miércoles, 24 de abril de 2013

La caza


Uno de los nombres más famosos del cine actual de Dinamarca es el de Thomas Vinterberg que junto con Lars von Trier fundaron el Dogma 95 y de quien su película, La celebración (1998) fue el emblema de dicho movimiento cinematográfico. Ya con la madurez que le otorga una nutrida filmografía nos trae la presente que gira alrededor de la declaración de una niña que dice que un adulto de la guardería a la que asiste le ha enseñado los genitales. Eso crea toda la ira del pueblo, de los amigos y conocidos de dicho personaje. Incluso pone en juego su nueva relación afectiva y le crea mucho dolor a su hijo que solo puede verle en contadas ocasiones por no estar en su custodia al yacer divorciado. El acusado se llama Lucas (Mads Mikkelsen), el que instantáneamente ha pasado a convertirse en un tipo apestado y repudiado de ser un hombre probo, querido y hasta admirado por su nobleza, por su ecuanimidad y su alegría para compartir en su trabajo con los niños. Para luego hallarse solitario, esta vez no por iniciativa propia sino por la dura realidad que le acontece.

El filme es bastante equilibrado en tanto los ataques como las reacciones liberadoras aunque tiene una dirección y no es la más típica claro está, quizá por ello se echa en falta un cierto efecto mayor para con el espectador, porque esto termina ocurriendo, crea una cuota de indiferencia, sin embargo esto tiene de valioso e inteligente porque no se regodea en un tema polémico, provocativo, de los que suelen confraternizar con las emociones del público y compenetrarlo hasta dirigirlo hacia el punto clave, contra la fuerza de donde proviene ese abuso tan chocante para nuestras consciencias y sentimientos humanos, el enfermo detrás de la pedofilia . Es decir no busca la manipulación primaria pero tampoco nos entrega una dramatización demasiado poderosa (le pesa mucho el temor a transformarse en un telefilme ya que el asunto es siempre proclive a serlo, hoy en día tocar sucesos similares ya es visto como un melodrama tópico), y no es que se extrañe un efectismo barato sino hilar en el arte que sin utilizarnos nos haga asumir el tema en toda su magnitud, y en ello desgraciadamente le falta un poco, no obstante se entiende porque sus alegatos son otros, su base aun así tiene buena firmeza porque lo que quiere es ponerse en el sitio de Lucas.

Predomina un velado estudio donde estaría nuestra violencia reflejo o respaldo (aun no siendo exacto), la que exuda e instiga un acto tan vil, como el abuso sexual infantil, que nos vuelve irracionales frente a ello, que nos convierte inmediatamente en verdugos, que como vemos anticipa las conclusiones y las investigaciones policiales, de ahí que la propuesta prefiere enseñarnos nuestra reacción, hacernos ver nuestros pensamientos figurativos y desde ahí no podemos quitarle su toque de virtud argumental esencial. Sin embargo también puede ser algo banal, y hasta peligroso (aunque es inevitable en todo el tema, optando por la atención del otro daño, el otro peligro innato), dando el filme forma y luz al ente acusado con características que lo envuelven en un aura de heroísmo. Se enfrenta a la enajenación del conjunto justificada a un punto pero prematura por la naturaleza de creer que los niños no mienten aun acosta de olvidar a quienes señalan; lucha contra el abuso y la injusticia, habiendo una paradoja, es decir reina el caos, la confusión, y todo por una sensibilidad y moral que aturde aun teniendo un sentido que la avala pero que se remite a lo que significa y al nexo afectivo general y directo con la “victima”, un ser humano indefenso e inocente, más que a los hechos consumados.

El director danés comprende seguramente el doble papel del conflicto pero opta por la posición menos tocada, la más endeble en cuanto a tener defensa; interpreta como que se pueden cometer errores, que subyace una pasión que nos ciega por completo, Vinterberg plantea apoyar a un hombre en un caso aún no demostrado de pedofilia, no cabe duda que es algo duro de decidir y lo que escoge algo en parte atrevido, porque el filme se enfoca en ello aunque tiene a favor –o no- que lo explaya hacia ese lado aún sin develar el desenlace. Y es que uno teniendo la noción de que es un filme europeo no sabe cómo terminará, vas temblando mientras lo ves, subyacen muchas naturales expectativas aunque el autor las disminuye, las vuelve más ligeras, no obstante el final resulta una ineludible revelación. Hasta el último minuto uno desconfía de todos.

El filme se enfoca además en la amistad, hay una fuerte carga sobre esto en la trama, entre el padre de la niña de la coyuntura (lo que hace la historia más peliaguda), interpretado por Thomas Bo Larsen, y el papel de Mads Mikkelsen, escogido mejor actor en el Festival de Cannes 2012 y que con su labor sostiene fehaciente que se haya convertido en el más destacado de su país en su profesión, uno de los nombres que giran alrededor del mundo. Su exuberante enojo en el toque de fondo en la iglesia tras la docilidad y tranquilidad de su personalidad en todo el relato es uno de los momentos más prodigiosos en cuanto a haber asumido -y revelar- tanto sufrimiento enclaustrado, siendo vital en este filme, ayudando a generar el toque pequeño pero necesario de ambigüedad y el solvente respaldo que se engendra en su hechura, en su semblante tan sugerente sin caer en la abierta expresividad, el demostrar un autocontrol convincente y aun con esto poner sentimientos en su personaje.

Toda la recreación con bastantes características no urbanas, como los bosques, el nado en el río o la cacería son impecables, denotan una cierta vuelta en el pasado pero notablemente no juegan a ninguna caricatura de incivilización, que sería lo más manido y fácil, sino más bien es un relato que conjuga aristas como con aspectos bastante modernos. El tema es instintivo, apela a nuestra más profunda humanidad y eso no es anacronismo. Pero hay que decir que más funciona la adaptación del entorno geográfico del título, la caza (en el original “Jagten”) que su metáfora, porque esta tiene un alcance menor, no es algo que impresione, el venado representa la inocencia, aunque el alegato de su muerte con la exposición del filme nos deje pensando, nos otorgue una lectura extra a tener en cuenta y sea coherente con lo que hemos presenciado, que de eso hay mucho y todo en el aire relajado de Vinterberg.