miércoles, 21 de febrero de 2018

Lady Bird


Saoirse Ronan interpreta a una joven rumbo a los 18 años, que pasa por todos los estados juveniles previos a la (supuesta) madurez. Se hace llamar con desparpajo lady bird, es una chica un poco extravagante, especial, tiene personalidad. Pero también sus vivencias son de lo más comunes, muchas de éstas son lugares comunes, se parece a tantas chicas de su edad. La directora Greta Gerwig ha hecho un canto de feminidad, de juventud, con su Lady bird, que tiene su encanto y nunca es ridícula, por más que hace muchas cosas locas propias de sus 17.

Sus problemas se adscriben a Sacramento, cree que es una ciudad aburrida, que no le permite desarrollarse en la cultura y el arte. Lady bird es una chica común, pero con ambiciones artísticas, es un claro álter ego de Greta Gerwig, su recuerdo de la edad. Lady bird también pelea mucho con su madre (una genial Laurie Metcalf), su madre es exigente y fastidiosa, está siempre sobre ella, quiere hacerla una chica correcta, además como no tienen una vida holgada, no faltan las recriminaciones económicas.

La madre de lady bird es como millones, pero en el fondo, desde luego, ama a su hija, pero prefiere andar corrigiéndola, o sea fastidiándola. Lady bird tiene una escena muy graciosa, ella yace peleando con su madre y harta de escucharla se arroja del carro en movimiento, termina con un brazo enyesado, y la madre aceptando llamarla como a ella le gusta, lady bird.

El filme pasa también por el amor, hay 2 muchachos en la vida de lady bird. El primero (Lucas Hedges) es muy educado, un chico decente y tranquilo, un chico muy católico, en pocas palabras, pero tampoco tonto. Éste terminará ofreciendo un momento algo forzado. El segundo es cool y snob (Timothée Chalamet), en el fondo un solitario, un chico bonito que se siente por encima del mundo, un poco como lady bird, pero más extremo y vanidoso, una mezcla del privilegio y de la incomprensión.

Lady bird no es la chica más guapa del lugar, es más bien una outsider de corazón, como su mejor amiga, Julie (Beanie Feldstein). Julie es una outsider, pero no por decisión propia, aunque es una chica soñadora, romántica, tierna, loca y muy divertida. Lady bird tiene un reparto sólido.

Notemos que a la chica más guapa del colegio (Odeya Rush), la clásica antipática americana, se le descubre como una chica agradable, sencilla y centrada, aunque con dinero y belleza. Greta Gerwig ha peleado por no crear estereotipos, a pesar de que trabaja con la identificación del espectador; finalmente ha escapado del asunto creando o la vuelta de tuerca, la desilusión, el profundizar en las personas o alguna pequeña novedad.

Lady bird siempre se las arregla para jugar con lo que conocemos, dándole un sentido personal. También se tiende a sobredimensionar a lady bird, como en su genialidad y distinción y su total despreocupación de cómo es, aunque es parte del encanto empático y la base que se quiere trasmitir, pero a veces uno quisiera algo de duda y algo más de originalidad en ello. Ser un outsider aquí es lo típico, algo bonito. Pero se entiende que lady bird no pretende ningún gran problema ni perderse de ser algo amable e identificador.

Cuenta muchas cosas, y todo lo hace sin exagerar en el humor, ni en detenerse por demasiado tiempo en los tantos momentos de crecimiento, en éste resumen de vida hacia la madurez. La broma vuela, y no pretende el carnaval, prefiere ser más contenida en ese sentido, no perder de vista su seriedad, su sentido de trascendencia empática.

Llegamos hasta New York, la ciudad de la originalidad y la juerga, porque lady bird ama lo particular, lo distintivo, lo cool, pero su simpatía termina reduciéndose a lo básico, a lo tierno, termina sintiendo mucho amor por sus raíces, esas que inicialmente desprecia y lo siente un pueblo chico, infierno grande; es decir, añora a su fastidiosa madre y a su aburrido Sacramento.