En ese tira y afloja pasan sus vidas amándose como rechazándose momentáneamente en un inquebrantable destino que tropieza pero vuelve a reunirlos en el tiempo. Siempre próximos a la música, el homenaje a ella es continuo y es parte importante en la esencia del filme, partiendo de un concurso de bolero en que la famosa canción sabor a mí atribuida a la autoría de Chico en la trama les da el punto de arranque para llevar una aventura sensual y musical.
Ambos, voz e instrumento, son dotados de talento y enrumban a desarrollar una profesión bajo una Cuba festiva, nocturna, sobreviviente, pegada a satisfacer a los extranjeros y a tomar la vida con optimismo y felicidad. Más tarde un anciano Chico, solitario lustrabotas impedido de ejercer el jazz en su tierra producto del nuevo gobierno de Castro que considera imperialista a ese tipo de música, por medio de recortes de periódico, fotografías, partituras y demás recuerdos va en su imaginación en busca de su amor rememorándola en su pequeña habitación.
Rita suele salir con hombres adinerados, hacer de dama de compañía, para ello Trueba le ha brindado un cierto realismo a su historia en donde el sobrevivir en la isla requiere de ciertas liberalidades que parecen no juzgarse, sin embargo cuando conoce a Chico, enamorada aunque todavía ligada a la necesidad de dinero paternalista de ciertos empresarios hará una excepción entregada a amarlo sin condición alguna. Por su parte Chico es también un mujeriego que comparte su tiempo con parejas foráneas que solo quieren divertirse con los lugareños y que se prestan a ser sus mujeres de juerga, incluso tiene una relación algo estable con una nativa, sin embargo al ver a la bella morena de amplios labios, mechón de rulos negro sobre la frente y vestido fresco y ceñido de color amarillo quiere dejarlo todo a un lado proponiendo su mutuo desarrollo artístico mientras se toman por almas gemelas.
Hay momentos que son muy manidos, parecen contínuos deja vu y lucen poco originales en el guión; el cortejo no tiene nada de extraordinario cayendo en lo rutinario aunque no deja de ser tierno por utilizar lo que parece pasado de moda, se denota un aire de inocencia que traspasa en parte esa autolimitación creativa, pero el conjunto logra presentarse como algo simpático siendo un relato entretenido y bastante dulce que posee un notable aire sensual; las ilustraciones protagónicas salen muy libres en la desnudes y hay unos bailes que inspiran la naturaleza provocativa de los que pueden expresarse con el cuerpo.
Hay un ir tras la fama que llega despreocupadamente a la existencia de ambos ligada a su vocación hacia la música en que son recibidos con aplausos y simplemente llegan al éxito, pero con un cariz de irregularidad, como que nada está dicho. Un día uno puede terminar siendo una empleada en un hotel o un desempleado sobreviviendo en el más humilde de los trabajos; más tarde o antes una deslumbrante cantante en un hotel de las Vegas como posiblemente una acomodada señorita de sociedad que disfruta de cenas fastuosas en ciudades imponentes como New York, o tal vez un compositor disfrutando de París como quizás de un renacimiento artístico producto de la admiración y oportunidad de alguna nueva compañera. Es una transformación voluble e imprevista de alguna forma como suele ser en parte el mundo, aunque en la cinta claramente más positivo de lo normal producto de la fantasía del cine que no pierde jamás la esperanza ni la voluntad de alcanzar los sueños, bello e indiscutible mensaje que no hay que tomarlo por absurdo sino que implica no sucumbir a la derrota. En ese caso la película es hermosa porque el verdadero amor nunca desaparece, late aún entre dos ancianos reunidos a último momento. Además una vida de reconocimiento merece la pasión que siente Chico en su canción Lily hacia Rita al igual que ella puede ser capaz de dejar el éxito a costa de sentirse abandonada por su otra mitad.
Por la cinta pasan artistas como el célebre percusionista Tito Puente; otro llamado Chano Pozo, que parece ser un icono cubano del jazz latino; ambos jocosos y efusivos, junto con Charlie Parker, Nat King Cole, entre otras figuras destacadas; por ahí vemos raudamente a Marlon Brando escapándose en una aventura de esas hollywoodenses bajo la celebridad que envuelve a Rita para disgusto del justificadamente celoso Chico. Es un amor algo moderno y discutiblemente libre en que hay cabida para otras relaciones, no obstante vuelven al cauce cuando se trata de decidir por alguien. Los cameos dan relieve al homenaje musical y lo hacen más fascinante.
El ritmo y sonido que envuelven el largometraje animado es una contundente delicia como la buena factura visual de las ilustraciones, con mucho color y vivacidad, dando a la obra un espíritu alegre en todo sentido, en el cálido recorrido por distintas melodías identificadoras de la raza latina fusionada en algunas de ellas con la de los angloamericanos aunque con el sello prioritario de la piel oscura de todo el planeta que lleva en la sangre el calor y el reflejo de la pasión sensorial de la música, uno de los lenguajes más francos del alma.