La otra gran película del español y maestro del terror Narciso
Ibáñez Serrador, su debut cinematográfico, 1970, junto a la muy celebrada ¿Quién puede matar a un niño? (1976), las cuales sólo hiciera para la gran pantalla,
habiendo hecho más una carrera para la televisión. Película que nos relata
sobre un internado de señoritas rebeldes y conflictivas o de dudosa procedencia
familiar que van a ser corregidas por la mano dura e implacable de Madame
Fourneau (Lilli Palmer), directora y profesora del lugar, en un internado que parece mucho cárcel, con bullying de las propias compañeras mandonas o
bajo el castigo supervisor de la directora.
La trama nos cuenta como Teresa (Cristina Galbó) se
incorpora al grupo escolar, de lo que hay que decir que el filme tiene la
originalidad de no darle todo el protagonismo, y hacer predominar el terror más
que la narrativa ortodoxa de enarbolar un héroe, en un filme donde no hay
ninguno al fin y al cabo, como que Irene (Mary Maude), la terrible capataz de
la residencia flirtee con el heroísmo también, rompiendo el estereotipo de un
salvador impoluto, en un filme donde como en Alguien voló sobre el nido del
cuco (1975) lo más importante para las reclusas es poder escapar de éste tipo
de cárcel, donde las chiquillas se bañan con camisones largos bajo la
supervisión ocular de la caminata castrense de Madame Forneau, existiendo una
vigilancia férrea.
El filme se torna en un slasher, sin mucha pompa, con un
asesino en serie desconocido entre bambalinas, en lo que es de mucha argucia directriz
y del guion –entre Ibáñez Serrador y la historia de Juan Tébar- establecer
tanta movilidad con pocos personajes, dentro de una antigua residencia
tenebrosa, opresiva, de suspenso, una que emparento con el ambiente
malsano de la academia de danza de Suspiria (1977), como a la elegancia narrativa del mexicano Carlos Enrique Taboada. No obstante todos no son
maltratos y desapariciones, también hay inocencia, candor, con los
enamoramientos clandestinos del hijo dulce y sobreprotegido (John Moulder-Brown)
de la directora, pero a su vez sexo vulgar –no expuesto, sugerido- con un
trabajador ocasional, en una atmósfera que no deja mucho espacio para el sosiego,
a pesar de su cierto toque clásico, roto por su realismo, todo lo que hace de ésta propuesta, y su sorpresa final, tremenda película, mejor incluso que ¿Quién
puede matar a un niño?