Segunda película del director y famoso guionista Charlie
Kaufman, esta vez acompañado en la dirección de Duke Johnson. Kaufman es el
escritor de los guiones de Cómo ser John Malkovich (1999), El ladrón de
orquídeas (Adaptation, 2002) y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004). Su
ópera prima como cineasta, Synecdoche, New York (2008), trataba de un hombre, Caden
Cotard (Philip Seymour Hoffman), un director de teatro que quiere hacer una
gran obra, la cual está emparentada con su propia vida, que sería aquella
máxima puesta en escena, ya que como se sabe el mundo es como un teatro y es
justo en ese lugar que la ficción y la realidad se entremezclan habiendo vasos
comunicantes y vínculos con toda la humanidad y su lucha por la felicidad,
donde Caden suele ser un perdedor, un tipo patético, pero también un posible
genio, siendo un tipo enfermizo y lastimero, que suele perder a todos sus
amores (incluyendo a sus hijas), a quienes conquista en buena parte por la
lastima y su cualidad de director. Caden es cualquier persona en el mundo,
aunque exagerando la figura, quien provoca que la imitación de su vida torne a los
clones de esta en seres autónomos, creando una red compleja de ficción, a la
vez que Caden se torna otras personas, desarrollando cierto misterio e
interrelación simbólica y repetitiva. Cosa que se verá también en Anomalisa,
pero esta vez ya no es tanto una lucha por la felicidad, un tira y afloja en el
tiempo en cuanto a alegrías y frustraciones, o un lugar de sueños, anhelos y
placeres, que en gran parte se convierten en promesas incumplidas y
aceptaciones pacíficas, sino un lugar mayormente de depresión, de derrota
absoluta, teniendo nuevamente como partícipe a la locura velada, como bien indica el título del hotel en que se hospeda
el protagonista, Michael Stone (la voz de David Thewlis), que alude al síndrome
de Frégoli, que bien representa el actor Tom Noonan en la interpretación de
todas las voces y parecidos, que es como que el mundo es una absoluta
repetición anodina, una falta de gracia, goce y efervescencia total, provocando una abulia generalizada, una tristeza que
ronda el suicidio.
A Michael le abruma su esposa y su pequeño hijo, de los que quiere escapar;
sus amigos, a los que desconoce y siente intrusos, un lugar de conformismos; y su trabajo, como gurú –paradójicamente- de
relaciones interpersonales y atención al cliente, siendo un exitoso
relacionista público y gestor de un libro de cabecera sobre productividad mediante
lo social, que lo lleva a dar una conferencia en Cincinnati, Ohio, por lo que en
líneas generales detesta toda su vida, y decide aprovechar el viaje para
reencontrarse con un viejo amor que él abandono sin mayores explicaciones, a
razón -como bien dice- de que suele perderlo todo, toda alegría e ilusión, como
ejemplificará su hallazgo en la a un punto patética Lisa (Jennifer Jason Leigh)
que a través de escuchar su voz, femenina y anómala al conjunto o mundo cree
hallar la esquiva felicidad, siendo una mujer muy parecida a Caden, una que no
se quiere mucho a sí misma (producto de creerse fea y poco inteligente, aunque
curiosamente se plantea especial dentro de su propio menosprecio), se ve de
menos, hasta el punto que se torna algo molesta al ser tan lastimera (rasgo de
identidad del cine de Kaufman, que puede que pretenda una empatía, pero no es del
todo eficaz), sin embargo a su vez es capaz de brillar y distinguirse a través
de la canción “Las chicas solo quieren divertirse” de Cyndi Lauper y explotar
una cierta ternura, no obstante no podrá evitar mostrar que es un ser común a muchos,
tan imperfecto y vulgar, a las pretensiones subconscientes de aquella pesadilla paranoide de la repetición y la robotización tratando de llenar el apartado
trascendental del amor, con lo cual a Michael le duele el sueño de la
extravagancia (tal cual sostiene y admira aquella máquina musical japonesa
comprada en una tienda de juguetes sexuales), la ilusión de lo excepcional, padeciendo
la monotonía, en una labor pesimista a más no poder, tanto como harto realista y
detallista en toda su recreación en animación stop motion de una temática para adultos,
como en el cunnilingus o todo el desarrollo pormenorizado del hospedaje que
trabaja el lugar común y el aburrimiento sostenido.