Si antes he mencionado que era una alegría hallar cine
ecuatoriano, por lo que no abunda, la alegría es la misma con el cine
boliviano, que apenas existe. Este filme se ubica en Huanuni, una zona minera.
Nuestro protagonista es Elder Mamani (Julio Cezar Ticona), un joven que acaba
de perder a su padre, quien era un buen hombre –vemos en una escena lograda como
limpian su cuerpo, que propone un lado místico y llano al mismo tiempo, tal
cual esa voz que lanza lamentos familiares al viento- y se halla perdido, para
alcoholizado y drogado, vive con su sufrida abuela y no tiene una buena conexión
con ella. Un tío y padrino, Francisco (Narciso Choquecallata), decide ayudarlo,
y lo mete a trabajar en la mina, aun a riesgo de ser tachado de generar
nepotismo. El joven Elder no se encamina y sigue rebelde, pronto disgusta a sus
compañeros que lo ven como una mala vibra, e incluso se pone en peligro al
deambular borracho por la mina.
El arranque del filme es bastante bueno, vemos como Elder
lleva una vida desenfrenada, roba y huye, y se va de juerga a una discoteca, en
que vibra la música electrónica. Esto es interesante, ver que el filme no
recurre a estereotipos, y apreciamos que Elder es una bala perdida, cero
corrección con él, es un tipo solitario. Pero esto no es arbitrario, porque
Elder es un joven lastimado internamente, requiere un mentor, cariño que
valorar, y es por eso que malgasta su vida, se halla desganado y destructor de
su propio ser. Lo cual muy bien se definirá en aquellos cuerpos cubiertos por
una frazada, en un acto de retribución y cuidado.
El filme nos enseñara la vida de la mina también, la de los compañeros,
divirtiéndose, celebrando y haciendo política, ya que pertenecen a un sindicato
y no falta la lucha social en sus duras existencias laborales. El filme es muy
sencillo en la historia de Elder, pero sirve de diferenciación, con esto la
propuesta trata de desligarse de una visión parametrada de las personas. Enseñar
la complejidad y la imperfección de todo ser humano, las distintas aristas que
solemos poseer. Es interesante ver que los mineros no solo son supersticiosos y
socialistas, sino que también juegan/tontean, se divierten, como hacer luchas
de sumo en la piscina, donde existe una camaradería y sentido de la unidad
bastante poderoso, al menos como grupo de trabajo.
El filme está ambientado mayormente entre tinieblas, hay una
estética de la oscuridad, habiendo la dificultad de filmar en la mina, pero que
queda bastante bien, uno logra ver tranquilamente a pesar de la poca luz y a la
vez sentir no solo la realidad de esta forma de vida, también una distinción
visual, una creación cinematográfica, una buena captura, la de un tipo de mundo
aparte. Los roles no los tienen actores profesionales, y se nota, sobre todo
cuando hablan, están en parte acartonados. Pero el director Kiro Russo
inteligentemente no hace hablar mucho a Elder, su expresividad es corporal más
que todo, es un hombre de acciones, y así funciona mejor el filme, salvo los
discursos sociales, que ciertamente se ven muy naturales, que se oyen como
salidos de un cine soviético, con la palabra compañero/camarada repetida hasta
la extenuación. El filme tiene un buen toque realista, se maneja muy bien, con
los mineros con sus bolas de coca en la boca.