domingo, 14 de enero de 2024

El corazón de la noche

El corazón de la noche (1984) le pertenece al mexicano Jaime Humberto Hermosillo con guion suyo y del escritor hispanomexicano José de la Colina. Es una historia con su buen toque de extravagancia y originalidad, pero que se deja entender, no viene a tomarle el pelo a nadie, sino que de verdad tiene fundamentos o background argumental, pero maneja a ratos lo mínimo dejando muchas cosas sin mayores respuestas o datos específicos. El filme nos remite a esas historias de conspiraciones secretas y llenas de misterio, alrededor de gente con alguna minusvalía o ausencia física como parte de una secta o un culto. Éste misterio con ellos otorga la principal cuota de ambigüedad, ¿de qué trata todo?, pero puede ser una forma de unidos somos más fuertes y en todo esto -como buena aventura o cuento cinematográfico- entra cierto aspecto siniestro o de pequeño terror, como que la unión en la minusvalía no solo es por sobrevivencia y resistencia frente al mundo sino ha evolucionado a tomar cierto control sobre la sociedad a lo Gran Hermano, es así que el amigo aparece en la fila de los feligreses. El presente filme también tiene de obra erótica, la amante del líder ciego (Pedro Armendáriz Jr.), una bella muchacha sordomuda (Marcela Camacho), yace hermosamente desnuda frontalmente muchas veces, hasta corre con el protagonista, el instructor de manejo (Jorge Balzaretti), ambos sin ropa alguna por unos techos. La joven sordomuda siente atracción por el sencillo instructor, quien la persigue sin más, desde que la ve en el parque, y la mejor forma que tiene la fémina de expresarse es con su curvilíneo y bien proporcionado cuerpo, con el tacto, con las sensaciones, con su sensualidad, con su provocación, con su poder femenino, con su imán de peligro y placer, con su amor, es así que todo es muy carnal con ella, y solo se deja ver que hay una clásica traición, al líder ciego, acto que también se manifiesta como una de tantas espontáneas sucesiones que ya se percibe en el discurso de la primera reunión del clan. La mujer representa plenamente la definición de la amante, de la mujer de fuego, de la diosa que enloquece al hombre, por eso yace mucho desnuda de lo más natural, delante de muchedumbres incluso. Representa a la mujer que rompe sus cadenas y toma iniciativas, aunque lo hace desde la infidelidad, el pecado o la polémica trasgresión. No obstante ella luce como una sirvienta o una súbdito más que como una compañera al mismo nivel del líder ciego, curiosamente masajista de rehabilitación, que es el parapeto de hacer de lo ordinario un escondite de lo perturbador. El filme tiene detalles que parecen simples, pero son parte de ese estilo o esencia consolidado por David Lynch de hacer de cosas que lucen inicialmente comunes cosas que colindan con la extrañeza (o pegan el salto a ello). Ahí tenemos una simple grúa -que también es como si fuera la representación de un sindicato o un espacio de obreros- o la madre calva que usa pelucas que puede ser muy Philip K. Dick de desconfiar de los que yacen cerca de uno; así como la llamada que sigue al despido del protagonista, del jefe de manejo que hace el reconocido actor Manuel Ojeda. Es entonces que cada vez que alguien muestra que tiene una minusvalía se presenta el truco central, señala oscuridad y rareza, que es algo básico, pero efectivo, en un filme entretenido donde hay una lógica, perseguir al chofer porque se está robando a la mujer del líder, y lo que desencadena desde lo criminal (con un talentoso Pedro Armendáriz Jr. que da la talla en todo siempre, haciendo hasta lo impensable o más superficial con harto decoro, hasta la alta demanda profesional de actuar frente a los desnudos de Balzaretti). El líder le ha extendido la mano y el lacayo se la ha mordido, pero al final el amor es mas fuerte que todo y queda claro cuando llega el siniestro sacrificio a lo terror Cronenbergiano. Una cosa del filme es que la gente perteneciente a la conspiración no es pomposa, sino tiene mucho de pedestre, que toma de Freaks (1932), un aspecto muy humano, más que sobrenatural. El título de el corazón de la noche remite a ir hacia lo que no solemos ver, a lo que se esconde de lo habitual, a un viaje espectacular.