Película de conflictos de pareja exhibidos como especie de fragmentos
vivenciales sobre una relación en ciernes de comprometerse seriamente, creciendo
juntos como seres humanos, en medio de los descubrimientos mutuos, en un lapso
corto de tiempo, lo cual apuntaría mejor, quizá, más profundamente, hacia un
matrimonio de tiempo, pero visto “juvenilmente” está bastante bien, en un noviazgo, en el acercamiento inicial, buscando mayor simpatía de
parte del público, reconociendo también una labor autobiográfica, propia de la
edad del director, de Frank Pérez-Garland, ubicada cercana a los cuarenta.
A la pareja solo la conoceremos como ella y él, la estupenda Vanessa Saba, a quien la cámara mima, mientras ella despliega múltiples registros, conmueve; y un correcto Giovanni Ciccia, quien otorga mucha normalidad/naturalidad a su personaje. Son dos personas con mucha carga emocional y ciertas taras psicológicas guardadas de su etapa familiar, como le pasa a la mayoría, ya que familias realmente inteligentes no abundan. En ella está dibujada claramente una historia de crecimiento de presión y sobre-responsabilidad, que como se dice directamente le hizo perderse de vivir una juventud feliz y normal, producto de las incompatibilidades y carencias de un padre a otro donde asoma la depresión heredada. En él está expuesto de forma más arbitraria, como un tipo bastante cambiante e “impredecible”, que cualquier nimiedad le puede molestar, sobre todo agotar, como quien no quiere cargar ninguna mochila ajena, que como todos desea un estado de calma que no existe en el mundo a fin de cuentas, adjudicándose ser hermético, engendrando arrebatos inesperados, que esconden también el recuerdo doloroso de una pérdida pero en otro sentido, una fatal.
Pérez-Garland muestra a dos seres conociéndose mutuamente para lograr formar una unión sólida y eterna, sopesando que él entiende decentemente sobre el divorcio y la soltería, como con aquel discurso que da en plena formación de pareja, suya y de otros, entre cómico y sumamente racional. Antes deben ejercer algunas renuncias (hasta ideológicas), como a la consabida libertad sexual (papel de una Gianella Neyra bella, sensual y carismática; y un Lucho Cáceres casual y naturalmente efectivo); o el tener un bebé, y aceptar al otro, lo que implica un toque de audaz complejidad argumental, más allá de que en el relato en general predomina lo identificador, lo primario.
A la pareja solo la conoceremos como ella y él, la estupenda Vanessa Saba, a quien la cámara mima, mientras ella despliega múltiples registros, conmueve; y un correcto Giovanni Ciccia, quien otorga mucha normalidad/naturalidad a su personaje. Son dos personas con mucha carga emocional y ciertas taras psicológicas guardadas de su etapa familiar, como le pasa a la mayoría, ya que familias realmente inteligentes no abundan. En ella está dibujada claramente una historia de crecimiento de presión y sobre-responsabilidad, que como se dice directamente le hizo perderse de vivir una juventud feliz y normal, producto de las incompatibilidades y carencias de un padre a otro donde asoma la depresión heredada. En él está expuesto de forma más arbitraria, como un tipo bastante cambiante e “impredecible”, que cualquier nimiedad le puede molestar, sobre todo agotar, como quien no quiere cargar ninguna mochila ajena, que como todos desea un estado de calma que no existe en el mundo a fin de cuentas, adjudicándose ser hermético, engendrando arrebatos inesperados, que esconden también el recuerdo doloroso de una pérdida pero en otro sentido, una fatal.
Pérez-Garland muestra a dos seres conociéndose mutuamente para lograr formar una unión sólida y eterna, sopesando que él entiende decentemente sobre el divorcio y la soltería, como con aquel discurso que da en plena formación de pareja, suya y de otros, entre cómico y sumamente racional. Antes deben ejercer algunas renuncias (hasta ideológicas), como a la consabida libertad sexual (papel de una Gianella Neyra bella, sensual y carismática; y un Lucho Cáceres casual y naturalmente efectivo); o el tener un bebé, y aceptar al otro, lo que implica un toque de audaz complejidad argumental, más allá de que en el relato en general predomina lo identificador, lo primario.
Ellos son medio freakys y algo insoportables, pero desde un lado medianamente fácil de verse reflejado y consentido por el espectador de aire moderno, digno de rebeldía naif, habiendo una muy buena línea consciente cuando dice el protagonista que de chiquillo hacía pequeños actos delictivos, estaba fuera de sí, pero que en un momento amenazado de ir a una dependencia policial de barrio, con verdaderos delincuentes, le hizo repensarse sus actos de muchacho pituco/acomodado malcriado; y a su vez producto de una tragedia, una que suena en buena parte débil, pero coherente con varios parámetros de la historia.
Deben aguantarse sus estados locos y rarezas, en ella dicho como que estuvo en una clínica psiquiátrica, perpetrado al vuelo, en un primer encuentro, que es sencillo, pero bastante simpático, aunque confirmar quien era la cumpleañera de forma abierta era irrelevante. Son dos idiosincrasias pesadas, pero tratadas superficialmente, de forma que fluya y sea lo que es, una historia ligera, narrativamente hablando, pero no al punto de ser una comedia romántica, sino una historia más madura y de mayor exigencia, dentro de un quehacer finalmente cercano, fácil de seguir y compenetrarse.
Es un filme de buena factura, pero de aire independiente, austero,
con elementos básicos, que no busca el impacto visual ni imágenes muy llamativas, aunque la escena con Saba paseando en bicicleta, aunque breve, es musical y poéticamente dulce, como la imagen de la crema y el desnudo perdonable
por lo estoico de la escena. No es una historia rimbombante, es más una humilde propuesta de cotidianidad, que llega a proponernos
vernos reflejados en sus protagonistas, dos jóvenes adultos llegando a base cuatro, de clase social media alta, pudiendo ser semejantemente extraños,
o simplemente igual de humanos, de imperfectos, aunque, claro, de distinta
manera, invocando los vaivenes de una relación cualquiera, el comprometerse con
otro y ¿cómo?, haciendo sacrificios, conociéndonos y perdonándonos (como
esquivando culparnos a cada rato), soportando, respirando y entendiendo, lo
cual la hacen una película pequeña, pero bastante agradable, desde lo peruano, como con la música que acompaña los estados de ánimo, en un filme que respira honestidad,
hablando de lo suyo y de lo de todos.