Leviathan (2014) está nominada a mejor película extranjera en los Oscar 2015, obtuvo el premio de mejor guion en
el festival de Cannes 2014. La cuarta película del ruso Andrey Zvyagintsev hace
hincapié en la política sucia de su país coludida con la iglesia ortodoxa, ahí yace
el retrato del presidente Vladímir Putin detrás del escritorio de un alcalde que
quiere apoderarse de un terreno y casa de nuestro protagonista llamado Kolya
que pasa además por su viacrucis personal con la infidelidad de su mujer con su
mejor amigo y abogado, lo que pone muy clara la parábola de Job, que dice en la
biblia que ha venido a sufrir a la tierra y que en última hora Dios lo premia
con la longevidad y la descendencia, como explica un prelado en una conversación
casual, y en que muchos ven obviedad. Éste alcalde déspota y corrupto del tipo
gángster, al puro estilo del trazo grueso del de Marcelino, pan y vino (1955), hará hasta lo imposible por apoderarse del lugar de Kolya que no quiere vender,
mientras esa sub-trama del engaño matrimonial hace que la narrativa tome
justificaciones y causes que presentan mayor complejidad y encanto como
historia, ganando un cariz de menos lugar común en lo del abusivo poderoso, con
lo que se aleja un poco de ello, y también del tema, tomando consonancia de
melodrama romántico tanto como de velado drama criminal.
Luce como una lectura comprometida con denunciar al poder
reinante de Rusia en una ficción emocional, que tiene ramificaciones
burocráticas y policiales para el ciudadano común, pero esto puede abrumar a
quien ve cierto oportunismo y gancho, o diluir el arte en propiciar un mensaje
demasiado sonoro. Sin embargo, esto puede pasar a segundo plano, dando predominio a la parábola, lo humano, en la mención del Leviatán, hasta lo filosófico, que trasciende corrupciones específicas de corte realista, en que
el mal está en todas partes como un cáncer, no solo en lo nacional, sino sobre todo en lo vivencial, en la agresión al hombre común, mientras se recrimina el abuso de los que suelen ostentar
el poder, aunque aquello vuelva una vez más como algo tan visto. El leviatán es la
osamenta de una ballena en la playa, el misticismo de los bellos paisajes e incluso
la máquina de construcción derruyendo una edificación. Leviathan trata de la lucha por
sobrevivir, ver la luz de la misericordia, humana, divina, legal o de cambio,
aunque el filme se muestre tan pesimista, deliberadamente cruel.
Hay una narrativa cautivante, de buen narrador, empático y entretenido,
muy contemporánea que derriba ciertos clichés de como los vemos a los rusos, o
sea en el folclore, aunque no quita del todo lo tradicional como en el quehacer
rural, manual y salvaje si se quiere, como en El regreso (2003), máximo logro
de Andrey Zvyagintsev, ganadora del león de oro del festival de Venecia, donde
un padre vuelve a casa y enfrenta el rechazo firme de uno de sus hijos, haciendo
un viaje con ellos dos a una isla donde aguarda mucho suspenso y misterio, y no
falta la poética sorpresa en un canto además estético y bien actuado entre sus
tres protagonistas.
Elena (2011) es otro título de interés, aunque más light, en la madre obnubilada por el amor hacia el hijo pobre y vago, y su familia, frente a la dureza de un marido adinerado, en competencia con la hija engreída, atrevida y liberal, interpretada por Elena Lyadova, gran actriz que más tarde en Leviathan hace de una mujer ordinaria, pero bastante carnal e internamente conflictiva, si bien en Elena, la misma del título, que hace Nadezhda Markina, desde luego, se roba el show y nos provee de tremendo impacto. No obstante en Leviathan la estructuración toma mayores alcances, se supera, creando más líneas de conflicto, interconexiones y novedad que sus predecesoras, con lo que el premio de Cannes resulta muy merecido.
Elena (2011) es otro título de interés, aunque más light, en la madre obnubilada por el amor hacia el hijo pobre y vago, y su familia, frente a la dureza de un marido adinerado, en competencia con la hija engreída, atrevida y liberal, interpretada por Elena Lyadova, gran actriz que más tarde en Leviathan hace de una mujer ordinaria, pero bastante carnal e internamente conflictiva, si bien en Elena, la misma del título, que hace Nadezhda Markina, desde luego, se roba el show y nos provee de tremendo impacto. No obstante en Leviathan la estructuración toma mayores alcances, se supera, creando más líneas de conflicto, interconexiones y novedad que sus predecesoras, con lo que el premio de Cannes resulta muy merecido.