domingo, 7 de enero de 2024

¡Adiós, tierra firme! (¡Adieu, plancher des vaches!)

¡Adiós, tierra firme! (1999), es una película francesa del georgiano Otar Iosseliani, se podría decir que es una comedia, pero de esas muy sutiles, que hasta no lo parecen mucho, pero se entiende que propone ironía fina, más sumarle una porción pequeña dramática. El filme se puede leer como una versión europea del maravilloso filme de Gus van Sant, My own private Idaho (1991) que se inspiraba libremente en Enrique IV, del gran William Shakespeare. Pero en lugar de huir del privilegio al mundo de los putos, es hacia el París de los clochards, de los famosos vagabundos o mendigos parisinos, donde no solo se les empareja con la consecuencia de la pobreza sino muchos de ellos yacen de cierta manera voluntariamente a la intemperie, han optado por salir del sistema hacia la calle. Muchos de estos clochards son seres solitarios, pero en la presente película de Iosseliani es más una especie de comunidad o microgrupos tal cual la película de van Sant donde había hasta líderes o especies de pandillas. El título remite al marinero que deja el hogar por el mar, por el mundo a campo abierto, por la aventura, por el misterio, abandona de cierta manera lo seguro para adentrarse en la pasión de existir, tal cual el joven protagonista, interpretado por Niko Tarielashvili. Pero Iosseliani tiene un estilo esquivo y se aleja de lo común y no hace de éste hijo (Niko) ningún tipo de ser heroico. Su protagonismo es más de inquietud juvenil, de conocer mundo, y, como llega a suceder, puede hasta sentir cierto timo o desengaño con lo que esperaba, lo cual es un mensaje realista a un punto, si bien los clochards, aunque hay un lado criminal en algunos, no son intratables, muchos son propensos a la fiesta, el alcohol y hasta enamorar mujeres, gustan de los perros y son amables con los niños. Hay un chico muy pobre que se presta de mucha gente para salir hecho un galán momentáneo. Es un juego de apariencias también. La madre del hijo protagónico viaja en helicóptero y tiene de mascota una garza, nuevamente Iosseliani se distingue con su comedia, le pone personalidad, cierta originalidad, aun a sabiendas que no es un alarde de popularidad lo que hace pero sí algo especial. Ésta mujer del helicóptero tiene un amante quien es un pimp se podría decir, aunque viejo y de apariencia como dueño de un restaurante gourmet francés, otro gestor de ironía fina. El hijo protagonista sale del mundo del privilegio al opuesto, termina lavando platos y lo hace muy mal, pero esto de salir es como ir a distraerse un rato o una tarde al parque, luego vuelve a casa. Sus escapes son literalmente en una barca, tal cual anuncia el título, como dentro del grito de guerra de un joven marinero. Iosseliani dibuja muchos escapistas del aburrimiento o del encorsetamiento del privilegio, como el padre protagónico, quien es interpretado por él mismo, un hombre que se hace amigo de un clochard de mediana edad y a éste lo persigue como perro fiel, como un buen amigo improbable. Todo esto suena suavemente irónico -inmerso en la formalidad de una cierta inocencia o amabilidad como cine-, sobre todo cuando en el privilegio hay mucho pedante y gente que se considera iluminada por sobre el resto. El mismo Iosseliani hace de un hombre que está encerrado jugando con trenes de juguete o solo sale a disparar a su jardín, con el mayordomo, mientras bebe whisky. Su esposa lo trata como un anciano desvalido o sin facultades, pero para mantenerlo lejos, inofensivo, mientras ella anda de fiesta. Se propone con ello un grado de soledad y pues ese clochard -ese amigo básico, que toma y se ríe contigo simplemente y te presta atención- es como un canto de cambio y libertad de una vida triste, y la interrelación no suena tan descabellada finalmente. Iosseliani ve el mundo distinto al común, o a como lo ve principalmente el capitalista, no se enfoca en el dinero sino en el placer de vivir y éste puede venir de cosas más humildes que tener un sugerente helicóptero o una garza por mascota. Iosseliani también es esquivo con el romance, las mujeres son deseadas por varios y son ellas las que escogen, pero, claro, lo hacen con el que se les presenta más interesante y suele ser el más atrevido, aunque terminen solas bajo la lluvia. Igual, Iosseliani presenta al galán de turno como un tipo noble, como que nadie está desprovisto de fallar.