lunes, 28 de febrero de 2011

Los chicos están bien


Ésta es una historia de apariencia moderna pero tratada convencionalmente, si cambiamos el rasgo diferente que sería una pareja de lesbianas que tienen 2 hijos mediante un donante de esperma por un matrimonio común no nos atraería tanto, en la cinta se trata la infidelidad de una persona que no encuentra más que disgustos en su hogar y busca un consuelo amoroso en otra parte, ese otro lugar es nada más y nada menos que el hombre que brindo la semilla que les dio sus vástagos a ambas lesbianas (uno por cada una).

Paul (Mark Ruffalo) es un tipo maduro que tiene una vida en la que ha hecho lo que ha querido y ha salido victorioso, es un libre pensador de mente abierta, dejó la universidad para llevar a cabo su propia filosofía, tiene una casa grande y cultiva hortalizas, maneja una moto y tiene una pareja casual, pero al recibir una llamada, todo cambia para él, surge una necesidad nueva en su pensamiento, quiere una esposa y lo que conlleva eso o sea una familia, lo que se complica cuando pretende tomarla más no formarla como explícitamente se lo dicen en su cara tras la revelación de sus propósitos medio inconscientes producto del caos que ha traído su intromisión.

Quien llama es Joni (Mia Wasikowska) una chica de 18 años que está a punto de dejar su casa para ir a la universidad, que se ha comunicado con Paul por la curiosidad de su hermano Laser (Josh Hutcherson) dos años menor que ella, que quiere conocer quién es el que les ha dado parte de la existencia, porque quiere conocer al ser humano que identificaría como un padre pero todo es muy raro porque en su lugar siempre han tenido dos madres, sin embargo esa rareza no se toca sino se vive con naturalidad inocente.

Ésta película busca normalizar una situación que no es para nada habitual pero en su reemplazo presenta conflictos propios de un matrimonio ordinario, Nic (Annette Bening) es la parte masculina de la relación, la que lleva la batuta y tiene el carácter más fuerte, ella es doctor de profesión y mantiene a su familia, es la parte dominante, la que se queja de todo, la que cree ser más inteligente que su otra mitad; en cambio Jules (Julianne Moore) es la que no terminó sus estudios, la que quiere ser una especie de arquitecta de jardines y se halla desempleada desde hace tiempo, la suave y dulce, la comprensiva, a quien no satisfacen y menosprecian sin querer.

Todo empieza felizmente, el descubrimiento de Paul resulta fascinante para los chicos, él es un tipo inteligente, audaz, educado, coherente aunque con ideas particulares, tiene una vida relajada y encaja perfectamente en el padre permisivo y juvenil que cualquiera puede desear, pero el problema es que no lo es y por más familiar que parezca no pertenece al mundo que han formado Nic y Jules, que para sorpresa de quienes vemos la película tienen un hogar completo y aunque suene francamente difícil de decir “normal”, pero la pareja de mujeres tan solo están pasando un mal momento como es común en cualquier compromiso de años de unión, entonces Paul ha venido a empeorar la situación como un peligro que se cierne sobre ese hogar en un tiempo en que es posible destruir lo que han construido muy bien las dos damas ahora entradas en años, en ello se puede ver la similitud con el descontento que se halla en hombres mayores cuando revisan su vida y se encuentran distantes de su cónyuge, casi siempre suelen caer en la deslealtad matrimonial producto de un fragilidad emocional con respecto al amor y a la propia realización que es lo que le sucede a Jules que por un rato se convierte en heterosexual despertando el sueño de Paul de poseer lo que aún no ha obtenido.

De eso trata la película, de la familia, visto desde el panorama de dos lesbianas en relación estable que comparten una vivienda, la costumbre de un habitad idéntico a uno cualquiera a pesar de la obvia desemejanza con el modelo que tenemos y en donde han criado a dos niños exitosamente, porque ninguno tiene problemas de adaptación ni de sociabilización ni siquiera personales, la chiquilla es la estudiosa y el chiquillo el deportista, ella es más centrada y un poco tímida con los hombres de su edad como se ve al no saber llegar a su amigo de quien está enamorada, él es un adolescente infantil que está saliendo de ello desarrollándose como se observa en su relación con su amigo, ambos atraviesan una edad de crecimiento interno que no tiene nada de extraordinario.

Las interpretaciones de Bening y Moore son adecuadas en su representación de dos homosexuales enamoradas que pasan dificultades, con una personalidad marcada en cada una pero enriquecidas con la variedad de virtudes y defectos que hacen a una persona lo que es, por ese aspecto cumplen con ser tomadas por verdaderas, hay mucho drama en su participación y las dos pudieron ser nominadas al Óscar y no solo una, sino hasta intercambiarlas en esa elección sin reparos. Ruffalo también es creíble en su papel que no cae en la figura del tipo terrible porque no lo es sino simplemente su participación crea conflictos por inmiscuirse en querer acercarse con firmeza a un hogar constituido cuando está demás, las tres son actuaciones comprometidas y consistentes pero enclavadas en una normalidad que no los despunta demasiado tampoco.

La película no es trasgresora en absoluto aún teniendo todo para serlo sino busca ser entendida con igualdad y verla lejos del prejuicio enfocándose en la problemática de los casados, incluso viendo que un elemento de fuera puede desequilibrar la atmósfera que se ha logrado en una estabilidad que no necesita de un hombre y que está perfecta con dos mujeres de madre, es una visión muy moderna que no quiere caer en lugares comunes aunque irónicamente lo haga desde otro espacio, pero desde una temática gay especial, que busca que se trate con la misma perspectiva que tendríamos con una pareja de heterosexuales, como quien ya olvido la diferencia y se enfoca en los sentimientos, por eso es una película a tomarse en cuenta. Más que problemas quiere comprensión y desde su punto de vista una nueva lectura más cotidiana. Es una película independiente que tiene elementos pertenecientes a un universo lésbico en un contexto tradicional. Su quiebre es ese y para valorarla hay que apreciarla de esa manera, en esto radica su encanto. Si bien en la guerra siempre hay sangre, cadáveres y explosiones, sin embargo el cine no tiene reglas y cada quien expone su formato. Éste es uno de esos. La directora Lisa Cholodenko nos enseña su personal futurista concepción, aunque ya en algunos pocos sitios es una realidad.