martes, 30 de enero de 2024

Danzón

 

Danzón (1991), el segundo largometraje de la directora mexicana María Novaro, con guion suyo y de su hermana, Beatriz Novaro, es una película estimada popularmente en su país. Tiene de protagonista a María Rojo que por entonces tenía 48 años y hace de una mujer justamente en la mitad de la vida, quien suele ir a un lugar a bailar danzón, baile de origen cubano que tiene un arraigo especial en México, sobre todo en Veracruz, que es también el lugar a donde Julia Solórzano (María Rojo) va en busca de su pareja de baile, amor y compañero, con quien no está casado, es simplemente su pareja. Se habla de que muchos hombres van a estos bailes a seducir mujeres y muchos luego desaparecen, muchos están casados o solo buscan aventuras pasajeras. Pero Julia está enamorada de Carmelo y éste ha desaparecido. Julia se siente dolida por ésta ausencia que inicialmente no tiene explicación de ser, pero más tarde se desempolva un malentendido y Julia realiza un viaje a Veracruz para encontrarlo. Julia muestra mucho amor hacia Carmelo, pero termina dándose un lapso de tiempo como soltera, como se pretende de todos los hombres asiduos en particular al danzón, baile que es parte, lógicamente, del conjunto, pero que es finalmente un elemento más de ese protagonismo femenino que representa Julia en busca de libertad y hedonismo. Éste filme es un tipo de canto de feminidad desde la soltería de una mujer de mediana edad, que ya ha pasado por el matrimonio, tiene una hija joven, y busca rehacer su vida. El filme primero pone melancólica a la protagonista, hasta enfadada con el mundo, pero luego se permite ser infantil y cursi, un poco tonta, como también muy segura de sí y muy libre. Levanta cabeza como podría decirse, que va de la mano con transexualidad como entretenimiento y prostitución vista con naturalidad y mucha aceptación, prostitución no de ella, sino del lugar en que se hospeda, que como dice el amigo homosexual, es un poco un antro. Es decir como quien muestra dentro de lo cursi e infantil, también calle, y apertura mental digamos. La propuesta tiene un buen quehacer cinematográfico contextualizándolo en el baile del danzón, que es el pasatiempo y la pasión de Julia, que le otorga identidad y hasta un grupo social. Uno no puede ser sólo su trabajo a secas, menos si sólo somos obreros. La talentosa María Rojo sabe ser coqueta, sabe ser provocativa, sabe hacerse desear, dentro de lo natural, la campechanía que no vulgaridad, y desde ser una mujer común estéticamente, pero con mucha fuerza escénica, gran expresividad corporal, que denota una personalidad subyugante, desde un personaje que no es un canto de originalidad, sino que juega con sus fichas, explota lo suyo sin mirar al lado, sabe valorarse y potenciarse. María Rojo canaliza muy bien su protagonismo; lo que le pide el guion, perfectamente. En el fondo el filme versa en ser como unas especies de vacaciones de verano, desde la libertad de una mujer adulta, ya no una muchachita intensa, sino una mujer experimentada, pero que le cuesta un poco romper con cierto conservadurismo, pero realmente a ella nadie le ata, su pareja de baile maneja cierta informalidad. Julia trata de reconocerse en una aventura sexual, aludiendo un poco al cliché del marinero -como en el opuesto al de las sirenas- y a la mujer adulta en pos de la juventud, emparentándose con la idiosincrasia del hombre machista o del mujeriego, pero en ese emparejamiento hay un halo de respeto, mucho cuidado y modales, el marinero como chico bueno, zanahoria (sano) en jerga nacional. Está para servir a esa mujer y su fantasía reivindicadora. En un momento Julia camina sensual con tacos altos y vestido playero y hasta una oruga o Caterpillar le sigue, piropeándola en silencio. Es como señalar en general, la mujer presenta muchas oportunidades para decidir, a la vez que detiene el tiempo y se hace modelo para otras. No obstante por otro lado, Ciudad de México es la rutina que sólo rompe el verdadero amor dentro del hogar que es el danzón.   

domingo, 21 de enero de 2024

La Sentencia

La Sentencia (1964), de Hugo del Carril, es la historia de un joven enamorado de una chica promiscua que en realidad no lo quiere e incluso muchas veces lo deja ver abiertamente. Éste joven es Hilario (Emilio Alfaro) y es un chico de tipo introvertido, que se puede traducir en pocas palabras en un buen muchacho, pero algo tonto. Hilario salva 2 veces a Bettina (Virginia Lago) y le propone matrimonio. Por las circunstancias, Bettina acepta, pero no puede ella con quien es, con su personalidad liberal, con su alma solitaria. Siempre quiere buscar refugio en el sexo opuesto desde aventuras pasajeras, sin meditación, anclada siempre a su sexualidad y ansia de hedonismo. No obstante ahí lo tienes igualmente a Hilario remando contra la corriente, enamorado de la mujer equivocada, terco, forzando situaciones y esto lo lleva a lo que justamente invoca el título. Bettina nunca lo engaña con quien ella es, simplemente lo ve como una aventura más, pero Hilario queda impactado por ésta bella mujer, seducido paradójicamente por su sexualidad. Bettina a ratos trata de decir que ella es mucho más que una chica liberal, como cualquiera, también debe haber otros rasgos en ella, pero en un momento hasta la apedrean a lo María Magdalena. Es un melodrama trágico, donde se trata de entender a un Hilario quien él mismo se ha puesto la soga al cuello, por una mujer con todo ese espíritu salvaje clásico de la inmadurez de la juventud -cero romanticismos de por medio-. El problema es que Hilario quiere retenerla a toda costa, y quiere que sea una esposa formal, pero Bettina ni siquiera lo ama. El filme da a entender que la vida ha hecho que Bettina no pueda comprometerse con nadie y su liberalidad incluso la lleva a que los hombres se aprovechen de ella, o hasta lleguen a maltratarla. Mientras tanto Hilario no presta atención a la realidad. Bettina es como un perro callejero que, sólo en la calle, tiende a querer morderle a todo el mundo. Se trata de una película bastante real, una cara de la vida, y no tan habitual en el cine. A Hugo del Carril y al guionista Eduardo Borrás se les observa que no quieren contentar a todo el mundo. También es cine social que señala que el abandono de la sociedad genera sentencias de vida. 

sábado, 20 de enero de 2024

Aqueronte y Viejo Hotel Ostende


Aqueronte (2023)

Como menciona el título de éste corto del español Manuel Muñoz Rivas se hace alusión al río Aqueronte, por donde Caronte transportaba en su barca, de orilla a orilla, a los recién fallecidos. El filme de Muñoz Rivas nos sube a un ferry que transporta gente común y corriente -o que actúan de ellos mismos, produciendo algunos momentos poéticos- y sus autos por el río Guadalquivir, Andalucía. En ese trayecto se suceden momentos oníricos o tenemos la sensación de que todos yacen en un gran sueño, metidos en el interior de un descanso y espera. Hay una puesta de escena que se mueve alrededor de la imagen fantástica del río Aqueronte, haciendo pensar que éste ferry español que estamos observando está como pasando por el mismo trance, como un sueño en que el tiempo se ha detenido, provocando cierta sensación de surrealismo donde la gente duerme el sueño eterno o espera su turno para ser uno aceptado en ese otro mundo. En realidad la gente que va en el ferry -como es normal- simplemente hace tiempo, mata el rato en calma, trata de no aburrirse con ese trayecto tan sosegado, tan de arrullo, con la naturaleza, el cielo, la niebla, el viento, la vegetación o los reflejos del sol posándose o haciendo sombra sobre ellos generando esa amalgama entre la realidad -viajes rutinarios- y la capa superpuesta de la mitología. Es así que Muñoz Rivas deja en claro que es solo una sensación, una puesta en escena trabajando los sentidos, cubriendo la realidad de esperar llegar a puerto, y en ese lugar llegamos a aligerar las impresiones y vemos a la gente hasta reír, interactuar suavemente, todos pasajeros del mismo viaje, que la muerte sobrevuela toda existencia, que es parte de nuestra humanidad y nos hace a todos compañeros del mismo universo, finalmente una comunidad, aun en las diferencias. El espacio -el cosmos- y la naturaleza -el río, la tierra- se reflejan más grandes que nuestros individualismos, aunque como con la luz que se posa iluminando el rostro de un anciano, cada uno de nosotros es capital, un universo en sí, un ser amado por otros, un ser importante para otros, como deja ver literalmente el filme.

Viejo hotel Ostende (2023)

Éste es un corto de celebración y promoción de un hotel de 110 años de existencia en el balneario de Ostende, Argentina. Verlo es como asistir a una lección de producción (cinematográfica) para estudiantes universitarios, dictada por Mariano Llinás, el director de la película, donde se enseña a pensar en un cine austero, un cine inicial o más arty donde predomina la creatividad. Primero tenemos una confusión que no es confusión en realidad sino es una entrada atractiva -chascarrillo incluido, señalando que va a hacer algo realmente suyo- sobre los orígenes del hotel y se pega a la parte documental (la info del lugar) que es otra parte de la estructura. Ésta idea de confusión se mueve en la ironía suave que es más un tipo de complicidad con el autor, con la personalidad de Mariano Llinás. No se siente como una comparación sino como historia, leyenda. El hotel argentino en sí es mostrado con sencillez, pero observamos fotografías con visitantes muy elegantes, de un aspecto clásico, típico, familiar, muy sano y edificante. Se habla de la hazaña pionera y curiosidad de veranear en un especie de desierto, surgiendo enseguida que es algo muy coherente, por medio de la explicación del filme, que siempre es clara, frontal. Ésta frontalidad es parte de la austeridad formal, muy lograda, así como presenciamos en otra parte de su estructura a Llinás haciendo una lista de lluvia de ideas, señalando las cosas visualmente de manera muy simple, definiendo el arte en la sensación de naturalidad. Llinás abiertamente trata de cumplir con un trabajo de marketing pero donde uno se siente identificado y es más que un trámite de ingresos pensando que el arte puede estar en todas partes cuando uno lo siente como propio, no el trabajo sino de cierta manera el lugar, dejar en el aire cierta empatía personal. Finalmente, más ocurrencia que otra cosa, plantea siempre una suave comicidad, balancea como un yin yang el concepto de cumpleaños. También tenemos un momento en particular bien Nanni Moretti. 

lunes, 15 de enero de 2024

Killers of the Flower Moon

Killers of the flower moon (2023), de Martin Scorsese adapta el libro de no ficción de título homónimo con subtitulo Los crímenes en Osage y el nacimiento del FBI, del periodista americano de investigación David Grann, sobre como blancos en Oklahoma mataban a los de la tribu Osage que estaban principalmente establecidos en éste estado de EEUU y quienes se habían hecho millonarios con el descubrimiento en sus tierras de petróleo, pero que necesitaban de tutores blancos por la ley y muchas mujeres indias se casaron con blancos. Pero en el filme de Scorsese que se basa todo en hechos reales vemos como los blancos hacen planes para quedarse con las tierras y los bienes y las herencias, matando directamente a los de la tribu Osage, o envenenando lentamente a las mujeres. El personaje que hace Leonardo DiCaprio, Ernest Burkhart, es en buena parte un ignorante, pero ambicioso y a esa vera totalmente manipulable e inescrupuloso, dependiendo de las ideas de su tío, William Hale (Robert De Niro), que era un terrateniente rico pero quería más dinero y tenía muchos planes para que sus sobrinos lo consiguieran de las herencias y bienes de las indias. William Hale era a la vista de todos como un especie de amigo de las tribus o un consejero muy bien relacionado, pero detrás era en realidad todo un criminal pensando en contratar vaqueros delincuentes para matar indios para obtener riqueza, o tenía amigos doctores que eran capaces de envenenar hasta su propia madre por dinero, aunque también denota cierto racismo, minusvalorar a las tribus. Burkhart se casa por consejo del tío con una india Osage, Mollie (Lily Gladstone), y dice amarla, pero le interesa más hacerse rico y no duda en querer matar a quien sea por conseguirlo. Mollie sabe como son los blancos, sin embargo se casa con Burkhart que a leguas no se ve muy decente. DiCaprio con la mandíbula salida a lo Marlon Brando de El Padrino hace de un ex veterano de la primera guerra mundial que en realidad era cocinero de las tropas que viene sin nada en busca de futuro donde su tío que le da siempre las pautas a seguir, bajo un notorio cinismo, como quien habla con alguien más lento, y éste cinismo a ratos hace ver el filme de Scorsese como una comedia de humor negro, con el constante resalte de la sugerencia escondida en la palabra "inocente". Burkhart como es de cierto aspecto estúpido parece no estar del todo consciente quien es, que clase de persona es, o qué está haciendo. Hay un planteamiento claro para el espectador de que es una persona terrible, pero como éste hombre es lento hay cierta ligera ambigüedad en su personalidad -como quien parece dudar, desorientarse o reflexionar por momentos como con la explosión homicida, pero también luce como quien se queda al poco rato en el vacío, en el limbo mental- que hace que una Mollie, tampoco muy despierta, no lo bote, sin poder alejarse del notorio peligro que él representa para incluso su propia vida. William Hale no duda en matar ningún supuesto amigo perteneciente a la tribu Osage (la que conoce de toda la vida), como en detalle con el indio melancólico suicida. DeNiro hace un memorable papel de un ser flagrantemente despreciable, pero sofisticado y culto dentro del mundo del western -de lo salvaje- con cuota noir -de oscuridad criminal-, mientras DiCaprio se enmienda de haber hecho de un personaje tan débil, pero sobredimensionado, plano, en Gangs of New York (2002), logrando ser ahora un gran personaje con varias dimensiones aunque con el eje de la perversidad. DiCaprio logra estar a la altura de los grandes personajes del cine, de los grandes malvados lacayos. Es una película que se puede definir dentro del cinismo, del blanco matando al indio, para quedarse con sus bienes y es especifico lo que se denuncia, como cierta indiferencia general hacia lo que sucedía con ellos. Todo lo expuesto de los crímenes de la tribu Osage es en la década de los 20s y se ve que Mollie recurre al presidente del país, a Calvin Coolidge, y éste muestra ética y manda al naciente FBI -con unos 12 años de existencia- a investigar con un tipo real, el agente del FBI Thomas White (Jesse Plemons) que sí piensa en ir hasta las últimas consecuencias con su deber. Mollie hace de una damisela en peligro en pos de que la rescaten, pero es su accionar -su activismo- el que le proporciona lo que necesita, incluso salvándola de ella misma. Mollie la mayor parte del tiempo para en cama, lo suyo es realmente deprimente, pero Scorsese se centra en las acciones perversas, en los malos hombres, le da forma a cada criminal contratado, le pone folclore, le pone personalidad y lo hace produciendo entretenimiento con pensamiento social. Todo lleva una construcción plena, un desarrollo sólido, pero con ritmo (puesto además que la película que adapta Scorsese con el célebre guionista Eric Roth dura como 3 horas y media y exige novedad, flotando con éxito, dentro de un cinismo recurrente), para que cada muerte sea significativa y se vea el mecanismo del saqueo, de la apropiación, de un grupo criminal liderado por William Hale. 

domingo, 14 de enero de 2024

Amor a la vuelta de la esquina

Amor a la vuelta de la esquina (1986), es el debut del mexicano Alberto Cortés, película ganadora del premio Ariel a mejor ópera prima en 1987. Es una película que claramente se inserta en el cine independiente latino, con todo ese estilo de austeridad, pero está bien trabajado. Versa sobre la prostitución de María (Gabriela Roel, que por entonces empezaba como actriz, tenía 27 años). El filme da inicio con María escapando de un prostíbulo clandestino por una ventana y se lastima el tobillo, pero logra que un camionero la recoja y le auxilie, luego se enamoraran. No obstante María no dejará su promiscuidad pagada una vez que se recupere. En un momento se enoja cuando alguien dice que no paga por viejas (mujeres en jerga mexicana) y le roba luego de que emborracha a éste muchacho bien en un viaje de vacaciones pagado con otro dinero hurtado. María es la heroína de mala moral, y suele salirse con la suya, no se le lapida, incluso hay un halo romántico con ella, con su tipo de existencia que además pretende lo cool, como cuando roba mientras oye a Tina Turner. En otro momento clásico de cine indie en general, María canta a capela acompañada de la guitarra acústica de un mozo de un burdel, canta “Distante instante" del músico mexicano de rock-folk Rodrigo González, quien murió joven, a los 34 años, y en vida solo lanzó un único disco, Hurbanistorias. La canción de Rodrigo se emparenta con la vida que vemos de Maria en pantalla, aficionada notoria al licor, donde cuesta que te amen diría ella y viceversa, en un mundo que se señala de indiferente a ese respecto, en el panorama que romantiza la propuesta, mientras la protagonista como da a entender la música trata de hallarse a sí misma. En el trayecto de que esto suceda, roba, sobrevive puteando y trata de engreírse en cuanto puede, pero también menciona tristeza y soledad, dificultad de existir, si bien se le ve bastante resiliente y bien segura de la vida que ha escogido, lo cual suena coherente, aunque tiene una frescura, lozanía, y cierto triunfo que va más por otro camino, no por el de una prostituta de cabaret. Pero también es una joven astuta y enamora hombres para que la mantengan, pero igualmente es compañera sentimental como del camionero con quien forma un vinculo tras él cuidar de ella en un mal momento. No hay escenas subidas de tono, sino todo está muy bien cuidado, pero podemos ver las tetas de Gabriela Roel que suele exhibirlas con soltura, siendo una mujer hermosa. Gabriela aporta cierto temple, fuerza, un enojo necesario, sobre todo en el tipo de vida que ha escogido su personaje. La relación con el camionero otorga humanidad a la protagonista, la saca de quedar encasillada solamente en la corrupción, aun cuando el camionero es contrabandista, criminal de poca monta. Es una película que se contextualiza plenamente en México -y se realza desde ahí-, como cuando pensativa observa la ciudad. Se identifica mucho con su país desde su propia época, hasta oímos a Juan Gabriel sonando en una rockola junto a Rocío Dúrcal, cantando Déjame vivir. María es una mujer que quiere -como sugiere la canción de Juan Gabriel- ser liberal, estar libre en toda gama; claro, puteando literalmente, pero a ratos va y vuelve dentro de una relación "formal". También se sugiere lesbianismo de parte de María, sin que halla ninguna explicites, con la amiga y compañera puta que busca. Se exhiben ratos de sensualidad cuidada con la antigua amiga. Todos esos robos a los clientes se pueden convenir como propio de cierto cine noir, aunque nunca llega ella a escalas grandes de criminalidad. Cada pequeño robo lleva picardía, recurseo (sobrevivencia de estilo de vida), o pegarla de más astuto que los demás o cierta planificación contra gente ingenua. Se puede ver cine mexicano de género en una sala de exhibición que María visita. 

El corazón de la noche

El corazón de la noche (1984) le pertenece al mexicano Jaime Humberto Hermosillo con guion suyo y del escritor hispanomexicano José de la Colina. Es una historia con su buen toque de extravagancia y originalidad, pero que se deja entender, no viene a tomarle el pelo a nadie, sino que de verdad tiene fundamentos o background argumental, pero maneja a ratos lo mínimo dejando muchas cosas sin mayores respuestas o datos específicos. El filme nos remite a esas historias de conspiraciones secretas y llenas de misterio, alrededor de gente con alguna minusvalía o ausencia física como parte de una secta o un culto. Éste misterio con ellos otorga la principal cuota de ambigüedad, ¿de qué trata todo?, pero puede ser una forma de unidos somos más fuertes y en todo esto -como buena aventura o cuento cinematográfico- entra cierto aspecto siniestro o de pequeño terror, como que la unión en la minusvalía no solo es por sobrevivencia y resistencia frente al mundo sino ha evolucionado a tomar cierto control sobre la sociedad a lo Gran Hermano, es así que el amigo aparece en la fila de los feligreses. El presente filme también tiene de obra erótica, la amante del líder ciego (Pedro Armendáriz Jr.), una bella muchacha sordomuda (Marcela Camacho), yace hermosamente desnuda frontalmente muchas veces, hasta corre con el protagonista, el instructor de manejo (Jorge Balzaretti), ambos sin ropa alguna por unos techos. La joven sordomuda siente atracción por el sencillo instructor, quien la persigue sin más, desde que la ve en el parque, y la mejor forma que tiene la fémina de expresarse es con su curvilíneo y bien proporcionado cuerpo, con el tacto, con las sensaciones, con su sensualidad, con su provocación, con su poder femenino, con su imán de peligro y placer, con su amor, es así que todo es muy carnal con ella, y solo se deja ver que hay una clásica traición, al líder ciego, acto que también se manifiesta como una de tantas espontáneas sucesiones que ya se percibe en el discurso de la primera reunión del clan. La mujer representa plenamente la definición de la amante, de la mujer de fuego, de la diosa que enloquece al hombre, por eso yace mucho desnuda de lo más natural, delante de muchedumbres incluso. Representa a la mujer que rompe sus cadenas y toma iniciativas, aunque lo hace desde la infidelidad, el pecado o la polémica trasgresión. No obstante ella luce como una sirvienta o una súbdito más que como una compañera al mismo nivel del líder ciego, curiosamente masajista de rehabilitación, que es el parapeto de hacer de lo ordinario un escondite de lo perturbador. El filme tiene detalles que parecen simples, pero son parte de ese estilo o esencia consolidado por David Lynch de hacer de cosas que lucen inicialmente comunes cosas que colindan con la extrañeza (o pegan el salto a ello). Ahí tenemos una simple grúa -que también es como si fuera la representación de un sindicato o un espacio de obreros- o la madre calva que usa pelucas que puede ser muy Philip K. Dick de desconfiar de los que yacen cerca de uno; así como la llamada que sigue al despido del protagonista, del jefe de manejo que hace el reconocido actor Manuel Ojeda. Es entonces que cada vez que alguien muestra que tiene una minusvalía se presenta el truco central, señala oscuridad y rareza, que es algo básico, pero efectivo, en un filme entretenido donde hay una lógica, perseguir al chofer porque se está robando a la mujer del líder, y lo que desencadena desde lo criminal (con un talentoso Pedro Armendáriz Jr. que da la talla en todo siempre, haciendo hasta lo impensable o más superficial con harto decoro, hasta la alta demanda profesional de actuar frente a los desnudos de Balzaretti). El líder le ha extendido la mano y el lacayo se la ha mordido, pero al final el amor es mas fuerte que todo y queda claro cuando llega el siniestro sacrificio a lo terror Cronenbergiano. Una cosa del filme es que la gente perteneciente a la conspiración no es pomposa, sino tiene mucho de pedestre, que toma de Freaks (1932), un aspecto muy humano, más que sobrenatural. El título de el corazón de la noche remite a ir hacia lo que no solemos ver, a lo que se esconde de lo habitual, a un viaje espectacular. 

miércoles, 10 de enero de 2024

Culpable

Hugo del Carril dirige Culpable (1960) a los 48 años de edad y es el protagonista por partida doble. Es un ladrón de bancos llamado Leo Expósito que como en un Cuento de navidad de Dickens es analizada la pasión negativa, las malas decisiones tomadas constantemente, la maldad y la perversidad de su existencia, o como en Que bello es vivir (1946) de Frank Capra, pero aquí el ángel no muestra qué importante es uno para los demás o muchos más, sino que no existe destino más importante que nuestras propias acciones o nuestras propias elecciones de vida, aun cuando alguien importante puede faltarnos o sentirse su desafecto o distancia en nuestras existencias, en éste caso el padre de Leo. Éste ángel o fantasma que se le presenta a Leo representa el acto de consciencia o reflexión frente al lecho de muerte o al juicio final de nuestra vida. Pero Hugo del Carril, y el guionista en solitario adaptando su propia obra de teatro Eduardo Borrás, van más allá, presentando una vida alternativa a Leo, después del magnífico cine negro que presenciaremos por casi 1 hora, como si entráramos en una historia de La Dimensión desconocida, donde a Leo se le señala que uno es capitán de su destino y se le demuestra que no puede culpar a nadie de su debacle sino que Leo tiene mala consciencia o le falta en realidad una. Es así que repite patrones, es mujeriego, ocasiona muertes de inocentes y es propenso a lo criminal, como quien debe culpar a su instinto y a su propia personalidad, sea pobre o rico. Leo es un personaje a lo John Dillinger en la parte del noir. Hugo del Carril genera excelentes secuencias, acribillamientos, persecuciones, ajusticiamientos para robar, policías rodeando la casa de Leo disparándole detrás de los árboles. El reloj despertador señala que el tiempo se detiene y Leo pasa a revisar su vida y luego a convertirse en Pablo Morán. La hermosa Elina Colomer hace de una tentadora vedette o mujer del espectáculo para caballeros, quien es sumisa con el gángster -con breve pero sugerente escena relajada entre las sábanas- y en la otra parte repite -más allá de las apariencias- el papel de mujer fogosa aliada de lo delictivo desde algo más sofisticado. Roberto Escalada primero es un amigo, aunque perfil bajo, de aspecto envidioso con el imponente Leo y luego es al revés, un tipo intachable envidiado por el medio hermano resentido. Ésta película salta de un excelente noir lleno de velocidad y adrenalina, a una vida política de extrema ambición y deshumanización -los huelguistas son carne de cañón en los planes generales- ubicada toda en un solo lugar, una mansión, alrededor de la media hora de metraje y todo luce especialmente coherente y al mismo tiempo como si estuviéramos en una dimensión especial donde estamos metidos en el laberinto del Minotauro que es la vida ahora de Pablo Morán. En un momento Pablo cruza la puerta y mira desde las sombras iluminada solo su mirada, expectante detrás de su siniestro plan, y luego en otra escena también en solitario viene la respuesta en el mismo sentido de la expresión facial de Carlos (Roberto Escalada), creándose expectativa narrativa hacia ese juicio del título al que va el protagonista.

domingo, 7 de enero de 2024

¡Adiós, tierra firme! (¡Adieu, plancher des vaches!)

¡Adiós, tierra firme! (1999), es una película francesa del georgiano Otar Iosseliani, se podría decir que es una comedia, pero de esas muy sutiles, que hasta no lo parecen mucho, pero se entiende que propone ironía fina, más sumarle una porción pequeña dramática. El filme se puede leer como una versión europea del maravilloso filme de Gus van Sant, My own private Idaho (1991) que se inspiraba libremente en Enrique IV, del gran William Shakespeare. Pero en lugar de huir del privilegio al mundo de los putos, es hacia el París de los clochards, de los famosos vagabundos o mendigos parisinos, donde no solo se les empareja con la consecuencia de la pobreza sino muchos de ellos yacen de cierta manera voluntariamente a la intemperie, han optado por salir del sistema hacia la calle. Muchos de estos clochards son seres solitarios, pero en la presente película de Iosseliani es más una especie de comunidad o microgrupos tal cual la película de van Sant donde había hasta líderes o especies de pandillas. El título remite al marinero que deja el hogar por el mar, por el mundo a campo abierto, por la aventura, por el misterio, abandona de cierta manera lo seguro para adentrarse en la pasión de existir, tal cual el joven protagonista, interpretado por Niko Tarielashvili. Pero Iosseliani tiene un estilo esquivo y se aleja de lo común y no hace de éste hijo (Niko) ningún tipo de ser heroico. Su protagonismo es más de inquietud juvenil, de conocer mundo, y, como llega a suceder, puede hasta sentir cierto timo o desengaño con lo que esperaba, lo cual es un mensaje realista a un punto, si bien los clochards, aunque hay un lado criminal en algunos, no son intratables, muchos son propensos a la fiesta, el alcohol y hasta enamorar mujeres, gustan de los perros y son amables con los niños. Hay un chico muy pobre que se presta de mucha gente para salir hecho un galán momentáneo. Es un juego de apariencias también. La madre del hijo protagónico viaja en helicóptero y tiene de mascota una garza, nuevamente Iosseliani se distingue con su comedia, le pone personalidad, cierta originalidad, aun a sabiendas que no es un alarde de popularidad lo que hace pero sí algo especial. Ésta mujer del helicóptero tiene un amante quien es un pimp se podría decir, aunque viejo y de apariencia como dueño de un restaurante gourmet francés, otro gestor de ironía fina. El hijo protagonista sale del mundo del privilegio al opuesto, termina lavando platos y lo hace muy mal, pero esto de salir es como ir a distraerse un rato o una tarde al parque, luego vuelve a casa. Sus escapes son literalmente en una barca, tal cual anuncia el título, como dentro del grito de guerra de un joven marinero. Iosseliani dibuja muchos escapistas del aburrimiento o del encorsetamiento del privilegio, como el padre protagónico, quien es interpretado por él mismo, un hombre que se hace amigo de un clochard de mediana edad y a éste lo persigue como perro fiel, como un buen amigo improbable. Todo esto suena suavemente irónico -inmerso en la formalidad de una cierta inocencia o amabilidad como cine-, sobre todo cuando en el privilegio hay mucho pedante y gente que se considera iluminada por sobre el resto. El mismo Iosseliani hace de un hombre que está encerrado jugando con trenes de juguete o solo sale a disparar a su jardín, con el mayordomo, mientras bebe whisky. Su esposa lo trata como un anciano desvalido o sin facultades, pero para mantenerlo lejos, inofensivo, mientras ella anda de fiesta. Se propone con ello un grado de soledad y pues ese clochard -ese amigo básico, que toma y se ríe contigo simplemente y te presta atención- es como un canto de cambio y libertad de una vida triste, y la interrelación no suena tan descabellada finalmente. Iosseliani ve el mundo distinto al común, o a como lo ve principalmente el capitalista, no se enfoca en el dinero sino en el placer de vivir y éste puede venir de cosas más humildes que tener un sugerente helicóptero o una garza por mascota. Iosseliani también es esquivo con el romance, las mujeres son deseadas por varios y son ellas las que escogen, pero, claro, lo hacen con el que se les presenta más interesante y suele ser el más atrevido, aunque terminen solas bajo la lluvia. Igual, Iosseliani presenta al galán de turno como un tipo noble, como que nadie está desprovisto de fallar. 

sábado, 6 de enero de 2024

The Plot Against Harry

The plot against Harry (1970) del americano Michael Roemer, es una película indie y cuando la quiso estrenar nadie quiso distribuirla, la hallaban en parte defectuosa o, como comedia, poco interesante. Tuvieron que pasar 20 años para que la celebraran en los festivales en un acto de relanzamiento (descubrimiento). Roemer es judío y ésta película es de las más judías que existen, es una oda y un poco sátira de su propia idiosincrasia judía. Es una comedia mayormente muy sutil y a otros (menos) más abierta. Tiene de protagonista a Harry Plotnick (Martin Priest, en la gran película de su humilde carrera), un pequeño mafioso, o criminal de poca monta. Gana mucho dinero en su barrio con apuestas ilegales, controlando un cierto perímetro, pero la proliferación de afroamericanos y latinos le están quitando el territorio y el control de la zona. Esto no se imprime con violencia, simplemente hablan, se sugiere, es apropiarse, meterse a las calles, Roemer lo maneja muy bien. Aunque Harry tiene de judío clásico, un hombre de negocios inteligente y ambicioso, y llevaba éxito, tiene su dinero, como bien anuncia el título empieza a surgirle problema tras problema y en esto yace perder su negocio. Es cuestión de demografía, de quienes pueblan esos barrios donde antes ejercía Harry, es cuestión de identificación y colectividad, mayoría manda se diría, como a su vez tener más soldados. Harry trata de enmendarse, pasar por un hombre honesto y quiere entrar en el negocio de los restaurantes con su ex cuñado, pero la comunidad judía que pinta de idealista no va a permitir que ningún criminal por pequeño que fuera entre en sus filas. Es una cuestión de ética y moralidad, como de marcada espiritualidad judía. Harry tiene la apariencia de un hombre tranquilo y amable, algo tonto a ratos y se deja llevar un poco por los demás, quiere encajar, pero la trama del mundo no se lo permite y cae en problema tras problema. Tiene 2 hijas ya adultas aunque jóvenes que no conoce mucho y son típicas americanas, extrovertidas y algo inclasificables en su espontaneidad. Su ex esposa, si bien disimula algo, es de guardar las formas, toda una señora, no parece soportarlo mucho (seguramente porque Harry representa lo contrario a su total corrección y así son muchas mujeres). Harry tiene de inocente y quiere también ganarse a su ex mujer, volver con ella, pero Harry también posee sus abrigos de piel para regalárselos a las prostitutas, es también un gángster aunque discreto, tiene de joyita. Es un juego curioso entre la moral y un ambiente de efervescencia dentro de la pícara y algo extravagante New York, donde hay un cierto aire de trasgresión cool y una cierta campechanía algo lumpen o de barrio. Roemer maneja de maravillas el mundo de los barrios humildes newyorkinos, maneja bien el lenguaje de la calle y le otorga identidad indie al filme con ello, no es pues una película impoluta Hollywoodeense, pero está formalmente bien hecha, tiene nivel. Una de las hijas de Harry es modelo de ropa interior y se ha ganado el corazón del joven hijo de un millonario y en un momento estos terminan celebrando una fiesta temática en el subterráneo, puesto que nunca se habían subido a éste como clase privilegiada. Harry celebra éstas ocurrencias y cada una que le salta encima, aun cuando le persigue la mala suerte, hasta creer que va a morir y a esa vera piensa en dejar una mejor imagen suya. Las fiestas judías también están muy presentes, el ser un judío en toda regla, lo cual lo persigue como un especie de karma a un Harry que no sigue el patrón. Es una película que bromea con ser un judío correcto desde el opuesto, aun cuando Harry no parece en realidad una mala persona e incluso le fallan horriblemente gente a sus ordenes y no exuda violencia con estos. Harry conoce a la mafia italiana, trata con ellos, pero él les habla muy llanamente, muy simple, sin temor. Harry ha estado en la cárcel, pero es un tipo cool con ese universo, lo ve con normalidad, distinto a mucha gente judía. Los juicios lo ridiculizan, como si fuera un mequetrefe, insultan su orgullo y así todo es recurrente, esto es parte de satirizarlo como pequeño gángster, que ni él se ve así aunque trabaja ilegalmente y la elipsis apunta a que sus clientes son gente ambigua, cosa que finalmente lo mortificara para ser aceptado, aunque hay como un querer ser cool siempre y ese conocer bien de la calle se lo otorga. Existe un péndulo entre quedar como un idiota a ratos y el opuesto por hallarse competente en el mundo criminal. La comedia es sutil en buena medida, quizá por eso no lleve nunca popularidad, pero tiene atractivo, ingenio, sin ser tampoco revolucionaria, pero tiene su originalidad, sin duda capta la esencia del judío ambicioso, pero que como pesada carga individual es algo loser.  

viernes, 5 de enero de 2024

El negro que tenía el alma blanca

El negro que tenía el alma blanca (1951), del argentino Hugo del Carril, se basa en la novela de 1922 de título homónimo perteneciente al español Alberto Insúa y es claramente otro contexto total, uno donde había marcado, abierto, racismo contra la gente de color y estaba instituido, era común, era lo habitual, pero se trata de hacer ver éste racismo institucionalizado para remediarlo o vencerlo, para promover la normal igualdad actual como regla, valores e ideal humano. Nuestro protagonista se llama Peter Wald y es negro, lo interpreta el propio Hugo del Carril maquillado como hombre de color y aunque esto es considerado blackface que es visto actualmente como una práctica racista en sí, es propio de ser una película de los 50s, de otra época y así debería verse en lugar de negarla por completo. Hugo del Carril visualmente se ve creíble. Éste es un melodrama y se va a observar mucho racismo y prejuicio hacia Peter, aun cuando es una estrella del show en vivo en teatros y posee mucho dinero y prestigio y se mueve por los lugares de la élites que lo reciben admirados por su notorio talento para cantar y bailar. Peter es aceptado por la élite, en su círculo social, es visto por los empresarios como una mina de oro, le hacen publicidad por todas partes. Peter baila con mujeres hermosas, mujeres que son caucásicas. Sin embargo incluso la gente que lo quiere es algo racista o tiene prejuicios o cae en ello. Peter vive lamentando estos prejuicios de la sociedad, lo ponen melancólico y a razón de ello es un hombre solitario, sin familia. Uno diría porqué no se casa con una mujer de color, pero Peter quiere pertenecer a la sociedad de su época, a la élite, y lo hace, vive bien, tiene hasta sirvientes blancos que lo respetan, pero quiere una familia caucásica digamos dentro de ésta élite, o quiere a quien él desee dentro de la libertad natural, no la de ningún prejuicio. Participamos de cómo se hace famoso, de cómo Peter halla el éxito; viene desde abajo, desde ser él mismo un sirviente. Aunque éste es un melodrama es un filme clásico, una producción española-argentina, y no hay vulgaridad ni golpes bajos de ese tipo, pero hay un racismo abierto, a ratos básico. El racismo que es fuerte proviene de la mujer que Peter ama, quien también parece que lo ama, pero su racismo hace que sienta incomodidad física de intimar amorosamente (no puede ni besarlo). ¿Esto se puede traducir en cariño o amor?, hoy en día suena literalmente a historia de amor imposible, pero es un filme de los 50s y salido de una novela de 1922. Hoy en día ésta mujer sería lapidada, no habría empatía hacia ella. También la actriz española Maria Rosa Salgado aunque ciertamente es muy hermosa y a un punto competente dentro de lo clásico, le falta más punche para proponer más personalidad o una iluminación más allá del atractivo físico, culpa quizá de la novela o el guion. Hay una pesadilla suya que hace uso del blackface compartido y habla de rechazo a la negritud, ella no quiere formar una familia con él, ella a todas luces no representa una buena pareja, pero incluso una vulgar prostituta francesa se llega a comportar así y pues es otra época. En ese lugar el melodrama y la melancolía de Peter brillan en la actuación de Hugo del Carril quien a cierto modo es atrevido en aceptar el papel, pero ya es la tercera película que se hace de una novela que en su tiempo fue muy popular. Hoy en día se puede ver más como estudio histórico y del mismo cine que lo retrata todo, y en sí ésta propuesta aunque no es perfecta -sobre todo viéndola con los ojos del presente- está bien hecha en buena medida, como las tantas coreografías de baile que llevan mucho esplendor y esa interacción con el show business que es bastante interesante aunque sencilla como buen cine clásico. Peter prefiere tener una familia que ser una estrella, aunque ser una estrella le ha dado no solo una vida privilegiada per se sino una vida privilegiada para alguien dentro del racismo. No obstante Peter trabaja mucho, porque sabe/entiende de ese privilegio, y además a Peter le gusta lo bueno, que es normal, como a todos, pero trabaja tanto hasta enfermarse, obsesionado, excesivamente perfeccionista. En un momento Peter dice algo así como sentirse semejante a un ave cantando bellamente en una jaula de oro como señalamiento del espectáculo de los teatros, de ser artista, como alguien que en ese momento conquista el mundo, pero luego, cuando baja e ingresa a la sociedad o a la realidad, hasta un inocente niño se sorprende negativamente de verle en primera clase de un tren. Peter es un tipo sin resentimiento u odio, solo pura melancolía, es noble hasta pegar de santo, propio del melodrama más que de no darle o pedirle dimensión o matices, pero es obvio que es un filme de otra época. El padre de la mujer que ama (Félix Fernández) es un tipo que no tiene un pelo de tonto y se muestra, aunque sutilmente, de materialista y aprovechado, es un poco inescrupuloso en empujar a la hija al mundo del teatro, aunque puede sonar muy realista o muy real, pero en ello maneja nobleza también y en cierta manera es justo. El mejor amigo, Nonell (Antonio Casal), destila mucha simpatía, es un poco un clown (agradable), es un poco chaplinesco sin llegar, claro, a su nivel de excelencia, pero es un buen personaje como el chico pobre astuto y de buen corazón que con Peter vislumbra una oportunidad honesta de triunfar en la vida y así es Peter, él lleva a todos hacia el triunfo, y eso lo ve claramente el padre de la mujer que amará que contradictoriamente le hará sufrir mucho y ahí no es que falte realismo en esa interacción emocional más allá del racismo, sino que esto es melodrama en grande, del que no se ruboriza de serlo. Es una película curiosa de ver, parte de un proclamado eclectismo y no tan conocida actualmente.

jueves, 4 de enero de 2024

Bowling Saturne

Bowling Saturne (2022), de la francesa Patricia Mazuy, queda con un título perfecto en la traducción (pensando en Argentina) de Boliche Saturno, un lugar para sociabilizar (como con el club de cacería), así como para enamorar mujeres, que es lo que pretende el protagonista y administrador del boliche del filme, Armand (Achille Reggiani, hijo de la directora, que lo hace bien), pero lo curioso es que Armand es un asesino en serie y para más agregados interesantes, su medio hermano, Guillaume (un sobresaliente Ariel Worthalter), es el jefe de policía responsable de la investigación. Es una película que denota austeridad en los alrededores narrativos de los crímenes, pero los crímenes, los asesinatos, llevan tremendo realismo, bastante detallismo, que hasta se hace especialmente inquietante y muy incómodo ver el estado en que quedan los cadáveres y esto pasa en varios momentos. Armand tiene un problema grave mental con su sexualidad, pierde la cabeza cuando se excita. Vemos gradualmente su deterioro hacia empezar a matar mujeres por las que se halla muy atraído y logra conquistarlas con facilidad -es un tipo que tiene pinta de galán- y luego las mata tras excitarse. El filme asocia la cacería de animales salvajes con el accionar del asesino en serie y no es algo muy original, pero el club éste permite con su quehacer que se agreguen momentos algo distintivos a la película, aunque son finalmente poca cosa, no demasiado interesantes. Con esto es como si a Patricia Mazuy le interesará la protección o cuidado de los animales salvajes o la discusión de si practicar la cacería es en realidad algo inhumano e insostenible y ahí entra en el panorama la relación romántica del filme, quien tiene una organización de protección para animales, y es una chica que es un poco curiosa físicamente para una película, fémina que tiene ascendencia asiática y es algo gruesita, tal si sumara un lado común al conjunto y esto lo tiene la propuesta en general dentro de su formal austeridad o emparejamiento con un trabajo clínico, donde lo forense es un destaque brutal. Armand es un tipo que parece no haber tenido nunca amor de nadie, un ser solitario, un vagabundo, alguien abandonado de siempre a su suerte, como lo describe a perfección -con cine en esencia, con lo visual- los primeros 15 minutos de apertura de la película, hasta que su medio hermano -quien siente cierta compasión por él o responsabilidad por las acciones ajenas de su padre- quiere ayudarlo, pero no llegan a entablar un vinculo de afecto sino simplemente se tratan con distancia. Guillaume es un poco frío o seco, mientras se nota que Armand le tiene resentimiento (le llaman en un momento el hijo bastardo). De cierta manera Armand se impregna de su padre, de su falta de amor hacia él y de su afición por la cacería, de lo que nace un tipo enfermo. Posee una gran furia interna -como con los gritos que lanza en su camioneta- y se desembaraza de ésta de la manera más siniestra, de la forma más atroz. Es un thriller entretenido. Lleva su cuota estilo arty y una cotidianidad europea parecida al cine independiente americano. 

martes, 2 de enero de 2024

Rollerball y The blood of heroes

Rollerball (1975), del canadiense Norman Jewison, es la película por esencia de los deportes futuristas expuestos en distopías, basada en el cuento de 1973 del americano William Harrison quien se encarga del guion y se nota que ha sido fiel a su formato literario, al tipo general de su austeridad. Ahí tenemos otra buena película de la misma clase en The blood of heroes (1989), que es la única película que ha dirigido el célebre guionista David Webb Peoples, guionista de obras maestras como Blade Runner (1982) y Unforgiven (1992) y la interesante Twelve Monkeys (1995). Pero Rolleball es más compleja, aunque opta por planteamientos simples finalmente, como lo del poder controlador de una empresa fantasma -ubicua pero sin identificarse específicamente- que hace de Gran Hermano, con el deporte como nexo popular conquistador o pacificador de las masas. Pero un deportista de élite, Jonathan E. (James Caan, en una de sus actuaciones más memorables), ha batido todo récord y se ha convertido en un héroe nacional, la máxima celebridad mundial, y cómo haciendo una lectura de la vida de (y quien fue) Muhammad Ali se sostiene que nadie puede ser más grande que el sistema o el orden establecido. Se señala que el deporte en sí debe pesar más que cualquier individualismo, y sin tanta cháchara, con una ambigüedad y misterio light, se le pide a Jonathan E. que se retire, pero Jonathan E. no quiere, aun cuando el deporte se pondrá más rudo, más especial, con él. En el mundo distópico del filme, el poder busca que la gente esté desprovista de profundidad. El poder, representado en especie de empresarios (se les ve entre engreídos y caprichosos millonarios y seres robóticos, repetitivos), ambiciona todo y así los subyugados -la población- tratan de congraciarse con el poder y es así que la mujer amada de Jonathan E. se va de su lado, donde luce en mucho semejante a una dama de compañía. Ella así mismo es un tipo de autómata, curiosamente representada por la modelo y actriz sueca Maud Adams. Es una película de ideas sin demasiado desarrollo. Hay una atmósfera típica del mundo distópico, un estilo sobre esto, de cierta inquietud, pero es mínimo. El deporte expuesto es extravagante y tiene escenas violentas a esa vera, hay motos, golpes, balones, un velódromo, es un mix de prácticas deportivas, pero tiene mucho del hockey. Presenciamos muchas secuencias de éste deporte futurista llamado Rollerball y si bien tiene sus momentos emocionantes carga cierto sinsentido como deporte, falta un poco de mayor credibilidad, cosa que en The blood of heroes sí es sólido como una combinación entre football americano y gladiadores romanos, pero en la película de David Webb Peoples el deporte es la puerta hacia pertenecer a la élite, a los privilegiados, dentro de un mundo postapocalítptico como del tipo de los desiertos de Mad Max y es una historia de sueños y segundas oportunidades. The blood of heroes es mucho más básico, pero plenamente competente y efectivo y super entretenido (con un protagonista, interpretado por Rutger Hauer, que tiene potente pinta de legendario), mientras Rollerball parece que le falta más sustancia, es como una promesa trunca ante cierto estado de ambición conceptual. Rollerball no deja de ser una propuesta atractiva, pero a todas luces había material como para hacer algo más especial, aunque igualmente la parte deportiva tiene su destaque, su originalidad. Se siente que coge de muchas partes sin ahondar, en ello lo hace decente con Antonioni que con Kubrick. Aunque The blood of heroes es una película muy frontal y sencilla está llena de empatía y notable entretenimiento y maneja muy bien la emotividad, en su punto, presentando dos personajes valiosos enfrentados a la fragilidad y a su sensibilidad de cara a la existencia y a sus sueños y metas de ser mejores, como de salir adelante. Su historia y lucha es una preparación para el mundo. Estos personajes los interpretan con mucho talento Joan Chen y Vincent D'Onofrio; éste último venía de impactar a todos -y ganarse mucha admiración- con su papel en Full Metal Jacket (1987). Joan Chen si bien además es una mujer fuerte, especialmente ruda o tiene que serlo -incluso algo cruel dentro de una cierta firmeza para sobresalir-, el filme plantea buscar la resistencia -física y motivacional-, se presta además para lo romántico dentro de una existencia en todo sentido áspera, difícil de disfrutar, muy poco embellecida. Hauer como el mítico Sallow representa al hombre curtido, pero sin vanagloriarse o pintar de que lo sabe todo. Su figura es de aquellos que hablan poco, pero es un maestro, de los jóvenes que lo admiran en silencio, quienes saben quien es, más allá de las engañosas apariencias. Sallow es el hombre que promete, con acciones, como líder, el futuro. Joan Chen tenía 28 años y Vincent D'Onofrio 30 y señalan justamente juventud. Hauer tenía (preciso para el rol) 45, la edad donde el deporte suele dejarse por lo general de practicarse en alta competitividad, y esto habla de la mediana edad y querer alcanzar de cierta manera lo "imposible" o remar contra las probabilidades. 

lunes, 1 de enero de 2024

Muertes y maravillas

Muertes y maravillas (2023) es la segunda película del chileno Diego Soto, de 30 años de edad y es una película de muy bajo presupuesto que toma de título el nombre de un libro de 1971 del poeta chileno Jorge Teillier que está bastante presente en ésta propuesta. Tres muchachos van a visitar a un amigo enfermo hace 2 años, llamado Fuenza. En un momento uno de los amigos visitantes, Juan Pablo, coge un poemario de Fuenza y es justamente el del título. Juan Pablo leerá por primera vez poesía y quedará encantado con el mundo que describe Teillier. Incluso querrá hacer poesía y participará de un pequeño club de lectura. El filme de Diego Soto emerge de su mundo alrededor, de su familia, amigos y gente cercana, pertenecientes a la ciudad de Rancagua. La ficción de su obra aparece de la vida que conoce y comparte. El filme se enfoca en la juventud y vemos toda esa cotidianidad típica de la muchachada. Fuenza será una persona que motivará a Juan Pablo a acercarse a Teillier y habrán vasos comunicantes entre la poesía, la existencia común y nuestros afectos. Tratamos con una película bastante fácil de seguir, muy sencilla, representa la vida de un joven promedio. En un momento se dice que para ser poético no necesitas ser rimbombante o altisonante, puedes ser muy suave, muy sutil. La mirada se siente universal, aunque asoma vivir en un lugar como Rancagua, un lugar mostrado como muy sencillo. Esto es como el principio rector del filme. Hay una pequeña línea narrativa, ésta conduce a encontrar la poesía del mundo, abrir un poco la mente, es el paso hacia cierta inicial madurez. El propio Diego Soto aparece. Le preguntan si hacer películas es rentable, él dice enfáticamente que en su caso -como el de muchos-, no, pero igual hay que hacerlas. En un momento la mamá de Fuenza pregunta a los chiquillos si saben lo que significan las responsabilidades de ser adulto, preguntando por el precio de las cosas del mercado. Como son jóvenes no lo saben, no lo piensan, no es parte de su mundo actual, pero Juan Pablo empezará a descubrirlo, pero medio que se amparará en lo poético (sin dejar de ser el joven simple que es), queriendo embellecer el planeta, como el dolor -expuesto sin ningún dramatismo-. Es una película que denota mucha austeridad. Se vive un gran suceso como es la ausencia, pero se le vive con modestia. Su surrealismo es sumamente básico, acorde con su formalismo. 

Cerrar los ojos

Cerrar los ojos (2023), le pertenece al español Víctor Erice, quien hace su cuarto largometraje tras 30 años del último, a los 83 años de edad. Ésta película es una historia de entretenimiento, es cine que es bastante accesible pero como es minucioso contando su relato puede sentirse un poco lento. Dura además casi 3 horas. La historia nos remite a un actor muy querido, famoso y exitoso, llamado Julio Arenas, interpretado por un gran actor, José Coronado, que andaba a menudo triste, depresivo, y se daba al alcohol y a las mujeres y un día desapareció y no se le volvió a ver por 22 años donde un programa de resolución de misterios empezó a hacer un reportaje e investigación sobre él. Es entonces que interviene Miguel Garay (Manolo Solo). El programa lo busca para que aporte a la investigación y como ha sido buen amigo próximo de Arenas se lo toma personal. Mientras esto sucede se va ampliando el panorama de quien es Julio Arenas y quien es Miguel Garay e intervienen personajes que dan cotidianidad y cinefilia incluso al conjunto, como el editor Max (Mario Pardo) que es de esos que la pegan de criollos o astutos cada vez que hablan, aunque tampoco cae mal, y también una melancólica hija de Arenas, interpretada por Ana Torrent. Es un filme que define muy bien a sus personajes, cada uno lleva humanismo y personalidad, incluso la conductora del programa va en esa misma dirección. Es una película amable de ver, no asoman cosas raras ni perversas u oscuras y nunca es naif o banal aun así -aunque puede uno intuir algunas cosas negativas-. Como película de entretenimiento es sólida; sólida con su relato. Inclusive la trama abre con una película de Arenas y su director Miguel Garay y ésta queda bien pegada a la existencia de Arenas quien es el eje del filme de Erice, a quien se quiere hallar o solucionar su desaparición. Garay es el ente de acción, pero baila a la luz de Arenas. Es una historia también sobre envejecer y pasarle revista a nuestra vida, darle el visto de aprobación en base a la propia mirada, porque cada uno es un mundo. Garay es el héroe y Arenas un especie de ídolo que deviene en muy humano, como si habláramos de gente importante o especial desde un nivel de identificación general y común a muchos. Esto no se nota artificial, sino Erice consigue plasmarlo con la argumentación y la narrativa de su propuesta, hace cine, construye una personalidad. La primera parte termina exponiendo el contexto y proclamando el misterio. Pasamos a una breve cotidianidad, breve felizmente, y retomamos el relato. Lo que viene después no desentona para nada, sigue la película manteniéndose interesante. Entramos en otro concepto, ver y conocer al hombre más humilde y empático del planeta, cero egocentrismo. Es como entrar en el corazón del pueblo, de un obrero, el filme consigue sentirse auténtico, veraz y no se nota que trata de congraciarse con nadie o propiciar una falsa-marketera simplicidad, logra ganarse con justicia al público y sigue teniendo una buena historia. Es un filme austero en cierta manera, pero de una austeridad inteligente, que sostiene un relato, que presenta novedad tras novedad sin efectismo ni vacíos. José Coronado es el mejor actor del grupo, hace una performance excelsa, consigue ser varios marcados estados de ánimo y personalidades a plenitud, pero cada uno de los presentes da excelentemente la talla, como María León, como Petra Martínez. Es un filme que se mueve a través de pequeñas pistas de porqué desapareció Julio Arenas, es una obra existencial. Lo más importante nos dice Erice es el alma de un hombre, no da todo servido, expone rutas de entendimiento, pero deja cabos sueltos para que se piense un poco. Todo hombre necesita que lo miren con verdadero amor, sentirse amado y también es importante aprender a amarse, a vencer la tristeza y el cansancio de vivir, incluso de ser. La gloria muchas veces trae mucha falsedad también. Así como algunos son ambiciosos y quieren su nombre en mayúsculas, hay otros que sólo quieren paz consigo mismos. Es como la historia de una enfermedad. En el trayecto hay escenificaciones propias de quien ama los detalles y pone una gran fotografía en la palestra, como cuando Garay sueña a Arenas vaciando sus zapatos de la lluvia, o cuando, en un cuartito con poca luz, se muestra la humildad, donde suele aparecer todo lo contrario.