jueves, 9 de abril de 2015

Tres D

El director de éste filme, el argentino Rosendo Ruíz, está presentando su tercera película en el festival de cine independiente de Buenos Aires 2015 (BAFICI), llamada Todo el tiempo del mundo, para lo que esperándola recordamos su segunda película, pero antes pongámonos en contexto con su ópera prima De Caravana (2010) que representa la película más emblemática del llamado nuevo cine cordobés, un pequeño movimiento de cine argentino. En dicha película se mira con aprecio lo popular y localista como con la imagen del cantante La Mona Jimenéz, mientras un joven bien, de clase social alta, y fotógrafo, se mete en muchos problemas tras ir a cubrir uno de sus masivos conciertos locales, siendo originario de Córdoba, y conoce a un grupo de gente de barrio diríamos, una chica sexy pero humilde llamada Sara; un tipo peligroso que trafica, Maxtor; y un travesti amigo de ambos, Penélope; como también al novio de Sara que es un matón de esquina y tiene su banda; entre ellos Juan tendrá más de un dolor de cabeza, pero también se enamorará y abrirá sus miras al mundo, conocerá como dice Maxtor a gente fuera del pomo, en una película pequeña, popular y bastante entretenida.

Abordando el tema principal, Tres D (2014) “cambia” de rumbo, es una pequeña película de cine arte, pero muy llevadera, que trata de ser amable, fácil de ver y entretener, siendo menos exigente que en donde está trabajando, pero con alma, un sentir de justificación, como nos dice uno de los tantos diálogos que tiene la propuesta, de qué debe ser/tener el cine; uno que nos atrae, nos describe e intelectualiza al respecto del festival al que se adscribe (el festival de cine independiente de Cosquín –FICIC, lugar en que se contextualiza el relato) y sobre la propia película, aunque tenga cierto aire a recurso con lo de trabajar sobre un evento cinéfilo, pero con una gran calidad, control, sustancia y desarrollo pleno, aparte de un afecto al cine que sobrepasa en logro a Los Ilusos (2013) por comparar con una película que tenía la misma disposición y tuvo acercamiento con el público más duro del séptimo arte, solo que Tres D consigue ser menos artificial, mucho más natural, más fluida y relajada, y sobre todo más cinéfila, con una entrevista a un viejo proyeccionista (que se entiende como cierta nostalgia o algo que se está yendo o más que seguramente se irá con lo digital ante la facilidad económica y de producción), críticos (Nicolás Prividera, Jorge García), directores de cine (Germán Scelso, Gustavo Fontán), un documentalista amateur y gente implicada con el 3er FICIC que van a ser abordados por el protagonista, Matías, y su asistente Micaela –Mica.

Matías y Mica tienen el trabajo de envolverse, dar a conocer al espectador, a los gestores y participantes (que llegan a interactuar hasta más allá de lo documental, como con la ironía que da una entrevistada que termina en ropa interior y en el cuarto con Matías tras lo que parece atracción de ella, y quizá una aventura), sacando de todos ellos que tienen las cosas muy claras con lo que debe ser el séptimo arte, y lo que hacen y aman de él, lo que promueven y con quienes buscan interrelacionarse, hablando de un espíritu que inquiere por transcendencia más que comercialidad, sin falsas exigencias (ya que también hay posturas convenidas en los festivales), en medio de la autenticidad, como bien representa el cine y la presencia llamativa de José Campusano, que no solo tiene un cine original y personal aunque imperfecto, sino da a entender tolerancia (cuando alguien directamente no gusta de su arte señalando violencia y malas actuaciones, que es algo que ha sido critica recurrente), y responde con seguridad sobre su obra, en medio de una fuerte presencia física dentro de un aire de suma tranquilidad, cuando se está exhibiendo Fango (2012), animándose a participar de la ficción del filme, ya que esta maneja cierto aire documental y otro como historia romántica (y de trabajo), una que rompe un poco con lo tradicional, se hace más lógica pero menos idealizada (por el cine industrial) como en aquella verdad y belleza de la que habla Campusano.

Una entrevista explica los vasos comunicantes entre ficción y documental, y como se pueden mezclar sin problemas, como hace Rosendo Ruíz. Del título hay que decir que es parte de la narrativa, y tiene su gracia y creatividad que anden por la calle con lentes 3D, de lo que parece una declaración de motivaciones en como se ve el cine a través de la realidad, y no del mercado o del puro entretenimiento, ya que la presente película divierte, pero también maneja un discurso bastante digno, cinéfilo, desmenuzando cada parte de su concepción formal, en un ejercicio de ilustración, con aire de frescura envuelto en el trato con el chico nice que es Matías, y la chica medio loca, infantil, con su skate y su trato de camarada más que de aspecto femenino, que luego pasa por sensual (hasta con mujeres) y más tarde por igual sofisticación que Matías. Junto a ellos está la muchacha del grupo folclórico que se presta al romance y al conflicto. En un filme sencillo, pero muy bien hecho, bajo una notable edición, observando como se complementan sus partes entre sí, haciendo una interactuación sin fisuras entre el FICIC y sus protagonistas de ficción (dos aventureros, como en aquel final de crédito cuando se tira dedo), en algo que termina siendo bastante simpático.