miércoles, 12 de octubre de 2011

Serpico

El director americano Sidney Lumet nos dejó hace tan solo 6 meses atrás, en su filmografía yace ésta película que se adscribe al cine comprometido, con un personaje que realmente existió, Frank Serpico, interpretado por el célebre Al Pacino.

Serpico ingresa al hospital por un disparo en la cabeza y desde ese momento volvemos atrás en busca de su pasado, ¿qué de especial tiene éste detective de investigaciones policiales como para hacer una cinta en su honor?, y al indagar en ésta pregunta descubrimos que se lo merece y que llena los zapatos de semejante distinción, siendo un héroe de nuestra contemporaneidad. ¿Pero qué es lo que hace? Serpico descubre que hay corrupción en la policía, no solo en mandos menores sino hasta los altos líderes y que esa mafia se extiende por toda la ciudad de New York, se recibe dinero tanto de las apuestas como del narcotráfico, no hay oficial que no acceda a una suma de dinero y que incluso los moviliza a actuar como verdaderos criminales yendo a cobrar por la fuerza su porción de los negocios ilícitos. Al toparse con esa realidad tan escalofriante para un idealista como él enseguida se encuentra con que se le quiere obligar a ser parte de esa suciedad moral, sin embargo no acepta ser sobornado y no solo se contenta con rechazar ese sistema deleznable sino que decide tomar cartas en el asunto y denunciar los hechos. Lo sorprendente del caso es que nadie parece hacer nada para remediar ese caos, siendo ignorado por cuanta autoridad solicita. Sobre éste argumento gira todo el filme, somos participes de la lucha por sobrevivir en esa jungla de cemento, en medio de una profesión que albergaba las mayores ilusiones, Serpico ansia tener una placa de oro pero rápidamente ve que sus sueños son usurpados por una carencia de escrúpulos que lo mortifican.

Dentro de la película vemos que Serpico es un policía encubierto que está en las calles vistiendo de hippie mezclado con gente ordinaria tratando de entender la modernidad que distancia a la fuerza de seguridad de la población. Descendiente de italianos sus días vagan entre su honestidad y su aire fresco que no discuten entre sí, se ve como se enamora de su vecina y como a su vez se derrumba su vida por la idiosincrasia que envuelve su vocación. Tiene un amigo de nombre Bob Blair que relacionado con políticos quiere ver un cambio en la cochinada que asoma en el departamento de policía, no obstante también yace a merced de la incapacidad de acción que rodea la falta de integridad del cuerpo efectivo público.

El valor de Serpico se sustenta en su filosofía existencial que podemos denominar Kamikaze al poner en peligro su propia integridad física al no sucumbir ante ninguna tentación económica y discutir abiertamente la ausencia de ética de sus compañeros. La escena en el parque incrementa la tensión gracias a su convicción, para lo que Lumet muy diestro nos va dando elementos que colocan a Serpico en un pedestal aunque sin desproporcionar hasta lo inverosímil su imagen, empero estamos hablando de un sujeto excepcional si nos atenemos a la historia que se nos cuenta. ¿Es creíble o no? Es una pregunta respetable y me parece que sí lo es a un punto de compenetrarnos con el personaje, solo que finalmente hay una cierta carencia de sentir más que valor y rabia por parte de quien escarba en toda esa calamidad, a ratos parece la actitud de un demente que no teme morir, que no exuda miedo y que se manifiesta solo contra el mundo caminando sin graves repercusiones aún con tanta muestra de coraje y control de cara con su entorno.

Una mañana simplemente no le alumbra la suerte y en eso hay una sensación extraña de calma temeraria, un acierto del cine de Lumet, fuera de pedir quizás mayor adrenalina en las consecuencias el filme sigue su ruta indetenible en el heroísmo y en sus enemigos observándole al acecho pero sin dar pie a ningún ataque decisivo, los datos biográficos proporcionados por el libro de Peter Mass en que se basa la trama parece delimitar la intensidad, agregando robos, violaciones y criminalidad que describen la esencia de nuestro arriesgado protagonista.

Lumet juega bien sus piezas y no se entusiasma como para tergiversar el relato, parece ser fiel a los hechos aunque claro que al enfocarse en Serpico se le erige como símbolo de admiración conllevando algo de segura fantasía y méritos propios combinados. Busca más bien generar inquietud con pequeñas agresiones, comunicaciones y roces. Es un ambiente de presión cuando no perdemos la perspectiva de lo que tenemos entre manos y de notoria ambigüedad, en eso tenemos que poner de nuestra parte ya que de no hacerlo se puede sentir algo de vacío. En conclusión no sabemos por donde van a salir los tiros ya que la narración afloja a ratos y luego aprieta la cuerda, mientras Serpico implacable sigue acusando y haciéndose notar. Las representaciones y diálogos con los entes estatales o policiales son cortos y fluidos ya que de no darse de esa manera sería pesado de digerir para el espectador, y por más que se repiten se compensan audazmente con variedad de secuencias, en saltos de un momento a otro distinto que van regresando al tema de la corrupción sin agotar.

Lumet fabrica un filme completo destacando la hazaña de Serpico, el propulsor de una transformación que nos abre la esperanza en el mañana, el mensaje está servido para la sociedad, para los individuos que a fe de la verdad aspiran a remecer lo que parece inamovible de nuestra proclividad a la degeneración, al menoscabo de los valores, prodigándose la luz cuando se está en la oscuridad.