Bertrand Bonello se ajusta –en parte- a la denominación de nuevo
cine extremo francés que se ha querido acuñar alrededor de algunos cineastas,
sin embargo hay un toque que lo hace humano, dispuesto a solventar una
atmósfera con sentimientos, aunque equilibrando su participación, siendo menos
decadente y gratuito de lo que podría esperarse de un rótulo bastante general,
si bien hay un orden de fin de una época que circunda su obra y un deseo de franquearse
con el espectador, ser didáctico sin tapujos, y ahí como último bastión en plena
transformación del oficio más antiguo del mundo –listo para salir a las calles-
yace la historia de un burdel de nombre L'Apollonide, al que asisten aristócratas
engreídos, herederos millonarios e importantes industriales tras el alivio
matrimonial, jóvenes y viejos, filántropos enamoradizos, escurridizos
aventureros y algunos sujetos de abolengo ansiosos de extravagancias.
A manera de describir lo que circunda el negocio de la
prostitución de fines del siglo XX y comienzo del XXI, exactamente de 1899 a 1900,
en tierra gala, el filme parece tener un lado documental, de registro y
exposición, abordando desde la transacción y
la cadena de mando, los juegos eróticos, hasta la enfermedad y la
muerte, teniendo cierta vocación de precisión, mientras envuelve su propuesta
de “imparcialidad”, es decir ataca y defiende al mismo tiempo lo que muestra,
nos sensibiliza con las penas amorosas, existenciales y económicas de las damas
de compañía e incluso la aflicción infantil de sentirse menos dotadas
intelectualmente que el promedio, pero también no se ruboriza en enseñar de que
va el negocio en toda práctica; cada enjuague bucal muy sutilmente nos delata
un comercio, palabra que se menciona de propia boca de las ninfas sexuales, y
se explica con detalle el trabajo, para lo que implica la contratación de una
anhelosa jovencita de 16 años que quiere dejar de ser costurera para empezar a
calmar la libido masculina.
El toque de autor yace en la película aunque tiene presente
abordar lugares de referencia colectiva, más apreciable si se desconocen los pormenores de la cuestión,
no obstante no es así porque es muy recurrente la temática, empero siempre viene
bien una nueva ilustración, que la tiene, solo que con algunas ideas no tan creativas
y a veces un poco tontas para el caso habiendo momentos duros como ambiente, en
la mujer sonriente que nos recuerda al Joker o con la furcia que hace de muñeca
y le molesta jugar ese papel, pero que terminan llevando la personalidad que
infunde el director, bastante palpable en el simbolismo de todo el conjunto en el
sueño de la judía, las lagrimas de semen y la falsa sonrisa, una metáfora de lo
que son en realidad, de una felicidad de apariencia y un castigo en su labor, como
la reprobación de la sociedad hipócrita que se divierte con ellas, y en ese
lugar hay un romanticismo de hacernos creer que las deudas, la ignorancia son
el motivo de su existir, y es parte pero también lo es su discurrir por una
vida fácil, suntuosa, festiva, y es que al fin y al cabo, Bonello se apiada de
ellas, se pone de su lado, las vuelve menos objeto o mejor dicho, les da un
doble matiz, la vulgaridad y la promiscuidad menguadas por el alma y la
personalidad de cada una, y es que conocemos a esas mujeres en el filme, vemos
su lado humano, pudiendo ver que llegan a enamorarse del cliente aun ejerciendo
en plenitud su oficio; ríen, lloran, se sienten solas, usadas, se quejan aunque
de lo que ellas mismas han escogido, el filme toma un cariz en que pueden expresarse
sin caer en solo ser lo que hacen, aunque las formas van sencillas sin la
desproporción descalificatoria, ni tampoco llega al punto de convertirse en una
falsedad que lo perdona todo, sobre todo ocultando; hay una cierta
confabulación notoria compartida a través de sus emociones y de los que se aprovechan de
sus decisiones.
Se percibe una inclinación hacia sentir que es una ficción a pesar
de una clara intervención explicativa que se mezcla con la subjetividad que
siente el autor, por no digamos la prostitución, sino por las mujeres detrás de
ello, parece un filme paradójicamente feminista en el derecho a la humanización,
hay una escena que enmarca un clímax, bailan sufriendo (la música como
expresión), nuevamente la dicotomía de lo que es y de lo que va por dentro, y suena
noble pero falta a su otra forma, la de enfocarse en la realidad, se entrecruzan
deseos, romanticismo y explicites (o un realismo), se da complicado abarcar tanto
sin decidirse del todo, aunque se entiende que el compromiso está con ellas, y
como ficción tiene sentido, es ante todo una historia, la visión personal de un
creador; quizás juzgamos siempre hacia una vertiente, lógicamente, pero merece
el tema un poco de esa “compasión” que todo ser humano merece, en que se ubican
las que han escogido la prostitución, está bien, porque tampoco estamos libres
de su necesidad como sociedad, y esa nobleza también es conocimiento de su razón
de ser, que por una vez también denuncia la frivolidad, la dureza y
manipulación del entorno fuera de estas; pero tampoco llega a enseñar perversión
sino apenas un esbozo algo circense e inocente, y hay algo de generosidad
incluso de esa clientela tan rococó.
No resulta un filme contundente sino muy suave en esencia -fuera
de los detalles- aunque vastamente entretenido, una apuesta que se circunscribe
principalmente a un espacio –que recuerde salen a un paseo a una laguna y hay
una visita a una mansión aristocrática además- y lo hace como con la
interacción de esas cuatro pantallas a la vez, esa repartición de la actividad
en el burdel, intensamente, ampliando las cuatro paredes, como lo que esperamos
sacar del filme, repitiendo momentos, embelleciendo el ecran, completando la
fotografía, pedazo a pedazo hasta tener una figura, específicamente la del
sueño premonitorio, semejante a la mujer que vemos actualmente en la calle, la
que nos recuerda su drogadicción por tristeza, la que es proclive a terminar en
un lugar trágico, la que ha perdido una amiga que le recuerda a sí misma, y la
que no tiene -normalmente- un futuro familiar, ni tan siquiera económico.