Ganadora de mejor guion en el festival de cine de Sundance 2016. Liz
(Julieta Zylberberg) es una mujer insegura, pero lógicamente insegura (aunque la
idea es pensar que tiene un problema y exagera), teme por la salud y bienestar de
su bebé, duda de su capacidad para cuidarlo y de lo impredecible que es la
realidad y el mundo. Ahí la vemos ducharse y llorar y a cada rato mover la
cortina y vigilar si está bien su bebé. El filme de la argentina Ana Katz coge esa inseguridad
y la pone a prueba con una amistad –la de la amiga del parque, la de Rosa, la
propia Ana Katz, en un dueto magistral- y yendo a lo secundario en un largo viaje
en carro (cuando se piensa de Liz que es una pésima conductora y tiene una
responsabilidad que prácticamente la tiene sujeta en su vida, cuidar de su primer
hijo).
¿Temes de lo más confiable –de una nana experimentada y
seria- y del amor más grande, y se pueden entender estas dudas, pero pretendes
confiar en el peor de tus (nuevos) amigos? Rosa tiene –al parecer- su cuota de simpatía
y expresa ganas de apoyar, pero está cargada de defectos y libertades
reprobables, como mentir diciendo que Clarisa, la bebé de su -supuesta inestable-
hermana, es suya. Rosa se cree una buena madre, antes y después de saberse la verdad,
y esto es parte de la prueba (en la mente de Liz) en un juego de espejos. Pero
todo tiene una razón y un sentido, y esta es la audacia y distinción de la
propuesta. Aunque arriesgada y poco común es una elección elaborada y emocional. Liz quiere demostrarse y demostrar que uno puede confiar en uno mismo y en los
demás, cuando las personas de este “experimento” no presentan todas ni muchas
de las cualidades para sostener una maternidad y amistad saludable. Trata de la búsqueda de una
cura psicológica. El extremo requiere de otro extremo, es decir, el miedo
frente al heroísmo. La trama invoca al pusilánime que se convierte en héroe.
El filme yace en un empaque sencillo de vicisitudes menores y
narrativa amable. Muchos dirán convencional, pero sumamente atrapante y
delicioso (nunca habrá mejor que saber contar una historia, poder profundizar en el
mundo con tanta claridad), como hallar un arma en un bolso o que desaparezca el
bebé, a la vera de las hermanas. En el filme contrasta la personalidad vulgar -a un
punto- y desenfadada de Rosa con la corrección de Liz, en la que es una especie
de buddy movie de la maternidad. Además tenemos una sub-trama de lejanía y soledad con el marido de Liz, el que trabaja
en el extranjero, que agrega al meollo, pero no tiene mucho vuelo en sí. No
obstante nos habla del machismo, en donde se cree que cuidar de un hijo es deber
exclusivo de la madre, dejando al padre relegado a un segundo plano, lugar a
donde apunta una crítica. Aparte se manifiesta que la madre no tiene esa naturaleza
irreprochable que muchos señalan, sino se va construyendo, aprendiendo y creciendo
una como madre, habiendo una imperfección y cierto vacío que trabajar.