiento de su cabeza, no lo ha nominado, y eso es un llamado de atención para aquellos que suelen decir que el Premio de la Academia es un lugar predecible (lo es en cierta filosofía como en cualquier otro certamen), pero menos esta vez con tantas nominaciones para Michael Haneke y una de director para Benh Zeitlin en su debut cinematográfico (aunque ellos premian calidad y no cantidad lo que es razonable pero igual nos sorprenden). Lo que no resulta irrefutable es cuando achacan al Oscar de ilógico muchas veces, y en realidad aunque tiene algunos buenos errores no deja de ser una gala competente. Pero yendo al asunto es una muy digna actuación (la elección de Hawkes hubiera sido tan inteligente como la de Hunt), sobre todo porque no se trata de un (estereotipado) melodrama sino de algo curioso pero vital en todo ser humano, la realización sexual, con la particularidad de dicha minusvalía.

Mark O'Brien (John Hawkes) aún es virgen  llegando a los cuarenta, solo se ha enamorado y pedido matrimonio a una única mujer y no hace mucho siendo rechazado, cuando le recomiendan una terapeuta sexual (Helen Hunt). Y ella dice en su primera presentación, esto es muy llamativo para evitarlo, que no es una prostituta, y el escenario es este, ella está casada, su marido sabe del tipo de terapia que hace y es un filósofo casero sin trabajo, mientras la mujer en cuestión  accede a dar seis sesiones por cliente explícitamente sexual con toda forma incluida. Claro, ella graba sus intervenciones, las analiza, tiene contacto con otros especialistas y es sumamente profesional, asumiendo coitos, sexo oral y prometiendo hasta orgasmos a su vez, más un trato cariñoso y educado, y parece todo muy complejo, y quisiéramos no ver la realidad, pero sin duda es una prostituta, y ella dice que porque no tiene deseo natural, excitación, no lo es, y resulta peor aún visto a esa luz, pero claro no es una ninfómana. Y el filme es un poco raro tanto en forma como en fondo, tiene un aire frío, realista digamos, en que el sexo se habla y se ofrece directamente, duro y al grano, aun con toda la dulzura y paciencia del mundo que esconde su verdadera naturaleza, una transacción de dinero por concebir actos sexuales, hay un aura de cierta falta de gracia en los actos, que está perfecto, en la vida esto se apega más a esa imagen, sin adornos, pero luego el filme quiere agradecer y enaltecer a la terapeuta sexual, y resalta su flagrante ambigüedad moral, que se ve desde darle satisfacción a un minusválido como un acto de caridad y bien social, muy noble pero también que implica indisoluble y predominantemente que se trata de promiscuidad, banalización e infidelidad. Y no es todo, muy moderno el filme, el mejor amigo de Mark es un sacerdote que escucha sus confesiones y le apoya, como no podía ser de otra forma, sino sería un convencionalismo y una negatividad que el filme no quiere, y es reciproca la amigabilidad que se esperaría.

Helen Hunt luce impresionante en su actuación,  ella es muy natural y le da dignidad y credibilidad a su papel, se desnuda sin problemas, lo hace continuamente (y ya está mayorcita, pero tiene un cuerpo trabajado, delgada y con curvas todavía agradables pero sencillas), y le da un descaro y confianza que hacen del personaje algo muy sólido, y ayuda a solventar la idea del director, que es más que una prostituta, además de colocar emotividad y sensibilidad que se hacen indispensables bajo dichas expectativas. Es un filme “particular” en su trato (si bien siendo de muy mente abierta es algo típico), pero se entiende la necesidad en la que la terapeuta se convierte, en la satisfacción y felicidad que brinda, y ese agradecimiento de alguien débil y especial es el que se asume. Y es coherente con ese mítico lugar común de cualquier ser humano, que suele terminar enamorándose de las prostitutas, ya que tampoco dejan de ser hombres y más estando en condiciones de fragilidad interior, hasta es más razonable ya que en efecto es un acto con condiciones que llenan un vacío muy grande.

Es un filme medio bobalicón no hay que negarlo , pero muy real, sincero,  y para ser más aceptado se le reviste de belleza, se le cubre de una atmósfera de mayor cuidado, sin embargo de esta manera piensan muchos en verdad, y es que la prostitución con minusválidos no será como se quiere prodigar, algo propio de santos, el vividor y pobre diablo del marido hasta lo recalca, pero es un quehacer universal que es inevitable y es hora de reconocerle algo, a la prostitución, pero sin engañarnos, o hacer como el filme convertirlo en algo romántico, dándole una personalidad imaginativa, Cheryl  menciona en un momento que no entenderían que es lo que hace, por supuesto parece que ella y el director Ben Lewin sí, y todos también sin coincidir en todo, porque tampoco se puede uno cegar y fabricar una fantasía que no es, ni para un lado ni para otro absoluto, mucho menos el del ideal en lo que tiene de amoral, por eso hay que reconocer que es una furcia y no el bonito nombre de terapeuta sexual, no cambiemos la esencia ni lo que es, para aceptarla, lo que hace el filme un tanto fallido en su mensaje y artificialidad pero si muy atractivo en su complejidad aun apuntando a la aprobación.

Al cabo de tener en gran parte del metraje un aire seco, práctico, pero amable y simpático, no se puede evitar una cierta estética para ello aunque un poco deslucida, luego se muestra sentimental en el personaje de Mark (en ella es una treta de una filosofía notoria), lo hace en el momento justo, ya no buscando la rápida conexión con el público, que se gana el tema sin esfuerzo y es muchas veces un error acometerla demasiado, sino para darle forma al hombre, que su estado implica sensibilidad y no hay que evitarla tampoco, que el cine no puede ser indolente con su tipo de vida, con su dolor, pero también creemos en los cuentos optimistas manteniendo un aire de cierta tragedia que habla solo intrínsecamente, en el filme revisado sin mucho drama, sin inquirir en la lagrima fácil, siendo la trama ante todo un recuerdo agradable el que se administra, y es loable verlo distinto de vez en cuando, aun con esa ilusión del agradecimiento, que es respetable visto bien. Además el filme nos dice que se basa en artículos de un tetrapléjico real, es su visión, su sentir, uno muy humano. Y el filme recoge esa sensación, fabrica esa contradicción, entre un realismo físico y un romanticismo espiritual.

El desenlace sucede muy raudo, y resulta tan abrupto que se hace endeble, también la relación de la asistente y el recepcionista del hotel se ve nada significativa, innecesaria. Hawkes hace un estupendo papel, podemos ver que en efecto es un tipo poético y aquejado por la fragilidad, además de su miedo e inexperiencia muy bien desarrollado, y su entusiasmo en el descubrimiento sexual se luce contundente. Quizá no está nominado porque yace todo el tiempo en un estado de contento o mejor dicho, de tranquilidad aun petrificado en un camilla con la proclividad a la falta de oxígeno (otro punto negativo es cuando se va la luz y está solo de noche en su burbuja de aire, pasa por tres momentos veloces, primero resulta predecible, luego poca cosa -como si se arrepintiera el director-, y termina siendo algo mayor sin ahondarlo), sin exudar sufrimiento, y lo que busca es lo que no esperamos de un discapacitado, pero es un gran tema, una historia muy potente, te atrapa totalmente, una banalidad en él que no lo es tanto, ya que todo hombre tiene deseo sexual.

Es un filme imperfecto, con aire a un lado europeo y luego americano, que nada en aguas de originalidad explotando la leyenda urbana y un tipo de lugar común. Dulce discretamente, la playa y la reflexión de la culpabilidad. Simpático, cuando piropea a las damas, cuando se lee su poema. Notablemente realista a ratos, la última de las sesiones. Pero también tonto o fácil, cuando Cheryl empieza a cambiar o en el intercambio de miradas en la iglesia. Y es atrevida a un punto pero honesta en el sentir de su protagonista, que es lo más importante.