El director chileno Pablo Larraín ha trascendido a su país y
se ha instalado dentro del mejor cine comercial del mundo, aun hecho en
Latinoamérica. Este año no solo mediante el salto decisivo con su película Jackie
(2016), ya inmerso en la cultura americana y en el cine de Hollywood. También
con Neruda (2016), una película que revisa un momento importante de la vida de
uno de los iconos más grandes de Chile, el famoso poeta y premio Nobel Pablo
Neruda. Este sucede cuando el presidente chileno Gabriel González Videla -que
interpreta el asiduo de Larraín y brillante Alfredo Castro- tacha a Neruda de
comunista tras unos insultos del vate y le declara la guerra, surge una
persecución política, por lo que Neruda debe esconderse y seguidamente intentar
salir del país, como implica la historia universal. Sin embargo, Pablo Larraín
no se queda solo con ese contexto, sino que le agrega una parte ficcional, la
que incluso se lo dice al espectador directamente (para qué hacernos problemas),
en el personaje del inspector policial que interpreta el mexicano Gael García
Bernal, como Óscar Peluchonneau, un nombre que puede ser real, pero que su
persecución en sí, personalidad, background y definición es el invento del
filme, y aunque muchos obviamente quedamos enganchados con la presencia y vida
de Neruda, el verdadero aporte (metalingüístico) del filme es el de
Peluchonneau.
Peluchonneau está obsesionado con Neruda (un genial Luis
Gnecco), quien declama en fiestas sus poemas románticos más populares, afecta
la voz y se engríe y embelesa entre los fanáticos, todos los asistentes de sus
fiestas, es un ídolo, lo cual le suma su tendencia social, política, aunque es
visto como un socialista privilegiado, que vive suntuosamente, no obstante se
preocupa por el pueblo, a los que les otorga voz con sus poemas más
comprometidos y luchadores, cargados de reivindicaciones. Neruda es un hombre
apasionado, que disfruta de la buena vida, lo vemos en burdeles y siempre
celebrando, rodeado de gente (que se sienten tocados por su esencia y
personalidad, recordemos la maravillosa escena que proporciona ese buen actor
camaleónico que es Roberto Farías), pero también es un hombre comprometido con
su mujer, la devota de él Delia del Carril (Mercedes Morán), y sobre todo de la
política y de los desfavorecidos, lo cual engrandeció o creo una leyenda,
además de que supo plasmarlo en sus letras, uniendo al artista con el personaje
público, que divertirse en juergas y tener dinero pasa/pasó a segundo plano.
El filme muestra a un Neruda realmente muy poco políticamente
incorrecto, el retrato es inofensivo, tratamos con entretenimiento, implica a Neruda
el personaje, no a fin de cuentas al hombre de carne y hueso. Lo de las fiestas
y el lado extravagante del poeta es más “efectismo” que trasgresión argumental,
o, mejor, algo para hacer el filme ameno y atractivo para un público masivo, y
no hallarnos con un poeta sin gracia cinematográfica. El Neruda de Larraín es
cine, en el sentido de espectáculo, pero muy inocuo y básico. Encantador sí,
pero poco sustancial a la hora de las novedades, descubrimientos y de la verdades.
La recreación de su vida incluso es esquemática y funcional, pero se disfruta,
el viaje es cautivador, tiene estilo, las formas y la narrativa son muy
competentes. Y eso no es todo, hay más, el filme tiene otra parte, y es la que
representa Peluchonneau, que se imprime como perteneciente a la mente de un
escritor/autor "imaginario" (quizá sea además el sueño de vanidad del propio
Neruda, o al que le achacan, el de vivir una existencia inigualable, pomposa),
y con éste se plasma un ambiente noir, y se dan tonos y estéticas nostálgicas y
clásicas, detrás de las descripciones de contextos, revelaciones,
elucubraciones, bajo la voz en off de Peluchonneau.
El ser anónimo que lucha por ser inmortal, el hombre trágico, el hombre
complejo, pero invisible. Su madre fue una prostituta, su padre resulta el señalamiento
del hombre que le hubiera gustado sea su padre. Pretende hacerse de una gran historia,
consumar el sueño de la gloria, por lo que Peluchonneau admira a su perseguido,
y como muchos han hecho en la historia –nómbrense asesinos- quiere sustraerle un pedazo de su fama.