viernes, 1 de noviembre de 2013

Halloween Maratón 2013


Somos lo que hay
Única película para cine perteneciente al mexicano Jorge Michel Grau y que ostenta un cine de autor que hace la maravilla en el género con una trama que se basa en una familia contemporánea de caníbales que ante la muerte del patriarca deben hallar el medio para seguir con sus rituales, es decir, secuestrar, matar, descuartizar y comer personas para subsistir en su particular forma de vida. Con apenas algunas muertes y un cautivante desenlace en una batalla campal entre varios frentes, pero en un estilo gore y salvaje ésta cinta hipnotizará al espectador con una historia trepidante a pesar de la impronta de personalidad artística que lleva, en que se da el tiempo de generar expectativa mientras arma el panorama de una tensión que rodea el traspiés tras la “normalidad” de esta familia de asesinos, que claman por un líder mientras sin demasiada complicación argumental pero sólida en su imaginación muy bien articulada deberán crecer los hijos en su hábitat natural, y con ello más de una sorpresa nos darán. Ésta es una delicia de película que raya en su originalidad donde más vale la creatividad de una idea sencilla, una idea bien explotada, mientras presenta una forma que la ampara perfectamente desde más que el efecto –que lo tiene muy bien- el recurso austero. Se trata de un claro ejemplo de ingenio.

V/H/S 2


Vuelve bajo el mismo formato de la anterior, el found footage y con un colectivo de directores donde se dan 5 historias, unidas desde la que presenta Simon Barrett en dos investigadores que tras la pista de un joven desaparecido entran a una casa y hayan videos de VHS donde se dan los restantes relatos, para más tarde descubrir que lo actual también está siendo grabado. El de Barret luce más como un gancho y es poca cosa en realidad, no tiene mucha importancia, solo es un pretexto de unificación y un ejercicio libre del género, vacuo, y sin una argumentación atractiva (aunque sea sencilla como las demás), es completamente primaria. De los otros cada uno aporta algo interesante desde distinta manufactura y éxito. El de Adam Wingard nada en algo conocido, y es algo que ocurre en general con los demás. No obstante se las ingenian de distinta forma para generar algo que ostenta un cierto toque de novedoso y que varía en cuando a cautivar la atención. Wingard hace uso de una cámara en un ojo, como prueba de una rara investigación médica de alguien que con ello puede ver a los muertos y en ese trance trata de provocarnos el espanto. Es un poco deslavazado en ello, salvo en los efectos aunque conocidos, y algunos aspectos gore del predecible intento de eliminar un problema “imposible”. El de Eduardo Sánchez y Gregg Hale es de zombies, y tiene bastante gracia aparte de ser un festín de sangre, viendo a los muertos vivientes que incluyen a la cámara subjetiva. Yacen en plena acción brutal, todo desde una simple grabación de un paseo en bicicleta en que se recurre a ángulos precisos y determinantes para hacernos disfrutar de toda la intensidad y hambre desmedido de estas bestias carnívoras donde ya el cerebro no es suficiente. Es un asalto de matanza que, como su título indica, nace de un paseo en el parque, algo cotidiano vuelto una masacre. Pero si esto parecía mucho había que esperar ver la locura que traen Timo Tjahjanto y Gareth Evans, donde todo cabe, por medio de una secta religiosa en Indonesia que termina siendo un culto demoníaco dentro de lo inimaginable en ese trayecto, tanto que las referencias se pierden en su fluidez y exuberancia. Empieza engañosamente soso el corto ya que uno no espera en lo que se convierte el relato. Cuando estas apunto de desecharlo por apagado, se da un estado de enajenación gigantesco e imperturbable en su desenfreno donde en total control de la dirección el terror permite mucho gore, una y otra vez, hasta ser como se anunciaba tranquilamente, un literal puente a otro mundo, pero no al cielo, sino al mismísimo infierno en la tierra. Por último está la parte de Jason Eisener que es una abducción por extraterrestres, de donde su mejor base es generar una atmósfera de caos y violencia en el secuestro de seres humanos, dentro del mundo de los típicos adolescentes y jóvenes rebeldes y bromistas, aunque la calidad se pegue a un movimiento molesto, de cierta indeterminación y a esa tensión del video que trata de ser realista. En conjunto V/H/S 2 sigue el efecto de presentarse como pseudo amateur en el formato, pero en ciertos casos se nota mucha escuela y con mucho trabajo en sus efectos y concretando sus historias. Lleva un terror profesional bajo la frescura de quien ama el género y se siente joven o inspirado.

Dark Touch


Dark Touch hace pensar en que es una mezcla de Carrie (1976), el pueblo de los malditos (1960) y la Profecía (1976), propuestas que saltan a la vista, pero en realidad tiene de muchas otras películas. Más allá de reciclajes presenta como mejor arma su ambigüedad y misterio, como una virtuosa atmósfera de tensión y extrañeza en una buena protagonista (debut ejemplar de Missy Keating). Dirige la francesa Marina de Van que suele manejar argumentos extravagantes (y que corre el riesgo de al querer ser audaz provocar rechazo), como deja ver en ésta película, aun usando referentes reconocibles. No obstante de Van logra imprimirle personalidad a su relato, que lleva un toque europeo y hasta intelectual, aunque sus justificaciones sean gaseosas, y se base mucho en la forma. Éste sentir de rechazo la hace de cierta manera una rara avis en el terror y por ello alguien que aunque no completamente cautivante si con una imaginación que vale la pena “tolerar” y no hay que desdeñar. Genera un miedo a lo difícil de reconocer pero partiendo desde ciertos lugares ubicables, como en una tergiversación del lugar común, entre lo humano, el trauma, la ansiedad o la venganza, y lo diabólico a descubrir. Resulta una trama engañosa en buena parte pero de ahí sus múltiples lecturas.

Maniac


Remake del clásico de cine B que dirigió William Lustig en 1980, y que mejora su estética pero explota todo lo sugerente e ingenioso de la obra origen, lo amplifica y le saca sustancia en su argumentación. Pero dándose libertad como hacer uso de la representación de la cámara subjetiva en el asesino serial, en un slasher enfermizo como su personaje, que un Elijah Wood logra concretar con éxito con su fluida y elaborada expresividad (a contracorriente de su imagen y que habla de alguien talentoso). Genera un estado asocial de ansiedad y desequilibrio, aunque Joe Spinell era físicamente más perturbador en su normalidad y su cariz de tipo feo y ordinario, imperfecto en todo aspecto. Wood es más actor pero Lustig le imprimía a su historia que refractaba en su personaje un realismo sucio más inquietante. Sin embargo, el nuevo Maniac, obra de Franck Khalfoun, logra proveerse de cierta creatividad, mayor fondo que trasluce. Tiene una calidad que le saca provecho a las deficiencias de su antecesora, y logra ser cautivante, con notoria mayor pulcritud y un guión más refinado. Pero el original sigue siendo lo que es, emana cinefilia y sugiere una gama de atributos en su relato debajo de su predominante cariz de entretenimiento, que no teme fluir despreocupado, lo que hace de ambos dos propuestas valiosas, dándole el merecimiento al que corresponde de haber sido la primera obra y merecer un remake, que está a la altura por saber sacar provecho a los recursos y atreverse a aportar algunas audacias, aunque el final de la primera es otro ejemplo de la siempre admirada atípica y desestabilizadora magia de la "espontaneidad" por sobre lo económico y el anhelo de lo rebuscado o lo más profesional.

The battery


Obra independiente sobre zombies, de aspecto grunge, de un vagabundeo artístico de cierta creatividad, y que es el viaje de dos amigos por un mundo apocalíptico con muertos vivientes algo torpes, más lentos que de última costumbre, débiles pero peligrosos a fin de cuentas si te muerden, aunque mucho menos intimidantes de lo usual, tanto que uno de estos dos rebeldes ex profesionales del béisbol que son los protagonistas se masturba mirando a una zombie de grandes tetas cuando esta no puede romper el vidrio y comerse su cerebro pero sigue chocando contra la puerta de su auto estando él dentro mientras se observan mutuamente en sus propios mundos y curiosos anhelos. La historia es la de una constante inmadurez, la de rodar sin perspectiva, para Ben (Jeremy Gardner, productor, director, actor  y guionista del filme) y Mickey (Adam Cronheim). El primero quiere un lugar normal, y algo de calor femenino, es más sensible; el otro solo intenta entretenerse como puede, despreocupado si el planeta ya no es el mismo, él no quiere cambiar, vive sin reglas, es grosero y vulgar, y mata sin miramientos. El conjunto es un cúmulo de intrascendencias, que parecen las vivencias de dos jóvenes modernos cargados del nihilismo y la libertad del vive hoy y no pienses en nada. Es una obra que tiene mucho desparpajo y personalidad, como un Ben bailando con una pistola y una botella de whisky; unas bromas típicas de universitarios salvajes, como meter a un muerto viviente al cuarto de su compañero y esperar que este se haga hombre matándolo con un bate de béisbol; y cierto absurdo como el del desenlace en el vehículo. Los zombies son casi un pretexto de ambientación original en un  cariz de autor que se entretiene con un aire adolescente, alternativo, rebelde, muy cinéfilo y que ostenta mucho entretenimiento. No pesa ni fastidia tanta idiotez. Aunque tiene de ello sale indemne con su cierta audacia general, gracias a su naturalidad, en un contexto de pseudo terror, al que se le suma algún drama existencial de aire naif, sin demasiado interés en querer ser más que algo básico sin reales pretensiones, salvo las funcionales a sus dos realidades, la del vacío y el de la supervivencia vista con relajo, dentro de un efectivo pero ligero toque de extravagancia, en medio de una línea de coherencia detrás de su sentido de actualidad juvenil, representativa. Es una puesta bastante sencilla pero ingeniosa, sin duda; de como tener ideas con algo tan conocido y para muchos gastado.

Insidious Capítulo 2


Hay que comenzar diciendo que James Wan se ha convertido en uno de los grandes nombres del cine de terror, parece que ya ha hecho historia en el género o muchos lo creen así, si bien ha dado el salto a la acción en su próxima película, para oxigenarse. Recuerden que empezamos a conocer el estilo de Wan y eso se gasta, siendo una de sus mejores películas Insidious (2010), por lo que hacer la secuela ha sido en orden al mérito de su antecesora, y él evitando el error ha preferido seguir con los parámetros de la primera, tanto que parecen variantes de una misma propuesta, es decir guardan muchas semejanzas en lo formal, aparte de lógicamente en su historia; y es más, la segunda complementa a la anterior, ahonda donde se quedó y le atribuye más argumento, que hay que decir que suelen estar muy bien explicados y son claros, moviéndose con mucho control. Se puede ver que tiene ideas concretas en el cine que hace, suele recurrir a una gama de ellas que mutan un poco pero siguen siendo identificables debajo de todo. En pocas palabras lo tiene muy claro, sabe a qué recurrir y ahí aporta su mundo al horror, aun recurriendo a ciertos referentes generales que no suelen faltarle a nadie ya habiéndose recorrido mucho en el séptimo arte al que se acomoda mejor. Genera atmósferas de tensión en el espacio que solemos sentirnos seguros, y lo hace con tan solo pequeños detalles. Se enfoca en el lugar que uno más ve por él, la familia, es decir se mueve a través de nuestra emotividad más preciada. No recurre a la sangre ni a demasiada violencia, lo suyo es sugerir, inquietar con imaginación de algo inminente, permitir sentir ansiedad y no caer en lo explicito sino generar un constante estado de peligro (el secuestro, el homicidio involuntario o la locura asechan), de posible situación de gravedad, que deja ver algo que no sucede sino deja una elipsis de posibilidad, hasta llevarlo al desenlace en que ya se explaya, se ve abundante. Reúne sus cartas en algún clímax definitorio de lucha y se basa en los conceptos argumentales que ha manejado en su tramas, como en el presente en la forma de fantasmas sufridos o diabólicos que tratan de adueñarse de un cuerpo humano que puede proyectarse fuera de este y permite el anhelo ajeno de los muertos que vagan en el mundo. Juega además con varios lugares o líneas contextuales como en el ingenio del más allá que podemos presenciar con apenas una lámpara y un lugar en tinieblas, y es que el temor se mueve hasta en planos distintos y hacia personas o lugares, muta aunque parte de la casa embrujada. Nada demasiado especial como se puede notar pero se debe mucho su logro a saber explotar el lugar común, ser contundente pero fácil en su argumento y permitir que la forma sea refinada, salvo en algún ridículo que suele asomar como ver al demonio con pezuñas y cuernos, o a una tipa mal maquillada de la que nos hace dudar de su capacidad homicida o a un niño travestido traumado en busca de una nueva infancia, pero son “licencias” que permiten una cierta novedad para mientras tanto poder jugar al detalle y a la inquietud que es su fuerte hasta que llega el choque que tiene parte de formalismo y reiteración aunque ya ha hecho méritos más que suficientes que mantienen un buen fondo (aun siendo poco ingenioso lo de la dama de negro que es como un pretexto simple para crear un monstruo), especialmente en los momentos de tensión donde es más que artificio de terror (intervienen ahora los padres en un mismo cuerpo despierto, siendo muy fiel a la misma trama pero ensanchada y más activa). El filme cumple, es muy entretenido, que es de lo que se trata todo este conjunto tan bien articulado y puntual que parece albergar una tercera película en el futuro con ese final abierto, nuevamente.

Haunter



Ésta propuesta es del creador de Cube (1997), una película entretenida que muchos hallan el hito en la carrera cinematográfica del canadiense Vincenzo Natali. En ésta última estamos ante una cinta que desborda imaginación y creatividad, dando giros constantes de audacia aunque al final termine siendo más una cinta de aventuras que de terror, y quiera concretar sus tantas líneas de argumentos de forma benévola, sin esa oscuridad que intrínsecamente tiene, pero que se unifica en varios niveles de lectura muy inteligentemente relacionados, tanto que otro director quizá se hubiera enredado con ellos. Se trata de una premisa cautivante, una familia yace repitiendo el último día de su vida una y otra vez sin percatarse, están muertos, pero la hija que ha quedado a un día de cumplir los 16 años yace despierta, consciente, al tanto de esa reiteración de cierto limbo que yace en manos de un demonio quien en vida fue un asesino en serie de niñas y se mete en los cuerpos de gente viva para que cometan asesinatos. La trama parece complicada pero Natali sale airoso, demasiado diríamos, y eso lo hace algo a un punto comercial, pero vaya que maneja un guión sumamente poderoso, y no queda solo ahí porque se dan constantemente novedades en un contexto que para quien escribe le parece demasiado atractivo, y eso suma a su natural capacidad de entretenimiento, porque es una historia no solo lúcida sino que tiene ritmo. Si uno no conoce a Natali ya es hora de seguirlo y tenerlo muy presente, se ve que es un cineasta que apuesta por buenas historias, ingeniosas, y es indudable que quiere ser más popular, y se lo merece, tiene méritos para ello. En el filme hay actores que llevan muy bien la trama por donde se anhela, fácil de discurrir. Compenetrarse o sentir rivalidad no es complicado, con ese demonio en la piel de la interpretación de Stephen McHattie, y nuestra heroína en la actriz Abigail Breslin. No es una película de terror propiamente dicha, aunque tiene algunos ratos de artificios de ese género, y su trama se presta para atribuirle relación. Sin embargo puede ser muy light como horror y de ahí el disgusto del respetable público, pero como película en términos generales es muy interesante, aunque quede un poco en el limbo entre a quién dirigirse, porque nada entre cierta diafanidad e inocencia, y cierta aura de perturbación intelectual.

Carrie


Qué difícil es tratar de hacer un remake de una película tan querida y admirada, una que tanto entusiasmo le ha provocado al espectador y amante del terror, tanto que parece un suicidio intentarlo, ¿se podrá lograr realmente superar o repetir con la misma historia el alcance de una obra emblemática del género? Porque lo que hizo Brian de Palma es grande, aun pareciendo algo cutre e imperfecta, una cinta con cierta estética atrevida que denota unas formas poco ostentosas. Un problema con la nueva obra de Kimberly Peirce es que sus actores todos están lejos de tener la idoneidad de antaño, porque los suyos son anodinos como la pareja de promoción al lado de la simpatía y ambigüedad en intenciones de William Katt o especialmente la sobreprotectora entrenadora que roza lo risible si comparamos a la actriz Judy Greer con la anterior. La actual es una elección muy pobre de un secundario que logra colarse en la mente del público y es decisivo para cierta reflexión y desencanto. Aunque Piper Laurie luce histérica, antipática y exagerada, lo que hace Julianne Moore le falta un poco de la pasada espontaneidad de ella aun siendo la mejor del grupo reciente, en parte rescatable en su fineza interpretativa, mientras lo de Chloë Grace Moretz está muy lejano de la performance de Sissy Spacek, la que tenía realmente de rara en su figura exótica además. A Spacek uno podía creerle que su enojo la vuelva de alguien tímida y dulce en alguien desbordada de venganza. Grace Moretz en cambio se encoge hasta jorobarse y achicopalarse adrede teniendo en sí una imagen de cierta belleza natural y se huele a metros el efecto, la técnica si se quiere, y luego a lo suyo le falta sangre para no caer en la casi caricatura de la desproporción que le exigen, no llegando a tener la conmoción visual pegada al argumento de quien la precede, y salta abruptamente a otro estado como de un conejo a un oso. Spacek por su lado es distinta porque mantiene matices en el trayecto, tiene un aura de complejidad, de emotividad, de fragilidad que sirve para generar mayor credibilidad en su inestabilidad y calidad de impredecible, anticipada con la sentencia de la burla que le augura la madre. Si uno no la hubiera visto quizá estaría contento con Moretz pero viendo la sutilidad de la personalidad de una verdadera outsider que encarna Spacek es imposible creerle a la nueva Carrie. Ese es otro problema, Kimberly Peirce hace gala de mucha exageración, demasiado efecto especial y superpoder, Carrie ya no parece humana. Es notoria la limpieza y estética del remake que funciona en su contemporaneidad, pero pierde toda la esencia del relato, se vuelve un espectáculo. Malgasta cada momento de inquietud por un dramatismo desbordado en lo artificial e insípido, que desdibuja la complejidad argumental por algo comercial. Yace demasiado pulido hasta perder carácter y genialidad, se convierte en muy fácil, porque lo de De Palma es historia ante todo más que forma, y despreocupación (incluso una mano “absurda” genera un grito de locura en complicidad con nosotros), espontaneidad, carisma, y real incomodidad con el fanatismo religioso que roza el ridículo, vapuleando y humillando, minimizando a Carrie hasta afectar y amargar al espectador, y luego la rodea de misericordia y amabilidad, de candor y resolución, de un respiro, en que ella misma clama por normalidad en su voz susurrante que busca el propio temple de la mano de la comprensión de una contundente loca. Luego se da el golpe decisivo en su calma ante la desconfianza, se sabe manejar los diferentes estados de atención, mientras la última Carrie pasea por la frialdad del ecran, le falta alma por más bello formato que tenga, y siendo superior su estética no tiene ni la sombra de la ardua bipolaridad y empatía de su trama pasada, lo pierde todo por no ensuciarse en la cancha, y parece paradójico pero la imperfección es riesgo y vida, intensidad, y eso no posee la de Kimberly Peirce que parece ser otra historia aun "siguiendo" a la de De Palma que seguramente sentirá un aire de reconocimiento cuando yace un poco aplastado por el presente de su obra. Ni hablar, la nueva Carrie se amolda a lo contemporáneo idóneamente pero pierde por goleada en su exceso técnico, y en el cariz de su reparto que no llegan a contener ninguna esencia argumental como otrora, no al mismo nivel interpretativo ni se permite audacias en lo que más vale, su historia, sino pierde credibilidad en la simplificación de lo complejamente sugerente.

The pact 


Película pequeñita y ópera prima de Nicholas McCarthy a la que hay que prestar atención en su argumento mínimo pero algo complejo en donde se da un relato paranormal que implican algunos homicidios sin resolver en medio de un misterio en una casa embrujada. No es bueno revelar demasiado de la trama porque son apenas algunas pocas premisas las que encierra, pero muy bien articuladas y que se irán develando de forma clara y precisa. Todo el poder escénico se ampara en la actriz Caity Lotz, una bella rubia californiana de baja estatura que yace en su debut cinematográfico, el 2012. Tiene algunos momentos medio bobos con una pálida y ojerosa vidente en pantuflas, pero se ajustan perfectamente a la historia, digamos que hay una cierta interacción extraña con ella y su protector que aporta a cierto tono del filme. No posee muchos grandes momentos, salvo en el lado de las revelaciones mientras maneja varias temáticas. Se nota que le antecedió un corto el año anterior ya que utiliza poco recurso, tanto que apenas asoma algo romántico y de lleno entra en cierto desconcierto, y es que si parpadeas te lo pierdes. No obstante con poco trabaja bien, y vale la gracia de verle, pero sin esperar gran cosa.

Modus anomali


Una película que irremediablemente o te gusta o la detestas, es muy extrema en su audacia y eso cobra una factura de pasión y empatía en quien la vea. Hay que recalcar que solo aguanta un visionado tras semejante sorpresa que guarda en su segunda mitad de metraje, en una precisión abrumadora pero coherente desde la imaginación perfeccionista. Se trata en líneas generales e iniciales de que un hombre despierta enterrado en un bosque cuando está pasando por unas vacaciones familiares, mientras hay un asesino suelto que le persigue a él y su familia. Mientras trata de recuperar la memoria tiene que tomar la rienda de la situación y tratar de sobrevivir. De ahí el resto es espectacular en un giro impredecible y original, y es mejor no saber nada al respecto sino se malogra la sorpresa y el acto de genialidad de sus postulados explicativos, que desconcierta sin medias tintas, y de ahí que muchos sientan que el director indonesio Joko Anwar o te enamora o pienses que lo suyo es estúpido. Tiene de terror de supervivencia con algo de gore en ello, y se luce muy argumental en una premisa descabellada que bien vale un visionado curioso.

The conjuring


La presente es la obra maestra de James Wan, y sin embargo ahí está Insidious detrás. La argumentación queda bastante redonda, explicada desde sus investigadores paranormales que toman la posta ya no en forma cómica sino enseñando los pasos del mal que se cierne ahora sí en una casa embrujada, donde el mal crece y se fortalece, como en las anteriores pero ellas en su formato estructural más que en su trama, hasta llegar al culmen en el exorcismo y el peligro a flor de la realidad ya no en la sugerencia tras la constante amenaza predecesora y hasta pueril, para llegar a un estado de desborde en que ya todo se conoce, se usó y hay que cerrar el círculo, mientras el mal viene más diversificado que en sus otras películas. No es un ente sino varios, como con los objetos, el mal tiene distintas presencias y elementos de ello. Los detalles se mueven por varios referentes (títeres, una caja de música o pájaros que mueren al estrellarse con la casa) pero todo llega a un punto, el ente de esa soga del árbol. Vale en Wan la inquietud y la razón de sentirla en lo específico, el resto es luego unir cabos y denotar que la imaginación siempre deriva, pero es notorio saber que el ingenio yace en esos pequeños momentos, de donde luego sentimos que no nos han timado con nuestros miedos y hay una historia conjunta. Wan en segundo plano sabe que el juego sigue en el misterio detrás del temor aunque el argumento es conocido (las marcas de golpes en la madre o el acecho de lo desconocido en el cuarto de las hijas), e igualmente nos cautiva. La forma es la que permite la atención, aunque a veces no nos demos cuenta y esperemos el gran desenlace, que viene tipo fiesta para pagar la entrada, sin saber que lo que más nos agrada son los pequeños sustos, que en realidad pueden ser inconexos. Es ahí que ya no es de una gran idea de lo que hablamos aun siendo sólida la trama, sino del encanto de lo mínimo, de la tensión de la sorpresa situacional (como en el aplauso de un ente no identificado o la sábana que permite ver que el miedo está en donde menos le creemos, incluso en lo infantil, o peor aún el horror puede vestirse además de un audacia refinada de explicites con los fantasmas a vista de la sazón de la oscuridad de un sótano). No obstante, no hay que obviar que tiene una lógica en donde genera miedo, y de ahí que falle o no el efecto –que no lo hace, porque funcionan- sigue manteniendo su cierta solidez independiente que luego se relaciona con la gran libertad que otorga el conjunto que encierra el concepto de una casa endemoniada plagada de misterios. Ya no solo es la música que se eleva de golpe o el recurso del sobresalto de lo que aparece de pronto en nuestra atención, sino que la sencilla explicación y la claridad permiten el aplauso futuro, para un artesano como este afamado director de tan solo 36 años de edad.

You are next


Película de Adam Wingard que es un slasher muy primario y clásico sin demasiadas pretensiones, salvo algunas estéticas en sus asesinatos, y que resulta sumamente efectivo, donde lo mejor es su intensidad recreativa que cautiva y entretiene mucho (los argumentos arduos sobran aquí, no hay, y no son necesarios en ella, lo suyo es ir al punto sin regodeos bajo la intrepidez e inmisericordia homicida “irracional” de unos psicópatas), lo que será miel para los aficionados a las cacerías humanas en el ecran, junto a unos tipos disfrazados con máscaras de animales mientras escriben lo que implica el título, torturando a su víctimas con la frase tú eres el siguiente (en una propuesta no exenta de humor negro), pero en donde el filme tomará un derrotero inesperado cuando una presa decida contratacar con una inteligencia y contundencia que trastoca las expectativas. Los papeles pueden llegar a invertirse en varios planos tras una segunda parte de revelación donde el misterio inicial que invoca el terror de los serial killers se humaniza. Ésta es una puesta de buen cine de horror puro y duro. No se salva títere con cabeza y brilla la explicites de sus muertes sanguinarias. Sorprende ver al cineasta Ty West como uno de los invitados en lo que todo comienza con la cena de aniversario de bodas de un matrimonio longevo de clase alta que conmemora su celebración familiar en una casa de campo junto con sus 4 hijos y sus respectivas parejas.

Kiss of the damned
¿Quién no conoce a John Cassavetes?, bueno, su hija, Xan Cassavetes, sigue sus pasos en el séptimo arte con su debut en la dirección cinematográfica pero con una película de terror. Se trata de una historia de vampiros, muy en el estilo europeo con una engañosa cubierta de autor que no pretende generar muchas ideas ni ser demasiado original, pero que luce muy elegante en todo sentido. Se representa a la clase alta y cuenta con dos protagonistas francesas de gran atractivo físico y sensualidad, explotadas en la historia y en escenas sexuales y en sus instintos asesinos, junto al actor americano Milo Ventimiglia que enamora apasionado -y convincente por una vez en su vida- con una de ellas, con Djuna (Joséphine de La Baume), con quien vive el drama de su extraño idilio mientras buscan adaptarse a una vida de anhelo de sangre y tratar aun así de evitar la tentación homicida, que se complica cuando la salvaje y cruel hermana menor de ella, Mimi (Roxane Mesquida), entra en su mundo con toda su contemporaneidad y rebeldía, y trata de corromperlos y a toda criatura que no quiera matar seres humanos. Éste es un filme lento, de bello aspecto técnico y que más invoca lo romántico que un verdadero horror pero que tiene lo suyo al respecto, aunque tenga cierto sabor en su fondo a telefilme, compensado y encubierto con su estética, su delicadeza escénica. Argumentalmente es austero y no implica tanta emotividad como quiere adjudicarse o es el caso de que se queda por encima sin generar algo realmente productivo e intelectual, o su sensibilidad es de cartón, muy intrascendente a fin de cuentas, o es que uno no agarra su empatía de telenovela, aunque puede ser simpático para aquellos que busquen atributos como el amor en medio de la dificultad de ser una criatura por naturaleza diabólica en un empaque demasiado atractivo de seducción pero que reniega de una condición que no puede evitar seguir. Tiene cierto toque existencialista que no profundiza demasiado y se queda mayormente en la superficie, en ese vacío que luchan por vencer y que se pega a sus formas en medio de la opulencia y la extravagancia innata.