Christian se lleva mal con su padre al que culpa de desear que su madre muera ante tanta enfermedad y descomposición, además de que le prometió que ella se salvaría y como mente infantil le achaca la falta a la promesa. Por ello se muestra rebelde con un sentido de la justicia del ojo por ojo y la acción directa, su carácter influenciará en su amigo y le traerá dificultades. Elías vive el triste trance de la separación de sus padres, ambos son doctores, su progenitor de origen sueco es médico voluntario en África en un campo de refugiados donde vive su propio dilema frente al abuso de guerrilleros que cortan las vaginas de las mujeres embarazadas pertenecientes a otras etnias a las que maltratan ferozmente por considerarlas débiles, asunto en que gira la trama, la fuerza inclemente que se impone frente al indefenso e inseguro que generalmente se le asocia con los valores y la bondad, con la desprotección y la fragilidad.
El padre de Elías, Antón, es un hombre idealista que en cierto momento permite que se le humille y se le golpee frente a sus vástagos para dar la lección de que no teme a la matonería pero en la filosofía del ser humano civilizado, la idea de Mahatma Gandhi de la resistencia pasiva esperando el entendimiento de su semejante que por salvaje y vulgar no hace más que persistir sin un mea culpa alguno, pero Christian acostumbrado a la revancha planeará hacerle pagar su maldad al mecánico que abofeteó sin contención al padre de su amigo.
La cinta expone claramente la disyuntiva entre tomar la rienda de la respuesta pareja ante la brutalidad o la agresión verbal o física, Antón se enfrenta a ello en dos oportunidades, lo que es claro es que es una persona pacífica e instruida que a su vez es algo extraña, su ética se verá puesta a prueba ante un sujeto despreciable odiado por muchos lastimados por su frialdad. Por otro lado su hijo es más como el objeto que se deja llevar por el agua, es un chiquillo bueno que no tiene sentimientos negativos sino una extrema docilidad y sensibilidad, sin embargo nota que hay acciones injustas que merecen un cambio o una solución y al ver que nada ni nadie interviene, opta por declararse colaborador de un futuro revanchismo de parte de Christian, se deja arrastrar por él, aunque a último momento logra convertirse en un héroe al arriesgar su existencia por ayudar a otros.
Christian está envenenado por dentro, el sufrimiento del desgaste de su madre hasta su derrota espiritual ha calado en su corazón, le invade el sentimiento de la soledad y el aislamiento propio, junto con la desesperación por haber pasado por semejante vicisitud que guarda en su memoria, también por la falta de un guía ya que su padre no sabe como acercársele ni él se lo permite porque le guardar rencor. No es una mala persona ni tampoco su progenitor pero les falta comunicación, encima la sinceridad paterna cae como una piedra en la cara que no favorece la relación en absoluto.
Fermentado el concepto lo ponemos en práctica bajo la mirada atenta, dominante, expresiva, explicativa, controlada, normativa, aún bajo ciertas reservas y artística del cine de Bier que termina fabricando un mensaje reflexivo de optimismo con los rapaces africanos sonrientes en su pobreza material corriendo detrás de la camioneta de los médicos, de lo cual cada espectador forma su particular auscultación del alma humana, siendo la cinta redonda, con un toque muy americano lejos de su procedencia europea. El desenlace de la salud de Elías y la presencia de un posible suicidio captan nuestra atención para finalmente resolverse de la mejor manera para no enfrentar desilusiones masivas, se opta por el común denominador y luce propensa a la satisfacción, que quiere ser solo una amable meditación, más no una desazón ni una tristeza implacable ni una felicidad incompleta, siendo propia de una realidad optimista y finalmente ideal, entonces nos transportamos al acto sexual propio del verdadero amor y la solución que brinda la amistad y el afecto familiar o interpersonal que da firmeza a la traducción del preciso rótulo en español.