Partimos de que el título de la película es una línea del
cuento que adapta, “A Distant Episode”, de
Paul Bowles, publicado en 1947, dirigido por el director de cine
experimental el británico Ben Rivers, que mezcla documental con ficción. El filme empieza mostrando como se filma Mimosas (2016), la ganadora
de la semana de la crítica, festival de Cannes 2016, del director español Oliver
Laxe, en el hermoso e imponente paisaje de Marruecos, en La cordillera del
Atlas, en el Sahara Occidental, en el desierto del Sahara. Luego el filme se
convierte en la adaptación del libro de Bowles con la curiosidad de tener de
protagonista a un entregado Oliver Laxe, como el hombre de hojalata, al que
previamente le han cortado la lengua. El filme se torna cruel y bastante
duro de ver, en su brutal deshumanización y colonización, convirtiendo a un ser
humano en esclavo, colindando con el torture porn, aunque sin gore, en una
propuesta que me recuerda a El hombre elefante (1980).
El filme tiene una narrativa breve, mínima y repetitiva,
pero llamativa y atractiva, sorprendiendo y entusiasmando como novedad cinematográfica.
Laxe hace el trayecto de un lado a otro, del documental a la ficción, atraído
como por un “inexplicable” imán, a adentrarse en la seducción autóctona de
Marruecos, en lo humano, topándose con un
corazón de las tinieblas, con unos contrabandistas indígenas y precarios, desdentados y de risa boba, dentro de un grave primitivismo, digno de cuento de terror, aunque contextualizado
en hoy en día, al ser raptado por una
banda de Reguibats. Laxe pierde su figuración intelectual y se convierte en un
freak de circo, casi en un animal, lo cual es todo un acontecimiento. En ese
aspecto los captores son ilustrados como de la peor calaña en su indolencia,
fusionando cultura y violencia. Lo musical se pervierte y se vuelve espectáculo
de horror, propiciando temor a lo desconocido, donde lo extraño es agredido,
humillado, destruido, como por otra parte luce peligroso e
impredecible.