Tres historias de amor contextualizadas bajo la sombra de la
guerra de los Balcanes, en 1991, 2001 y
2011, el amor entre un serbio y una croata o viceversa (es irrelevante el lugar
exacto). En la primera pieza está el amor en plena guerra con la familia
protestando y destruyendo la relación a lo Romeo y Julieta. La segunda el
querer reparar una casa destruida por la guerra tiene al trabajador reconstructor
con la nacionalidad enemiga del contratante que son una mujer y su madre, la
joven repudia al obrero, lo culpa del pasado. La tercera un joven retorna a
casa y quiere recomponer la situación afectiva con el amor de su vida que ha
cuidado sola a su hijo, esto claramente es la simbolización de la vinculación y
el futuro de la relación tras la guerra de los países rivales de la ex Yugoslavia,
la puerta cerrada o abierta es una representación artística netamente
cinematográfica, acierto de la disposición general de la película.
El filme del croata Dalibor Matanic tiene una gran carga de
sensualidad, propia de ese potente calor
que gobierna la zona rural fronteriza en que se ubican los personajes, gracias sobre
todo a la actriz Tihana Lazovic que huele a deseo por todo su bello cuerpo, y
se presta para escenas sexuales bien trabajadas, entre un toque de explicites y
otro de sutileza, como en el sexo oral, momento violento y decidido de una de
las tramas, el más efectivo de todos. Otra característica de la propuesta es
que los tres personajes de la mujer enamorada los interpreta con suma solvencia
la misma Tihana, mientras Goran Markovic tampoco lo hace nada mal como los
otros tres personajes masculinos de las relaciones, además de que los
personajes secundarios –padres, amigos- son repetidos de la misma forma por mismos
actores, que se ven distintos plenamente, guardando una lógica y sugerente similitud
de colectividad.
Las tres historias funcionan muy bien, no hay disparidad entre
ellas, tienen un gran desarrollo de tempo con sus pequeños magmas. El
trompetista suicida inmerso en el amor sin límites ni miedos que lo detengan en
la primera, la mujer que va al pasto a llenarse la mano de insectos en pos de
dominar su sufrimiento en la segunda, el chico que se lanza al rave y explota su
drama íntimo y distancia de cara al hogar anhelado en la tercera. Sería fácil, muy
torpe, señalar deshonestidad y efectismo y terminar culpando al melodrama, observando
que el filme está bella y justamente constituido. Es un viaje que trasmite el
afecto y la pasión más esencial, quedando más tarde un mensaje de integración,
de desprendimiento, de perdón, de humanidad en general. Éste es un filme que se ve muy bien más allá
de su altruismo, los que se pegan a esto y lo buscan ahí lo tienen, mientras los
demás, sólo dejemos que hablen las imágenes en su cariz más básico (el mensaje de fondo).