Muchos analistas y críticos daban como elección fija
a éste filme de animación para las cinco candidatas a los Oscars 2012, sin
embargo el primer largometraje de Tomás Lunák se quedó fuera; una realización
de apariencia compleja pero que se resume en un motivo sencillo, la venganza, tras
la muerte y el abuso para con los alemanes tras la segunda guerra mundial en Polonia.
Nos instauraremos en el constante recuerdo de
nuestro protagónico, Alois Nebel, un maquinista solitario y taciturno, que nos
develará la relación que lo vincula con un tipo misterioso conocido como el
mudo, en el contexto subordinado al control ruso, a la vez que busca entablar
una relación afectiva con una viuda de la estación en que trabaja.
No parece una historia muy atrapante poniéndolo en términos
específicos pero éste filme proveniente de República Checa cuenta con la técnica
de rotoscopiado que se basa en animación sobre actuaciones reales, lo cual le
da a las ilustraciones un cariz muy realista notando que los movimientos se
revisten de grave autenticidad. Además
se perenniza en blanco y negro dándole un sentimiento muy acorde con la dureza
del medio; lleva una frialdad que envuelve el producto de una madurez
conceptual muy digna del arte de la novela gráfica que está destinada a un
público exigente y adulto. Se basa en la
obra del checo Jaroslav Rudis.
Vemos que la creatividad de la novela gráfica se
adapta muy bien al séptimo arte como un storyboard o guión visual y no
sorprende ver la naturalidad de su éxito. Es en pocas palabras dar motricidad a
lo que ya tiene forma pero no es nada espectacular sino sosegado como una
historia que quiere ser también intelectual y no solo entretenimiento.
Otro detalle para tener en cuenta es que estamos
ante una trama muy breve en cuanto a explicaciones necesitando agarrar cada información destinada en un punto sino
no llegaremos a comprender el conjunto, hay una sensación de ambigüedad y vacío
que reviste los dibujos de un semblante oscuro pero cumple si prestamos atención
como detrás de una investigación que requiere sagacidad. No admite distracción pero
tampoco hay que dejarse impresionar por la intención sino regodearnos en su
pretensión de dar un producto de calidad haciendo más arduo el comprender –el sabor
de un poco de esfuerzo- pero no cae en la incoherencia o en la ausencia de respuestas
centrales.
Entendida la idea de convertir el filme en algo
difícil para el espectador, creando un engrandecimiento de lo que podría ser
menor y básico, para lo que las imágenes se vuelven importantes para crear no
solo una atmósfera sino prolongar sin redundar y dar el aspecto de estar necesitando
saber más, se dosifica y se distribuye una estructura que implica diferentes
tiempos en juego que giran en torno a
Nebel que vive en el misterio a pesar de ser un ente pasivo, débil, primario
que está atado a un suceso de su niñez. Un hombre mayor que representa tópicamente
alguien bondadoso pero incapaz de generar nada.
Estamos sometidos al invierno, a los trenes, a un régimen
militar y en esos tres cuadrantes atendemos a la personalidad y existencia de
un maquinista que vuelve a su memoria. Lleva el filme una sugerencia interpretativa
que viene de una cierta filosofía de elipsis. El hombre del tatuaje en la mano se
pliega al odio, al amor, a ambos y tiene remordimientos. Existe una división
entre los que se cubren la espalda y los que no ven nacionalidades aun siendo
de la misma “familia”. Nebel tiene consciencia aunque sin atenerse a
consecuencias ya que solo rueda sea hacia el sanatorio mental, su puesto de
trabajo o hacia dormir en una banca, empero oculta una postura, es un antihéroe
sin carisma, un pobre diablo a fin de cuentas que solo se permite una libertad
callando y mirando, incluso atisba la muerte con resignación, solo el amor lo
llena finalmente de resolución.
Una historia seca y lúgubre en todo aspecto que
lleva un continuo flashback que de a pocos lo completamos, la niebla, la estación del
tren, una mujer con un bebe en brazos, un asesinato y el olvido que no llega salvo
con la muerte cerrando el círculo. Una próspera manera de contar exprimiendo y
repartiendo algo pequeño en un síntoma de alucinaciones y la expectativa de
querer resolver las pistas que se van otorgando.