Interesante que el director Ion De Sosa coloque su mirada
futurista en la ciudad española de Benidorm, donde, claro, los rascacielos
ayudan mucho como la inmediata sensación de prosperidad, belleza y riqueza del
lugar, a orillas del mar mediterráneo, al igual que ver la (sencilla) felicidad
en la cotidianidad de sus habitantes retratados en bailes, sentidos de banal orgullo
y fotografías familiares, no siendo además mucha la distancia del tiempo futuro
que hace de contexto, estamos en el año 2052, que dígase fácilmente, está a la
vuelta de la esquina, sin embargo la ilustración es precaria, como bien
representa este séptimo arte ibérico denominado cine low cost, o el otro cine
español, como el alternativo o independiente en el Perú, propio de (pequeños)
festivales, aunque hay que apuntar que estuvo en la sección Forum, la sección Avant
garde y experimental del festival de
Berlín 2015.
Ion De Sosa utiliza ese fondo y crea su propia
interpretación (apocalíptica) sobre un contexto turístico idílico haciendo ver
lugares abandonados, descuidados y medio destruidos, creando un contraste
social, una denuncia de invisibilidad y falsa tranquilidad, al igual como pasa
con los replicantes o androides que son especie de marginales, perseguidos,
cazados, sin motivo especificado, aun siendo idénticos a cualquier ser humano,
en ello De Sosa no se hace problema alguno, están sumergidos plenamente en la
sociedad, pero como supone la novela de Philip K. Dick de la que se inspira
libremente el filme y la maravillosa adaptación de Ridley Scott, Blade Runner
(1982) son buscados (y negada su existencia) por una clase de
cazarecompensas.
Esta vez Deckard es un tipo cualquiera de traje, que resulta
curioso de lo tan básico que es, cuando va por ahí repartiendo disparos a
diestra y siniestra (asistido por una música española típica folclórica que
tiene suma gracia, en que España vive entera en la
propuesta, mientras la adaptación es la austeridad en plena gloria), sin ningún
trabajado argumento de por medio, salvo yacer acompañado de vez en cuando por
una mujer, y tener el deseo de comprar una oveja mecánica, que es un animal muy
raro de conseguir y costoso para la época.
Entre los perseguidos yace un homosexual (infaltable en el
cine español) que viste zapatos de plataforma y ropa de cuero negro, y se manda su baile de discoteque, antes cuenta brevemente que tener sexo con humanos siendo
androide es de lo más normal. Mientras, amigos suyos, una pequeña familia formada por unos jóvenes esposos y su bebé, son igualmente buscados para ser eliminados, y sigue la lista de gente de lo
más común, que se supone son androides, que cae abaleada de golpe o huyendo (habiendo
cierto aire irónico) y no parece haber salida creándose un sistema implacable y
monótono, en que todo apunta a ser una lectura social simbólica del ciudadano promedio
español que sufre la crisis económica, que valga la curiosidad en la trama utiliza
su propia moneda nacional (un estado de independencia de la idea de prosperidad
de la comunidad europea). El presente filme trabaja con lo más mínimo, tiene una argumentación
harto esquemática, dura apenas una hora y tiene un final de lo más
digno.