Un transexual de vestido oriental de nombre Candy (Cindy
Scrash), misma femme fatale (punto central del filme), sale haciendo playback
de la canción “You Kill Me” que cantaba la provocativa Jane Russell en Una
aventura en Macao (Macao, 1952), película de la que cogen ese momento musical y
el quehacer de un noir, más nada, por ahí también una mención verbal a Jane
Russell. Después, el filme, que cuenta con la codirección de João Pedro
Rodrigues y João Rui Guerra da Mata, en el primer largo que trabajan juntos en la dirección,
antes Guerra da Mata era colaborador de los largometrajes de ficción de Pedro
Rodriguez, toma la particularidad de que sus protagonistas salen fuera de campo
o son filmados sin enseñar sus rostros, muchas veces apenas los pies, dentro del
contexto turístico, el dato histórico, el exotismo de haber sido colonia portuguesa
por más de 400 años (donde hoy casi nadie habla portugués) y la belleza de
Macao, como quien ha filmado un documental, y le inserta una historia de ficción encima agregando tan solo unos cuantos detalles para darle forma
creativa literaria, logrando que las líneas entre ficción y documental queden
difuminadas, habiendo de thriller, noir y hasta el uso de la ciencia ficción en
cierto parecido con el método de expresión de La jetée (1962), de Chris Marker.
A Última Vez Que Vi Macau, tiene de protagonista a João
Rui Guerra da Mata (aunque poco nos demos cuenta), que vivió 30 años atrás en
Macao, y quiso algún día regresar, y vista la oportunidad plasmar algo de su
autobiografía en el cine con respecto a este lugar multicultural, paradisiaco,
aventurero, entretenido (mismo Las Vegas) y nocturno. De lo que crean una historia ligera, con su
toque personal, por lo que vemos que Candy pide encontrarse con Guerra da Mata
y al final resulta secuestrada por una banda criminal inspirada en el zodiaco y
en la mutación animal, viendo actuar en un tercer puntal a un sicario que carga
una jaula de pájaro cubierta. No es mucho, pero resulta curiosa, amplificada en
los sonidos o dibujada en lo austero y pequeño.
El secuestro no deja ver más que un zapato de taco alto
en la escena, habiendo sugerencias narrativas que parecen simples ocurrencias,
efímeras, como que en un juego de paintball se dé inicio a la persecución criminal,
a lo siniestro, en pleno infantilismo lúdico, dentro del llamado de una idea legendaria
de plena corrupción en el lugar, misma la película Una aventura en Macao, pero
sin un imponente, irónico, seductor y de ojos sobrados Robert Mitchum, sino ver
pasar las zapatillas blancas de Guerra da Mata. No obstante, A Última Vez Que
Vi Macau, más allá de su llaneza en la caracterización general, especialmente
la de los vaporosos protagonistas, logra poseer una cierta atmósfera de
sensualidad, digna de Macao.