Nuestro héroe recibe un mensaje encriptado que revelado
dice: sigue al absurdo, y eso mismo hace nuestro director de culto en su
tipo de trascendencia, Takashi Miike, fiel a su lugar en el mundo, el de maestro
de cine fantástico, de acción y de terror, que es lo que justamente nos trae
ahora, una mezcla de todo ello, donde vemos vampiros, yakuzas y artes marciales
reunidas en una película disparatada. Estamos ante uno de sus mejores filmes,
ya que siendo tan prolifero hay que saber escoger dentro de tanta oferta e
irregularidad.
Un gánster, Genyo Kamiura, que tiene la ideología de cuidar
a los civiles, hacerse querer por la gente común que no profesa la violencia (cosa
que cambiará en el pueblo, con el llamado de una epidemia vampírica que
transforma a todo el mundo en yakuzas, o sea armas brutales de matar), y que solventa
su carácter de indestructibilidad y leyenda tras su escondido vampirismo, es traicionado
y muerto por un dúo extravagante tras una capitana de su banda criminal, un
especie de cura oriental colonial de cuello cervantino y crucifijo en el cuello,
y un experto en artes marciales interpretado por Yayan Ruhian en una figura
medio geek. Kamiura acompañado en dicho momento clave por un fiel servidor
llamado Kagayama (Hayato Ichihara) querrá ser vengado por lo que lo convertirá
antes de desaparecer definitivamente del panorama.
Casi se trata de una pelea de todos contra todos, entre
disparos, vistosas luchas a puño limpio (alguna clásica, pero no es al fin ese
tipo de película), explosiones, mutilaciones, decapitaciones y las infaltables
mordeduras de vampiro yakuza, habiendo varios cambios de bando, y un tira y
afloja entre el atropello y la defensa de la gente ordinaria que se revela de
armas a tomar –ya lo dice el estribillo de una de la lecciones del filme, que
es mejor dar literalmente un golpe, exteriorizar la ira, que sufrir
internamente por no hacerlo; Miike no es que sea un filósofo, es solo un
cinéfilo loco al que disfrutar sin tomar en serio- como en un notorio comic
donde cualquier suceso extraordinario puede pasar por normal, en que no hay
lógica alguna, porque Miike hace siempre lo que le da la gana, y por eso lo
quieren tanto sus fanáticos.