jueves, 29 de diciembre de 2016

Neruda

El director chileno Pablo Larraín ha trascendido a su país y se ha instalado dentro del mejor cine comercial del mundo, aun hecho en Latinoamérica. Este año no solo mediante el salto decisivo con su película Jackie (2016), ya inmerso en la cultura americana y en el cine de Hollywood. También con Neruda (2016), una película que revisa un momento importante de la vida de uno de los iconos más grandes de Chile, el famoso poeta y premio Nobel Pablo Neruda. Este sucede cuando el presidente chileno Gabriel González Videla -que interpreta el asiduo de Larraín y brillante Alfredo Castro- tacha a Neruda de comunista tras unos insultos del vate y le declara la guerra, surge una persecución política, por lo que Neruda debe esconderse y seguidamente intentar salir del país, como implica la historia universal. Sin embargo, Pablo Larraín no se queda solo con ese contexto, sino que le agrega una parte ficcional, la que incluso se lo dice al espectador directamente (para qué hacernos problemas), en el personaje del inspector policial que interpreta el mexicano Gael García Bernal, como Óscar Peluchonneau, un nombre que puede ser real, pero que su persecución en sí, personalidad, background y definición es el invento del filme, y aunque muchos obviamente quedamos enganchados con la presencia y vida de Neruda, el verdadero aporte (metalingüístico) del filme es el de Peluchonneau.

Peluchonneau está obsesionado con Neruda (un genial Luis Gnecco), quien declama en fiestas sus poemas románticos más populares, afecta la voz y se engríe y embelesa entre los fanáticos, todos los asistentes de sus fiestas, es un ídolo, lo cual le suma su tendencia social, política, aunque es visto como un socialista privilegiado, que vive suntuosamente, no obstante se preocupa por el pueblo, a los que les otorga voz con sus poemas más comprometidos y luchadores, cargados de reivindicaciones. Neruda es un hombre apasionado, que disfruta de la buena vida, lo vemos en burdeles y siempre celebrando, rodeado de gente (que se sienten tocados por su esencia y personalidad, recordemos la maravillosa escena que proporciona ese buen actor camaleónico que es Roberto Farías), pero también es un hombre comprometido con su mujer, la devota de él Delia del Carril (Mercedes Morán), y sobre todo de la política y de los desfavorecidos, lo cual engrandeció o creo una leyenda, además de que supo plasmarlo en sus letras, uniendo al artista con el personaje público, que divertirse en juergas y tener dinero pasa/pasó a segundo plano. 

En el filme de Larraín hay una escena precisa y audaz, una compañera socialista salida del pueblo –en la muy buena actriz Amparo Noguera- se le acerca a Neruda y prácticamente pone la situación de sus diferencias de clase en claro, ella es pobre y anónima, él rico y famoso, mientras Neruda come en un buen lugar, pero ambos son socialistas, y ella tras cierta pequeña recriminación lo celebra, Neruda en ese momento, según la película, acepta su lugar, no lo discute, más bien sabe quién es y qué hace. El filme hace ver a un Neruda aclamado, pero con los pies en la tierra, aunque apasionado y algo ciego con ciertas acciones. Pero está bien asesorado y parece saber escuchar. En conjunto la propuesta es muy respetuosa de su legado y presencia en general. Larraín simplemente juega a movilizar el mito. Grueso, disfrazado, bohemio, declama y encanta a todos, quedan extasiados con él, y se trasluce una cierta sobredimensión a propósito, de ahí que pueda entenderse una pequeña crítica muy discreta de un endiosamiento.   

El filme muestra a un Neruda realmente muy poco políticamente incorrecto, el retrato es inofensivo, tratamos con entretenimiento, implica a Neruda el personaje, no a fin de cuentas al hombre de carne y hueso. Lo de las fiestas y el lado extravagante del poeta es más “efectismo” que trasgresión argumental, o, mejor, algo para hacer el filme ameno y atractivo para un público masivo, y no hallarnos con un poeta sin gracia cinematográfica. El Neruda de Larraín es cine, en el sentido de espectáculo, pero muy inocuo y básico. Encantador sí, pero poco sustancial a la hora de las novedades, descubrimientos y de la verdades. La recreación de su vida incluso es esquemática y funcional, pero se disfruta, el viaje es cautivador, tiene estilo, las formas y la narrativa son muy competentes. Y eso no es todo, hay más, el filme tiene otra parte, y es la que representa Peluchonneau, que se imprime como perteneciente a la mente de un escritor/autor "imaginario" (quizá sea además el sueño de vanidad del propio Neruda, o al que le achacan, el de vivir una existencia inigualable, pomposa), y con éste se plasma un ambiente noir, y se dan tonos y estéticas nostálgicas y clásicas, detrás de las descripciones de contextos, revelaciones, elucubraciones, bajo la voz en off  de Peluchonneau. El ser anónimo que lucha por ser inmortal, el hombre trágico, el hombre complejo, pero invisible. Su madre fue una prostituta, su padre resulta el señalamiento del hombre que le hubiera gustado sea su padre. Pretende hacerse de una gran historia, consumar el sueño de la gloria, por lo que Peluchonneau admira a su perseguido, y como muchos han hecho en la historia –nómbrense asesinos- quiere sustraerle un pedazo de su fama.