Ópera prima de Ana Lily
Amirpour, inglesa de ascendencia persa, que convierte un paraje de Estados Unidos en alguna ciudad anónima iraní
conocida como Bad City donde un vampiro con chador, rememorando el cine de Jim Jarmusch,
su melomania musical, sus marginales, o nos remontamos directamente a su
última obra Only Lovers Left Alive (2013), nos da la nota romántica, de una
relación de las llamadas imposibles, en un blanco y negro seductor, muy indie, en
que hay extravagancia (el “monstruo” danzando como una groupie en un cuarto
lleno de posters de grupos musicales, o patinando en skate en plena noche al rato de atemorizar a un pequeño prometiendo castigarlo si no es un buen niño), comedia seca
y su toque de ridiculez, en un filme muy femenino, aunque con una prostituta, un dealer usurero y matonesco, y un drogadicto lobo con piel de oveja auto-destructivo, un submundo, donde el héroe, si es que lo hay, ya que
éste no hace nada espectacular, sino más bien es como un secundario a la mujer
protagonista, aunque sea de rescate, Arash (Arash Marandi) solo quiere
sobrevivir, andar por el mundo en su carro de onda, ayudar a su adicto abandonado
padre, y poder enamorarse.
Estamos en el interior de un filme muy sencillo, pero
simpático, donde un Drácula falso sometido a una juerga nocturna con drogas, ante
el despiste de una bella hembra engreída que juega con todos, cobija/cuida de
un verdadero vampiro y depredador, se enamora de ésta sin saber de su oscura identidad,
en una aceptación que va contra la sentencia del mal, de la derrota, como puede
ser la marginalidad, o el abismo general de éste pueblito maldito, debajo del
instinto, de la que dice, soy mala, he hecho cosas terribles, y eso incluye un
devastador ajuste de cuentas, dentro de una moral discutible pero libre de
juicio al final que no sea uno que solo pasa por la mente del protagonista y nosotros
debemos interpretar y completar, donde el mal se hace cargo de otras formas de
corrupción, en la que parece una ciudad perdida (el anunciado spaghetti western),
donde todo se mezcla sin haber ninguna pureza de alma, salvo la de Arash que
puede convencer al mismo demonio, como con la ternura de hacer agujeros en la oreja
de la forma más rústica, a través de una sensualidad rebelde.
A Girl Walks Home Alone at Night pretende que el mundo
personal autoral se haga colectivo, sea confabulador e identificador y uno se
sienta como un adolescente enamorándose en forma cool, siendo como la mayoría un
fanático musical, saliendo a la discoteca, a la diversión juvenil, conociendo las
drogas, siendo rara(o), equivocándose, hasta la llegada del motivo de reflexión
y justificación, aquí es el príncipe anhelado y el sueño de estabilidad/felicidad
en medio de tanta tragedia y rechazo, incluyendo a un punto el nuestro,
provocado por un terror de los que parecen más un pretexto, una anécdota o un
rasgo de originalidad y distinción que complejiza o esconde lo que en realidad es
una lectura común.
El acechamiento vampírico no está trabajado para generar
miedo, aunque tiene de suspenso y alguna sorpresa sangrienta en cuestión a un
dedo, sino darle contexto o una máscara al producto, la novedad, en que lo que
realmente se retrata es como una chica (Sheila Vand) se mete con un matón punk
y es como la aventura afectiva errada, la que la contamina, o saca su peor
cara, mientras Arash es como la redención, el camino, la esperanza, la salida,
cuando el resto de la historia, lo que viene a continuación, es la madurez y la
adultez que muchos achacan de menos pasional, lo que ya no importa ni veremos,
sino el “y finalmente fueron felices”, ¿cómo?, aceptando lo peor, que bien dice
aquello de que la unión enfrenta cualquier tormenta, como con aquella
prostituta que es un espejo del matar del vampiro, en una cara pedestre, a la
cual comprender y se castiguen a los malos hombres, y de ahí que exista una lógica
de justificación. Lo que importa es el hombre probo, que salva a la damisela
caída en desgracia, aunque esta sea una especie de monstruo, en una lectura distorsionada
de lo tradicional, inocente y muy femenino en una moderna y “terrorífica”
película.