domingo, 1 de enero de 2017

Under the Shadow

Que el cine de terror se haga en países inesperados se oye algo estupendo. Ya sabemos de la cualidad del cine de terror para entretener y debajo contener alguna revisión social o el estudio de un contexto trascedente de la realidad, por lo cual no suena extremadamente peculiar que se hagan películas del género en lugares como Irán o Turquía, porque tiene sentido, sin embargo resulta (aun) atípico que se dediquen a este tipo de relajamiento cinematográfico. Películas como Baskin (2015), del turco Can Evrenol; Shelley (2016), del iraní radicado en Dinamarca Ali Abbasi; y la presente, del iraní Babak Anvari, son propuestas imperfectas, con varios puntos a mejorar, pero tienen su propia valía e interés, más allá de su nacionalidad.

Baskin y Shelley manejan atmósferas opresivas, tensas, misteriosas y lo hacen con estilo propio. Shelley es la ambiguedad del encierro en uno y el juego con la soledad y el desamparo, mientras trabaja con lo inesperado, lo bestial y el trastocar de las esencias a raíz de la maternidad. Baskin se da lúdica y oscura con el pasado, la memoria y el olvido, se mueve en los ciclos (con final sorpresivo incluido), la tortura y el miedo a lo oculto o guardado.

Under the shadow (2016) se coloca dentro de un contexto histórico, el de la guerra entre Iran e Irak en los 80s cuando Irak bombardeaba Teherán con su fuerza aérea (llegamos a ver un enorme misil atorado en un techo, que le otorga al filme un aspecto curioso y extravagante que irrisorio), para lo que tenían que ocultarse en sótanos adaptados especialmente. El filme nos cuenta la vida de una pequeña familia iraní, centralmente en que una joven madre quiere volver a la universidad pero la institución no la acepta de vuelta porque fue parte de un movimiento revolucionario de izquierda. La joven madre se llama Shideh (Narges Rashidi) y tiene la exigencia de ser una buena madre con su pequeña, Dorsa (Avin Manshadi). Shideh es muy temperamental, brusca y buscapleitos con su marido y algo tosca y descuidada con su hija. 

Cuando empieza el terror se intensifica y se pone a prueba lo maternal, sustento central de la propuesta, que sucede bien avanzada la película, porque más parece el filme un drama doméstico (al menos en su primera parte), en aceptar un lugar recatado en su sociedad. Vemos como Shideh paga por su apasionamiento. La sumisión femenina obligada y la injusticia de la sociedad iraní en ello está presente, pero sin exagerar, no es un filme de propaganda. Está perpetrado mediante una narrativa sutil, el filme apunta a pesar de todo a ser respetuoso en su crítica a las formas sociales, proponiendo un diálogo mesurado. Hay un momento en que Shideh sale sin cubrirse el cabello y es arrestada, reflejando un modo de vida discutible, toda una audacia del filme, en un tono discreto. Lo mismo pasa con el contexto histórico de la guerra, emparentado el miedo al bombardeo, lo impremeditado, con esas fuerzas oscuras, gaseosas y poco determinadas, Los Djinn, demonios salidos del Corán. En cuanto a los Djinn son tremendo pretexto para todo, y el terror es decente y aporta su grano de arena al género. Al filme le falta algo de color, pero tiene lo suyo. Aparece un estilo, bajo una buena estética, pero un poco rudimentario y seco, medio apagado. También hay un argumento con un objeto de liberación o persecución, y hasta alguna posesión. Es un filme con altibajos, pero respetable.