Ésta película del dominicano Nelson Carlo De Los Santos Arias fue presentada
en el festival de Marseille 2015 donde ganó el premio Georges De Beauregard,
y luego se hizo con el de mejor película latinoamericana en el festival de Mar Del Plata
2015. Es una propuesta
experimental y una docuficción. Tiene un audiovisual bastante humilde, mientras
hace de pequeño ensayo crítico y denuncia sobre la violencia, una que también es política,
como lo refleja la voz en off de la egresada de la carrera de cine y activista
Judith Gómez en su alter ego Polly Krac. El filme contiene imágenes de
archivo, otras documentadas por el mismo director, o unas que hacen de soporte
narrativo ficticio, como ver una estructura con una chiquilla leyendo escenas de
tipo literario, a continuación recreadas (con contextos rurales, juegos
infantiles o con el deambular de perros), habiendo varias formas de expresión
visual, de lo más simples, como el pase lento o la estática sobre un zaguán poco iluminado o alguna casa vieja, a manera de fragmentos, en buena parte inconexos,
libres, incompletos y paralelos, bajo la idea de un narrador de cuentos que
sobrevuela por todo el formato. La mayor
parte -harto sencilla- es propia del director, pero contiene la inspiración y centro argumental -aunque libre- de la adaptación de un capítulo del libro
2666 de Roberto Bolaño, tomando de contexto la ciudad imaginaria de Santa
Teresa (creación de Bolaño), como también a un guía literario del mismo texto, el investigador y fotógrafo Juan de Dios Martínez, que yace tras los crímenes sin
resolver de mujeres halladas muertas en la frontera de Ciudad Juárez, el lugar real en que se basa Santa Teresa. Presenciamos un México violento sintetizado, como
la idea y sombra de la muerte y lo endeble de la existencia en el soporte
visual sacado del Museo de Momias de Guanajuato. Estamos ante un México que hace de
representación del feminicidio y la brutalidad latinoamericana. La obra está dedicada a las distintas visualizaciones de la mujer,
tanto en su veneración como hacia su agresión, pasando por ver el detallismo de
la transformación de los muxes, travestis con una mítica folclórica zapoteca
detrás.