Pasó por cartelera recientemente, de lo que ha sido grato
ver una comedia sutil y con delicadeza, como igual sucedió con Travesuras del amor (2014), que
también estuvo por nuestras salas casi a la par, y fue como le llamaron por estos
lares a la última película de Peter Bogdanovich, nombrada en el original como She's Funny That Way, una
comedia de enredos al estilo del Hollywood clásico, pero a su vez recordándonos
por momentos a Woody Allen. Y mientras esperamos a Mistress America (2015), la nueva de Noah Baumbach, que
ya se ha presentado en otras partes, hablaremos de la anterior, Mientras seamos jóvenes (2014).
Noah Baumbach es un nombre a tener muy presente, con un buen cine y filmografía
que nada entre el drama y la comedia. Margot y la boda (2007), y Greenberg
(2010) presentaban un sentido del humor algo extraño, con personajes medio
fuera del estándar común, acostumbrados a chocar con la gente, por sus
personalidades particulares, a veces no pudiendo adaptarse a los demás o no
dejando adaptarse a otros con su intromisión, y mucho sucede como quien no lo
quiere en realidad, es algo que les precede como un peso natural. Lo cual se trasforma
en un cine más empático y amable con Frances Ha (2012) con una buena química
entre director y actriz protagónica, con Greta Gerwig, que además es su actual
pareja, haciendo un cine independiente, en blanco y negro, de factura sencilla,
pero uno que ha logrado la máxima popularidad del autor y la complicidad con la
crítica.
El calamar y la ballena (2005) articula más crisis que
broma, dentro de la separación de un matrimonio entre dos escritores (los personajes
de Baumbach suelen dedicarse al arte) que deben lidiar con sus dos hijos
adolescentes defraudados por ellos, que sufren la ruptura y se hallan atrapados
en su desarrollo personal, padeciendo el leitmotiv del cine de éste director,
el sostenerse adecuadamente entre la gente y la sociedad. Como sucede en Frances Ha en que ella no halla reconocimiento a su talento artístico, en la danza, cuando muchas veces no
puede ni pagarse un apartamento y debe trabajar de lo que sea, sin
embargo tiene bocanadas de respiro, producto del background de su rica y alegre personalidad,
como viajar a París sin ninguna pretensión excepcional. Sin olvidar que hay espacio en
todas las películas de Baumbach para hacer actos incomprensibles para lo convencional.
El filme que nos concierne exhibe dos temas o dicotomías a
discutir, teniendo vasos comunicantes entre ellos, uno es la influencia que recibe
un matrimonio en los cuarenta años, sin hijos (no tenerlos les supone otra
lucha de inadaptación y madurez), el de Josh (Ben Stiller) y Cornelia (Naomi
Watts), de una pareja de veinteañeros, Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda
Seyfried), unos hipsters con gusto hacia lo vintage, que tienen en común el
mundo del documental, aunque sus búsquedas son distintas, uno parte de lo intelectual
y el otro utiliza las claves masivas de la época actual. Jamie yace en ciernes de
hacer cine admirando supuestamente a Josh (que se siente “secretamente” fracasado),
y de paso a su famoso suegro que recibirá un homenaje por su exitosa carrera (presentado
por Peter Bogdanovich), queriendo hacer algo en donde lo que importa es el yo y
no la realidad por si sola y la veracidad y autenticidad, que es la otra
temática, entre el purismo (la ética), lo ortodoxo y el dejar hacer a los
hechos, de Josh, y el prioritario aplauso masivo, lo contemporáneo y la
identificación emocional en primera instancia con el autor, de Jamie. De lo que
surgen muchas relaciones interpersonales, en donde los de mediana edad, como
reza el título, querrán –sin querer queriendo- ser jóvenes (quedando más tarde la
conclusión de las diferencias, pero sin un tono lapidario o moralizador, sino irónico
y comprensivo, hasta el WTF del niño con el implemento de punta, la cruel
lejanía; lo cual es un acierto que mantiene finalmente el equilibrio entre las
dos mitades del filme), creando un fuera de lugar temporal (la parte más
entretenida), sumándole un choque con la creencias laborales en la segunda parte
(la reflexión, del arte y la intensidad juvenil), viendo que antes se
divertirán haciendo amistad y jugando a lo cool, en lo inter-generacional, de
lo que pasan cosas graciosas en esa imitación, como que en especial Cornelia baile
hip hop, o que asistan a una sesión de ayahuasca a la que se ridiculiza en medio de los vómitos y la borrachera del brebaje.