El filme tiene 3 líneas
narrativas centrales, tres protagonistas en X, H y Z, son como tres películas
en una, y más, porque éstas se siguen bifurcando y apareciendo nuevas
historias. Pero también menos porque no se logra consolidar ninguna, se
terminan difuminando o son muy breves. Es como que poco importa tener una trama
sólida y completa sino jugar a sólo narrar una aventura tras otra, a la
práctica de contar relatos y de capturar la atención del espectador aun a costa
de “timarlo”, durante 4 horas de metraje.
Se inspira en la literatura, enorme soporte del filme, y
lo que suele ser un lastre o deficiencia, no ser puro cine, no explotar a
plenitud el lenguaje cinematográfico, aquí funciona producto de los pocos
recursos con los que cuenta en producción, con una voz en off que es determinante
para abarcar mucho más de lo que la sencillez visual y las escenas proporcionan. Se sostiene mucho de aquella voz que brinda harto
argumento y construye y potencia la película, en una obra que tiene de noir y de
misterio, de thriller y de variedad de clases de historias, hasta de tipo romántico
y moderno con la sub-trama de Lola Gallo, la peor parte de la realización, que
resulta más nefasta aun con una canción de acompañamiento perpetuo en la
sección, con Roberto Carlos cantando El gato que está triste y azul.
El filme es interesante, tiene un arranque poderoso. Dos
hombres matan a un tercero que llega en un tractor con un maletín. Le pegan un
tiro de escopeta y huyen. Otro hombre, llamado solo como “X” (el director de la película Mariano Llinás) observa todo, se acerca e irónica y
audazmente termina rematando al hombre caído, también huye, pero con el maletín
misterioso. Esa apertura es genial, anuncia la promesa de meternos en lo que
invoca el llamativo título y lo que da es un filme con altibajos pero
competente al fin y al cabo. Lo que viene después son estados de cierta locura
en un aislamiento de meses, y pierde mucho encanto, aunque no muere del todo el
interés. En el trayecto se habla de un hecho real, del
arquitecto italiano Francisco Salamone, de su ambición profesional, grandeza y su
brutal caída, la que es una historia muy atractiva, pero no llega a
desarrollarse y simplemente desaparece.
Una segunda línea central tiene a un tal “H” en otra
aventura de esas espectaculares. Una apuesta entre dos socios de la Asociación
de mayo da pie a contratar a “H” para una misión, ir en busca de los monolitos
de la Compañía Fluvial del Plata que indican la posibilidad de un proyecto,
mientras que el contrincante manda a otro hombre a destruir las huellas. Esto desencadena en una extraña amistad surcando el río Salado. Puede parecer
medio embrollada la idea de la apuesta, pero lo que más interesa es el viaje, que
termina en un nuevo cuento, curioso y simpático, aunque es poco en realidad, el de los soldados ingleses Jolly goodfellows.
La tercera línea central tiene a “Z” llegando a un
puesto de trabajo aburrido y burocrático reemplazando a un tipo supuestamente
anodino con el que queda vinculado al descubrir que tenía una especie de doble vida, que termina definiéndose como una existencia pesimista a pesar de vivir las dos
caras de la moneda. Se trata de un juego -en busca de develar secretos y algún
tesoro- en que “Z” disfruta de sentirse atraído por dos mujeres e interactúa
con un león, que es la parte visual más sorprendente de la película, junto
a un tanque.